XII CONVERSACIÓN CLÍNICA DEL ICF Barcelona, 3 y 4 de Marzo de 2012 El final _____ Flash
“El espejismo de la verdad, de la que sólo la mentira hay que esperar (en eso que se llama en términos corteses la resistencia) no tiene otro término que la satisfacción que marca el fin del análisis”. |
Prefacio de la Edición inglesa del Seminario XI. Autres Ecrits, pág. 572 |
Esta frase pertenece a un texto breve y conciso en el que Lacan da la ultima vuelta de tuerca a su invención del Pase. Nos referimos al “Prefacio a la edición inglesa del Seminario XI” de 1976. Desde está nueva perspectiva, el final del análisis se dirime en torno a una particular relación entre dos términos: verdad y satisfacción. Si en la “Proposición…” del 67 lo fundamental era afrontar la verdad so pena de ridiculizar el saber extraído en la cura, ahora de lo que se trata es de salir del espejismo de la verdad. Una verdad que incluye en si misma la mentira. El analizante busca esa verdad que vendría a explicar la causa de su sufrimiento y hasta el sentido de su existencia. Corre tras ella, intentando descifrar un inconsciente que, traficando con la verdad, se le escapa como agua entre las manos. Carrera infinita pues el inconsciente no conoce la amistad y se burla de aquellos que quieren extraerle un sentido a base de estar atentos a sus manifestaciones. La atención a las formaciones del inconsciente, que es necesaria para iniciar un análisis, lo condena a su infinitud si el analizante queda seducido por los espejismos de la verdad. Notemos de pasada que un espejismo es una ilusión óptica en la que los objetos lejanos aparecen reflejando en la superficie una capa liquida que, en realidad, no existe. El análisis que persigue la verdad ligada al sentido se convierte en una especie de travesía del desierto sin satisfacción posible, porque todo oasis es un espejismo. La cortésmente denominada “resistencia” revela la imposibilidad de que lo real pueda ser tomado mediante la verdad. Dicho de otro modo: el goce que satisface al cuerpo del parlêtre se sitúa en una zona de la existencia donde la verdad no funciona. Solo puede encontrarse un final posible cuando “el espacio de un lapsus, ya no tiene ningún alcance de sentido (o interpretación), tan sólo entonces puede uno estar seguro de que está en el inconsciente. Uno lo sabe, uno mismo [soi] » (1). Uno mismo, sin el Otro, por tanto sin la transferencia puede establecer una relación distinta con el inconsciente “saber que se está en el inconsciente” es lo contrario a “interpretar el inconsciente” y es entonces cuando adviene un nuevo modo de satisfacción. El saldo cínico puede estar muy próximo a esta satisfacción, pero no se confunden (si es que ha habido fin de análisis) porque la reducción de la verdad no implica su quebranto absoluto y está sigue cumpliendo una función indispensable en la cura. Apresar lo real mediante la verdad es imposible y además la convierte en una mentirosa que elucubra interpretaciones en busca de sentido, construye ficciones y nos cuenta historias para dormir. Solo se despierta a lo real divorciándose de los amores con la verdad y, por ende, de la creencia en el Otro que la garantiza. ¿Por qué después de haber llegado a este punto de no retorno, uno querría “dar fe” de la verdad mentirosa a través del Pase? ¿Qué diferencia hay entre la novela que cae al final de la cura y la hystoria que se construye en el Pase para los Otros de la comunidad analitica? NOTAS (1) Lacan, J.: « Prefacio a la edicción inglesa del Seminario XI »