Ante un muy nutrido número
de asistentes, tuvo lugar la conferencia de Guy Briole en la Sede de
Barcelona de la ELP titulada El trauma: momento de crisis por excelencia.
de asistentes, tuvo lugar la conferencia de Guy Briole en la Sede de
Barcelona de la ELP titulada El trauma: momento de crisis por excelencia.
Después de la presentación
del acto a cargo de nuestro colega Ricard Arranz –director de la revista Freudiana-, encuadrando el
interés para la comunidad analítica de la actualidad del tema del trauma y de
la crisis, Eugenio Díaz aprovechó la ocasión para realizar la
presentación de las próximas XIV jornadas de la ELP que tendrán lugar los días 12
y 13 de Diciembre de 2015, en Barcelona, bajo el título: Crisis ¿Qué
dice el psicoanálisis? (https://elp.org.es/2015/04/actualidad/)
del acto a cargo de nuestro colega Ricard Arranz –director de la revista Freudiana-, encuadrando el
interés para la comunidad analítica de la actualidad del tema del trauma y de
la crisis, Eugenio Díaz aprovechó la ocasión para realizar la
presentación de las próximas XIV jornadas de la ELP que tendrán lugar los días 12
y 13 de Diciembre de 2015, en Barcelona, bajo el título: Crisis ¿Qué
dice el psicoanálisis? (https://elp.org.es/2015/04/actualidad/)
Guy Briole comenzó señalando
que, si bien la crisis no es en sí mismo un concepto psicoanalítico, no obstante
es un tema serio para el psicoanálisis. Desde el psicoanálisis consideramos la
crisis como una crisis de lo simbólico y en consecuencia la manifestación de lo
real desordenado, sin ley. En este sentido, además, existe una proximidad entre
crisis y trauma.
El contexto social está en
crisis. Está afectado por muchas crisis y lo que comúnmente se denomina caída
de la imago paterna, no da cuenta completamente de lo que es un parletré
en crisis en este siglo XXI. Si antaño la crisis se podía considerar como la
incidencia en el sujeto del retorno de lo reprimido, en la actualidad se
manifiesta incidiendo sobre las modalidades de los ajustes del sujeto con su
goce: dado que la promesa de la Civilización es la felicidad para todos, el
sujeto se ve en crisis cuando no logra ajustar su goce a esa promesa que se le
presenta como inaccesible.
Nos encontramos entonces
con un sujeto muy proclive a desplazar sobre los otros lo que en él se oculta
en términos de castración, y quiere conseguir del analista más la clave que le
permitiría reajustar su goce mediante un saber hacer, que conectarlo al sujeto-supuesto-saber,
demandando así un bricolage rápido para acabar con el malestar. El
sujeto traumatizado se piensa -identificando la causa en el exterior-, más como
víctima que como responsable.
Crisis y responsabilidad
Con la desvalorización
actual del lazo social y el desprestigio de los valores sociales, se acentúa un
desplazamiento del origen de las desdichas del sujeto al campo del Otro.
Sin embargo, señaló Briole,
hay que recordar que la crisis como tal ha sido el punto de partida del propio
Freud: Mientras que Charcot se detuvo en el culmen de la crisis (histeria),
Freud la tomó como su propio punto de partida en una operación mediante la cual
instaura un interlocutor posible para la crisis; y esto es lo que es el
psicoanálisis: una operación por medio de la cual se extrae el parletré
al cuerpo a través del cual se manifiesta la crisis. Esta sería la deuda con la
crisis que tiene el psicoanálisis.
Podemos considerar la
crisis como un hundimiento de lo simbólico, un emergencia de lo real sin ley y
una fisura de lo imaginario, es decir, el sujeto ya no puede sostenerse en el
espejo de la época.
En este punto, Guy Briole
alertó de los peligros de dejarse llevar por la figura del especialista en
crisis, y más todavía de un psicoanalista especialista en crisis, ya que
“especialista” es un espejismo, una trampa de la que resultará una crisis del
propio acto del llamado “especialista” al no poder orientarse en la dirección
de la cura.
Crisis y trauma
Apoyándose en un texto de
François Ansermet(1) introdujo la
relación del tiempo con la crisis. Mientras que el traumatismo petrifica el tiempo,
la crisis es una ruptura con un estado anterior, poniendo en relación el
acontecimiento con la contingencia como efecto de un encuentro.
Así, un acontecimiento se
produce en una fecha y en lugar determinado; no es neutro y se distingue
claramente del curso uniforme de la naturaleza. El acontecimiento es
inesperado, es una sorpresa, introduce una discontinuidad temporal que
compromete a un sujeto. El hecho, por su parte, es lo que realmente sucedió, no
es una experiencia. La ciencia puede dar buena cuenta de él en todos sus
parámetros, pero justamente la ciencia está hecha para eliminar el factor
sorpresa; es un invento para evitar la sorpresa en tanto formula teorías por
medio de las cuales se pueden predecir hechos futuros.
Lo que lo hace traumático
al acontecimiento, es que pone en juego lo singular de un sujeto en un momento
dado de su historia en la intersección de la diacronía de los acontecimientos y
lo que surge en la sincronía de lo que ha ocurrido. De esta forma, señaló Guy,
la contingencia da cuenta de la noción misma de crisis.
En este sentido, el
accidente (como azar desgraciado, decía Aristóteles) es único en el
sentido de que no impide que se sucedan otros, pero lo es, único, en función de
un sujeto y, por lo tanto, no es igual para el resto de los sujetos concernidos
en el mismo accidente.
Para el sujeto hay una
parte real marcada por el accidente en tanto indecible y, por otra, hay una
parte subjetiva en la que el mismo sujeto está comprometido.
Marca del sujeto, fantasma,
defracción, crisis
No es el impacto del
acontecimiento lo que hace traumatismo sino lo específico del mismo para un
sujeto concernido… Aquí no se dejó de señalar que para Freud mismo, el trauma
es constitutivo del sujeto y que siempre está estructurado como aprèp-coup.
A lo que, añade Freud, el trauma siempre es sexual, siempre despierta, activa
una rasgo anterior -repetición traumática- constituyéndose una continuidad
entre el momento del trauma y el momento de crisis.
Crisis, trauma y cuestiones
al psicoanálisis
Para el sujeto traumatizado
siempre permanece la cuestión de saber dónde puede inscribir este mal encuentro
que ha modificado el curso de su vida, bajo la pregunta ¿quién quiere
escucharlo? Aquí, se abren múltiples vías y no todas se sostienen de
la misma ética, ya que aquel que va escuchar al sujeto, de su escucha y de su
acto dependerá el devenir del que se dirige a él. La clave se
encuentra en que el analista se pueda sostener en la ética del bien decir.
Acto y crisis
La diferencia entre los
distintos dispositivos que pueden acoger una crisis del sujeto, -médicos,
psiquiatras, asistentes sociales, policías, jueces-, y el psicoanalista, es que
este ofrece una escucha distinta en la que se trata de transponer la crisis al
marco del análisis, localizando la dimensión de la crisis y de su urgencia
subjetiva de modo que los acting-out puedan hablarse y no hacer ruptura
mediante un pasaje al acto. Esto es un paso decisivo, ya que en la operación
analítica se trata de anudar la crisis al campo del Otro.
El desorden que se escucha
no implica que el analista pueda cambiar algo de eso. El analista sólo está
ahí, incluso designado por su impotencia. El analista no cuenta con una
solución a la crisis y la utilización por su parte de una sugestión
tranquilizadora, es decir, de una seducción que desplaza la transferencia sobre
el que promete un porvenir sin crisis, es un callejón sin salida.
Si el dispositivo analítico
funciona es porque, como señala Lacan, el poder de la sugestión es sustraído a
la posición del analista.
De esta forma, el analista
busca el punto en el que el sujeto pueda responder de ese desorden que lo
invade, y el cual lo ha hecho desaparecer como sujeto. Lo importante no es
tranquilizar, ni prometer, ni recurrir a la confianza, sino apuntar a lo que se
puede movilizar a partir de lo que puede sostenerse en él. Se apunta, por
tanto, no a la coacción de lo que se dice en lo que quedó de inarticulado del
acontecimiento, sino a extraer una palabra que pueda ser retomada en el lazo
transferencial.
Tiempo y sesión analítica
Guy Briole expuso dos
ángulos. Un ángulo en el que el tiempo define no tanto una temporalidad sino un
espacio donde se despliega la gama subjetiva; un espacio en el cual se
transponen los elementos de la crisis al espacio de las sesiones; donde se
puedan anudar, al espacio de las sesiones, los momentos diferentes de los
efectos producidos por el acto del analista.
El tiempo de la
sesión es otro ángulo de la temporalidad. La sesión estándar sitúa el corte
temporal por fuera de la sesión misma; en ese punto, el acto no incumbe al
analista. Mientras que la propuesta de Lacan, incluyendo el corte de la sesión
del lado del acto del analista, transforma la rotura que ha producido la crisis
en las discontinuidades propias a la cadena significante.
Precisamente, esto requiere
un despliegue temporal que podemos relacionar con el desarrollo de las
entrevistas preliminares, en las cuales se puedan construir las condiciones del
trabajo analítico mediante una rectificación subjetiva que apunta a cambiar las
relaciones del sujeto con la realidad, es decir, hacerse agente de su propio
discurso. Y esto, en situaciones de trauma o de crisis puede llevar mucho tiempo.
Traumatismo, crisis y uno
por uno
Guy Briole señaló algunos
errores frecuentes que pueden llevar a un diagnóstico de psicosis, por ejemplo,
a partir de una presentación del sujeto en la que, en efecto, suele haber falta
de palabras para describir lo vivido, y la presencia de un real que acecha,
junto con el hecho de que suelen ser sujetos que ya han realizado
frecuentemente un largo recorrido por diversos dispositivos de atención médico
o social, suele acabarles proporcionando el sentimiento de que, una vez
más, no van a ser ni escuchados ni comprendidos; lo que genera una gran
desconfianza que puede hacer aflorar un sentimiento vagamente persecutorio. Y
eso se puede acentuar aún más si nos situamos como los que lo vamos a
interrogar con más precisión de lo que ya lo han hecho otros. Para un sujeto en
crisis, la mera evocación de lo que desencadenó su crisis genera de nuevo
revivirla, lo cual puede producir a su vez un rechazo, un cuestionamiento
personal precipitando una negativa a hablar que puede conducir a un acting-out
como única vía de escape.
Hay, entonces, una política
de la dirección de la cura que pasa por orientar al sujeto a situarse al margen
de la zona de crisis. Y esto es más importante y decisivo para el sujeto
traumatizado que para el sujeto en crisis. Conviene, subrayó, que el recuerdo
traumático sea respetado, ya que nada permite al sujeto abordar dicha
emergencia: el encuentro con la muerte ha dejado su huella y, paradójicamente,
el sujeto a veces piensa en matarse para escapar de la repetición de dicha
huella.
Por lo tanto, hay que
estar muy atentos, dar muestras de firmeza y gran paciencia para posibilitar
una elaboración de las condiciones exactas del acontecimiento, teniendo en
cuenta el sufrimiento y dirigiendo al paciente a un recorrido en su historia
personal que le ayude a situar el traumatismo en el curso de su vida desde el
cual podrá realizar un anudamiento.
Debate.
A
continuación tuvo lugar un amplio y animado debate, del cual resaltaremos tres puntos subrayados por Guy Briole.
La crisis como oportunidad
es una idea que proviene del mundo empresarial y de los medios de producción.
El interés que tiene la crisis para un sujeto es, más bien, tomarla como lo que
está en juego en su etimología misma: juicio y decisión.
Se suelen remarcar más los
acontecimientos desgraciados como los que suelen provocar crisis, y se suele
olvidar que muchos acontecimientos felices también desencadenan crisis.
Quizás el mundo de hoy sea
el mundo de la prisa, pero también el psicoanalista resulta que muchas veces
tiene prisa, y se olvida de su propio trayecto analítico marcado por una
temporalidad más bien bastante larga. Y, olvidándose de eso, quieren obtener
resultados en un breve espacio de tiempo, cuando justamente, si hay que
respetar la zona de crisis de un sujeto, hay que invertir la ecuación y darse
el tiempo necesario para que el sujeto, lejos de encontrar una solución
inmediata, una salida, pueda encontrar, al contrario, una entrada al análisis.
Notas
[1] Ansermet F., La crise, entre l’entaille et le temps. Nota sobre Attese de Lucio Fontana, 1963, http://www.amp-nls.org/page/fr/170/le-congrs