biopolítica, que se llevo a cabo en la Maison de l’Amérique Latine de Paris,
con la participación del autor quien converso con Enric Berenguer, Presidente
de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis en España, Miembro de la AMP-ELP y
traductor de este libro; Oscar Ventura AE Miembro de la AMP-ELP y Eugenia
Varela Miembro de la AMP-ECF y responsable del Seminario quien coordinó la
mesa.
Laurent presentó su libro “El reverso de la biopolítica”, el 22 de marzo de
2017, en la reunión del Seminario Latino de París dedicada a ese evento.
Durante el encuentro, apreciamos la manera en que la sólida construcción de un
fundamento epistémico permite desplegar la amplitud de la perspectiva que se
puede obtener con la orientación lacaniana. Sobre esa base se constataron las
incidencias en el plano clínico, este fue uno de los pilares de la
presentación. El otro plano que se examinó, en cierto sentido inverso al
anterior, fue el político.
La
introducción estuvo a cargo de Enric Berenguer, traductor del libro, y de Oscar
Ventura. Eugenia Varela, tuvo la responsabilidad de escandir la reunión
presentando los participantes y planteando interrogantes que animaron las
exposiciones. La precisión en la utilización de los conceptos facilitó el
abordaje de los temas y, de este modo, el encuentro resultó formador sin dejar
de ser muy ameno.
Al
situar al psicoanálisis frente a la biopolítica se constituye un campo de
discusión que incluye a la política, al discurso sobre la vida en sus
diferentes concepciones y a las relaciones entre ellos. Por otro lado, en el
reverso de la biopolítica encontramos un estudio de los supuestos y el alcance
del concepto de biopolítica, a partir de allí el psicoanálisis aporta su
diferencia más importante al debate. Al no considerar al cuerpo humano como entidad
biopolítica, el psicoanálisis ilumina de un modo novedoso las tendencias
políticas actuales proponiendo diversas definiciones del cuerpo con las que se
trabaja en la clínica.
Berenguer
transmitió la utilidad del libro para extraer consecuencias de la última
enseñanza de Lacan, que puede ser de muy difícil abordaje en un primer
acercamiento y sin otros puntos de referencia. El valor del cuerpo como imagen
(que abarca desde el uso vulgar difundido en las redes sociales hasta las
sofisticadas técnicas de investigación y de uso médico) entraña una
identificación del sujeto a esa imagen. El traductor destacó tres momentos o
versiones del cuerpo que propone el psicoanálisis de orientación lacaniana: el
momento del estadio del espejo releído desde la primacía de lo simbólico, el
que se plantea en el texto “Radiofonía” y el nodal que se plantea en el
seminario sobre Joyce.
El
desarrollo de esos momentos, finalmente, permite plantear la relación primaria
de la lengua con el cuerpo. Cuestión que tiene un impacto fundamental en la
dirección de la cura. En este sentido, se ponen en cuestión clínicamente el
valor de algunos conceptos freudianos como la identificación, la pulsión y la
libido; asimismo, se cuestiona el desarrollo en torno al juicio de atribución.
Esta puesta en cuestión lleva a considerar una temporalidad que no es la del
sujeto del inconsciente sino la del parlêtre, que se sitúa en un tiempo
anterior a la introducción en el narcisismo y que es independiente de las
consideraciones sobre la demanda. Esto tiene consecuencias, por ejemplo, en la
clínica del autismo en la que suele preguntarse qué hacer cuando el sujeto no
se introduce en la demanda, la perspectiva que nos abre “El reverso de la
biopolítica” nos orienta para pensar la clínica a partir del hiato entre la
escritura y la palabra.
Para
Oscar Ventura el punto fundamental del libro de Éric Laurent es el
acontecimiento del cuerpo, ese es el reverso de la biopolítica. El programa de
la biopolítica omite el hecho de la ausencia (o imposibilidad) de subjetivación
de la sustancia gozosa, su incalculabilidad. El dispositivo de disciplinamiento
de los cuerpos no considera el registro psicoanalítico de lo real. Este hecho
retorna como efectos en el lazo social: cuanto más se intenta captar el goce
con objetos o con imágenes, más infinitesimal se torna la experiencia de goce
en el cuerpo. Por esta vía, insiste la experiencia de una imposible
homogeneización del goce mediante la oferta a la que la identificación se
presta. Ni el control o disciplinamiento del goce, ni su esfuerzo de
cancelación por medio de un empuje a gozar, alcanzan su meta. Al centrarse en
el acontecimiento del cuerpo, el libro de Éric Laurent destaca un momento
previo al régimen de las identificaciones: el encuentro con la lengua, que se encarna
y establece un lazo social más allá de la identificación. Ventura se pregunta
cómo sostener un discurso que, fundado en el acontecimiento del cuerpo
singular, no promueva la identidad. Termina su intervención con una nota de
optimismo al constatar que el psicoanálisis tiene un poder de cohesión de los
discursos, los cuerpos y sus goces.
Éric Laurent sitúa su perspectiva a partir de la
lectura que hizo Jacques-Alain Miller de la última enseñanza de Lacan. Se trata
del síntoma, no como síntoma del Otro (y la eficacia de la identificación que
esto supone), sino del síntoma como goce del cuerpo. En este sentido, se apunta
a constituir un fundamento más básico que la identificación con el padre, que
Freud proponía como la razón última del lazo social, de gran importancia
clínica y necesaria para el entendimiento de los incipientes partidos fascistas
de aquella época.
El método de Lacan no es tan diferente pues aplica las
enseñanzas de la clínica al esclarecimiento de los fenómenos políticos. La
diferencia radica en postular que más allá de la identificación con el padre,
está la dimensión primaria del síntoma y del goce: el síntoma como
acontecimiento del cuerpo y el fantasma como instrumento de goce.
Con
esos dos instrumentos Laurent comentó aspectos de las teorías de Foucault,
Melanie Klein, Deleuze y Guattari. Por otro lado, los aplicó a las tendencias
políticas actuales: Le Pen, Putin, Erdogan, Xi Jinping y Trump. En algunos
casos se explayó más, pero en general destacó que no debe aplanarse la particularidad
de cada caso suponiendo, por ejemplo, que cada vez se trata de una versión
actual de Hitler (evitar el punto Godwin); justamente, las enseñanzas clínicas
permiten delimitar de modo más preciso el rasgo particular en cada caso, el
goce o el tipo de fantasma que propone cada tendencia política.
Hacia
el final del encuentro, Laurent cinceló el fundamento epistemológico de los
temas tratados. Para situarse en un registro anterior al de la identificación
es necesario tener en cuenta que tenemos la relación entre la cadena
significante y el sujeto (como shifter importado de la teoría de Jakobson) que
opera con el concepto de vacío. Pero antes tenemos la emergencia primitiva de
goce, el síntoma que se escribe como el impacto de la lengua sobre el cuerpo, el
trauma: “eso se siente”; aquí, el operador es el agujero en sentido topológico.
Laurent propone pensar este registro con el fenómeno de la alucinación: se
produce un acontecimiento (que supone la necesidad de un cuerpo), respecto del
cual hay certeza pero no hay ninguna elucubración de sentido, y luego se sigue
el trabajo del sujeto por intentar cifrar esta certeza, es decir, articular lo
que aconteció a la cadena significante –momento en el que se registra el gran
despliegue de los equívocos del lenguaje y en el que resulta eficaz la teoría
del sujeto y la articulación significante–.