Llamativa y al mismo tiempo confusa, la ansiedad no se puede ocultar para el propio sujeto. Síntomas físicos, de comportamiento, sociales o psicológicos llevan a quienes la padecen a buscar ayuda. Los ansiolíticos son el tratamiento más habitual, aunque este profesional cree que se pueden buscar también otras salidas.
Esther Marín: ¿Qué es la ansiedad?
Fernando Martín Aduriz: Se puede definir como la peculiar manera de un sujeto de aceptar la falta simbólica; la política personal de alguien ante la espera o los modos singulares de relacionarnos con los deseos de los otros. La ansiedad aparece, en ocasiones, de un modo abrupto, totalmente inesperado, cuando se vive un episodio de angustia. En muchas ocasiones, se vive un ataque de ansiedad en medio de un viaje, o al visionar un accidente o ante algo inesperado y violento, siempre en momentos en los que aparece la incertidumbre y el sujeto no tiene el control.
¿Hay unos síntomas comunes en quienes la padecen?
La ansiedad se somatiza y cada uno lo experimenta a su manera. Hay síntomas en el cuerpo que van desde la taquicardia o sudo- ración, hasta la sensación de ahogo, la rigidez muscular o el desvanecimiento. Además, hay personas que no pueden moverse y otras que sufren una alta inquietud motora. También se pueden dar síntomas obsesivos como el pensamiento constante, circular y temeroso y otros como la inseguridad o la necesidad de compañía por el temor de perder el control.
¿Cuál es a su juicio la mejor cura para quien padece este tipo de trastorno?
En la actualidad hay una epidemia silenciosa de personas con ansiedad y el principal tratamiento al que se someten se basa en los ansiolíticos. El efecto de su consumo es doble: por un lado se produce una sensación artificial de tranquilidad y, por otra, una dependencia. Pero ese efecto dura mientras dura la acción del fármaco. Muchas veces se intenta calmar con comida o bebida, así como con escapadas y evasiones para no enfrentarse a la verdad. El problema es que la ansiedad así no se calma, al contrario, se la hace más consistente. En mi opinión, la ansiedad se cura con herramientas y mecanismos saludables, como por ejemplo la palabra. El sujeto tiene que sacar fuerzas; encontrar la lógica y la causa que le ha llevado a ese estado.
¿Es difícil no caer preso de la ansiedad en estos tiempos?
En la actualidad se puede elegir prácticamente todo. Se tiene opción a elegir estudios, profesión, la ciudad en la que vivir y hasta el color de los ojos. En esa elección, el sujeto tiene que tomar partido y el temor puede llevarle a la ansiedad. Hoy en día, lo que angustia a muchos jóvenes es tener que elegir constantemente, con lo que muchos eligen no elegir, aunque la ansiedad se presenta por igual en todas las edades.
¿Padecer ansiedad puede llevar al sujeto a encerrarse en sí mismo?
Cuando hay ansiedad no hay deseo y sin deseo no hay posibilidad de vida, de salir al mundo. Hay enclaustramiento y una sensación de que el tiempo no pasa. Además, hay relación entre la ansiedad y la angustia, la fobia o la histeria, lo que puede propiciar unos acontecimientos estelares: rigideces, disfunciones de los órganos, úlceras, obesidad, alcoholismo, fobias sociales, etc., y la lista habitual de lo que comúnmente llamamos somatizaciones.
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