LA EXPERIENCIA CONTEMPORÁNEA DEL ANÁLISIS Y LO FEMENINO[1], por Claudia Velásquez
En lo referente al goce de los humanos-vivientes-hablantes, y más allá del ordenamiento fálico de éste, se abre para el goce un campo caracterizado por:
· La potencia de la letra que escribe marcas de goce; frente a la inoperancia de la ley y la dimensión simbólica de la palabra sobre el goce allí presente.
· La existencia de lo Uno del goce; ante la inexistencia del Otro.
· Un cuerpo que se goza; allí donde es imposible la relación, cuando se trata del goce sexual.
· El saber inconsciente que se (re)itera cada vez como único; en el lugar del sin sentido del saber inconsciente.
· Sinthome constatable; allí donde los síntomas son indescifrables.
· Campo no-todo, de trozos de goce, de acontecimientos de cuerpo, de encuentros contingentes…
· Es pues un campo de ex–sistencia, es decir, « fuera de », caracterizado por un « hay » propio del goce positivado, que no se deja castrar, limitar, prohibir, restar. Es también un campo del « no hay », del « sin », del « im-« , del « in- » cuando se le mira desde el campo que permanece « dentro de » (de la ley, del falo, del NP, etc.)
· Lo dicho hasta aquí, para proponer un campo donde situar el goce femenino.
Entonces,
¿Qué análisis, para un analizante, puede ser aquel de una experiencia tal de este campo del goce? ¿En qué consiste, para un analista, esta práctica analítica que se orienta, en dicho campo, por lo real del goce?
En esta experiencia, ¿de qué manera se entra en análisis? ¿Cómo entender ahora el síntoma analítico? ¿Qué transitar para los síntomas y el sinthome? ¿Cómo termina un análisis? ¿Qué destino para el goce?…
En esta práctica, ¿De qué manera se implica el analista? ¿Qué lugar para la interpretación del síntoma y la constatación del sinthome? ¿De qué transferencia se trata? ¿Qué es lo que sí opera en esta práctica?…
Los invitamos a proponer elaboraciones sobre estas cuestiones y en Lima encontrarnos para avanzar en la investigación de este campo del que ¡apenas si tenemos idea![2]
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Notas:
[1] El texto de referencia para este escrito ha sido el curso, inédito, de Miller: El ser y el Uno
[2] Trabaja en este tema de investigación el grupo conformado por Beatriz García, Julieta Ravard, Fernando Schutt y Claudia Velásquez
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A PROPÓSITO DE LA FEMINIDAD Y LA HISTERIA, por Juan Fernando Pérez
Es indudable que la histeria plantea la pregunta por la feminidad de manera relevante. Por ello siempre las dos problemáticas, histeria y feminidad, han sido pensadas como hechos conexos, aun antes del psicoanálisis; lo han sido en casi todos los espacios culturales, históricos y clínicos, lo que subraya su significación.
En esa perspectiva, los desarrollos de Freud y de Lacan lo precisan y resultan indispensables al examinar el nexo.
Destaco tres de sus proposiciones, como referencias de base para una investigación al respecto:
1.- Histeria y feminidad
Lacan propone en
De un Otro al otro: « La histérica, y por eso esta modalidad se da sobre todo en las mujeres, se caracteriza por no tomarse por la mujer ».[1] Es una manera neta de reconocer la relación entre histeria y feminidad, de indicar cómo se sitúa una histérica ante lo femenino, de enunciar lo que la histeria comporta para la comprensión de lo femenino, de considerar el no-todo de lo femenino y otros hechos más. Es entonces una base de trabajo para el abordaje del tema.
2.- Un rasgo en la identificación histérica
La identificación histérica (y naturalmente la identificación es un concepto importante para el examen de la feminidad en general) es objeto de una larga y rigurosa elaboración por parte de Freud y de Lacan, aun con las reservas de éste en el período final de su enseñanza. En ese sentido el desencadenamiento de la neurosis es una clave al precisar los rasgos propios de la histérica. Uno de ellos es el que nombra el sintagma freudiano, recogido a su vez por Lacan, cuando describe el desencadenamiento de Dora: « descollar por lo insoportable ». Freud reconoce así la importancia de la identificación de Dora con ese rasgo de la madre quien, en efecto, solo acierta a hacerse visible a partir de hacerse insoportable. Y ese rasgo sustancial de la histeria, tantas veces evidente, pone plenamente en juego los goces que la definen, por tanto el goce femenino.
3.- De la histeria masculina
Lacan señala: « ¿Y el histérico macho? No se encuentra ni uno que no sea hembra. » [2] De esta manera, tajante y precisa, Lacan, al final de su recorrido, sitúa diferentes tópicos ligados a la histeria que incumben al par destacado: de la naturaleza de la histeria como hecho que se haya definido desde lo femenino, la significación de un tipo clínico en la posición sexual, el problema de la histeria masculina y seguramente otros temas.
Sean estos algunos elementos y referencias para elaboraciones inscritas en el contexto de las Jornadas de la NEL de Lima 2014.
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Notas:
[1] Lacan J. Seminario 16, De un Otro al otro. Paidós, Buenos Aires, 2008. p. 304.
[2] Lacan, J. « Consideraciones sobre la histeria », Bruselas 1977. Quarto No. 90. (Texto establecido por J.-A. Miller)._________________________
ALGUNAS CONSIDERACIONES ACERCA DE LA « FEMINIZACIÓN DEL MUNDO » Y LA « FEMINIZACIÓN DULCE », por Claudia Subieta
Eric Laurent, en el « Otro que no existe y sus comités de ética » [i] plantea que cuando se habla de Feminización del mundo no se refiere « (S)olamente a la cantidad de mujeres que ahora acceden a profesiones antes reservadas a los hombres, ni a las virtudes femeninas (…) la feminización dulce, la virtud femenina, quiere hacernos olvidar a las damas de hierro (…) hay una « relación femenina con la autoridad que no es solamente la negociación ». (pág. 108, 109)
Esta « feminización dulce » no opaca el planteo central de la « feminización del mundo » y surge en este marco la relación con lo pulsional y la « relación endeble de la mujer » con el ideal como si lo pulsional fuera predominante, en lo femenino.
En este sentido, Laurent plantea también la sensibilidad de lo femenino al significante del Otro que no existe y su debilidad cuando se trata del Ideal, con el que tiene, como bien sostenía Freud, menos relación que el hombre.
Laurent como Miller sostendrán en el texto mencionado que las mujeres tienen una relación particular con el significante del Otro que no existe, planteando una dominación del objeto
a sobre el ideal. « Ante las exigencias de la civilización cada uno se encuentra como las mujeres manteniendo el derecho y el valor de la relación sexual convertida en modo de gozar. El goce de cada quien que se presenta como un derecho » (pág. 109). Lo que implica para Miller caracterizar la época como el nuevo reino del no-todo en el que será « lógico », entonces, que se tenga en cuenta el fenómeno de la feminización.
Fenómeno de la feminización que viene entonces acompañada de una desregulación, un exceso, ya no es más el amo quien manda sino lo real, lo real que se presenta bajo la forma de capricho, que toma ese carácter ilimitado, absoluto, tenaz, esa ausencia de ley; de ahí que esta « relación femenina con la autoridad que no es solamente la negociación » sino que su contracara es la dama de hierro, pueda pensarse ligada a « si el Otro no existe, por que no yo en su lugar ». Lo que plantea la pregunta si desde esta premisa, la del capricho, el exceso, lo ilimitado, se podría pensar a su vez la dureza, rigidez, crueldad de muchas mujeres ubicadas en lugares de poder, entre ellas la mencionada « dama de hierro », y si la feminización contemporánea reside en la extensión de estos rasgo a la esfera de lo social.
Esta « relación femenina con la autoridad » abre también a la pregunta por la relación de la mujer con el superyo y este saldo de « odiamoramiento » como rasgo distintivo del superyo femenino, la conservación de las huellas del Odio hacia el Otro primoridal que marca la relación preedipica de la mujer y que lleva a la mujer a esta relación más endeble con la autoridad.
Estas viscitudes determinaran una particular forma de la mujer con el goce y el Otro y una particular relación con la ley en que « la creencia femenina siempre apunte mas al juez que a la ley ». ¿Creencia que podría pensarse como lo que permanece irreductible a la castración simbólica? Pregunta de la cual surge otra: si hablamos de la feminización del mundo ¿podemos hacer una extensión a lo social de este rasgo?, ¿cómo se juega esto hoy en los fenómenos actuales, en la manera que los sujetos regulan su goce, que en muchos de los fenómenos sociales, -piénsese sin más por ejemplo lo que sucede en Venezuela-, se presentan por el lado del exceso?
Para terminar: esta interpretación del estado actual de la civilización como la Feminización del mundo, como un modo de gozar, un sistema de distribución de goce, plantea a su vez la pregunta sobre su efectos e implicancias en la subjetividad, en la producción síntomas, en las formas de las identificaciones, en los lazos sociales y amorosos, en los cuerpos en la sexualidad femenina, en sus modos de relación al Otro que no existe, a la autoridad, al Ideal, al goce no todo fálico, ¿cuál el lugar del analista?
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Notas:
1-. « Lo real y el sentido ». Capitulo 5
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