A treinta años de la muerte de Jacques Lacan
El psicoanalista y consejero cultural de la embajada argentina en España, Jorge Alemán, piensa que la práctica psicoanalítica, pasados treinta años de la muerte de Jacques Lacan, instaló definitivamente en el mundo de las ideas y la salud mental el cuestionamiento sobre la figura del analista como identidad estable y obligó a repensar qué se dice cuándo se habla de cura analítica.
En diálogo con Télam desde Madrid, no sólo reivindicó la herencia de Lacan sino que señaló la necesidad de profundizar su enseñanza en los aspectos más radicales, contra la cantidad de impugnaciones al psicoanálisis que proliferan todos los años, siempre bajo las mismas prerrogativas positivistas, más allá de las etiquetas.
Alemán nació en Buenos Aires en 1951; se exilió en España en 1976, donde además de psicoanalista, es, desde 2004, consejero cultural de la embajada argentina en ese país. Es profesor honorario de la Universidad de Buenos Aires (UBA), y miembro de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis del Campo Freudiano en España (ELP) y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP).
Publicó, entre otros libros, « Cuestiones antifilosóficas en Jacques Lacan »; « Lacan: Heidegger »; « Inconsciente: existencia y diferencia sexual »; « Lacan en la razón posmoderna »; « Notas antifilosóficas »; « El psicoanálisis y la experiencia del fin »; « Para una izquierda lacaniana » y « Lacan, la política en cuestión ».
-¿Qué ha cambiado en el mundo del psicoanálisis, su teoría, su práctica, en estos treinta años desde la muerte de Lacan?
-Se podria afirmar que se ha llevado a cabo una transformación radical del espíritu del psicoanálisis. Después de Lacan, la experiencia analítica es definitivamente algo más que una terapéutica; su concepción de la cura promueve una apertura a un « saber hacer con lo incurable de cada uno » que se inscribe en la tradición de las auténticas apuestas existenciales. A su vez, su idea de Escuela, diferente de una mera institución o sociedad profesional, concebida como un colectivo que se interroga por la existencia de la figura del analista en nuestro tiempo, vuelve a la práctica analítica un desafío permanente.
-Los ataques del cognitivismo o de filósofos como Michel Onfray a las figuras de Lacan y de Freud, ¿tienen o pueden tener efectos sociales más allá de algunos que podrán suponerse?
-Esos ataques reiterados pertenecen a la misma vida del psicoanálisis. Una política seria en la transmisión del psicoanálisis debe tener en cuenta, que con mayor o menor intensidad, siempre existirán rechazos de distinto tipo.
-Lacan dijo alguna vez que el psicoanálisis podía desaparecer, pero la religión nunca.
-En efecto, la presencia insoslayable del sentido en la época de la Técnica vuelve a demostrar que el psicoanálisis, a diferencia de otras prácticas psi, nunca tiene asegurada su presencia en el mundo como una realidad necesaria, al ser una práctica a contrapelo del sentido y sus derivas contemporáneas en el mercado de la autoayuda u otras sabidurías del « yo ». El psicoanálisis está siempre alcanzado por la contingencia de lo que nunca está garantizado en su devenir.
-En un mundo global, o parcialmente global, ¿qué cree usted pensaría Lacan de la llegada del psicoanálisis al Japón, o a Cuba, culturas refractarias, por distintas razones, en su momento, a la entrada de ese discurso?
-No sé hasta qué punto son refractarias. En el caso de Japón, en su día se hablaba de dificultades relativas a la misma configuración de su lengua. En el caso de Cuba, no veo de entrada ninguna razón estructural. En cualquier caso, el inconsciente trabaja en todos los hablantes, o en casi todos, no así la transferencia y el dispositivo analítico.
-¿Por qué se habla en ciertos círculos de la « ilegibilidad » de Lacan?
-En el mundo contemporáneo han existido muchas ilegibilidades relevantes: la de Hegel, la de Heidegger y también la de Lacan son aquellas que luego se revelan como muy fecundas cuando se encuentra el orden de lectura pertinente. En esos casos, la ilegibilidad no es un capricho o una veleidad. Es, más bien, una indicación sobre el asunto que se está tratando y la disciplina textual que hay que construir.
-¿Existe una política del psicoanálisis? ¿Cómo la definía Lacan?
-Brevemente, es aquella que intenta, sean cuales fueran las circunstancias de una civilización, que haya analista.
-Jacques Alain Miller, ¿es un intérprete, un lector, un transmisor de la obra de Lacan? ¿Es sólo eso? ¿No podría decirse que es alguien que testimonia de su herencia, y que inventa un nuevo modo de intervenir analíticamente?
-Coincido con esa apreciación, y agregaría que gracias a él, la política del psicoanálisis en el sentido de Lacan ha podido continuar.
-El malestar en la cultura, en su opinión, ¿cómo podría o dónde podría situarse en la actualidad?
-Sin dudas, en los impasses crecientes del capitalismo en su extensión mundial.
-¿Cómo piensa usted la relación entre el psicoanálisis y la izquierda? Lacan ¿no era escéptico respecto de la cuestión emancipatoria?
-Radicalmente escéptico, pero ese escepticismo contiene elaboraciones preciosas si aun la izquierda desea separarse de la metafísica que la dominó durante el siglo XX, en particular en relación al problema del « sujeto ».
-Finalmente, en qué sentido, si es que lo hizo, Lacan prefiguró a la biopolítica, hoy tan en boga?
-Lacan siempre intentó pensar la relación entre la vida del cuerpo y los discursos que rigen una época. Pero a su vez, no hay que olvidar que a diferencia de Foucault, que rechazaba la herencia freudiana de la « pulsión de muerte », intentó pensar cómo en la vida existe algo que la excede (pulsión de muerte, plus de gozar o repetición). Lo no vivo en la vida excede al marco biopolítico pensado inicialmente por Michel Foucault.