No hay relación sexual VII Jornadas de la NEL El sexo y el amor en el siglo XXI, ¿de qué satisfacción se trata? Medellín, Octubre del 2012 No. 6 Febrero 4 del 2012 Moderador Piedad de Spurrier ( [email protected] ) Todos los miembros y asociados de la NEL están invitados a participar en este boletín con sus textos, comentarios, notas y observaciones sobre los temas del debate. Éstos pueden ser enviados a la moderadora.
Presentación La elaboración de las ponencias clínicas (casos) que se discutirán en octubre durante las Jornadas de Medellín, podrá también apoyarse en adelante en textos de los analistas de la NEL preparados con el propósito de contribuir al trabajo de los ponentes. En efecto, un amplio grupo de miembros de la Escuela está discutiendo actualmente en diversos carteles conformados por la Comisión Científica del evento con ese objetivo. NRS inicia hoy la difusión de tales textos, y lo hará con una frecuencia regular, hasta el mes de octubre. Serán textos cortos y tienen como objetivo examinar uno u otro tópico, o bibliografía, que el tema del sexo y el amor en el siglo XXI plantean. En esa perspectiva presentamos el primer producto de los carteles. Se trata de un artículo breve elaborado por la Coordinadora de las Jornadas y Directora de la NEL-Medellín, Claudia Velásquez, en torno al texto de Freud El tabú de la virginidad, en el marco del cartel que discute el eje No. 1, « La disimetría entre el amor y el goce ». Se inicia así igualmente la discusión del tema de las Jornadas por este medio. NRS divulgará también aquellos textos que lleguen a Piedad de Spurrier, moderadora del boletín, a propósito de uno u otro aspecto de las Jornadas, o que desee referirse a uno de los artículos aquí publicados, o a temas conexos, a partir de las posibilidades y criterios de difusión que tiene el boletín. Comisión Científica Mujer: alteridad y tabú Comentario al texto El tabú de la virginidad, de Freud, con el apoyo del capítulo « Tabú de un goce » en Los divinos detalles, de Miller [1] Claudia Velásquez Para el examen de la relación entre el amor y el goce, el texto freudiano El tabú de la virginidad, propone algunos planteamientos orientados por la perspectiva de lo femenino en tanto alteridad, a lo cual el tabú viene como respuesta que protege por el peligro que la diferencia representa, puesto que ella se funda, como lo indica Miller, en la castración como falta en tener; tabú que se extiende a la mujer, a lo femenino, al goce. 1.-Las condiciones para la elección del objeto de amor Tomando como punto de partida la virginidad, Freud plantea las condiciones de elección del objeto de amor, en relación con la sexualidad de la mujer. Es decir, amor a la virgen en tanto no sabe de los goces de la sexualidad, con otro. Del lado de la mujer, este punto de partida de la virginidad determina el enlace de la dependencia del objeto de amor con la sexualidad, es decir, ella dependerá de aquel que la desflore; en otras palabras, se produce la « servidumbre sexual ». Ella supera las resistencias levantadas sobre la sexualidad, cuya magnitud determinará dicha dependencia: a mayor magnitud de resistencia levantada, mayor dependencia; además, esta magnitud se caracteriza por ser concentrada y única. 2.-Castración por la diferencia Partiendo igualmente de la virginidad, con su correspondiente desfloración, y con el recurso del estudio de los primitivos (lo arcaico, de lo cual dice Miller es el nombre freudiano de lo éxtimo), Freud presenta a la mujer misma como tabú, entendiendo por tabú aquello que se erige ante un peligro y por tanto aleja y hace ajeno al otro que lo encarna. Así, la desfloración (rompimiento del himen) es evitada por aquel « primitivo » que aspira ser compañero duradero de la mujer, y esta evitación es la exteriorización de « un horror básico a la mujer ».[1] El tabú de la virginidad es la vía que le devela a Freud una paradoja: el primer acto sexual, liga la mujer al hombre, pero de otra parte, causa en ella la hostilidad hacia él. Freud encuentra allí « un poder contrario al amor, que desautoriza a la mujer como ajena y hostil »,[2] incomprensible, misteriosa… Ese poder contrario hace referencia a la castración, de la cual el hombre teme contagiarse; horror a la diferencia. La hostilidad de ella dada por la desfloración se explica por el sentido de afrenta narcisista (destrucción de órgano) que la deja con menor valor sexual. Y por la insatisfacción allí producida. 3.-Sexualidad enlazada a la prohibición Miller subraya como lo que Freud expone en su texto, es cómo la sexualidad femenina se enlaza con la prohibición; la satisfacción sexual cae bajo la prohibición: el objeto de la satisfacción siempre será sustitutivo, no será el original, « no es el buen objeto para el goce » señala Miller; lo que se da no coincide con lo esperado. La prohibición hace que el objeto se sobrevalore; así, la sobre estimación del hombre es condición de la elección del objeto de amor. Ella mide su objeto, al hombre, con el falo, lo cual deja una falta-en-gozar. En el primer encuentro sexual se activan mociones no femeninas, se activa lo masculino entendido como « querer ser varón », dicho en otras palabras: la envidia del pene; envidia del pene que está en relación con la afrenta narcisista. 4.-La alteridad de la mujer El tabú de la virginidad, de la mujer, es respuesta a la alteridad, a lo que la mujer representa como no identidad; lo Otro para el hombre. Esa alteridad se funda en la castración como falta en tener. De esta lectura que hace Miller de El tabú de la virginidad, se desprenden no pocas consecuencias. Respecto a la vida amorosa, está la pregunta por cómo un hombre puede hacer pareja con lo no semejante que es amenaza de peligro. Para ello sería necesario uno que no se dejará turbar por la castración, por los signos y marca de alteridad que su objeto de a ver, uno cuya condición de amor sea la castración misma y en ella encuentre satisfacción. Esta posición masculina deja ver cómo ingresa en la vida amorosa la dialéctica tener-no tener. Ahora bien, esta castración no se presenta sin velo, y llevar el velo, aquel que indica un hay que no niega el no hay, implica un emparejamiento fálico; es decir, el hombre no hace pareja con la alteridad sin producir sobre ella una cierta regularización: « Estas condiciones de amor son diversas maneras de… emparejar la alteridad de la mujer, de domesticarla, de regularizarla, sin hacerla desaparecer ».[3] La mujer del Otro, es otra manera de mantener la alteridad y a la vez regularizarla. 5.-Amor contemporáneo Semejanza, vía el falo, y alteridad como diferencia, están en juego en las condiciones de amor. Convendría entonces examinar el lugar de la alteridad y lo semejante en los vínculos amorosos contemporáneos. Notas: [1] Sigmund Freud, El tabú de la virginidad, en Obras completas, vol. XI, Amorrortu, p. 194. [2] Sigmund Freud, El tabú de la virginidad, en Obras completas, vol. XI, Amorrortu, p. 194. [3] Jacques-Alain Miller, Los divinos detalles, Paidós, Buenos Aires, 2010, p. 107.