la cábala mayor que lo ha hecho progresar. Se podría decir que el
descubrimiento del inconsciente y el psicoanálisis mismo tiene que ver con la
pregunta: ¿Qué es una mujer? Pregunta que nunca dejó
de sacudir a Sigmund Freud.
Y esto es así porque la diferencia sexual anatómica es insuficiente como cierre de una pregunta que se impone comprometiendo los cuerpos.
y estereotipos asumidos de la mujer
las empuja a atravesar los muros y las pantallas de cuentos de hadas y de
brujas. Aquello que las incita a quitarse los velos que se les imponen para
ocultarlas. Aquello que hay en ellas que produce inquietud, angustia, incluso
horror. Lo que las hace disconformes y raras a los ojos de los que aún las
quieren solo madres y esposas. Lo que sacude a las mujeres, dice Jacques
Lacan, es también lo que las socorre.
Aquello que empujó a Marguerite
Duras, con 15 años, a los brazos de “su amante amarillo”, fue también
lo que la empujó a la escritura. Eso se puede percibir al leer sus novelas
hechas de sí misma. Estas nos permiten transitar por fuera de los caminos
trillados y respirar atmósferas que tocan la experiencia más íntima.
La condición femenina se impone sobre los cuerpos a porfía del sentido, siempre ha sido así. Hoy más que nunca podemos verificar, en las sociedades más igualitarias, que las formas de rechazo a la feminidad toman otras formas, pero no se desactivan. Y que las mujeres continúan respondiendo como si dudaran de esos derechos. Como si no pudieran dejar de cobrar su mayor sentido a través de la relación con los hombres. De un modo desigual, “como ecos de voces masculinas, sombras de otros cuerpos”, en palabras de Eduardo Galeano.
La
igualdad de las mujeres
La igualdad de derechos, fruto de una lucha
incansable por parte de las mujeres y de algunos hombres, nos facilita la vida
porque amplia enormemente el marco de las posibilidades de elección. Pero no
parece intervenir en el plano del goce de los cuerpos. Aquí, las diferencias
que se juegan pueden llegar a socavar esos mismos derechos logrados, encerrando
a las mujeres en prisiones ahora más claramente imaginarias, incontables veces
en nombre del amor.
Muchas mujeres consultan a un psicoanalista al darse cuenta de
que las palabras no alcanzan para explicarse a una misma por qué. Por qué no
puede dejar de repetir funcionamientos que no le gustan y que le hacen sufrir.
Sobre todo cuando no parece haber nada en su exterior que se lo esté
imponiendo, cuando ya no hay una realidad social tan rígida que lo justifique.
Por qué no puede dejar de sentirse culpable ella
frente a un maltrato de su pareja. Por qué no puede dejar de pedirle a él las
respuestas a sus preguntas. Por qué no puede parar de dejar caer sus propios
deseos para sostener los de los otros (pareja, hijos). Por qué rechaza a su
hija adolescente si antes le parecía una niña encantadora. Por qué no puede
soltarse de sus trabajos forzados de orden y limpieza, y hacerse una vida más
vivible, si tiene los recursos y la libertad para hacerlo. O por qué todo en su
vida parece funcionar de maravilla y, sin embargo, el malestar subjetivo es
insoportable.
“Con todo el perdón de la palabra, soy un misterio
para mí”, escribió Clarice Lispector. Ella buscó probablemente la
sublimación por la escritura, a través del testimonio de su experiencia más
propia.
Un misterio es una opacidad, algo que llama al
desvelamiento, que eventualmente puede tomar forma de un enigma a
descifrar. Son esas opacidades, que se enmarcan con las preguntas mejor
formuladas, los productos de más valor para una mujer. Porque es a través de
ellas que cada mujer puede explorar sus posibilidades de invención.
Pero esas posibilidades de invención vienen
determinadas. Están anudadas a lo que ya está inscrito como modalidad de goce
del cuerpo en cada cual. Es de lo que da cuenta la repetición que viene a pesar
de la voluntad o el fracaso de los intentos de sublimación.
El
psicoanálisis lacaniano
Para el psicoanálisis lacaniano, el
objetivo es depurar al máximo esos modos de respuesta instaurados. Y luego
desactivarlos como únicas respuestas posibles, abriendo la posibilidad
a respuestas inéditas.
Digamos que lo que empuja a las mujeres, a través de la experiencia analítica, puede encauzarse para que empuje hacia un más allá de lo que a cada una le condiciona su modo de ser mujer.
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