La salud para todos no sin la locura de cada uno (a la luz del psicoanálisis) 11 y 12 de junio, 2011 Rio de Janeiro Hacia el V ENAPOL Nº 7 Queridos colegas, enviamos a continuación cuatro interesantes contribuciones que nos han hecho llegar Gustavo Stiglitz, Ana Simonetti, Osvaldo Delgado y Héctor Tarditti. El análisis de un graffiti, la actualidad de una referencia lacaniana para situarnos en los debates que promueve la actual ley de salud mental y dos comentarios acerca del « no sin » del título del Encuentro, son algunas de las cuestiones que nos invitan a pensar las cuatro contribuciones que publicamos hoy. Esperamos vuestros aportes, y les recordamos visiten la web del ENAPOL (www.ebp.org.br/enapol) donde encontrarán toda la información relativa al Encuentro. Un saludo cordial, Fernando Vitale Secretaría Científica ENAPOL-EOL Marina Recalde Dirección Ejecutiva ENAPOL-EOL Comisión Organizadora en Argentina: Marina Recalde (Dir. Ejecutiva) Fernando Vitale (Sec.Científica), Alejandra Breglia (Tesorería e Inscripciones), Alejandra Glaze (Librería), Viviana Mozzi (Web). Enlaces con las Secciones: Roxana Chiatti (Sección Córdoba), Elvira Dianno (Sección Santa Fe), Daniel Perretta (Sección Rosario) Traducciones: Flávia Seidinger CONTRIBUCIÓN DE GUSTAVO STIGLITZ
“Una esquina de locura”
En una esquina de Buenos Aires cercana a mi consultorio – intersección entre las calles Perón y Gallo, para los locales – se lee en la pared: “somos esclavos de los pensamientos” Así como nosotros nos damos ejes temáticos para nuestros encuentros y jornadas, los graffiti también siguen los suyos: ideológicos, comunidades de goce, humor, declaraciones de amor y otros. El que refiero lo ubicaría como declaración de una certeza a la que le podemos suponer cierto malestar, pero no es seguro. No sabemos nada del sujeto que lo escribió, pero sí de su escrito. Y de una particularidad del mismo. Podría decir “somos esclavos de nuestros pensamientos” o “soy esclavo de mis pensamientos”. Pero no. Es claramente una referencia impersonal: los pensamientos. Hay una verdad en ello: estamos tan presos de nuestros pensamientos – es decir, del significante – como de nuestro cuerpo. Pero, quién escribe? Escribe, justamente, ese trabajador incansable que busca articular como puede dos campos tan heterogéneos entre sí, como son el significante y el cuerpo: el parletre. Que enseña el muro en cuestión? 1-Que lo que se escribe es el borde que cada uno trazó entre – y que los articula – ambos campos. Ubicarse como esclavo de los pensamientos es entregar el cuerpo al goce de lalengua. Pero escribir de eso abre otras posibilidades. 2-Que la ciudad – sede de los universales que dictan las modas – aloja la locura de cada uno, que a su vez agujerea lo homogéneo del gusto colectivo. El escrito en el muro de Perón y Gallo es la manifestación de una discontinuidad en el Otro de la vida de la ciudad. 3-Que quién ha ido más allá de la paranoia moderada, puede encontrar en el mismo Otro que se ha desencadenado una superficie en la que inscribirse, habitarla y hacerse reconocer. 4-Que solo el discurso analítico – su presencia en la ciudad – le hace lugar a la locura singular invirtiendo los efectos de segregación en oportunidad de alojar la loca singularidad. Ser esclavo de los pensamientos – de los de cada uno – ¿quién no ha pasado por allí? ¿Quién está seguro de que se ha salido?
CONTRIBUCIÓN DE ANA SIMONETTI Los psicoanalistas de la orientación lacaniana no dejamos de estar de alguna manera vinculados a las instituciones de Salud Mental. Y eso, a pesar de la interpretación de Lacan, que en Televisión nos dio una indicación. Ante la pregunta de qué hacen los psicoanalistas mientras los otros psi cargaban las miserias del mundo como trabajadores de la SM, respondió que aunque sea para protestar, se colabora igual con el discurso que la condiciona. Me ha pesado siempre esta interpretación y debo decir que opera en mí como un alerta a las tentaciones del amo SM, que, cada vez más desentendido de su responsabilidad social, encuentra en el hacer de los psicoanalistas de la OL, y de nuestras instituciones, lo serio. No es de extrañar entonces que nos tienten con ofertas variadas. La reciente ley promulgada a nivel nacional y también a nivel provincial (Córdoba) tiene la astucia de dividir las opiniones de los psicoanalistas en relación a diversos puntos, pero respecto a uno de ellos, por cierto, ¿quién se opone al derecho humano que le corresponde a un paciente? Ahora bien, ¿quién determina cuál es ese derecho, ligado a lo singular? Considero que no es apartándonos de las instituciones que velamos por sostener los rasgos del psicoanálisis y su porvenir, sino, si estamos en ellas, cada vez, en cada contingencia, cómo hacer escuchar esa orientación, cómo hacer con la función que nos es posible desplegar. CONTRIBUCIÓN DE OSVALDO DELGADO “El « no sin » Freudiano” El tema de nuestro próximo ENAPOL, da cuenta de una hiancia en un ideal de la Modernidad: “La salud para todos”. “No sin la locura de cada uno”, barra de la buena manera el “todos”. Pero es necesario despejar dos cuestiones: En la post-modernidad, se trata de la salud para todos los que puedan pagar. “No sin la locura de cada uno”, no sólo barra el para todos, sino que radicalmente, produce un cambio de significación en el concepto de salud. Nuestro “no sin”, hace caer el valor ideológico de lo que se entiende por salud. Además, no es el mismo “para todos” hoy, en Europa. Estados Unidos y en Latinoamérica. La reinstitución del valor del Estado, en nuestro subcontinente, que había sido prácticamente desvastado en la década del noventa, marca una perspectiva diversa. Por otra parte, además de las innumerables veces en que Freud se refiere a que el análisis no busca ninguna “normalidad ideal”, sino la subsistencia de las pasiones que pueden implicar nuevas elecciones, acentuando lo singular, hallamos un párrafo maravilloso en el texto Neurosis y psicosis: “Y además: el yo tendrá la posibilidad de evitar la ruptura hacia cualquiera de los lados deformándose a sí mismo, consintiendo menoscabos a su unicidad y eventualmente segmentándose y partiéndose. Las inconsecuencias, extravagancias y locuras de los hombres aparecerían así bajo una luz semejante a la de sus perversiones sexuales; en efecto: aceptándolas, ellos se ahorrarían represiones.” (S. Freud: Neurosis y psicosis (1923 [1924]) A. E. T. XIX 1988, pág. 158). Aquí “perversiones” no refiere a estructura, sino que nombra a las llamadas pulsiones parciales. Además, aceptándolas, que implica una operación respecto al fantasma, al Ideal del Yo y al Superyó; da cuenta a mi entender, de la nueva alianza con el goce del que nos habla J. A. Miller. Este “consentir” el menoscabo a la unicidad yoica, Freud lo va a llamar en “Esquema del psicoanálisis”, una ventajosa alteración del yo producto del análisis mismo. Efectivamente, nombro una correspondencia entre el “aceptando sus perversiones sexuales” y lo que denominamos con Lacan identificación al síntoma. CONTRIBUCIÓN DE HECTOR TARDITTI Los colegas de Río de Janeiro nos dicen de que la ciudad está muy linda. Ojalá podamos llegar a la “ciudad maravillosa” y a la “salud para todos”. Esto último es complicado. ¿Que alcance tiene el título del Encuentro, en su primer tramo, esto es, “salud para todos”? ¿Sirve, es útil plantearlo así? Creo que rápidamente surge lo obvio: es la pata, el puente que vincula al psicoanálisis con la comunidad, el discurso social, los planes de salud, la utilidad pública, etc. ¿Quien cree en la “salud para todos”? Los psicoanalistas no, pero ese imposible nos hace trabajar. Los políticos tampoco creen. Creo que se trata de una ficción admisible para los presupuestos político-económicos. Pero el “pobrerío” es un componente “natural” de la realidad, Para los políticos de mi país, plantear “salud para todos” podría ser un excelente slogan. Pero el histórico “granero del mundo” no ha servido a tal propósito. Me permito jugar con la quizás vana ilusión de que con el nuevo mar de petróleo de Brasil y el subsuelo de litio de Bolivia, por ejemplo, mejoren las cosas. Si los psicoanalistas ya nos encandilamos una vez con una supuesta autonomía del psicoanálisis aplicado, no estamos exentos del riesgo de quedar fascinados por una posible “salud para todos”. De todos modos, se puede sostener el planteo de “salud para todos” a condición de pensarlo al estilo de la fascinación que nos promueve el goce femenino. Es muy interesante el resto del título del Encuentro, el “no sin la locura de cada uno”. Resto del título que, entiendo, no debería ser ningún resto liviano, sino resto fecundo, potente, que incida con su singularidad y peso de goce de “la locura de cada uno” para que, retroalimentando el planteo, la “salud para todos” no sea un cálculo presupuestario o estadístico, sino un efecto de la retroacción de la “locura de cada uno”, en la línea de lo que plantean algunos colegas que me anteceden en las lecturas previas al Encuentro, por ejemplo, pensar la justicia y le educación “no sin”. De lo contrario, el resto seremos nosotros luego de que pase la maquinaria cuantificadora.