acrónimo? Uno, a la falta de atención. O dos,
a la hiperactividad y la impulsividad. O tres, a una combinación de las
anteriores. Se estima que el 6% de la población infantil padece este trastorno.
El TDAH es una alteración real. Pero para algunos ámbitos del psicoanálisis es
sólo una etiqueta diagnóstica sin evidencias neurobiológicas ni genéticas. El psicoanalista José Ramón Ubieto aporta su interpretación y experiencia en su
libro TDAH, hablar con el cuerpo (editorial UOC).
Susana Quadrado: ¿Qué es el TDAH?
en sus diferentes formas: inquietud, problemas de conducta, dificultades de
aprendizaje. En sentido más estricto se refiere a un diagnóstico psiquiátrico
aplicable desde niños a adultos con síntomas de hiperactividad o falta de
atención.
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico debería hacerse por especialistas clínicos en un contexto de
entrevistas personalizadas y con ayuda, cuando sea preciso, de otros instrumentos
diagnósticos. En la práctica, profesionales del ámbito educativo o de la salud
(no especialistas), e incluso los mismos padres, a veces “cuelgan” esa etiqueta
para nombrar algo que los perturba y que no saben bien cómo comprender. El
abordaje clínico debe priorizar la escucha de ese malestar y a partir de allí
pensar las ofertas posibles: tratamiento psicológico, farmacológico, educativo.
Un niño es desatento, se muestra inquieto, rinde poco en clase. ¿Qué
pueden hacer los padres?
Primero hablar con su tutor y los profesionales de la escuela para buscar
juntos estrategias que mejoren ese rendimiento. Pensar también en el trabajo en
casa, en cómo acompañarlo en sus deberes y en sus dificultades vitales, cómo
estar al lado tomando en cuenta lo que a él le puede inquietar, que no siempre
coincide con lo que nos inquieta a los padres o a los docentes. Cuando todo eso
no funciona es el momento de consultar a un clínico, pero primero la educación.
¿Cómo es un niño con TDAH?
Es alguien que muestra una inquietud. Algo hace que no pare de moverse, que lo
despista y le complica la existencia y el vínculo educativo. Pero al mismo
tiempo, y esto ya no es tan evidente, es alguien fijado a un punto, a un cierto
impasse que le hace sufrir. Fijado a algo que no ha podido resolver de su
relación familiar, de su relación con los compañeros o de la relación consigo
mismo. De allí la paradoja de niños incapaces de concentrarse en una tarea
escolar y, sin embargo, pendientes todo el tiempo de los cambios de humor de
los adultos, del tono de su voz o de un videojuego.
El psicoanálisis niega que el TDAH tenga una base genética o
neurobiológica en contra de criterios científicos.
No es una afirmación del psicoanálisis, sino una constatación que la propia
“Guía de práctica clínica sobre el TDAH en niños y adolescentes” del Ministerio
de Sanidad. Es una evidencia que a día de hoy no hay marcadores biológicos o
genéticos que permitan determinar la existencia del TDAH.
No todos los que padecen el trastorno llegan a las consultas y, al
mismo tiempo, hay un hiperdiagnóstico en chicos con problemas de aprendizaje y
conducta. ¿Hay mucho diagnóstico erróneo?
La citada guía del Ministerio admite también las dificultades en la detección,
el proceso diagnóstico y la metodología que originan amplias variaciones
(geográficas y demográficas), lo que conduce a un infradiagnóstico o un
sobrediagnóstico del TDAH. Pediatras americanos admitían en un relevante
reportaje publicado en The New York Times que lo diagnostican empujados por la
demanda de los padres y por las abultadas ratios escolares, más que por
criterios clínicos. En nuestro país empezamos a constatar este mismo efecto, lo
que aumentará sin duda la prevalencia del cuadro.
¿Cuándo hay que medicar?
La medicación habitual son psicoestimulantes que funcionan como las
anfetaminas. Mejoran el rendimiento a corto plazo pero también generan efectos
secundarios que hay que considerar. No hay ninguna evidencia probada de que la
ausencia de medicación comporte fracaso escolar.
Los detractores de los tratamientos con medicación suelen culpabilizar
a los padres por buscar una “solución rápida”.
Los padres buscan explicaciones y soluciones para problemas que a veces los
desbordan. Se guían por consejos de otros padres o por indicaciones profesionales
buscando la mejor fórmula para sus hijos. La cuestión es que encuentren
orientaciones que tomen en cuenta la subjetividad, la suya y la de sus hijos, y
que no se limiten a contabilizar conductas y aplicar fórmulas universales que
prometen curas imposibles.
Subjetividad. Hablar con el cuerpo. ¿A qué se refiere?
Cada niño o niña hiperactivos tiene sus propias razones para moverse o no
prestar atención. Esos motivos, que él desconoce, hablan a través de su cuerpo,
en esa inquietud que lo atraviesa. Son palabras apresadas que sin embargo
contienen un mensaje cifrado que se dirige a los adultos cercanos (padres,
profesores, clínicos). Escuchar ese malestar singular a cada uno es la tarea
que nos hará comprender la función que cumple esa hiperactividad y cómo entonces
tomar distancia de ese movimiento incesante.
En la actualidad se está extendiendo el diagnóstico de TDAH a los
adultos, ¿qué opina?
En los adultos se trata básicamente de la desatención como síntoma principal.
No deja de ser curiosa la proliferación de este diagnóstico en un mundo
dominado por el zapping, los hipervínculos, los tuits de 140 caracteres y una
cierta desresponsabilización sobre nuestros asuntos. Hoy cualquiera puede
sentirse víctima de algo. Nombrar esa actitud como un trastorno puede
aliviarnos de responder de nuestros actos. Es una falsa salida.
La Lomce hace mención expresa al TDAH pero no a los trastornos del
espectro autista.
Las iniciativas legislativas siempre son el resultado de la confluencia de
intereses legítimos de lobbies diversos (afectados, industria, profesionales).
En este caso la compañía farmacéutica Shire (principal productor de
medicamentos para el TDAH) financió el “Libro Blanco europeo sobre el TD (TDAH:
Haciendo visible lo invisible)” donde se perfilan estrategias que luego son
aplicadas por los gobiernos europeos. En España eso ha influido decisivamente
en su inclusión en la Lomce asegurando así algunos beneficios para los
diagnosticados de TDAH (descuentos en materiales, más tiempo para los
exámenes). Estas medidas tienen luego sus efectos, como ya sucedió en Quebec
(Canadá) donde tras un acuerdo similar el número de diagnósticos se multiplico
exponencialmente. En relación al autismo sabemos que el tratamiento
farmacológico ofrece pobres resultados y quizás sea un factor a considerar para
entender un menor interés de algunos de estos lobbies.
Explíquenos esta frase de su libro: “Es curioso que en Estados Unidos
se medique al 14% de los niños cuando el trastorno afecta sólo al 6%. Y que un
alto porcentaje sean negros, chicanos o hispanos”.
es una ingenuidad. El profesor Alan Sroufe de la Universidad de Minnesota
dirigió un estudio desde 1975, en el que siguieron a 200 niños que nacieron en
la pobreza y constataron cómo el ambiente del niño predice el desarrollo de
problemas de TDAH. En marcado contraste, la medición de anomalías neurológicas
al nacer, del C.I., y del temperamento infantil no predicen un TDAH.
Usted habla de la existencia de un “marketing de medicamentos” según el
cual el TDAH no medicado implica riesgos relevantes: fracaso escolar,
conflictividad social, drogodependencia.
Multimodal de Niños con TDAH (MTA) realizado por el NIMH (National Institute of
Mental Health) la agencia de investigación biomédica y del comportamiento más
importante de los EE.UU.. Fue diseñado para probar si los niños diagnosticados
con TDAH tienen mejores resultados cuando son tratados con medicamentos u otros
abordajes. Tras el análisis inicial de 14 meses donde se comprobó la mejora con
medicamentos se constató a medio y largo plazo que ya no había diferencias en
el comportamiento entre niños que fueron medicados y los que no lo eran. Pero
los datos sí que mostraron que los niños que tomaron los medicamentos durante
36 meses sufrieron una una pérdida de peso y un descenso del crecimiento. No
hay ninguna evidencia probada de que la ausencia de medicación comporte fracaso
escolar o drogodependencias. Lo que sí hay verificado es que los adolescentes
que toman psicoestimulantes durante largos periodos tienden a tomar anfetaminas
posteriormente ya que se trata de un mismo principio activo.