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Eje 5 – Cuerpo y tecnociencia en el Siglo XXI Contribuciones para el debate Escriben Mirta Zbrun y Rosa Yurevich
Esta semana nuestro boletín aborda el quinto eje temático.
El texto de Mirta Zbrun se interroga sobre el lugar del psicoanálisis en el trabajo con pacientes con enfermedades genéticas. Destaca cómo, allí donde la biología pareciera ocupar todo el terreno, el discurso analítico puede hacer lugar a lo singular de un parlêtre.
Rosa Yurevich da otro paso en esa dirección. El destino de una intervención del analista permite destacar el lugar del amor en el anudamiento del cuerpo.
Un boletín en el que se articulan los nuevos desafíos con lo clásico de nuestra práctica, a la vez que enseña que lo nuevo ya está allí.
¡Qué lo disfruten y hasta la próxima!
Marcas genéticas en los cuerpos cifrados por el lenguaje biológico
Comento brevemente cuestiones respecto al lugar de la eficacia del discurso del psicoanálisis en la época en que la « tecnociencia » parece querer cifrar los cuerpos con un lenguaje biológico. Cuerpos a veces marcados por enfermedades genéticamente transmitidas, heredadas por genes modificados –como es el caso de la « adrenoleucodistrofia ». Enfermedad relativa al cromosoma X conocido por la sigla ALD + X.
¿El psicoanálisis tiene algo que decir sobre ese cuerpo? ¿Cómo habla él?
Consideramos con Lacan que el sexo es apenas una modalidad particular de aquello que permite la reproducción del cuerpo vivo, por lo tanto la función del sexo no se confunde con la reproducción de la vida. Como él señala: « …las cosas están lejos de ser tales que exista la secuencia de la gónada por un lado, lo que Weismann llamaba germen, y por otro lado el soma, la ramificación del cuerpo ». [1]
De este modo, para Lacan no hay de un lado el sexo, ligado a la vida por estar dentro del cuerpo, y del otro, el cuerpo, como aquello que se tiene que defender de la muerte. Se sabe por la biología molecular que la reproducción de la vida emerge de un « programa », de un « codón » (una secuencia de tres bases nitrogenadas de RNA) de ahí que el diálogo entre la vida y la muerte se produzca a nivel de lo que es reproducido. Lo que lleva a decir que el diálogo « sólo adquiere carácter de drama a partir del momento en que, en el equilibrio vida-muerte, el goce interviene ». Lo esencial es la emergencia de aquello de lo cual todos creen formar parte como seres hablantes –que es « esa relación perturbada con su propio cuerpo que se denomina goce« . [2]
Por lo tanto, cuando los cromosomas transportan una información genéticamente modificada transmitida por el sexo, como en el caso de la ALD + X, podemos pensar en las consecuencias para la sexualidad, para la satisfacción pulsional y para las modalidades de goce del sujeto que la padece. Lo hereditario involucra siempre las relaciones elementales de parentesco (L. Strauss) y los llamados « complejos familiares » (J. Lacan) tan bien descriptos por éste en su célebre texto « Los complejos familiares… ». El psicoanálisis está ahí para descifrar esos « verdaderos mitos familiares » que cifran el cuerpo, sean ellos sujetos « portadores », o « afectados » por la enfermedad.
Así el discurso del psicoanálisis puede diferenciarse del discurso de la « tecnociencia » al separarse de un lenguaje puramente biológico en relación a los cuerpos y propone una lectura de las marcas genéticas al « modo de los geómetras », (more geométrico) como propone Lacan evocando a Leibniz. Una lectura de lo real de las marcas en los cuerpos, que se muestran de manera tan diferenciada. Consideramos que es en esos cuerpos marcados por lo genéticamente heredado que lo real « aparece » como tal, es decir como imposible.
Si por un lado la tecnociencia con su lenguaje biológico pretende cifrar los cuerpos, por otro, el discurso del psicoanálisis, « el discurso de la palabra y del lenguaje » [3], hace de cada sujeto un « ser hablante » (parlêtre) y finalmente, « una sustancia gozante » [4]. En ese nuevo sujeto lacaniano el lenguaje más que nunca funcionará como « suplente » del goce sexual. Ante lo imposible de ser interpretado de una enfermedad genética como la ADL + X, el lenguaje será el instrumento mayor para tratar la relación siempre perturbada del « ser hablante » con sus modos de gozar.
Finalmente, el desafío del psicoanálisis, en portadores o afectados por un mal genéticamente heredado, será tratar lo singular de ese ser de lenguaje. De esa forma, creo que hay algo para decir de lo real en el siglo XXI, en el que el lenguaje genético anticipa casi todo sobre los padecimientos del cuerpo. El VI ENAPOL nos permitirá decir más sobre este futuro instigador.
Traducción: Cecilia Parrillo
1. Lacan, J., El Seminario, Libro 19, …o peor, Paidós, Bs. As., 2012, p. 41.
2. Ibíd.
3. Lacan, J., « Discurso de Roma », Otros Escritos, Paidós, Bs. As., 2012.
4. Lacan, J., O Seminário, Livro 20, mais ainda, Zahar, Rio de Janeiro, 1985.
Hasta que me de el cuerpo
Esa frase dicha bajo transferencia, repetida por el analista en su homofonía acentuando el « dé », la convierte en una interpretación inolvidable para el analizante quien le confiere dicho estatuto. ¿Por qué ese estatuto? Por una sola vía, la del amor.
El amor y el cuerpo realizan allí un anudamiento que, aunque ficticio desde el inicio mismo de la experiencia analítica, le confiere un lugar posible para continuar hasta el final.
En el Seminario 23, Lacan señala en relación al cuerpo esa presencia de consistencia imaginaria, enmarcando así al cuerpo un valor nuevo. El cuerpo es aquello que el derecho otorga al sujeto como de su propiedad.
« El parlêtre adora su cuerpo porque cree que lo tiene. En realidad, no lo tiene, pero su cuerpo es su única consistencia ‒consistencia mental por supuesto, porque el cuerpo a cada rato levanta campamento ». [1]
Con el tiempo esa consistencia se descompone y hasta, según J.-A. Miller en Piezas sueltas, es casi un milagro que se sostengan juntos por un tiempo.
Es porque esa consistencia no es suficiente, en tanto la relación sexual no existe, que interviene el amor. Es por la presencia misma del amor que demuestra que esa consistencia es ficticia e insuficiente. Es necesaria la presencia de otro cuerpo, algo que es contingente, aleatorio, azaroso, puesto que depende del encuentro.
¿Por qué el amor? Es la pregunta que nos hacemos. « El amor sí, el amor no, la capacidad de amar, el amor retenido, el amor desdichado, el amor satisfecho » [2], todo remite a lo insuficiente de la consistencia del propio cuerpo. Aunque consideremos que es también por el amor, en la perspectiva del sinthome, una manera de fabricar sentido a partir de un goce que es siempre parasitario.
« Hasta que me de el cuerpo », cobra la dimensión del punto de capitón a lo imposible.
1. Lacan, J., El Seminario, Libro 23, El sinthome, Paidós, Bs. As., 2006, p. 64.
2. Miller, J.-A., « Piezas sueltas », Curso de la orientación lacaniana, clase 24 de noviembre de 2004, inédito.
Eixo 5 – Corpo e tecnociência no Século XXI
Esta semana o boletim aborda o quinto eixo temático.
O texto de Mirta Zbrun questiona sobre o lugar da psicanálise no trabalho com pacientes com doenças genéticas. Destaca o modo como -ali onde a biologia parecia ocupar todo o terreno- o discurso analítico pode abrir caminho ao singular de um parlêtre.
Rosa Yurevich dá outro passo nessa direção. O destino de uma intervenção do analista permite destacar o lugar do amor no enodamento do corpo.
Um boletim onde os novos desafios se articulam ao clássico de nossa prática, uma vez que esta ensina que o novo que já se encontra ali.
Boa leitura e até a próxima!
Marcas genéticas nos corpos cifrados pela linguagem biológica.
Comento brevemente questões a respeito do lugar e eficácia do discurso da psicanálise na época em que a « tecnociência » parece querer cifrar os corpos com a linguagem biológica. Corpos por vezes marcados por doenças geneticamente transmitidas, herdadas por genes modificados –como é o caso da « adrenoleucodistrofia ». Doença esta relativa ao cromossoma X conhecida pela sigla ALD + X.
A psicanálise tem algo a dizer sobre esse corpo? Como ele fala?
Consideramos com Lacan que o sexo é apenas uma modalidade particular daquilo que permite a reprodução do corpo vivo, portanto a função do sexo não se confunde com a reprodução da vida. Como ele assinala: (…) « as coisas estão longe de serem tais que exista de um lado a rede da gônada, aquilo que Weismann chamava de germe, e de outro, a ramificação do corpo ». [1]
Desse modo, para Lacan não há, de um lado o sexo, ligado à vida por estar dentro do corpo, e, de outro, o corpo, como aquilo que se tem que defender da morte. Sabe-se pela biologia molecular que a reprodução da vida emerge de um ‘programa’, de um « códon » (uma sequencia de três bases nitrogenadas de RNA), daí que o diálogo entre a vida e a morte se produza no nível do que é reproduzido. O que o leva a dizer que o dialogo « assume caráter de drama a partir do momento em que, no equilíbrio vida e morte, o gozo intervém ». O essencial é a emergência daquilo que todos acreditam fazer parte como ser falante –que é « a relação perturbada como o próprio corpo que se chama gozo ». [2]
Desse modo, quando os cromossomas transportam uma informação geneticamente modificada veiculada pelo sexo, como no caso da ALD + X, podemos pensar em consequências para a sexualidade, para a satisfação pulsional e para os modos de gozo do sujeito que a padece. No que diz respeito à hereditariedade, esta envolve sempre as relações elementares do parentesco (L. Strauss) e os chamados ‘complexos familiares’ (J. Lacan) tão bem descritos por este em seu celebre texto « Os complexos familiares… ». A psicanálise está ai para decifrar esses ‘verdadeiros mitos familiares’ que cifram o corpo, sejam eles sujeitos ‘portadores’, ou ‘afetados’ pela doença.
Assim o discurso da psicanálise pode-se diferenciar do discurso da « tecnociência » ao afastar-se de uma linguagem puramente biológica em relação aos corpos e propor uma leitura das marcas genéticas ao ‘modo dos geômetras’, (more geométrico) como propunha Lacan evocando Leibniz. Uma leitura do real das marcas nos corpos, que se mostram de maneira tão diferenciada. Consideramos que é nesses corpos marcados pelo geneticamente herdado que o real « aparece » como tal, quer dizer, como impossível.
Se por um lado a « tecnociência » com sua linguagem biológica pretende cifrar os corpos, por outro, o Discurso da Psicanálise, « o discurso da fala e da linguagem » [3], faz de cada sujeito um « falasser » (parlêtre) e finalmente, uma « substancia gozante » [4]. Nesse novo sujeito lacaniano a linguagem mais do que nunca funcionará como « suplente » do gozo sexual. Perante o impossível de ser interpretado de uma doença genética como a ADL+X a linguagem será o instrumento maior para tratar a relação sempre perturbada do « falasser » com seus modos de gozo.
Por fim, o desafio da psicanálise, em portadores ou afetados por um mal geneticamente herdado, será tratar do singular desse ser da linguagem. Dessa forma, acredito que há algo a dizer diante do real no século XXI, em que a linguagem genética antecipa quase tudo sobre os padecimentos do corpo. O VI ENAPOL nos permitirá dizer mais sobre este instigante futuro.
1. Lacan, J., O seminário, Livro 19, … ou pior, Zahar, Rio de Janeiro, 2012, p. 41.
2. Idem.
3. Lacan, J., « Discurso de Roma », Otros Escritos, Paidós, Bs. As., 2012.
4. Lacan, J., O Seminário, Livro 20, mais ainda, Zahar, Rio de Janeiro, 1985.
Até que me dê o corpo
Essa frase dita sob transferência, repetida pelo analista em sua homofonia acentuando o « dê », foi convertida em uma interpretação inesquecível para o analisante, que lhe conferiu tal estatuto. Por quê esse estatuto? Através de uma única via, a do amor.
O amor e o corpo realizam aí um enodamento que –ainda que fictício desde o início mesmo da experiência analítica– lhe confere um lugar possível para continuar até o final.
No Seminário 23, Lacan assinala, em relação ao corpo, essa presença de consistência imaginária, atribuindo-lhe, assim, um novo valor. O corpo é aquele que o direito outorga ao sujeito como sendo de sua propriedade.
« O falasser adora seu corpo porque crê que o tem. Na realidade, ele não o tem, mas seu corpo é sua única consistência, consistência mental é claro, porque seu corpo sai fora a todo instante ». [1]
Com o tempo, essa consistência se decompõe e até ‒conforme Jacques-Alain Miller, em Peças Avulsas– é quase um milagre que seus elementos tenham se mantido juntos por algum tempo.
É porque essa consistência não é suficiente –uma vez que a relação sexual não existe– que intervém o amor. É pela própria presença do amor que se demonstra que essa consistência é fictícia e insuficiente. É necessária a presença de outro corpo, algo que é contingente, aleatório, ao acaso, já que depende do encontro.
Por quê o amor? É a pergunta que nos fazemos. « O amor sim, o amor não, a capacidade de amar, o amor retido, o amor infeliz, o amor satisfeito » [2], tudo remete ao insuficiente da consistência do próprio corpo. Ainda que consideremos que também é pelo amor, na perspectiva do sinthome, uma maneira de fabricar sentido a partir de um gozo que é sempre parasitário.
« Até que me dê o corpo » cobra a dimensão do ponto de capiton ao impossível.
Tradução: Fábio Paes Barreto
1. Lacan, J., O Seminario, Livro 23, O sinthoma, Zahar, Rio de Janeiro, 2005, p. 64.
2. Miller, J.-A., « Peças avulsas », Curso de orientação lacaniana, aula de 24 de novembro de 2004, inédito.
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