El goce femenino ¿qué es? En primer lugar es el campo donde no hay relación sexual, porque a nivel de lo femenino reina el Uno y no el dos. Es el régimen de goce como tal, primario, cuando el goce no está especializado a través del falo[1].
El goce femenino funda el « hay de lo Uno »[2]. El goce femenino rompe la universalidad del Simbólico, lo agujerea con su iteración, con su insistencia. Acá el significante no es de la serie del dos; es un Uno que se repite de forma singular y válida solo para un Uno. Esa repetición de goce fuera del sentido introduce un disturbio de goce[3] en el régimen de goces que el Otro propone.
De allí el desencuentro, el malentendido de goces. De este goce surgen diversas formaciones, en su andar escurridizo deja huellas, trazos, y en ocasiones cenizas o cadáveres: el acto más que el pensamiento, « lo quiero y así debe ser », la astucia con su aporte de invención, la movilidad, la creatividad; y también el estrago en sus diversas formas. Es de anotar que este goce tiende a depositarse en el cuerpo como protesta al Amo. Esto lo podemos corroborar en la relación entre el cuerpo del niño y la madre, y entre el cuerpo de la mujer y el hombre.
Con la caída de los semblantes fálicos que universalizan según los postulados el Amo, queda al descubierto y más potenciado el goce femenino que subraya lo singular y lo autista, lo que conlleva en el lazo con el otro, la segregación.
Esta nueva desproporción entre los goces, en las dinámicas de pareja y de familia contemporáneas abre posibilidades a nuevas formas de parentalidad y/o el reforzamiento de algunos rasgos de la relación entre los goces al interior de las familias, rasgos que han existido siempre en la cultura. De ello da cuenta la literatura:
1. La exclusión de uno de los miembros de la pareja, generalmente el padre, frente a la consolidación temporal de la posición en la que la madre es el soporte del sistema familiar: Al estilo de Úrsula Iguarán en la novela « 100 años de Soledad ».
2. O la exclusión de ambos padres, porque ellos están cada uno por su lado arreglándoselas con su goce, y los hijos son criados por agentes externos bien sea de la parentela o del ordenamiento social, lo que a veces provoca o fracasa en su función de anudamiento. Joyce en « El Retrato del Artista Adolescente ».
3. Querer un hijo a como dé lugar, siguiendo los postulados del capricho de un uno cualquiera, soltero, casado, viudo, homosexual, etc. Esto se opone a otro designio: « no deseo hijos », y muchas veces, en cualquiera de las dos situaciones, se desbarata la pareja.
4. La tendencia a la debilidad de la posición masculina frente a la fuerza y contundencia de la posición femenina: una pareja al estilo « Macbeth » y Lady Macbeth, Ella lo lidera, lo empuja, lo precipita. Las mujeres tienen una particular disposición para encarnar el superyó de un hombre.
5. La relación familiar se constituye a partir de un error del destino, de un accidente, de un impulso, de un « encarrete » y una elección que no se sabe, y que dura mientras dure el primer impulso. « No nacimos pa´semilla ».
6. La tendencia de la mujer actual a no ser ya la única para un hombre, al estilo de la mujer que Lacan comenta en el Seminario 8[4]. En el díptico de Catherine Millet, el primero, llamado « La vida sexual de Catherine M. », cuenta con detalles todos sus encuentros sexuales con personalidades de la vida francesa y europea; la participación en encuentros por fuera de la forma propuesta por la estructura social; y en el 2008 publica « Celos », en el que da cuenta de su obsesión angustiada por los amoríos de su esposo. « Habría querido acceder a la totalidad de sus agendas durante años, a su empleo del tiempo hora por hora ». Y concluye: « Es más fácil tirar con mil extraños que tener el corazón en una sola persona ».[5] Es una cita paradigmática para nombrar lo que sucede con algunas de las parejas de hoy.
7. La segregación del goce del niño puede dejarlo en el marginamiento del discurso familiar y tomar las vías del síntoma en lo real, como la hiperactividad, la farmacodependencia, la disfunción académica o cualquiera de los síntomas contemporáneos que tachan y cuestionan el sentido y los ideales.
8. La auto-segregación experimentada como soledad por mujeres cuando han terminado su trabajo y su función materna. No viven su estado como una elección sino como frustración.
Destinos de un real que toma forma de yo ideal como el joven al volante de su pequeño auto deportivo, con los riesgos y con el sentido que cada uno puede darle.
Notas:
[1] Miller, J. A. « El ser y el Uno », inédito, Clase V, del 2 de marzo del 2011
[2] lo demuestra Lacan en el Seminario XIX.
[4] Lacan, J. « El Seminario VIII, La Transferencia ». Buenos Aires, Paidós, 2003. Pág. 380. , « La transferencia », presenta un recorte clínico: « Déjenme hablarles del caso de una paciente. Digamos que ella se toma más que libertad con los derechos, si no con los deberes del lazo conyugal, y que, Dios mío, cuando tiene una relación, sabe llevar las consecuencias hasta el punto más extremo de lo que un cierto límite social, el del respeto ofrecido por la fachada de su marido, le ordena respetar. Digamos que es alguien, para decirlo todo, que sabe sostener y desplegar las posiciones de su deseo admirablemente bien. Y prefiero decirles que con el pasar del tiempo ha sabido mantener en el seno de su familia, quiero decir sobre su marido y sobre sus amables retoños, completamente intacto el campo de fuerzas, de exigencias, estrictamente centradas sobre sus propias necesidades libidinales. Hay mujeres que tienen éxito, con la sola excepción de que ella, sin embargo, necesita un análisis »
[5] Millet, C. « Celos: la otra vida de Catherine M ». Anagrama. 2010.
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