Mario Elkin nos ilustra a partir de un pequeño opúsculo, La canción de amor y muerte del alférez Christoph Rilke, la consonancia pulsional de la lalengua que al mismo tiempo es un acontecimiento de cuerpo, traumatizado por el encuentro de ese cuerpo con la lalengua.
« Reiten, reiten, reiten, durch den Tag, durch die Nacht, durch
Den Tag.
Reiten, reiten, reiten. »[1]
Sin que Rainer Maria Rilke se lo hubiera propuesto, e incluso a su pesar, la difusión del pequeño opúsculo de trescientas cincuenta líneas, La canción de amor y muerte del alférez Christoph Rilke se extendió como pólvora no solo entre los soldados de la Gran Guerra sino también en la Segunda Guerra Mundial. Presentándose inclusive la paradoja de que cadáveres de soldados alemanes llevaban en la mochila la versión francesa de la canción (es decir, en la lengua del enemigo).[2]
Algunos críticos atribuyen tal éxito literario al hecho que la conducta del alférez se interpretó por los propios soldados como modelo del heroísmo, triunfo y valentía. Pero el argumento de la obra refleja lo contrario: “[…] es nombrado alférez por una carta de recomendación; luego mientras cabalga por la llanura va pensando en Magdalena, su compañera de juegos infantiles, y libera a una joven que parece haber sido violada. En un momento de reposo es seducido por una condesa en un castillo y, de pronto, el castillo es atacado por tropas enemigas; el alférez deja atrás las habitaciones en llamas, y en lugar de salvar su bandera, se abalanza casi desmayado hacia los enemigos y tiene una muerte inútil”.[3]
No es la vía del ideal lo que explica que, en palabras del propio autor: “un trabajo tan deficiente se haya multiplicado en cientos de miles de ejemplares”.[4] A la muerte del poeta el 29 de Diciembre de 1926, había vendido más de doscientos mil ejemplares, lo que no pasó con ninguna de sus otras obras.
No es entonces algo que se encuentre en el orden del sentido, sino en el ritmo sostenido del relato, un ritmo de fondo que resuena como el galope monótono de las caballerías. Se trata de una consonancia pulsional de la lalengua en el cuerpo hablante del alférez, que no es otro que el propio Rilke. Es un enjambre de S1, que se traducen en el inconsciente semántico cuando se apoyan apenas en algunos S2 como conectores: la noche, el día, para reiterar el S1, cabalgar y el iterar de la pulsión.
Pero además, es acontecimiento de cuerpo, traumatizado por el encuentro del cuerpo con la lalengua lo cual se esconde en los recuerdos encubridores con Magdalena, elaborados luego por el inconsciente metafórico en la trama de la canción como seducción, violación, salvamento de una mujer. La canción fue escrita en otoño de 1899 y después retocada, pero la primera versión que fue la que le dio la estructura salió con la espontaneidad del inconsciente en una sola noche. Ese ritmo cosquillea el cuerpo y en ello hay un goce y viene en el lugar de la no-relación sexual.
Esa consonancia pulsional de la lalengua del alférez reflejada en la canción, luego tiene una resonancia en esos parlêtres, soldados-lectores, que cantándola marchan hacia la muerte.
Notas:
[1] Rainer Maria Rilke, “Cabalgar, cabalgar, cabalgar, de noche, de día./Cabalgar, cabalgar, cabalgar”. Primeras líneas de: La canción de amor y muerte del alférez Christoph Rilke, versión de Jesús Munáriz, Madrid, Hiperión, 1988.
[2] Chevaucher Chevaucher, le jour, la nuit, le jour./ Chevaucher. Encore et toujours.
[3] Antonio Pau, vida de Rainer Maria Rilke. La belleza y el espanto, Madrid, Trotta, 2012, p. 63.
[4] Carta de Rainer María Rilke a Paule Lévy del 4 de Noviembre de 1925, citada por Antonio Pau, Ibíd.