Numéro 3 – Octubre de 2016
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« El tatuaje por ejemplo, tomó una dimensión estética que da a lo marcado una forma de glorificación del cuerpo, una mostración vestida de dibujos y de escritos que hay que leer, añadiendo un plus de goce. […] El tatuaje hoy no escribe ya una marca colectiva, sino la singularidad propia de cada uno ».
Bonnaud H., El cuerpo tomado por la palabra. Loque dice, lo que quiere, Paris, Navarin / Le Champ freudien, 2015. (p. 18)
EDITORIAL
El adolescente y el escabel
Por Laurent Dupont
En mi práctica he encontrado adolescentes, pero no estoy seguro de haber encontrado adolescencia. ¿Existe la adolescencia? ¿Qué hay Después de la infancia?
Por supuesto hay ese momento de metamorfosis, metamorfosis del cuerpo, de la pubertad, como dice Freud, pero también metamorfosis de la lengua, del vestir, de su dar a ver o desaparecer, metamorfosis de la relación al Otro. Es el momento en que se siente que el encuentro con el cuerpo del otro no es tan evidente. Ya que el encuentro con su propio cuerpo no es siempre feliz….
En El saber del psicoanalista, Lacan dice que los chicos van en banda y las chicas de dos en dos. La banda, o la pareja de chicas vienen a proteger las preguntas que angustian. ¿Cómo ser un hombre o una mujer? ¿Cómo se encuentra al Otro sexo? ¿Cómo pueden encontrarse los cuerpos? ¿Cómo hacer lazo social? Y las respuestas que nos damos son tantas construcciones que intentan anudar el Yo ideal y el Ideal del yo. Si la banda protege, en el encuentro con el cuerpo del otro, ya no está para protegernos y eso puede ser la desbandada. Rápido, hay que encontrar a los otros para hacer banda a parte, de palabra, dice Lacan. Siendo la palabra el único lugar donde el ser tiene un sentido (1)
La adolescencia podría ser ese tiempo del escabel, es decir, como subraya Jacques-Alain Miller, eso sobre lo que el parlêtre se alza, se sube para hacerse bello …(2) lo que traduce de forma imaginada la sublimación freudiana, pero en el entrecruzamiento con el narcisismo (3).
Para ello se extraen significantes, imágenes de su entorno, en los encuentros, pero también en Internet, en las redes sociales, los juegos, series, películas….para hacerse bello…Lo que se llama cultura no es otra cosa que la reserva de escabeles de la que se va a sacar con qué estirar el cuello y hacerse el vanidoso (4).
De golpe, tenemos una indicación de una clínica del tiempo de las metamorfosis: ¿qué entrecruzamientos ha podido operar el sujeto entre el narcisismo y la sublimación? ¿O no ha hecho? ¿Sobre qué escabeles ha podido subirse para verse y hacerse bello? Y nosotros, separados de toda intención moral, ¿cómo sostenerlo hasta que se ponga a trabajar en su invención?
¿Cómo se sube en su escabel a la adolescencia?
Escabel es un término introducido por Lacan a propósito de Joyce, es una solución del sujeto que le permite verse suficientemente amable a sí mismo y para los otros. A veces el sujeto tiene dificultad en encontrarse suficientemente amable cuando su cuerpo cambia, su voz se modifica, la sexualidad lo confronta al imposible encuentro de los cuerpos. El escabel es un par-ecer [par-ètre].
Una clínica de la adolescencia, podría ser una clínica del escabel. ¿Hay o no hay escabel? ¿Qué son? ¿Qué encrucijadas para el adolescente, qué consecuencias? ¿Cómo pasar a la invención?
Si, como propone Jacques-Alain Miller, al final de un análisis se han quemado, derribado todos los escabeles de un sujeto, aún es necesario que se hayan erigido. Y, muy a menudo, es necesaria su construcción para responder a las metamorfosis de la pubertad y al imposible encuentro de los cuerpos, lo mismo que al deber situarse como chica o chico.
Entonces, no quememos los escabeles que erigen los adolescentes, ya que a menudo están hechos de certezas, de cualquier modo, a menudo son o manejables o molestos, grandes como escaleras de bomberos o constituidos por un solo escalón un poco oscilante. Esos escabeles nos ponen en cuestión, nos molestan, pero sin esos escabeles ¿qué somos? Cuando Lacan dice que el ser extrae su significación de la palabra (5), ¿qué seríamos si fuéramos sin significación? No es lo mismo descubrir que la significación es un semblante que el no tener significación.
En la Jornada del Instituto del Niño el 18 de marzo de 2017 no faltaran enseñanzas sobre esos escabeles sobre los que intenta erigirse, Después de la Infancia.
1-Lacan, J: “Joyce el síntoma” en Otros Escritos. Paidós. Buenos Aires. 2012, p.592
2-Miller, El inconsciente y el cuerpo hablante.
3-Idem
4-Idem
5- Lacan, J: “Joyce el síntoma” en Otros Escritos. Paidós. Buenos Aires. 2012, p.592
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El cuerpo vigilado del adolescente
Por Laura Sokolowsky|
¿La adolescencia sería desde siempre? ¿Verdaderamente? ¡Nada es menos seguro!
Ciertos desarrollos de Michel Foucault sobre el adolescente son susceptibles de interesarnos. En su curso del Colegio de France de 1974-1975, Les anormaux, considera que a las sociedades disciplinarias que emergieron en los siglos XVIII y XIX y que alcanzaron su apogeo en el siglo XX, le han sucedido las sociedades de soberanía cuyo objetivo era diferente (1). Las sociedades de soberanía deducían la producción en lugar de organizarla. Se trataba de decidir sobre la muerte, más que de gestionar la vida. La gestión de la vida ha surgido con las sociedades disciplinares, compuestas de instituciones cerradas tales como la familia, la escuela, el internado, la fábrica y el hospital, véase el cuartel y la prisión. Según esta concepción, la familia es uno de esos medios herméticos en el sentido en que esta se encuentra regida por leyes que le son propias. Por otro lado, siguiendo a Foucault. La familia nuclear se constituyó a partir del cuerpo vigilado del adolescente. Se trataba de una nueva organización familiar que no existía bajo el Antiguo régimen.
A partir de la mitad del siglo XVIII, se asiste efectivamente a una verdadera floración de obras, panfletos y manuales que incitaban a los padres a vigilar de muy cerca a su hijo. En particular, había que impedir a los adolescentes que cedieran al goce auto-erótico. Foucault extrae que las cruzadas anti-masturbación no provenían del discurso cristiano sobre los pecados de la carne y tampoco del científico, de la psicopatología sexual. La masturbación estaba separada de toda noción de placer o de deseo; era presentada como una práctica desastrosa que agotaba fatalmente al desgraciado adolescente que la practicaba. Era una enfermedad que suponía el empleo de medios de contención y de tratamientos especializados. Foucault insiste mucho en el hecho que esas campañas médicas no pretendían culpabilizar a los adolescentes. En realidad, no se dirigían a ellos. Ese discurso se dirigía a los padres como verdaderos culpables si rechazaban el proteger al niño de malos encuentros con el adulto seductor. Los padres despreocupados eran particularmente peligrosos; se les aconsejaba eliminar al máximo los intermediarios, la solución ideal era el aislamiento en un espacio familiar sexualmente aséptico.
Todos los allegados eran sospechosos: el criado, la gobernanta, el preceptor, el tío, la tia y los primos, todos se interponían entre la supuesta virtud de los padres y la inocencia del niño ya que era a través de ellos como la perversidad se introducía en el espacio familiar.
El adulto intermediario debía dejar la casa para que el nudo de la familia se vuelva a estrechar. Foucault añade que se recomendaba a los padres hacer dormir a los niños con las manos atadas con cordeles. Trae así el sorprendente ejemplo de un adolescente que se había hecho por su propia voluntad atar a una silla en la habitación de su hermano mayor. Pequeñas campanillas atadas a la silla se ponían a tintinear si intentaba masturbarse y esto despertaba al hermano.
En ese movimiento de acercamiento de los cuerpos, la curiosidad del adulto se presenta bajo la especie de mirada que podríamos calificar de superyoica. No es la Acrópolis, sino las sábanas lo que la mirada del Otro inspecciona. El respeto a la intimidad de los adolescentes pasa por la vigilancia de su goce y la auto-vigilancia corresponde a la introyección de esta norma. De ahí también, la concepción según la cual la madre y el padre son llamados a convertirse en terapeutas y dignosticadores de sus hijos. En caso de detectar el problema, los padres deben apelar a una ayuda exterior, a científicos o médicos. “La nueva familia, la familia substancial, la familia afectiva y sexual, es al mismo tiempo una familia medicalizada”, dice Foucault.
En definitiva, asistimos aquí a la construcción de la figura del adolescente como sujeto de goce. Las tecnologías actuales propuestas a los padres inquietos están destinadas a espiar a los adolescentes, adolescentes que surfean en Internet acentúan seguramente esta obligación acuciante de la mirada
1-Michel Foucault, Los anormales, curso en el Collège de France (1974-1975), Paris, HESS, Gallimard/Seuil, 1999.
¿Tukedices?
Hormonas
Por Melina Cothros
¿Tú qué dices cuando incluso tus compañeros no te son de ninguna ayuda en lo que te ocurre?
Pedro, 16 años, dice con orgullo: “Yo leo el lenguaje corporal”.
Ha desarrollado un sistema para descifrar los comportamientos y los estados emocionales de los que le rodean.
Sin embargo, no hay código posible frente a ciertas cuestiones; “Una chica de mi clase se me acerca demasiado, me toca a menudo, el otro día me besó, no entiendo por qué hace eso” Me invitan a fiestas para conocer a chicas”, “no veo para qué me puede servir eso” “Tengo amigos que dicen que se quedan en la cama, pero sin dormir, ¡qué pérdida de tiempo!”
Y Pedro afirma: “la adolescencia es una cuestión de hormonas”
Una versión de “metamorfosis de la pubertad” donde el cuerpo pulsional parece no tener lugar.
Imágenes, aún más imagenes
Por Anne-Marie Sudry
¡Las cuestiones que se plantea este joven merecen un tratamiento a medida!
Desde hace unos meses, Assim, de 14 años, no puede satisfacer las exigencias escolares y sociales de la institución que frecuenta desde hace algunos años. Niño bueno y dócil, ¡se revela adolescente!
Assim es sorprendido por su padre en casa visionando en su ordenador una película porno. Esto precipita la decisión del equipo que le atiende en la institución de poner en marcha un tratamiento. La solución será un curso de educación sexual obligatoria, dispensado por un educador. Assim asistirá sólo unos minutos a esta proyección de diapositivas, que presentan en primer plano la anatomía de los órganos sexuales. Se escurre de la sala sin demora.
Cuando encuentro a Assim éste evoca sus dificultades de aprendizaje. Me dirá enseguida que le molesta no saber leer bien ni escribir, que le acosan con ello. Confunde las letras. “Confundo la “p” con la “q”, la “p” con la “d” también. P y d hace Pedé [en argot: marica], es asqueroso, ¿no?”, exclama con un estallido de risa.
Le pregunto que es “pedé”. Me responde que yo sé, que sé más que él. Otorgándome ese supuesto saber, se pone a cuestionar, me pregunta sobre cómo se hace el amor. Le pregunto sobre lo que él piensa y me confiesa que no sabe gran cosa. “No sé en qué agujero ocurre, no me aclaro”.
Ese agujero parece encarnar un real inquietante que lo asalta y angustia, haciendo intrusión en sus frágiles saberes. Se tratará de escuchar a Assim y de proponerle que continúe su esfuerzo de elaboración.
Assim no puede desenvolverse con un saber prefijado con el que se le querría imponer vía las diapositivas. Se encuentra confrontado a lo sexual sin medios simbólicos para responderle, con las consecuencias de un retorno de goce en el cuerpo, una desregulación mayor.
El ser humano no tiene saber sobre lo real, justamente porque hay el lenguaje. A diferencia de los animales para los que tanto imágenes como signos son sin equívoco.
En el fondo, las películas visionadas a escondidas por Assim o los cursos de educación sexual le confrontan al mismo fuera de sentido. En nuestros encuentros elige hablar, durante varios meses sobre las preguntas que lo acosan y buscar cómo decir y cómo hacer con las chicas. Construir un sentido, encontrar una dirección, hacer la experiencia de la palabra y de sus límites. Es en esta experiencia que yo le acompañaré.
¿Dónde metes tu morfosis…?
Por Daniel Roy
El arte sirve aquí de motivo a la escapada para atrapar lo que escapa, para construir a partir de palabras antiguas una apariencia nueva.
Después de la infancia, ¿dónde metes tu morfosis? Has crecido rapidamente, has aumentado unas tallas de jersey, de pantalón, de vestido, de zapatos. No hueles tan bien como el niño que eras. No te sientes tan bueno como eras.
Nuevos elementos de cuerpo han aparecido y no estás completamente seguro(a) de que te pertenecen. Sobre todo cuando son los otros los que, con sus insinuaciones no muy maliciosas, con sus miradas un poco duras, dan consistencia a esas cosas de más (¿pelusa? ¿peludo?): ¿debes desembarazarte de ellas como si fueran peladuras, o deben servirte para ser el peluche del otro?
Nuevos humores, secretos, se derraman de ese cuerpo a su antojo y te sorprenden. Encuentran tu humor cambiante, masacrante, espantoso, insoportable. Tienen razón: ¡es verdaderamente esto! ¡Está ahí! ¿Qué decir?
Dicen que has entrado en el concepto (¡bienvenido!), pero que la mielinización de neuronas de los lóbulos anteriores de tu pequeño cerebro es menos rápida que la de los lóbulos posteriores, sobretodo si eres un chico.
¡No te preocupes!: por eso es porque amas el riesgo, que te falta un poco de self-control…Ya se te pasará. Espera un poco y ya no tendrás ganas de saltar en paracaídas sin paracaídas, de hacerte sacudir por los polis en una “ocupación”, y de desobedecer a tu madre…
Sí, dice, estoy de acuerdo, señora, señor, pero mientras tanto ¿dónde puedo poner mi morfosis? ¿Seré un hombre-lobo esta noche –¡cuidado!-, o quizás un licántropo de más en la cama, o un vampiro tragón, o un hada jaranera y chiflada, o una bruja en la ratonera. ¿Qué podeis hacer por mi esta noche, Señora o Señor?
¡Miau ! dice el perro. ¡Guau! ! Guau!, dice el gato.
Juntos respondieron: “Encontrando tus palabras de niño, las que te han servido para entrar en nuestra lengua, aquellas con las que sabías jugar. Pueden servirte de nuevo para saber hacer con tu nueva forma, con tus nuevas formas”. Añadieron: “Mira bien, escucha bien. Percibirás que tu metamorfosis era una anamorfosis”
¿Qué han dicho, bestias? Seré yo el asno-a-morfosis o la nana-morfosis? ¡Hablen más claramente, por favor!
Se hizo un gran silencio, de alrededor de una media hora.
Disgresion a partir de una serie de pinturas de Barceló titulada “Monstruos en la ciudad” (1982) y presentada bajo el título Metamorfosis (Biblioteca Nacional, Paris, junio 2016).
« Un ado entre nosotros
¿Los adolescentes de ayer?
Por Michel Héraud
De la imagen a su “puesta en imagen” se despliega el trayecto del cuerpo que abandonala infancia, como el Campo freudiano permite captar.
¡Volver al texto de A.Aichhorn muestra cómo esta referencia, aún hoy, está de actualidad !
El libro de A. Aichhorn, Juventud desamparada (1), es un testimonio del eco que tuvieron las concepciones de Freud en el dominio de la educación a principios del siglo XX. A. Aichhorn fue un pionero que buscaba dar un sentido freudiano a los síntomas de los jóvenes que encontraba, hacer de ellos casos freudianos, podría decir.
En Viena dirigió varias instituciones que acogían a jóvenes delincuentes. Su acción era muy ecléctica. Los recibía en entrevista, interviniendo en la calle, a veces yendo a la familia, teniendo una acción directa en los grupos de vida en la institución.
Su libro vuelve sensible su forma de relacionar los elementos teóricos de la primera y la segunda tópica de Freud. A. Aichhorn sabe resaltar el modo cómo llega, por su acción, a conducir a cada sujeto hacia el punto que gobierna su conducta sin saberlo, sin descuidar por tanto la importancia del sentimiento de culpa.
El término de “carencia” es su guía de lectura de los síntomas. La pendiente desarrollista se mezcla. Después de A. Aichhorn esta noción de carencia tuvo cierto éxito en el discurso, pero este no es un concepto freudiano. Los jóvenes que nos presenta ¿están en carencia o bien están enganchados en un exceso que no siempre está tomado como tal? Descritos como fugitivos, ladrones, vagabundos, futuros alcohólicos, inestables, agresivos, violentos, rencorosos, ¿son tan diferentes estos jóvenes de los de hoy? Esos actos desviados se sitúan más en el campo del acto, entre el dejar caer y el subir a escena.
En su texto de los Escritos sobre la criminología, Lacan saluda a A. Aichhorn por su “ingeniosidad y (su) paciencia, admirada en las iniciativas de un pionero” (2). Sabe movilizar algo de la situación de impasse de los jóvenes de los que se ocupa. Tiene la idea que cada uno de ellos está tomado en un sentimiento de culpa. En su texto “la criminología lacaniana”, Serge Cottet no deja de decirnos el apoyo que Lacan encuentra en este pionero cuando “suscribe la efectividad de una instancia superyoica que empuja al crimen y a la transgresión. Refuta así todo inconsciente criminal al que se adhieren los freudianos Alexander y Staub. Es la identificación del niño al adulto criminal que rinde cuentas de un Ideal del yo viciado en relación a la norma paterna”(3).
En su texto sobre la criminología Lacan establece un lazo entre pulsión e identificación, entre la agresividad ligada a la identificación y a la pulsión de muerte como “negatividad dialéctica inscrita a las formas mismas donde en el hombre se comprometen las fuerzas de la vida” (4). Se piensa entonces en el final del texto de J. A. Miller (5), cuando habla de una nueva alianza de la pulsión y de la identificación en los actos suicidas de los djihadistas de Daesh.
Para acabar, citaré A. Aichhorn “El educador especializado se interesa en los niños y adolescentes en carencia o criminales. Quiere saber si se puede establecer que una manifestación o una conducta desviada se basan en un sentimiento de culpabilidad inconsciente, y en qué podemos verlo. Hay que decir en relación con esto que generalmente las conductas desviadas se basan más a menudo de lo que se admite habitualmente en un sentimiento de culpabilidad inconsciente. El educador especializado formado en el psicoanálisis no dejará escapar la intensificación de la necesidad de castigo inconsciente que es la contrapartida”. (6)
1 Aichhorn A., Juventud desamparada, Gedisa editorial, 2006
2-Lacan J., «Introducción teórica a las funciones del psicoanálisis en criminología », Escritos, Siglo XXI editores, México 1990, p. 134.
3-Cottet S., «La criminologie lacanienne», Mental, n° 21, septembre 2008, p.19.
4-Lacan J., op. cit., p. 141.
5-Miller J.-A., «En dirección de la adolescencia», en Carretel nº 13, revista de la DHH-NRC. Bilbao 2016, p. 9-19.
6-Aichhorn A., op. cit., p. 200.
¡Tú eres serio!
Un nuevo triunfo del narcisismo
Por Yves Vanderveken|
La hazaña se ha convertido en una banalidad. Cada uno tiene la suya, cada vez más alta, cada vez más fuerte, cada vez más graciosa. Se revela también así una dimensión mucho menos graciosa que signa nuestra época.
El estatuto Otro del cuerpo, que Lacan aísla en su última enseñanza, no es signo, en su constitución, de la dimensión del ser visto presente en el espejo. Ya no es del registro del ideal. Sin duda permite aproximar y aislar mejor otro tipo de rechazo o de desconocimiento del inconsciente. Encuentra su declinación en el registro contemporáneo de la hazaña y de burlar la muerte, isomorfo de la era de la caída de los grandes discursos que fundaban los ideales, de la subida al zénit del objeto a y de identificaciones a los modos de goce que derivan.
Para situar de forma precisa ese registro del Otro del cuerpo, podemos estar atentos a los testimonios de los adeptos del wingsuit. Se puede hacer sin duda un paradigma. Este comprende todas las nuevas conductas llamadas extremas, siendo su declinación en expansión. El wingsuit es un deporte extremo. Está considerado por todos sus practicantes como la experiencia última, en esta materia. El vuelo en wingsuit, consiste en saltar sea de un avión o, lo más a menudo, de montañas o de acantilados, en caída libre, equipado de un traje en forma de ala. Este aumenta así la fuerza de sustentación del cuerpo y permite volar, en el tiempo de caída libre, en una distancia más o menos larga. El vuelo se termina con la apertura de un paracaídas.
Muchos de los que lo practican acaban matándose. No todos. En su testimonio, todos evocan, por supuesto, la dimensión adictiva de su práctica. También hablan todos de los riesgos que toman, que niegan a menudo con el “cálculo” de dicho riesgo. Dicen también sobre la dimensión terapéutica de su práctica, que sitúan en relación con el aburrimiento, como remedio de lo que consideran las banalidades insostenibles y lastimosas de las pequeñas obligaciones de la vida. En ello son extremadamente representativos de la juventud actual que testimonia, cada cual mejor, de ese sentimiento de aburrimiento. En esto son los representantes de una generación.
Pero lo que más choca es el testimonio que hacen todos del sentimiento de “poder extremo” y de “libertad reencontrada” que viven en el momento de la decisión de abrir o no, en el último instante su paracaídas. El de tener, como dicen, “el control total” de la decisión de la vida o la muerte – momento en que se vive, según ellos, el “reencontrar el sentimiento de la verdadera vida”.
Rechazan en bloque una atracción por la muerte. Por supuesto es una denegación. Pero su testimonio es precioso. Primeramente, de lo que indican de ese plus de viviente, de la recuperación de ese sentimiento de vida conseguido en lo que llaman “la verdadera vida” – verdadera vida, la cual ellos rechazan o reprimen, que no se atrapa más que al precio …de la muerte. En segundo lugar, del sentimiento de potencia extrema que procura. ¿De qué vivencia se trata?
Una joven mirando sus proezas exclamaba: “¡Es el sueño!” Se veía que ella no estaba dispuesta a arriesgarse. Pero no creía decirlo mejor. Es de un sueño de lo que se trata. ¿De qué sueño se trata? El que se puede decir también “viejo como el mundo”: volar. Sueño que es un clásico del neurótico, especialmente en análisis. Lo que se intenta encontrar en este sueño es la vivencia anterior a la que encuentra el cuerpo al entrar en los embrollos del lenguaje y de la marca de goce trastornada, no homogénea que este imprime, provocando así un sentimiento de pérdida, de desorden provocado en la juntura de lo más íntimo del sentimiento de la vida.
Este sueño, los wingsuiters lo hacen pasar en lo real. Nos enseñan precisamente una nueva modalidad de rechazo del inconsciente. El calificado por Jacques-Alain Miller de “narcisismo triunfante” (1). Se trata de una modalidad del narcisismo que se inscribe en el nuevo estatuto Otro del cuerpo, que Lacan desarrolla en su última enseñanza. El del narcisismo desenfrenado del cuerpo. Culto del cuerpo, marca de la época, que es odio de sí (2) – y cuya práctica deportiva en general pasa por llevar la marca.
Este texto es una parte de un texto más desarrollado publicado inicialmente en la revista Cuarto, nº 12/13, mayo 2016 bajo el título “El estatuto Otro del cuerpo, y el sentimiento de la vida”.
1- Miller J.-A., «En dirección de la adolescencia», en Carretel nº 13, revista de la DHH-NRC. Bilbao 2016, p. 9-19
2- Título de las Jornadas de la ACF-VLB
Life-No life:
La infancia, mucho después
Por Michèle Rivoire
“Atrapar” a los niños justo antes de su caída en el vacío…es “”El guardián entre el centeno” (“Atrapacorazones! o “Cazador de corazones”, titulo en francés) de Salinger, es todavía y siempre libro de culto para los jóvenes.
Publicado en 1951 en USA, bajo el título The Catcher in the Rye, (El guardián entre el centeno, en español) de J.D. Salinger (1) continúa siendo un objeto privilegiado de estudio, aún hoy lectura de jóvenes en búsqueda de otras novelas ¿Por qué este éxito mundial que ha atravesado decenios?
Holden ha sido expulsado de Pencey Prep: escuela secundaria preparatoria para la entrada a la universidad –reservada a las familias ricas, como la suya, pero su abandono escolar es antiguo. En primer lugar es una crisis del saber, desde hace tiempo-, él va de escuela en escuela. Esta ruptura incluye un exilio del grupo de sus semejantes, una desafección de los ritos que ritman la temporalidad: el sacro-santo juego de futbol; los giros en coche para sacar a chicas.
Esta última expulsión termina con la destitución de los maestros. Holden está acostumbrado a los adioses a la escuela; estos le proporcionan una impresión de desaparecer que fija el goce. Pero, esta vez su salida es una fuga que tiene sus raíces en la intromisión traumática de lo sexual materializada por una terrible paliza que le proporciona su vecino de dormitorio del pensionado. Stradlater “el magnífico” es un bello joven con una virilidad insolente al que Holden sospecha que le ha robado su “casi” girlfriend, Jane, “haciéndolo con ella en el coche”. Después del pugilato, Holden percibe en su rostro ensangrentado al duro que le gustaría convertirse.
La fuga de Holden dura tres días y tres noches en una Nueva Cork de hoteles, bares, bares nocturnos, y también de museos y de parques llenos de recuerdos de infancia. Esta deriva muestra una desidealización del Otro de la América Way of Life y de la American Dream de los que sus padres son los productos versión bling-bling y él el desecho. Pero sus propios ideales están sembrados de restos sacados de variantes literarias de esos mitos: emprender el camino con la mochila, ir al Oeste, vivir en una cabaña en medio del bosque, lejos de la civilización.
Al salir de su errancia, conmovido por el espectáculo de su hermana pequeña Phoebé en un tiovivo, Holden renuncia a sus correrías solitarias para volver a casa y consagrarse a salvar a Phoebé de la inmoralidad del mundo. Cita de través al poeta Robert Burns: “If a body catch a body coming through the rye” (“Si una persona atrapa a otra que viene a través del centeno”). Esta frase provoca en él la imagen de niños jugando en un campo de centeno bordeado por un precipicio, dice. Corren el riesgo de caer en el vacío si él no se mantiene en el borde para “atraparlos” (catch) antes de la caída. En esta onírica imagen Holden se ve como la única “persona mayor” capaz de hacer existir a un Otro protector y altruista. Porque si ya no hay personas mayores entonces ya no hay niños. El fantasma de Holden es el de encarnar ese Otro fraterno cuya misión es la de salvar a los niños de los horrores morales y físicos de la sexualidad cortando la infancia de todo “después”.
Holden no se separa jamás del guante de béisbol de Allie, su hermano muerto. Es un objeto singular garabateado de trozos de poemas. Funda una relación a lalangue que hace mantener su cuerpo ahí donde se deshacen los ideales y donde el enigma amoroso fracasa frente a las exigencias de la sexualidad. De este modo el habla de Holden, trivial, guasona, rellena de su goce lenguajero, y el fantasma descarnado de fraternidad de los corazones evocado por el título francés.
1-J.D. Salinger, The Catcher in the Rye (1945); en francés El atrapa-corazones. En español “El guardián entre el centeno”, traducido por Carmen Criado, en 1978. Alianza Editorial. 4ª edición 2010.
Salinger nació en 1919 en New Cork, murió en 2010 en el New-Hampshire donde se había retirado después del fulgurante éxito de su novela.
¡FLASH! Un autor, un actor, un héroe, ¡ZOOM! Un grupo de música, una película, un personaje, ¡BING! Aquí, trazamos el retrato.
Un selfie con Lofofora
Por Alexandre Hugues
Lofofora es un grupo faro del escenario rock francés desde 1989. Textos incisivos, sin etiqueta, sin concesiones, su estilo “Lofo” oscila entre el punk y la canción francesa. Reuno, cantante del grupo, se presta al juego del selfie Después de la infancia.
Desde hace casi 30 años ¿dónde se sitúa Lofo, después de la infancia?
Tienes una canción que se titula Doble A1 (1) para Adolescentes Rezagados en el último álbum. ¡Algunos ex y un director artístico nos han calificados de adolescentes rezagados, preferimos eso a viejos gilipollas! Aquí estamos, siempre en reacción a los adultos francamente ridículos que parecen tener permanentemente algo que esconder y que toman a los chabales desde arriba con sus “ya comprenderás cuando seas más grande”. Pero cuando eres adolescente, sabes que todas estas actitudes son imbecilidades. Entras en el rock and roll como en la adolescencia, para criticar esos falsos semblantes y evitar las ideas preconcebidas. No es una cuestión de insumisión, es la resignación la que es peligrosa.
El grupo evoluciona, la vida sigue su curso, pero el pequeño Reuno tiene siempre su lugar, con mis sueños de adolescente no tengo que limpiarme el culo. De golpe se hace cualquier cosa para estar donde no se nos espera. Phil (bajo) dice incluso que con este grupo se tiene derecho a todo. En el sentido en que se puede componer en todos los estilos. Dicho esto, más allá de las cuestiones de estilo, me encuentro más en el espíritu punk, que asume más sus grietas que el metal. Un poco como el mundo de los adultos que esconde sus fallos mientras que los adolescentes te los reenvían a la cara. La adolescencia es algo muy noble, no fácil. Un momento no confortable pero donde nace una energía, un fuego que te agarra a las tripas. Lo que se pretende es canalizarla y para eso lo que aporta la cultura es un medio importante.
¿Y la evolución del público?
Si algo ha cambiado es que entre las redes sociales, la tele-realidad o un cierto estilo de rap harcore, el mundo está seriamente falto de ternura y de calor humano. Y son cosas ciertamente poco fáciles para pedir cuando se es adolescente. Un pogo en un concierto de Lofo es una puesta en contacto de los cuerpos, es una manera de encontrar calor humano. Quizás es también una forma de hacer cuerpos o de encontrar un pedazo de rito de pasaje que ya no existe. Cuando caes en un pogo, rápidamente se te levanta. Eso te conduce a tener confianza en el otro.
Naufragado sin navío, caballero sin armadura, ¿ese estribillo de la canción Contra los muros (2) habla de la juventud actual?
En primer lugar en una pieza sobre el encierro, a continuación de dos años de intervenciones en Casa central donde se grabaron dos discos con los detenidos. Cuando volvía me cruzaba en el metro con gente que me parecían más encerrados que los detenidos con los que estábamos en un proceso de creación. Pero también pensé en los pequeños de los arrabales. Siempre hay varias entradas en una misma canción.
¿Un recuerdo de Lofo que siempre te hace sonreir cuando piensas en él?
Hace una veintena de años, participabamos en un concierto de apoyo al comité nacional contra la pena doble en la Cigala, en medio de un cartel con únicamente grupos de rap, entre los cuales Assassin. Cuando comenzamos a instalar la batería, los amplificadores, las guitarras, empezamos a notar al público muy escéptico. Cuando nos ponemos a tocar nos silban, algunos se ponen los dedos en los oídos. Entre dos piezas digo dos o tres cosas como que hemos venido a tocar contra la intolerancia El ambiente se desbloquea y el concierto transcurre bien, se “hace” el slam y el pogo un poco. Después del concierto pasamos un tiempo en la sala y dos “kids” vienen hacia mi y me dicen “¿Eras tu el que estaba en el escenario antes? Francamente no me gusta nada tu música, pero está fenomenal lo que haces”. Un buen domingo por la tarde en Paris en la final. Es significativo por el hecho de que un público joven puede interesarse al fondo y no pararse en la forma.
1-Lofofora, Doble A, pista11, (3’12). Albúm: La prueba del contrario. CD, AT(h)HOME, Francia, 2014.
2-Lofofora, Contra los muros, pista 3, (4’27). Albúm: La prueba del contrario. CD, AT (h)HOME, Francia, 2014.
¿Qué te dice » Después de la Infancia »? ¡En 140 signos!
David Abiker
Periodista, cronista en la televisión y la radio, es autor especialmente de the kid, (o la infancia vista por David Abiker). Se complace en responder a nuestra pregunta Twittos: “Después de la infancia, ¿cómo resuena esto para ti?
Después de la infancia cuando mis juguetes palidecen.
Después de la infancia cuando mis hijos han nacido.
Después de la infancia cuando han crecido.
Después de la infancia cuando mi padre se fué.
Después de la infancia cuando ya no sabemos aburrirnos.
Después de la infancia cuando el tiempo ha faltado.
Después de la infancia con ganas de un miércoles.
Después de la infancia y todo recomienza.
Traducción: Elvira Tabernero
Equipo de Traducción:
Mariam Martín (responsable), Elvira Tabernero y Gracia Viscasillas
Composición y revisión: Mariam Martín
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M. Martín Ramos [email protected]