Nuevos POST del 3 de Enero al 5 de Febrero 2012
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Las películas de Aki Kaurismäki me conmueven, me dejan sin palabras.
Director de una exquisita sensibilidad. Su apuesta estética nos lleva al límite
de una belleza casi insoportable. Con él, el bla-bla-bla del lenguaje se ha suicidado.
“Això no es una imatge”, con este título Miquel Bassols nos pertrechó
de una clave para bien leer la Proyección de una de las propuestas videográficas
de Perejaume, “La màquina d’alè”, (La máquina de aliento). En palabras del
propio Bassols, “un gusto presentar y comentar una de las obras videográficas que
me han parecido más interesantes de Perejaume, tan cercana como es su
experiencia a lo que el discurso analítico nos enseña”.
Otra manera de encontrar y celebrar la presencia del psicoanálisis en la ciudad.
El abuso a menores, de creciente actualidad, ponen sobre la escena
-entre otras cosas- el lugar del niño como blanco de venganza, ataque,
maltrato y violencia mortal. Abundan numerosos ejemplos asociados con el crimen,
la pedofilia, la prostitución, el trabajo infantil etc. Todos ellos tienen en común excesos
sin medida dirigidos al menor. La utilización del niño como objeto de goce del adulto
está lamentablemente a la hora del día, causando estupor y sublevación.
El psicoanalista Iván Ruiz Acero afirma que el autismo es un tema tan complejo que,
en el momento en el que se presenta una u otra alternativa -escuela ordinaria,
escuela especial- «el fracaso está asegurado».
El ruido, en un espacio de silencio obligado como un concierto, un funeral o
una conferencia, es una transgresión que puede resultar muy molesta
si bien nuestra época, en general, soporta mal el silencio. Hay que señalar que no
todos los silencios son iguales, hay el silencio voluntario que permite escuchar al
otro y el silencio del que no puede romperlo por inhibición o vergüenza.
Y hay también el silencio que no cesa de hablar,
aunque su ruido sea perceptible sólo ocasionalmente.
Para simplificar la pregunta planteada por la aproximación de lo simbólico
y del orden, y por lo tanto, de las consecuencias de los cambios sufridos
por los dos términos en la “civilización” contemporánea, intentaremos tomar
como referencia la antropología estructural de Levy-Strauss.
Él propone tres ejes del lenguaje: la metonimia (tiempo lineal, reversible),
la metáfora (sincronía, irreversible) y el mitema (sincronía que dura un
período de la historia humana).
Por ejemplo, si la velocidad en la locomoción expande el área sobre la cual
las personas se ven obligadas -subrayo el término- a trasladarse. Entonces,
la prisa injertada en el aparato inventado le permite un beneficio que inmediatamente le sustrae,
pues se ha distanciado del lugar, ahora, residencial, donde fue llevado a vivir.
En otras palabras, lo próximo adhiere a lo lejano del mismo modo que lo ínfimo a lo duradero.
Para usar una bella expresión de Heidegger, El progreso desaloja.
¿Cuál es la particularidad de la transferencia en el psicoanálisis?
Parece importante hacerse esta pregunta en la época del Otro que evalúa y programa,
allí donde el psicoanalista no tiene más que la interpretación para operar.
Cuando Freud descubrió la transferencia, se sorprendió ante la fuerza del
amor experimentado por el analizante desde el comienzo mismo del análisis.
El señaló “el carácter verdadero” de dicho amor.
No sufrir por amor, ¿puede imaginarse esto? Puede que efectivamente no nos sea
posible eludir todo el dolor que esto comporta pero no siendo el Otro todo,
el dolor se vive en proporción al trozo perdido. Sabemos que una vida muy
pegada a otro es una vida que disminuye la vista y nos aumenta los pesos.
Hubo parejas que, en el pasado, se formaron sin amor, solo por convención, y convivieron decenios.
¿Por qué no imaginar, en los próximos decenios, amores frecuentes sin la continuidad de la relación?
La tradicional e idealizada imagen del médico que, obedeciendo tan solo al noble
juramento hipocrático, pone todo su empeño en la curación del enfermo
o en el alivio de su dolor, quedó definitivamente cuestionada a partir de las
dos tragedias que conmovieron el siglo pasado: el totalitarismo nazi y el soviético.
Tanto en uno como en otro la participación, o mejor dicho la confabulación,
de la medicina con las prácticas más abyectas de los campos de concentración
y exterminio debería haber bastado para arrojar sobre ella una indisimulada e irreversible pátina de vergüenza.
Las redes sociales (Facebook, Twitter) son hoy el paradigma de un tipo de lazo
-terapias “online” incluidas- donde el cuerpo se escabulle produciendo una pseudo
intimidad y de paso un ahorro del compromiso. Se puede decir cualquier cosa sin
hacerse responsable de ello y por eso esta conversación virtual está llena de llamadas
“perdidas”, citas que no llegan a término o finalizan pronto con decepción.