« En la lengua, no hay sino diferencias », escribió Saussure en su Curso de lingüística general(1). Un sistema lingüístico es una serie de diferencias de sus combinaciones con una serie de diferencias de ideas; consiste en la puesta en observación de signos acústicos discretos, distinguidos de dos en dos, con otros tantos recortes realizados en la masa del pensamiento. PA no es MA y, por consecuencia, padre no es madre. Estas oposiciones definen una estructura, a partir de la cual se edifica un orden: el orden simbólico. A cada elemento su lugar. Entre los lugares, invariables, estáticos, los elementos permutan. También las gradaciones infinitesimales, no discretas, continuas, que caracterizan las variaciones de la luz en un ciclo de 24 horas, que tienden a organizarse entre el día y la noche. El mundo esta ordenado.
El orden simbólico quebrantado
De este orden, Lacan ha nombrado el garante: Nombre-del-Padre. Nombre-del-Padre era el nombre de aquello que permite el ágrafo entre significante y significado, sea entre los sonidos de la lengua y los conceptos. Nombre-del-padre designo la ruta romana que ordenaba nuestro universo, separando de entrada, en la mayoría de las cosmogonías, al Cielo de la Tierra, luego a los hombres de las mujeres, lo público de lo privado, lo normal de lo patológico, los heterosexuales de los homosexuales, lo viviente de lo inanimado, al sujeto del objeto, el productor del consumidor, la neurosis de la psicosis, el proletario del capitalista, la norma de la excepción, el pecador del santo, la presencia de la ausencia, el derecho común del derecho derogatorio, el padre de la madre. Nombre-del-padre era el nombre de aquello que ordenaba al caos bajo el reino de la Ley que capturaba al goce para hacerlo condescender con el deseo.
La potencia del Nombre-del-Padre era poder de ordenar, gracias a lo cual uno podía rencontrarse ahí. El mundo estaba organizado, y cada uno sabía –o hacía semblante de saber– lo que era por ejemplo un hombre en su diferencia con una mujer, cuáles eran sus lugares y sus funciones respectivas, y desde allí como tenían que comportarse para sostenerse en este mundo.
Esta ficción, que engendra el « sueño estructuralista »(2), es la de un universo regido por reglas que prescriben a cada cosa y a cada uno un lugar, es el reino de las certidumbres y garantías alrededor de la figura del Padre, se ha desvanecido poco a poco en Occidente luego de la emergencia de la Reforma y de lo que Paul Hazard ha llamado La crisis de la consciencia europea, a la transición de los siglos XVI y XVII. La tentativa victoriana de reavivar el esplendor declinante del poder paterno había terminado.
En consecuencia, nuestras bellas categorías, nuestras oposiciones confortables vieron arder las fronteras que los separaban; ellas se revelaban como puros semblantes, ahora incapaces de clasificar la complejidad de lo real: habíamos entrado en la era de lo continuo(3).
Discontinuidad
Quisiera proponerles una hipótesis: es por partir en reacción a esta evolución que se han levantado en los últimos decenios los portadores de eso que llamamos, con razón o sin ella, « el islam radical » y que ha encontrado su más combativa y determinada encarnación en la nebulosa Al-Qaïda, su comienzo, en el Califato (con ISIS, ISIL, EI, Daech, Daesh) hoy.
El combate del Califato está dirigido contra la continuidad. Los que se agrupan bajo esta bandera saben lo que es puro y lo que es impuro, lo que es el bien y lo que es el mal. Saben quién es el amigo y quién el enemigo, quién es creyente y quien infiel. Ellos saben, sobre todo, lo qué es un hombre y una mujer; cuál lugar, cuáles funciones, cuál rol debe desempeñar cada uno.
Es una guerra, hecha en nombre del esplendor de lo simbólico, que mira hacia el restablecimiento de la discontinuidad.
Erradicación de la zona gris
Cada año, el Califato publica por internet un magazine en ingles. El mes de enero del 2015 apareció en el numero 7 de Dabiq(4) un artículo titulado: « De la hipocresía a la apostasía. La destrucción de la zona gris » que ha sido abundantemente retomado por todos los medios occidentales estos últimos días. Comienza de esta manera: « La zona gris está en peligro de una manera crítica, está casi al borde de la destrucción. Su puesta en peligro ha comenzado con las operaciones derivadas del 11 de septiembre, que han presentado al mundo dos campos entre los cuales la humanidad tiene que escoger: un campo del Islam –sin el cuerpo del Califato para representarlo en esta época– y un campo del kufr [la descreencia, la increencia] – la coalición de los cruzados. En la que, como Cheik Ousama Ben Laden (que Ala tenga misericordia de él) ha dicho: “El mundo de hoy está dividido en dos campos. Bush dijo la verdad cuando señalo: “ustedes están con nosotros o están con los terroristas”, lo que significa: Ustedes están con la cruzada o ustedes están con el Islam”.
La « zona gris » es entonces la zona de coexistencia entre musulmanes e infieles, pero es también –y es uno de los puntos más importantes por los que el Califato ha roto con Al-Qaïda(5)– esta zona inmensa, en el seno mismo del Islam, donde se mezclan diversas variantes de la fe, diversas interpretaciones de los textos sagrados, sean chiitas, drusos o sunitas.
Para Dabiq, para el califato, los Taghout, los Murtad, pero también para los Hisbiyin [los innovadores], los Mushikrin [los politeístas, quienes creen a la vez en Ala y en otros ídolos, tales como los « ídolos de la tribu » (gente en rol de modelos), los « ídolos del mercado » (bienes de consumo) donde el « Hombre », ídolo de los regímenes democráticos(6)], los Munafiq [los hipócritas que hacen semblante de conformarse con el Islam] son igualmente culpables y deben ser erradicados. En juicio igualmente, la Fitna [confusión entre verdad y mensaje que apunta también hacia aquellos que interpretan las escrituras y predican la diferencia entre musulmanes] y la Zandaqua [otra categoría de mal pensantes y de disidentes criminales].
También: « Luego del 11 de septiembre, los dos campos opuestos eran la Oumma [la comunidad de los creyentes] contra los cruzados. Mientras tanto –según los mismos cruzados- es el Estado Islámico contra los cruzados. En consecuencia, la zona gris tiene implicaciones diferentes según las épocas. En el pasado, comprendía a los hipócritas, los innovadores desviacionistas y a aquellos que habían renunciado a la djihad. Luego del Califato y la subsecuente cruzada, la zona gris engloba también a los grupos islámicos ‘independientes’ y ‘neutros’ que rechazan unirse al Califato, también los grupos que se reivindican independientes de los dos campos opuestos. »
Esta interpretación es reputada conforme al Corán y a los hadiths, puesto que « La destrucción de la zona gris es comparable a la división resultante del estado islámico. […] Rasulullah [Mahoma] (Que Ala elogie sus méritos ante los ángeles y lo preserve de todo mal) que ha venido con Al-Furqan (el Corán, el divisor entre la verdad y el mensaje) por el cual ha dividido a su pueblo en dos partes adversas – los musulmanes contra los mushikrin.
El Califato quiere entonces eliminar toda posibilidad de coexistencia entre musulmanes pero también entre musulmanes de obediencias diferentes, para restablecer un mundo binario –lo que Lacan hubiese llamado: un orden [simbólico] de hierro(7)– en el cual dos campos se enfrentan sin piedad. La « zona gris » donde ambos coinciden, en grados continuos de creencia de increencia, de pureza y de impureza, debe ser destruida para que « el mundo devenga también negro y blanco como la bandera del Califato » (8).
Oposiciones dislocadas
La paradoja es que, haciéndolo así, el Califato hace vacilar un poco más todavía nuestras propias categorías. Él siembra el desorden, ametralla y hace explotar no solamente nuestras terrazas y nuestras salas de espectáculo, sino también lo que resta de nuestro orden simbólico.
Tomemos un ejemplo: la distinción paz/guerra(9), en tanto que esta ultima era definida hasta ahora como « conflicto armado, publico y justo »(10) entre dos Estados, rigiendo por reglas y convenciones fijas los límites de lo que los beligerantes pueden o no hacer(11).
Desde Octubre del 2014, Jacques Julliard escribió, en un editorial de Marianne, que el terrorismo borró la distinción entre guerra y paz, entre civil y militar y entre culpable e inocente. Ante el Congreso, el 16 de Noviembre, el presidente Hollande afirmo: « Francia está en guerra. Los actos cometidos el viernes por la tarde en París y alrededor del Estadio de Francia, son actos de guerra. […] Constituyen una agresión contra nuestro país, contra sus valores, contra su juventud, contra su modo de vida. Son los actos de una armada djihadiste »(12).
Las reacciones no han tardado en manifestarse, como ha sido también el caso de los atentados de enero. « ¿Estamos en guerra? »(13) O « ¿Podemos verdaderamente hablar de “guerra” después del 13 de noviembre? »(14), titularon los editorialistas. Hay partidarios del « si »: « Estamos comprometidos en una guerra a escala mundial, y por largo tiempo »(15) Y los del « no »: « La palabra ‘guerra’ es una trampa que nos ha sido puesta por los terroristas »(16).
Entre los dos, la « zona gris » de las sutilezas, puesto que « si la palabra guerra es inadecuada, no estaremos más en paz »(17). Hagamos la casuística: es necesario distinguir entre « hacer la guerra » y « distinguir entre ‘hacer la guerra’ y ‘estar en guerra'(18), entre estar ‘en guerra’ y ‘en la guerra'(19), entre ‘escenas de guerra’ y ‘entrada en la guerra'(20). Si hay guerra, uno se disputa por saber quién la ha iniciado: nosotros-mismos(21) o el Califato. Y por cuanto es el mismo Califato quien nos ha declarado la guerra, convendría no responderla, puesto que: « Declarar la guerra al E.I tendería a reivindicarlo. » (22).
Los términos de este debate han sido bien resumidos por Frederic Gros. Las guerras que hemos conocido y que los filósofos se han esforzado en pensar « comprendían las reglas (de allí la idea de ‘crimen de guerra’) y, sobre todo, ellas descansaban sobre una serie de divisiones fundamentales: entre el criminal y el enemigo, el interior y el exterior, lo civil y lo militar. Ellas devenían el lugar de una reglamentación, de una ritualización, de una domesticación de la violencia. Se trataba siempre de matar, pero siguiendo los protocolos. Luego, los terroristas del 13 de noviembre se proclaman soldados pero se conducen como criminales, matan pero sin enfrentar a ninguna fuerza armada, masacran a individuos que no están allí para morir sino para escuchar música, beber una cerveza, la mayoría de ellos son franceses, todos se atribuyen un vinculo con una ideología exterior. Resumiendo, todas las oposiciones desde las cuales pensábamos una guerra han sido dislocadas »(23).
Agitando luego una fortaleza simbólica donde reinan las clasificaciones discontinuas e impermeables, el Califato pone en crisis, en el centro mismo de la « discontinuidad aleatoria y atroz »(24) que constituye la práctica de los atentados, aquello que resta de nuestras propias categorías. Henos así en la incapacidad de pensar lo real al cual nos enfrentamos, tanto los nudos infinitos del lenguaje entremezclados en una continuidad de gris en la cual no estamos ya en capacidad de trazas las fronteras.
Una conjunción
En marzo de 1940, George Orwell escribió, con una clarividencia notable, a propósito de la reedición de Mein Kampf: « [Hitler] ha asumido la falsedad de la actitud hedonista opuesta a la vida. Casi todo el pensamiento occidental luego de la última guerra, es ciertamente “progresista”, supone tácitamente que los seres humanos no desean nada más-allá del bien-estar, de la seguridad y de la evitación del dolor. En una tal visión de la existencia, no hay lugar, por ejemplo, para el patriotismo y las virtudes militares. […] Hitler […] sabe que los seres humanos no desean solamente el confort, la seguridad, las jornadas de trabajo breves […]; ellos desean también, al menos por intermitencias, la lucha y el sacrificio de sí, sin contar los tambores, las banderas y los desfiles. El nazismo es psicológicamente mucho más sensato que no importa cual noción hedonista de la existencia. […] Mientras que el socialismo y también el capitalismo, cualquiera sean nuestras reticencias, le han dicho al pueblo: “Les ofrezco el buen tiempo”, Hitler le ha dicho: “Les ofrezco la lucha, el peligro y la muerte”, y en consecuencia una nación entera se ha rendido a sus pies. […] Luego de algunos años de masacres y de hambre, ‘El mayor bienestar para la gran mayoría’ es un buen eslogan, pero para el momento actual ‘Mejor un fin horrible que un horror sin fin’ está ganando. En el presente cuando nos enfrentamos contra el hombre que ha inventado la formula, no debemos subestimar su atractivo emocional. »(25)
Lo que Orwell atrapo allí, es la alianza tan deletérea como irresistible entre los ideales y el más allá del principio del placer(26), entre los semblantes del discurso y lo real del goce, que propuso Hitler al pueblo alemán –sea en términos lacanianos: entre S1 y a. Esta conjunción (S1, a) es, para nuestra orientación, uno de los nombres posibles del sinthoma(27), es la solución, siempre aberrante, que sostiene a los sujetos. Mezclando la retorica religiosa a su discurso guerrero de innumerables fotos de atrocidades, Dabiq lo ilustra al punto más alto. He ahí sin duda lo que explica el extraordinario poder de atracción del discurso del Califato sobre una parte de la juventud mundial, en la era del imperio del discurso capitalista, discurso en el cual los S1 han caído en desuso y los plus-de-goce hacen su entrada.
Como nos lo indico Lacan, la guerra supone, en cada campo, la conjunción entre un discurso y un goce incalculable. Escondidos bajo la bandera del S1 que ellos creen que encarna su capitán, los combatientes van al encuentro los unos de los otros. ¿De cual lado está la ventaja? De aquellos que « gozan de hacerse matar »(28). Estemos prevenidos.
Notas:
1: de Saussure F., Curso de lingüística general, Paris, Payot, Gran biblioteca, p. 166.
3: Jaudel N., La era de la continuidad, por aparecer.
4: Disponible en internet. Traducido por nosotros.
5: Rougier B., « Culturamundo », France cultura, 20 de noviembre 2015.
6: Salazar Ph,-J., Palabras armadas, Comprender y combatir la propaganda terrorista, Paris, Lemieux, 2015, p.30.
7: Lacan J., Seminario XXI, « Los nombres-del-padre », lección del 19 de Marzo 1974, inédito.
8: Cf. Iyad El Baghdadi, @iyad_elbaghdadi, militante de los derechos del hombre quien se define a sí mismo como Islámico libertario.
9.- Podríamos prolongar el razonamiento a propósito del debate que se apoya en el punto de saber si el Califato es o no un Estado.
10: Alberico Gentilis (1597).
11: Cf, Wieworka M., « Nosotros no estamos “en guerra” », La Tribuna, 16 de Noviembre 2015.
12: « Discurso del Presidente de la Republica ante el Parlamento reunido en Congreso », 16 de noviembre 2015, disponible en internet.
13: Liberación o Las mañanas de France culture, 16 de noviembre 2015.
14: Slate.fr
15: General Desportes V., Le Monde, 4 de junio 2015.
16: de Villepin D., invitado del Gran Jurado RTL – Le Figaro-LCI, 15 de noviembre 2015.
17: Wieworka M., « Nosotros no estamos en ‘guerra' », ob. Cit.
18: Garrigou A., « Una manipulación de las emociones », Liberación, 13 de marzo 2015.
19: Balibar E., « ¿Estamos en guerra? », ob.cit.
20: Garapon A., « ¿Estamos en guerra? Detengámonos para no mezclar los registros », Biblio Obs, 17 de noviembre 2015.
21: Es la posición de Michel Onfray, @michelonfray, 14 de noviembre 2015.
22: « En medio del dolor, debemos defender los valores que nos definen », The Guardian, editorial del 15 de noviembre 2015.
23: Gros F., « Mucha seguridad mata la seguridad », Le Monde, 21 de noviembre 2015.
24: Gros F., « ¿Que es una guerra? Episodio 4/4: Que puede el derecho contra el terrorismo », en Los Nuevos caminos del conocimiento, France culture, 26 de noviembre 2015.
25: Orwell G., « Revisión de Mi Lucha por Adolfo Hitler », Mi país Derecha o Izquierda: 1940-1943, Colección de Ensayos, Diarios y Cartas de George Orwell,Vol. 2, Jaffrey, New Hampshire, David R. Godine, 2000.
26: Eric Laurent ha subrayado esta necesidad de referir los actos terroristas a la dimensión del goce y no solamente a la del “ideal herido” en su debate con Fehti Benslama en el Congreso de la Euro-federación de psicoanálisis (Pipol 7) en Julio del 2015, aparecido en Lacan Quotidien, n° 528″, bajo el titulo « Goce y radicalización ». Cf. También Blanchet R., « Víctimas sacrificiales » LQ n° 528, « Palmyra no será destruida », LQ n° 516, y « Emergencias djihadistas », LQn°496.
27: Miller J,-A., « La orientación lacaniana. Lo que hace insignia », curso del 11 de marzo de 1987, inédito: « lo que Lacan ha intentado, en el punto extremo de su enseñanza, es introducir una sola escritura para S1 y pequeña a, una sola escritura para ese relleno del sujeto como sujeto del significante y sujeto del goce. […] Ese símbolo, es el E del sinthoma. […] Sinthoma, es el esfuerzo por escribir, de un solo trazo, a la vez el significante y el goce. »
28: Lacan J., Seminario XXI, « Los-nombres-del-padre », lección del 20 de noviembre 1972, inédito.
Traducción de Amilcar Gómez