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Cartas de aLmor
Aperiódico de las XI Jornadas de la ELP
Nº 4
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Edito.
Oscar Ventura
Comentario
Eugenio Castro
Un amor más digno
Eric Laurent
El diablo en el corazón
Anaëlle Lebovits-Quenehem
¿ Serás Amor…?
Isabel Alonso Martín
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Edito.
Oscar Ventura
Dos momentos de concluir ya están aquí. Por un lado la comisión científica va recibiendo los textos definitivos de las 56 intervenciones que han sido aceptadas. El lunes 15 es el día límite. A partir de allí el amor que inspiraron las ponencias será letra definitivamente. Por otro lado, también el mismo lunes se cierra el primer plazo de inscripción para las jornadas. El consejo de la Escuela está evaluando la posibilidad de prolongar este plazo. La idea es facilitar la mayor presencia posible en La Coruña en un momento donde toda España respira al compás de la incertidumbre económica. El Consejo de la Escuela es sensible a esta cuestión. Puntualmente llegarán las informaciones al respecto.
A continuación otro número de cartas.
El amor descompleta la significación, hace que allí donde se escribe no se pueda decir de él la última palabra. Si hay un significante privilegiado para entender la lógica de lo Uno y lo múltiple ese es el del amor. Los mínimos detalles de su experiencia, para cada uno, se vuelven fundamentales. Y cuando los espejismos son reducidos su inscripción queda por fuera del campo de la identificación. El testimonio de su experiencia verifica que no hay posibilidad de homologación, no está inventada su clonación por el momento. No hay pues un amor igual a otro. No somos más que uno. El Amor aspira al Uno. Y para entendernos, nos dice Lacan en Encore …Hay tantos Unos como se quiera; que se caracterizan cada uno por no parecerse en nada… Pero no obstante los ecos del amor no dejan de resonar en el conjunto, Estos ecos son la presencia, aún, de que el amor sigue siendo el medio privilegiado de hacer con lo imposible. El tránsito necesario para no hacer del goce pura obscenidad.
Sin embargo no podemos obviar la pretensión del discurso que hoy habita el lazo social. Su empuje a reducir el amor a una construcción que sueña con volverlo fórmula universal. Desde rastrear su origen en un gen que pueda identificarlo, hasta la supuesta química que lo desencadenaría, pasando por las pedagogías del encuentro sexual… La búsqueda de su certeza no es más que la impotencia de un aullido que trata de hallar en el amor la ley que a lo real le falta.
Es probablemente en este punto donde todo se vuelve deriva. Entre la universalidad de su presencia y la diferencia absoluta de su consumación hay el abismo que abre la ausencia de la relación sexual. El acto analítico modula ese abismo hasta volverlo, cuando se consiente a ello, la causa misma del deseo. La praxis del Psicoanálisis revela que el amor es puro acontecimiento, él se inscribe más allá, tanto de la verdad formalizada, como de los cautiverios imaginarios por los que transita. Si hace signo es porque en todo ese embrollo no hay más que pura ausencia. Es sólo bajo este telón de fondo que el puede volverse nuevo, sorprender al sujeto como decía Lacan en « un decir que hace acontecimiento. Que hace resonancia en el inconciente del Otro« *. T
No vale la pena perderse el último número de Le Diable Probablement, un monográfico que apunta al corazón bajo el titulo Amoureux: http://www.lediableprobablement.com/
En este número entonces dos cartas llegan desde París y una de Vigo. Un poeta las comenta.
Continuamos.
*Jacques Lacan, Seminario XXI Les-non-dupes-errent. Inédito. 12 de Febrero de 1974.
El envío de los textos para Cartas de Almor: Eugenio Castro: [email protected] y Oscar Ventura: [email protected]
Comentarios
Eugenio Castro
0.-Se nota en estas tres Cartas de Almor que « el amor es llevado a la existencia por lo imposible del vínculo sexual con el objeto de esa imposibilidad »(Lacan Seminario XXI). Se ve en el tan comentado Amor Cortés . Pero dado que las Jornadas son en Galicia en donde la particularidad del amor discurre sobre todo por la vía de las Cantigas de Amigo de una abundancia sospechosa pues que de los 90 autores que las utilizaron la mitad eran gallegos. Pocos las utilizaron en Occitania y bastantes en Portugal y varios en las Jarchas, pero los gallegos llevan la palma. Hasta Román Jakobson dedica uno de sus trabajos a una cantiga de amigo del vigués Martín Codax.
1.-Lacan, hasta donde conozco, nunca cita las Cantigas de Amigo. Son sin embargo a mi parecer otra forma de abordar la no relación sexual , que tiene su enjundia y no poca .En la Cantigas de Amigo, el trovador varón se coloca en posición femenina de amante-amiga que espera siempre en vano que el amigo-amado llegue para el encuentro erótico. No es la « miha senhor » del amor cortés en donde el trovador varón eleva a la mujer al nivel del ideal inalcanzable como forma de mostrar esa imposibilidad de relación de proporción sexual. Aquí es un varón el amado, un amigo como en el Cantar de los Cantares bíblico. No es la relación de sumisión a la Dama que en la vida real estaba bastante subyugada en la Edad Media . Las cantigas de amigo son de ´ »una relación paritaria » como señala la profesora de Compostela Dª Elvira Fidalgo en su libro « De amor y de burlas » de la Editorial Nigratea. Esta « relación paritaria » pero a la vez disimétrica por las posiciones de amante y amado de la Cantigas de
Amigo es en donde mejor se aprecia que es en la transitividad de los verbos utilizados (Jakobson dixit) en donde aparece mejor la reciprocidad del amor. Los dos son de semejante nivel social aunque no tanto de estructura y es el mismo amante-amiga quien se inventa esa reciprocidad aunque nunca sea correspondido. El amigo-amado nunca llega ante la amante-amiga impedido por las altas olas del mar de Vigo que se lo impiden, porque la amante no tiene « barqueiro nin remador », porque ademas ella no sabe remar y además está en la Isla de San Simón cercada por la mar bravía. Allí en espera del amigo « morrerei fermosa no mar maior, en atendend’o meu amigo ». El amor y la muerte.
En todo caso es también en estas cantigas la « no hay relación sexual » del Amor Cortés.
2.- Sepan que en nombre de esta « No hay… » tiene en el Seminario XIII (El objeto del psicoanálisis 9-II-1966) el nombre de « la diferencia ».
Además esa ambigüedad, de la posición varón-amiga-amante, funciona como uno de los nombres del equívoco y todo equívoco es signo de una imposibilidad entre los sexos pero también de los pueblos (Véase L’ etourdit).
3.-E. Laurent aborda esta imposibilidad acentuando la disimetría que con el amor tienen el varón y la varona. El goce en silencio del varón y otro el de una mujer. No son lo mismo. Una silencia y el otro calla..
4.-Otro punto es la faceta de esa extraña homeopatía psicoanalítica de que las palabra de amor reparan con las palabras y las letras lo que lalengua deshizo en el ser viviente condenándolo a vagar como hablanteser. Es un « similem simílibus curare » en donde sin embargo, por la disimetría radical de los sexos, el que va para analista puede hacer el amor con el Inconsciente como nuevo amor. Realizar el sueño del amor de que dos sentidos se reunan en uno. Pero… »destino fatal » porque ese equívoco que es el inconsciente, muestra la imposibilidad de la relación y uno que queda con las ganas y el apaño de otro sínthoma . Es un apaño pero no es moco de pavo.
Un amor más digno
Eric Laurent
A lo largo de su obra Lacan ha abordado la disimetría de los sexos respecto al amor de diferentes maneras, primero como interrogación sobre los místicos y su lugar extraño para enunciar; a continuación: podríamos también oponer el estilo fetichista del amor en el hombre al estilo erotomaníaco en la mujer. En efecto sabemos, cualquiera que hayan sido clínicamente las tentativas de encontrar en la mujer el equivalente de la clínica del fetiche en el hombre, por ejemplo en el fetichismo de las telas, de la envoltura, que no son suficientes, se quedan cortas. El hombre fetichista elige la ropa interior, el zapato, de una manera precisa. Las damas que tienen fetichismo por las telas, más bien se las ponen encima. Es el resorte de la industria del del fetiche, rama importante de la industria de nuestro tiempo. La publicidad busca la industrialización de la diferencia entre el punto de vista masculino y femenino bajo la forma: « me gusta llevar lo que a él le gusta tocar ».
Por el contrario, en la clínica de la erotomanía, tenemos en efecto una gran disimetría, la erotomanía es, en un gran porcentaje, femenina. Cuando Lacan habla de « estilo erotomaníaco » del amor femenino, es para colocar en primer plano la certeza del amor. Hace referencia a una versión de la erotomanía que ha producido su maestro en psiquiatría De Clérambault. Este hablaba de lo que llamaba el postulado: el sujeto dice – me ama, estoy segura. No soy yo quien le ama, es el quien me ama. Una verdadera erotomanía estaba siempre construida sobre este postulado. La extraña consecuencia de este amor es que no solamente es él quien me ama, si no que me habla. Todo se convierte en palabra del ser amado y todo es señal del ser amado.
Del lado del hombre, se goza en silencio. El fantasma opera en silencio. Y hay toda una patología particular del lado masculino. El hombre que no debe ser molestado por el ruido o por la palabra fuera de lugar mientras está a lo suyo. O que incluso exige que, si hay palabras, deben todas estar vinculadas al vocabulario en juego en la sexualidad, y no a otro. Del lado de la dama, es necesario que el ser amado hable: « háblame ». Hay aquí toda una disimetría que es uno de los resortes cómicos de las dificultades del amor.
De hecho, el sujeto femenino busca también un goce silencioso. Es el que se alcanza en la experiencia mística. Se encuentra en la notación que Dios se calla, y que se manifiesta por su pura presencia. Es esta relación con la falta en el Otro que Lacan ha apuntado. En el Otro, las mujeres están en relación con ese lugar en el que faltará la última palabra sobre el amor (A/). Frente a esta falta, del lado masculino, está el objeto del fantasma, y del lado femenino, lo que llegará al final en su lugar, como dice Jacques Alain Miller en un artículo [1], es el goce de la palabra (A/). No es hablar en el sentido de hablar para no decir nada, no es hablar como se dice: « las mujeres hablan, hablan mucho más que los hombres, lo que ha hecho el éxito del teléfono móvil, etc. »; ellas hablan, pero no es este el asunto, es solo la superficie. El elemento profundo es que hace falta que se hable para gozar. El punto en el que del lado femenino la palabra se calla, es también el punto en el que se goza de la palabra. Es el punto del que no puede decirse nada, todas las palabras desfallecen. En este lugar paradójico se manifiesta la esencia misma de la palabra y el punto donde ella desfallece. Es ahí donde las mujeres recobran el silencio de un amor más digno que la charlatenería que describen sus laberintos.
[1] » La Maladie d’amour « , La Cause freudienne, n° 40.
París, 28 de septiembre de 2012.
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El diablo en el corazón
Anaëlle Lebovits-Quenehem
Del amor se ha dicho todo y sin embargo no se ha terminado. Si se habla de amor tanto y cada vez más, es esencialmente para intentar reducir mediante la palabra lo que la palabra ha introducido de desorden en materia de relación entre los sexos, en los seres hablantes. Y es porque ninguna palabra alcanza adecuadamente este objetivo que justamente no acabamos de hablar de ello.
Aún más y todavía más, este sentimiento demasiado humano hace de nuestras vidas un infierno o el paraíso terrenal, según. Existen muchos partenaires a lo cuales amar y por los que queremos ser amados: hombre o mujer, amante o amigo, hijos o padres, Dios o santos, hermano o hermana, vivo o muerto, y también, el realizador para el actor, el público para el artista, el psicoanalista para el analizante, el editor para el escritor, el profesor para el estudiante…. y recíprocamente.
Sea cual sea el precio a pagar y el compañero que se escoja, el amor exige el gesto de reciprocidad. Es por esto que el sujeto hablante que busca el amor, está dispuesto a los mayores sacrificios con el fin de obtener del Otro aunque solo sea un signo. Los sombríos kamikazes que ofician en nombre del amor de Dios llevan al extremo este rasgo localizable en los amantes apasionados, prestos al sacrificio de su vida para asegurarse ser amados. Romeo y Julieta son sin duda, más que cualquier otras, dos figuras alegóricas del sacrificio que el amor invoca. Llevan esta cuestión al paradigma: el amor puede hacerse estrago y puede hacer signo, de la misma forma que el odio, de una pasión de la ignorancia decidida.
Pero existe también una forma de amor que hace del deseo su causa final y eficiente (como se expresaría Aristóteles), un amor articulado al deseo, un amor que es bueno sentir y en su caso hacer sentir, un amor articulado al riesgo, a la apuesta, un amor que compromete para lo mejor. Porque si el amor se siente más allá del bien y del mal, hay una dimensión ética en la medida en la que solo existe ética del deseo, como Jaques Lacan ha hecho valer con fuerza.
Puesto que sin embargo hay que darse cuenta de que una sola palabra designa estas dos formas de amor de caracteres antagónicos y efectos opuestos, consideremos que el amor es el sentimiento más apropiado para revelar, al mismo tiempo que lo esconde, la divergencia fundamental que caracteriza la relación entre los sexos, en esencia inconmensurables el uno y el otro, y por ello condenados a no poder relacionarse jamás. Si el amor que lleva al sacrificio pretende llenar este hiato irreducible, el amor movido por el deseo lo tiene en cuenta y se acomoda. El amor puede cubrir y agotar el deseo, o bien al contrario promoverlo: he aquí lo que hace la sal y el veneno. Y si existen dos grandes clases de amor, cada uno las siente ambas en proporciones variables.
Para hablar de amor bajo todas sus formas, este número 10 del Diable probablement se ha reunido con algunas estrellas del cine francés, artistas que nos apresuramos a ver interpretar para nosotros las historias de amor las más felices y las más desesperadas, las más simples y las más sofisticadas, una y otra vez. Y queremos creer en estas historias, y queremos creer que los que las interpretan saben arreglárselas con el amor y sus preocupaciones. Esta época supone entonces que los actores poseen un tal saber sobre este tema que las revistas people colocan en su portada los amores reales de algunos de ellos. Pero aquí, nada de cotilleos: los actores nos hablan de ellos y nos enseñan sobre su representación del amor, es decir sobre la manera cómo se las arreglan con el malentendido fundamental que rige las relaciones humanas.
Le Diable se adueña entonces aquí de esta tema forever actual bajo los proyectores de Denis Podalydès, Léa Seydoux, André Wilms, Charlotte Rampling, Anne-Lise Heimburger, Philippe Caubère, Valeria Bruni-Tedeschi, Éric Caravaca, Amira Casar, Dominique Blanc, Arthur Igual y Marina Hands. El dosier de la redacción está dedicado, por otro lado, a la manera de amar en los albores del siglo XXI. Ya que no se ama hoy como se amaba ayer. Esta época imprime su marca hasta en este sentimiento existencial. En cuanto a las crónicas, encontraremos al director Matthias Lanhoff en « La Théatrale », al realizador Patrice Leconte en « Entretien dans le tumulte », al Kremlin en « L’internationale », The Artist en « Derrière l’écran » mientras que Noam Assayag canta al amor en « Apoème ». Una razón para aprender bellas historias sobre el vigor del amor que lleva la voz cantante en la comedia humana.
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¿ SERÁS AMOR…?
Isabel Alonso Martín
Los hombres y las mujeres nos enamoramos ¿ Por qué se produce este acontecimiento?
De Homero a Leonard Cohen pasando por trovadores y demás poetas, el amor ha sido cosa de escritura.
Nosotros analistas, nos orientamos en la enseñanza de Lacan. Aun es un seminario en el que dará vueltas en torno al amor . Algunos apuntes:
1.- » Todo amor encuentra su soporte en cierta relación entre dos saberes inconscientes » añadiendo cuando se refiere a la elección de amor que se trata de « un reconocimiento por signos puntuados enigmáticamente ».[1]
Amor y goce, ¿cómo poder resolver la cuestión del amor cuando parte del goce Uno y de la inexistencia de la relación sexual ?
Cuando se refiere a la demanda de amor apunta al amuro, (homofónico de amor en francés) : « es el amuro, lo que aparece en señales extrañas sobre el cuerpo »[2]
Podemos tratar de entenderlo : los signos de goce, goce que realiza la auténtica pareja del sujeto mediante el plus de goce.
Hay un muro que separa a los sujetos, para que se puedan enlazar, Lacan da una clave: éste plus de goce se puede vestir con el hábito del amor.
Es un hábito, una vestidura que se teje con hilos hechos de síntomas y afectos[3] , de lo más singular de cada uno, como aquel paciente que se enamora de mujeres-niñas, en tanto le resuenan de una manera particular o la mujer que encuentra en la mirada de un hombre, » mirada mágica », un signo de su rasgo propio de « indómita » .
El encuentro amoroso está marcado siempre por la contingencia, los partenaires podrán vislumbrar en ese otro amoroso un saber inconsciente, al que van a responder sinthomaticamente.
2 .- » Un instante da la ilusión de que la relación sexual cesa de no escribirse, durante ese tiempo de suspensión lo que sería la relación sexual encuentra en el ser que habla su huella y su espejismo » Prosigue » el desplazamiento del cesa de no escribirse al no cesa de escribirse, es decir de la contingencia a la necesidad, este es el punto de suspensión del que se ata todo amor »[4]
Esta contingencia del encuentro amoroso, hace creer que la relación sexual existe, disfraza el muro que separa al hombre y a la mujer y ambos creen ojear el espejismo de hacer de dos uno. Este espejismo que se rompe, como en una mujer que acude desconsolada porque se había roto la « burbuja del amor » al comprobar que su novio no respondía a todas sus demandas, algunas imposibles.
El amor surge entre dos, ante la aparición en el otro del amor, de un signo singular algo que se trata de aprehender.
Enamoramiento en un instante fugaz, momento en el que se muestra un trozo del goce del sujeto que hace que otro lo capte y le resuene en su cuerpo, en aquello que le es muy propio y preciado, como « la paciente indómita » que percibió un goce propio que nombró como « salvaje » en ese hombre elegido.
3.- Algo hace signo » en el encuentro en la pareja de los síntomas »[5]. Se abre la posibilidad del amor en « eso » que también está de alguna manera en la singularidad del amado.
Este signo que aparece de una forma fugaz muestra un trocito de real, la marca de una inscripción de una escritura, de una letra.
De como se haga este amor dependerá de esos dos sujetos, tocados y afectados por su síntoma, de su posición en la pareja y de la envoltura que puedan inventar, de como puedan y quieran tejer con los hilos del amor.
El amor es una forma de hacer con el amuro, esta vestidura amorosa separará al partenaire de ser un mero medio y objeto de goce.
El amor también es discurso por tanto también es una escritura, de como dos que se aman escriben el amuro.
Para terminar un fragmento de » Razón de Amor » escrito en 1936 por Pedro Salinas
¿ Serás amor
un largo adiós que no se acaba?
Vivir, desde el principio es separarse.
En el primer encuentro
con la luz ,con los labios
el corazón percibe la congoja
de tener que estar ciego y solo un día
Amor es el retraso milagroso
de su término mismo,
es prolongar el hecho mágico
de que uno y uno sean dos, en contra de la primera condena de la vida.
Tui, 30 de Octubre 2012
Edición de Cartas de Almor: [email protected]