El estatuto del dolor para el psicoanálisis
Liliana Bosia
NEL Santa Cruz
Es un padecimiento recurrente en la clínica el que me llevara a pensar al dolor como un entrecruzamiento posible entre cuerpo y subjetividad. Me ha guiado en estas reflexiones el texto de Santiago Castellanos « El dolor y los lenguajes del cuerpo ».
La fibromialgia es un « síndrome crónico », que se manifiesta generalmente en mujeres, establecido y reconocido por el Colegio Médico Americano y por la Organización Mundial de la Salud a principios de la década de los 90. Su característica principal es un dolor generalizado en el cuerpo, que suele acompañarse de otros síntomas entre ellos fatiga, depresión cefaleas, falta de atención y memoria, etc. (1) .Si bien el dolor que aqueja y del que se queja el sujeto es real, al mejor estilo de las histéricas de Freud, no se encuentra en el cuerpo de estas pacientes lesión orgánica que justifique dicho dolor.
Para Freud el dolor es una irrupción de grandes cantidades de energía, así en su « Proyecto de psicología para neurólogos » nos dice que esta irrupción deja una marca, una huella en las neuronas de recuerdo .Entonces en las neurosis para Freud se produce el mecanismo de la conversión, por lo que al lugar de los dolores psíquicos advienen los dolores físicos. (2)
En esta línea podemos considerar el dolor corporal como una satisfacción sustitutiva de una pulsión reprimida. ¿Cómo entender el dolor como síntoma?
De lo que se trata, según Santiago Castellanos es de entender que el síntoma al igual que los sueños, es algo descifrable, que tiene un sentido pero no es sólo esto. También hay que entenderlo como una sustitución de aquello que está reprimido, como una sustitución de una satisfacción sexual que puede perturbar las diferentes funciones del cuerpo. (3).
Hablamos de cuerpo, funciones de cuerpo, dolor en el cuerpo, pero ¿qué es el cuerpo para el psicoanálisis? El cuerpo para el psicoanálisis no es anatómico, sino el resultado de un encuentro, del encuentro del organismo con el lenguaje.
Antes de nacer a cada ser viviente se lo espera de una manera particular, se lo espera con un nombre, un sexo, sueños, ideales, esperanzas, etc. De este modo cada « organismo » circula en el discurso de los padres antes de nacer, incluso antes de ser concebido. Y al circular en el discurso de los padres pierde su condición real de organismo y se constituye como sujeto.
Entonces, es por la incidencia del significante sobre el organismo que el cuerpo biológico deviene un cuerpo erógeno, es decir un cuerpo simbólico que se prestará como superficie topológica de inscripción a recibir la marca del significante y hará síntoma (4).
Ya Freud había constatado en su experiencia clínica que las palabras tienen una carga afectiva, que es libidinal, por lo tanto podemos decir con Lacan que portan una carga de goce. Desde el punto de vista del goce, la forma en que los significantes son « encarnados » en el cuerpo dependerá de la singularidad de cada parletre. « En el análisis se tendrá que dilucidar esas experiencias de goce, que son tan particulares, que solamente el analizante puede dar cuenta de la trama por la que se encarnan en el cuerpo » (5)
De modo que si el significante tiene efectos de goce no solo de significado y de lo que se trata en la experiencia analítica es del sentido de lo que se dice pero, sobre todo del goce que lo inspira, podemos decir con Castellanos que el dolor sería la expresión de este goce a la deriva en el cuerpo. (6)
Es en el seminario XX donde finalmente Lacan conceptualiza las fórmulas de la sexuación y las nombra como tal. En el capítulo VII nos las presenta en un cuadro de doble entrada donde coloca en virtud de la función fálica, el lado masculino y el lado femenino.
Hay un modo de gozar para todos los que hablan, es el goce al que siempre le falta algo, justamente por el hecho de hablar. A este goce se lo ha llamado goce fálico y en este sentido todos los que hablan (y no son psicóticos) gozan de este modo, no son hombres sino que gozan del « lado hombre ».(7)
Pero hay un otro goce, un goce loco, un goce deslocalizado para el cual no hay significante universal, estrago del cual solo una mujer puede hablar. Para Castellanos, lo que se presenta en el cuerpo como dolor en la fibromialgia es este goce femenino, que al no tener la localización estable de la sexuación masculina desestructura los equilibrios libidinales propios de la mujer. (8)
« Nada dice que es una mujer más que su goce y este goce es el que, entre otras cosas trae a algunas mujeres al psicoanálisis puesto que produce estragos, y dado que el psicoanálisis es el único que ha podido situar sus coordenadas, es el único que puede tratarlo de acuerdo a su singularidad. » (9)
Notas
(1) Castellanos, Santiago, « El dolor y los lenguajes del cuerpo », Grama ed. Bs.As. 2009, pág.26
(2) Castellanos S, op. Cit. Pág. 45
(3) Castellanos S., op. Cit. Pág. 46
(4) Lora Ma. Elena, » El estatuto del cuerpo en psicoanálisis », publicación de la Universidad Católica Boliviana, año 2002
(5) Castellanos S, op. Cit. Pág. 37
(6) Castellanos S., op. Cit. Pág 37
(7) Musachi Graciela, » Otra vuelta de tuerca sobre la femineidad, los feminismos y el mal entendido ». Habla mujer del estrago de tu goce.