EDITORIAL. Pepa Freiría
La noción de ‘sinthome’, introducida por Jacques Lacan en su seminario 23, produce una transformación en la teoría que afectará los conceptos fundamentales del psicoanálisis y, por tanto, las condiciones de su práctica.
En el tiempo del ‘sinthome’ ya no se custodia la esperanza de encontrar otro sentido en el ser variable que es un sujeto. Lo que se busca es situar la dimensión de lo real, de lo que no se modifica. Sentido y real se contraponen para no volver a encontrarse más. Su distancia se investiga y se promueve en los análisis avanzados.
El nuevo régimen de la interpretación rebaja sus pretensiones y busca combinar la prudencia con la fuerza indirecta de la resonancia. En la dimensión de lo que existe, el deseo y la falta en ser son defensas que habrá que tratar de conmover sin olvidar su función.
La letra del inconsciente freudiano, históricamente atrapada en el significante, obtiene un valor sorprendente como pliegue de un borde, el del agujero en el saber, y como resto del hundimiento del venerado gran Otro.
En estas nuevas coordenadas que se van desplegando, todas nuestras preguntas se actualizan. ¿Cómo se autoriza un psicoanalista?, ¿cómo ha de ser su formación?, ¿qué garantías puede otorgar una Escuela de psicoanálisis?, ¿de qué cura un psicoanálisis?, ¿cuáles son las claves con las que podemos ubicar un final posible?
Los textos de este número desvelan un esfuerzo serio por hacer girar las piezas sueltas de la teoría, la clínica y la propia experiencia, para intentar producir hallazgos y avanzar en este nuevo campo del troumatismo lacaniano, del cuerpo y la escritura, de la letra como efecto de goce…
Los testimonios de los AE, nuestro material más cualificado, suponen respuestas singulares en un grado de mutación máxima del goce que nunca desaparece. Ellos nos hablan de la inocencia del sinthome, que designa esa zona que al final del análisis permite atravesar la vergüenza de existir… Del salto en el vacío que deja al ser del sujeto sin posibilidad de decir “soy esto” o “es esto”… Del encuentro con el agujero, o el conjunto vacío, lo que no cesa de no escribirse y se acabó…
Inauguramos aquí, con dos textos, un nuevo espacio: ‘Después del pase’ que ampliará nuestra perspectiva. Después de la experiencia del pase y el tiempo de Analista de la Escuela, hay vida, hay analista, hay preguntas. El pase no deja al sujeto fijado a la eternidad. Queremos que otros, parejos disjuntos, escriban algo al respecto y nos lo pasen.