ANUDAMIENTOS 33 Dos textos constituyen nuestra entrega de esta semana. En el primero, Claudia González nos señala la existencia de un nuevo orden simbólico, frágil, subyugado por lo imaginario que circula por medios en las pantallas y los teléfonos móviles. El circuito entre la palabra y el cuerpo es sustituido por un binario desencarnado. El reto para el psicoanalista es hacer existir en inconciente en estas nuevas encrucijadas. En el segundo, María Isabel Uribe retoma otra faceta de la época que corre, e introduce una reflexión a propósito de la aparición de la versión digital de « Cien años de soledad », obra maestra de Gabriel García Márquez. Adolfo Ruiz Nuestra época: Cuerpo y palabra en el orden binario La raíz del orden simbólico en el siglo XXI está en el orden binario, en la ciencia de las combinaciones de los lugares, es decir en las ciencias exactas, aquéllas que enlazan lo real a una cierta sintaxis. Es el juego del azar con una máquina como decía Lacan sobre la cibernética[1]. Esto hace que pensemos en la fragilidad que tiene este nuevo orden simbólico que, en muchas ocasiones, y en los nuevos síntomas, prescinde de la semántica pero yerra lo real en juego. El contacto con los otros, el tono de las palabras, su énfasis, su contenido emocional, queda relegado, quizás borrado. Hay también, digámoslo así, la sustracción del cuerpo de la escena. Hay un no poner el cuerpo pues todo pasa por la pantalla, ya sea del teléfono, ya sea de la computadora. Lo imaginario prolifera a una velocidad que desemboca en la infinitización de los fantasmas a través de lo virtual. Corolario: lo simbólico se desvanece y en primer plano queda lo imaginario y el intento de que una sintaxis sin cuerpo atrape lo real. Así, si la presencia del sujeto ha pasado de lo corporal a lo virtual (¿serán las ausencias las mismas?) y si la palabra ha quedado con su primacía en los teclados, ¿qué lugar queda ahora para el cuerpo atravesado por la palabra? Si, como dice Merleau-Ponty, al describir el fenómeno de la palabra y el del acto de significación, es en tanto que la palabra, pronunciada u oída tiene un sentido, una « carga », que tiene el poder de marcar al sujeto corporalmente o en su « psiquismo inconsciente ». [2] Una marca en lo real, diríamos con Lacan. La palabra tiene un sentido, que el sujeto puede otorgarle cuando en él se implica realmente lo real de su cuerpo de viviente. Es entonces cuando se crea una especie de « circuito », muy distinto del cibernético, entre cuerpo y palabra, pues la palabra marca el cuerpo y el cuerpo marca la palabra. En nuestra época pareciera que ese circuito se crea primordialmente en un orden binario desencarnado, en el juego de las probabilidades, en la cibernética en tanto que nos muestra, según Lacan, la « diferencia entre orden simbólico radical y orden imaginario »[3] pero que es incapaz de situar entre ambos lo real que concierne al parlêtre. Claudia González De Cien años de soledad En la primera semana del mes de marzo del presente año, y con motivo de la celebración de los 85 años de vida del escritor Gabriel García Márquez, se presentó la edición digital de Cien años de soledad. El periódico El Colombiano de la ciudad de Medellín no dejó de referirse al hecho por medio de un artículo en su sección cultural del día Domingo 11 de marzo, donde su autor, Félix Londoño, Director de investigación y docencia de la Universidad Eafit, señala que son la invención y el desarrollo tecnológico los que proveen un hilo conductor a la obra, en la cual se recrea de manera cronológica, alrededor del microcosmos de Macondo, el progreso de la humanidad. En la novela se anuncia que todos los años, por el mes de marzo, arribarían los gitanos pregonando con gran alboroto los nuevos inventos de la humanidad. Es así como el gitano Melquíades llega primero con el imán. Al año siguiente llegarían con el catalejo, la lupa y demás instrumentos de navegación. Luego llegará con el laboratorio de alquimia y muestras de los siete metales correspondientes a los siete planetas. El desarrollo pre-industrial de Macondo se simboliza en la novela con la llegada de los relojes musicales. Igual llega la imprenta junto con el libro como una máquina de la memoria. También llegan los inventos para el entretenimiento, y la búsqueda de José Arcadio Buendía del movimiento perpetuo, aplicando los principios del péndulo « a todo lo que fuera útil puesto en movimiento ». Tanto asombro y frustración no dejaron de traer consigo « trastornos en la calenturienta mente de José Arcadio Buendía, arrastrándolo a un estado de locura tal que decide arrasar con las que hasta entonces habían sido señales claras del desarrollo tecnológico en Macondo ». Años más tarde llegarán el tren y los múltiples asombros de la modernidad. Cierra la novela con una convulsionada modernidad tecnológica e industrial que con la siembra de banano a manos de empresas foráneas, finalmente deriva en el arrase simbólico de Macondo y del último de los de la estirpe de los Buendía. Al hacer la presente reseña, no dejo de preguntarme por el orden simbólico en el siglo XXI y si García Márquez ya se estaba anticipando a lo que ocurriría en el mismo en su novela. Pero el artículo lo causa la edición digital de la misma. Umberto Eco, al referirse al futuro del libro, en otro artículo del periódico mencionado, manifiesta que no puede asegurar que la versión en papel de una novela sea más divertida de leer en la playa que en su versión electrónica. Así las cosas, será recomendable para el analista del siglo XXI, hacerse el partenaire de lo que sea más divertido o de lo que constituya la causa de goce particular en el sujeto que le consulta. María Isabel Uribe
[1] Lacan, J. (2004). Psicoanálisis y cibernética, o de la naturaleza del lenguaje.En: El Seminario: Libro 2, El Yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica. 9ª reimpresión. Paidós: Buenos Aires.
[2]Merleau-Ponty, M. (1957).La fenomenología de la percepción. FCE: México.
[3] Lacan, J. (2004). Psicoanálisis y cibernética, o de la naturaleza del lenguaje. En: El Seminario: Libro 2, El Yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica. 9ª reimpresión. Paidós: Buenos Aires.