martes, 21 de diciembre de 2010, a las 20’30h
en la Sede de la Comunidad de Madrid de la ELP
Jacques Lacan propuso en el año 1967 a aquellos que le habían seguido en su formación y en la constitución de su Escuela, una nueva manera de abordar la problemática del final del análisis y su articulación con la sociedad de los analistas. El Pase es desde entonces el dispositivo, la invención y la apuesta mediante la cual, los psicoanalistas orientados por la enseñanza de Jacques Lacan y reunidos en las Escuelas que forman la Asociación Mundial de Psicoanálisis, tratamos de cernir el resultado de una experiencia analítica en lo que tiene de más singular para hacer avanzar, a partir de este trabajo, el psicoanálisis mismo.
Esta manera de abordar los efectos de esta experiencia que supone un análisis llevado hasta su término y de vincular sus resultados a la investigación, la transmisión y la organización de los psicoanalistas, forma parte de la radicalidad subversiva que hace vibrar al psicoanálisis, en una época atravesada por corrientes poderosas que abominan de la subjetividad, de lo real, y de las paradojas de la verdad y del goce.
El debate sobre el Pase trasciende por ello el ámbito de lo privado en una Escuela, al emplazarse en este inicio de siglo como un elemento intratable para la ideología de la evaluación.
El testimonio de Araceli Fuentes lleva por título: « Un duelo escrito en el cuerpo »
El acto será presentado por Joaquín Caretti, nuevo Director de la Comunidad de Madrid de la ELP y coordinado por Carmen Cuñat, Presidenta de la ELP.
Se finalizará con un brindis organizado por la nueva Junta directiva de la Comunidad de la ELP de Madrid y por el NUCEP.
Quiero comenzar transmitiendo mis felicitaciones a Araceli Fuentes y Pilar González por haber sido nombradas Analistas de la Escuela, y anticiparos la noticia de que tendremos el placer de escuchar el primer testimonio de cada una de ellas el próximo martes 21 de diciembre en nuestra sede.
Mis agradecimientos a todos aquellos que han colaborado en la organización de las Novenas Jornadas de la ELP: Pilar Berbén, Carmen Bermúdez, Ana Castaño, Santiago Castellanos, Joaquín Caretti, Marta Davidovich, Gustavo Dessal, Alberto Estévez, Beatriz García, Ariane Husson, Esperanza Molleda, Silvia Nieto, Luis Seguí y Mónica Unterberger.
Mi alegría por haber podido finalizar este periodo de dirección con la producción del primer número de la nueva revista de Madrid “Letras”, dirigida por Andrés Borderías. Revista que espero se prolongue largamente en el tiempo y se constituya en una referencia importante para el psicoanálisis de habla castellana.
Un agradecimiento especial a Carmen Bermúdez, que durante estos dos años se ha hecho cargo del enorme trabajo que implica sostener la librería y que ha sabido movilizar a un gran equipo.
Una mención especial a Marta Davidovich que, contra viento y marea, ha sido capaz de editar la Brújula todas las semanas.
El reconocimiento a todos los miembros y socios de la comunidad de Madrid que han participado en las distintas comisiones encargadas de poner en marcha y de sostener las actividades de la sede: Las Noches de la Escuela, las Noches Clínicas, las Noches del Pase, el Psicoanálisis con niños.
La vida institucional de Madrid ha sido incesante, siendo uno de sus pivotes fundamentales La Biblioteca. Su director, Luís Seguí, supo formar un equipo capaz de construir un gran dispositivo de extensión del psicoanálisis.
Finalmente, quiero poner el acento en el reconocimiento a mis compañeros de Junta Directiva: Mónica Unterberger, Luis Seguí y Santiago Castellanos. El trabajo realizado ha sido el resultado de una intensa colaboración y acuerdo entre los que constituimos la Junta, nos queda ahora una amistad aún más reforzada.
Quisiera concluir estos dos años de dirección de la Sede de Madrid con unas palabras que no sean un puro trámite sino que, como suele decirse, procedan del corazón.
No es la primera vez que participo en las instancias de nuestra institución. A lo largo de los casi treinta años que llevo en el psicoanálisis lacaniano, he formado parte de los movimientos iniciales que constituyeron la prehistoria de la ELP, he sido partícipe de su fundación y acabo de celebrar con todos los colegas su décimo aniversario.
Todas las implicaciones en lugares de cierta responsabilidad me dejaron un saldo personal, pero ninguna ha tenido una repercusión subjetiva tan importante como la que en este momento finaliza.
Hoy, después de hacer la experiencia de dirigir la sede, puedo llegar a recomendarla. No es un camino fácil, como podéis imaginar, pero tampoco es un infierno. En todo caso hay una ganancia personal que no tiene que ver con el reconocimiento del Otro, sino con la posibilidad de calibrar de otra manera lo que suponer formar parte de la Escuela.
Esta Escuela que, como todos sabemos, tiene sus síntomas y sus oscilaciones, ante los cuales debemos mantener un espíritu critico. Lo decisivo es que el cuestionamiento provenga de criterios analíticos, y no de la tendencia mezquina de lo imaginario, siempre presta a gozar de la visión de la paja en el ojo ajeno, mientras se ignora la viga que habita en el propio.
Nadie está libre de esta disposición narcisista tan humana, pero creo que todavía cabe esperar que el paso por la experiencia analítica nos permita ir más allá de la misma. Que estemos analizados no puede ser algo baladí y, a mi modo de ver, tiene que notarse en nuestro modo de relacionarnos.
Después de ser la directora de una de las Sedes de la Escuela he verificado de primera mano cuales son las dificultades propias de su funcionamiento, y eso me lleva a ser más tolerante con los juicios que pueda emitir sobre los que me precedieron y sobre los que me sucedan en este cargo.
El propio término “funcionamiento” me parece digno de reflexión. Porque no estamos en el discurso del amo, tomamos el síntoma en lo que éste tiene de verdad que nos concierne, sin dejarnos llevar por el imperativo del “ que todo funcione”. Sin embargo, el síntoma también comporta un modo de goce inútil que tiende a eternizarse y que, si no sabemos qué hacer con él, se constituye en una fuente de malestar. Estando en la dirección de la Sede no se debe permitir que este goce estéril gane la partida. Dirigir no puede ser un ejercicio de dominio, uno delega en las distintas comisiones que se crean al principio y que después actúan con absoluta autonomía. Para mi dirigir ha sido fundamentalmente velar por que se creen las condiciones para que la vida institucional funcione y siga adelante.
Este ha sido mi norte sin que lo hubiera previsto. Me encontré de entrada con el malestar en su forma más aguda en el momento que precedió al cierre del CPCT, y me di cuenta que no debía dejarlo pasar sin abrir una vía digna de elaboración, pues el daño iba a recaer sobre algunos de nuestros miembros y, por extensión, sobre la sede en su conjunto.
Al mismo tiempo una contingencia hizo que iniciásemos nuestro recorrido sin la ayuda de la secretaria administrativa Susana Rojas, que en aquel momento sufrió un accidente que dio lugar a cinco meses de baja laboral. También en el periodo final se ha repetido una situación similar pues, como sabéis, Susana Rojas está de baja desde septiembre: probablemente el mes más complicado del año, pues es cuando se arranca el curso de la Escuela y del Nucep. En esta ocasión, además, se sumó el enorme esfuerzo que hubo que hacer para organizar las Novenas Jornadas de la ELP.
Hay algo del orden de la repetición que parece producirse en los dos momentos de empalme de esta Junta Directiva: la entrada y la salida. Pero lo que se ha repetido no ha sido más que la contingencia, el accidente imprevisto, no la respuesta. Así como al principio nos sentimos completamente perdidos, sin saber cómo actuar ante el vacío de información que se nos abría, esta vez pudimos resolver rápidamente las dificultades, porque entre tanto nos dio tiempo a aprender las claves de nuestro funcionamiento interno.
Durante este periodo a cargo de la dirección he intentado transmitir en numerosas ocasiones que estaba dispuesta a la interlocución directa con todos los miembros y socios. Para mí, esto ha sido fundamental para conocer muchas cosas que ignoraba, también para aclarar malos entendidos (que si se toman a tiempo son fáciles de resolver, pero que si se dejan pasar van envenenando el ambiente), y lo más importante, para reconocer mis errores y rectificarlos.
Algunas personas han hecho uso de esta oferta y me han comunicado sus propuestas o ideas, y también fuertes críticas. Agradezco todas ellas. Siempre he preferido que me vengan de frente aunque lo que tenga que oír no me resulte favorable; los que lo han hecho saben muy bien que no ha generado ninguna animadversión. Más difícil es cuando percibes el rechazo de algunos y no sabes a qué es debido. No poseo esa dosis de paranoia necesaria en la relación con el Otro y por tanto, no consigo fabricar interpretaciones que me permitan verlas venir.
Lamento profundamente que ciertas divisiones internas que arrastramos desde tiempos inmemoriales socaven nuestro trabajo común. ¿Por qué no deponer de una buena vez las diferencias?, y sobre todo ¿cómo hacer para no transmitirlas a la nueva generación que se está incorporando?
Creo firmemente que la sede de Madrid tiene un enorme capital humano y que podemos constituir uno de los polos más vitales de la ELP, sin que esto suponga mantener una tensión especular con las otras sedes. El localismo conduce a lo peor y por ello estoy cada vez más convencida de que deberíamos estrechar los lazos con nuestros colegas de toda la Escuela.
Quiero finalizar dirigiendo mis mejores deseos a Joaquín Caretti, a Marisa Álvarez y a Gustavo Dessal, que van a constituir la nueva Junta Directiva. Saben que pueden contar con mi estrecha colaboración en todo aquello que sea necesario para iniciar su andadura, y más adelante para sostenerla. Estoy segura que su desempeño no sólo servirá para consolidar lo conseguido, sino también para ofrecernos nuevos frutos.
El discurso en el que habitamos rechaza al psicoanálisis porque éste desvela, por un lado, el fracaso sostenido de las ilusiones de todo discurso universalizante y, por el otro, los caminos sin salida que la pulsión de muerte impone a una subjetividad que, aún, no quiere saber. Conocemos las políticas que vienen desde el amo para intentar reducir la presencia de nuestra palabra y nuestra praxis en las instituciones y en los medios de comunicación. Por ello, esta Escuela ha asumido, junto con el resto de Escuelas, el compromiso de conseguir que el psicoanálisis no desaparezca del mundo. Es más, no sólo que no desaparezca sino que clarifique e instale en lo social una forma de hacerle la contra a lo real que no implique la renuncia a la vía del deseo. Sabemos que el porvenir del psicoanálisis depende de nosotros, de cada uno, de nuestro lazo asociativo, de la forma en que nos comprometamos con la causa analítica en la Escuela y en la vida.
Mi compromiso con la causa analítica viene de lejos y ha transitado varias escansiones. No es una elección sino que, más bien, uno es elegido por la causa y su acto de libertad es poner el naipe obligado sobre la mesa. Uno queda atrapado por la causa y se trata, entonces, de dar testimonio sobre este compromiso. Dirigir la Sede es, a mi entender, testimoniar -bajo la forma de la acción política en la Escuela- de la inserción en el discurso analítico. Es hoy, para mí, la forma de dar cuenta de que el inconsciente es la política.
Las sedes de la ELP no están aisladas, son partes de un tronco que no se totaliza ya que la Escuela se rige por la lógica del no-todo. Cada sede con su particularidad, con su forma de estar en la Escuela, con sus producciones, con sus síntomas y con sus invenciones, contribuye a la existencia de la misma. La nuestra no es ajena a ello. De lo que nos suceda como Sede serán los efectos en la Escuela. Por ello nuestra Sede, cada Sede, hace la Escuela y es hecha por la Escuela.
Pienso que este ha sido un buen año, fruto del deseo que se puso en juego y cuya gran parte de responsabilidad la tiene el excelente hacer de la Junta saliente: unas Jornadas exitosas tanto en lo epistémico como en el elevado número de participantes y, sobre todo, en el espíritu de alegría que reinó; la preciosa nueva y buena revista “Letras” que se debía la Sede; nuevos socios; espacios de trabajo revitalizados; el dinamismo de la Biblioteca y la eficiencia de su bibliotecaria; las dos tertulias que llevan, en acto, el espíritu de la Escuela a la ciudad; la beneficiosa labor de la librería para la difusión de la literatura psicoanalítica, los nuevos libros publicados y nuestro puntual semanario “La Brújula”. Por otra parte la presencia de varios colegas de Madrid en el consejo y en la dirección de la Escuela habla de su fuerte compromiso con la misma. Finalmente, una gran sorpresa para todos: dos nuevos Aes Araceli Fuentes y Pilar González. Todo lo que he señalado, que convierte en un cierto privilegio mi decisión, me alegra porque tiene efectos de deseo sobre la Escuela y sobre la Sede. Me responsabilizo de cuidarlo y de intentar hacerlo crecer.
Una Escuela de Psicoanálisis no se sostiene sino del deseo singular de cada miembro pero sé que no es suficiente con uno sólo para hacer que el discurso analítico tenga su lugar en el mundo. Necesitamos de los otros para hacerlo existir bajo la forma de una Escuela. Recuerdo la cita de Lacan del Tiempo Lógico: « (…) si bien en esta carrera tras la verdad no se está sino solo, si bien no se es todos cuando se toca lo verdadero, ninguno sin embargo lo toca sino por los otros ». En esta tensión entre lo singular y lo común vive la Escuela. Por ello pienso que, junto con el intentar mover lo que está quieto, la nueva Junta debe profundizar en la línea de incorporar nuevos socios y miembros que contribuyan a traer vino nuevo a la Escuela. Para ello considero que es preciso hacer de la Sede un lugar donde cada uno se sienta un poco dueño, donde cada uno se apropie del espacio y el espacio lo acoja abriéndole las puertas. Tomaré especial cuidado en encontrar los medios para que esto se materialice.
También es necesario favorecer desde la Junta, aún más, que cada miembro y cada socio tenga su lugar de participación e invención singular, anudado transferencialmente a otros. Es preciso favorecer nuevas transferencias de trabajo siendo imprescindible el hacer comprometido de cada uno.
Tengo claro que vamos a dar un sitio especial al trabajo futuro de los Aes. Para ello debemos revisar el espacio del pase, que tan bien viene funcionando, y buscar la manera de articular con él la presencia de los Aes. Lo que se les solicita a los Aes no es exclusivamente su testimonio y un trabajo teórico sino que se les pide que sean también lo que su nominación anuncia: Analistas de la Escuela y por lo tanto que la interpreten. A la Escuela-sujeto le cabe una interpretación. Pero esta responsabilidad de interpretar a la Escuela no es sólo de los Aes, es en alguna medida de todos los que habitamos este lazo social. Rosa López nos dio una muestra precisa de ello al proponer a la Escuela “Meditaciones de Madrid”. Fue una interpretación y, en consecuencia, se escucharon sus efectos. La Sede necesita de las interpretaciones que la saquen de los impasses, de los no-quiero-saber-nada-de-eso que se puedan producir.
En esta línea, considero que la Escuela se mineraliza sin la enunciación de cada uno de sus miembros. Enunciación que no quiere decir otra cosa que en lo dicho se escuche el decir del sujeto. Decir que, como tal, será producto de su inconsciente y no de su velamiento. Es la enunciación de cada uno, desde su síntoma, lo que convocará al lazo social oponiéndose a las oscuridades identificatorias que tanto daño hacen. Es lo verdadero lo que estimulará la affectio societatis en la Sede y en la Escuela y lo que cause a trabajar con los otros. Estimo que es fundamental proseguir con la política de la enunciación que se marcó a partir de las Jornadas de Valencia, la que busca las palabras verdaderas que hagan crecer a la Escuela. Para ello hay que profundizar en la línea, ya trazada por la Junta anterior, de favorecer dicha enunciación en cada una de las actividades de la Escuela.
Una Sede de la Escuela debe, como esta lo hace, estar abierta a la ciudad en la que habita. Ya he reseñado las actividades que desarrollamos, fundamentalmente las de Biblioteca y la de las Tertulias. Es mi intención insistir en esta línea e intentar promover otras invenciones que actúen como vía regia para que el discurso analítico encuentre interlocutores ilustrados.
Me llama la atención en el funcionamiento de la Sede la lejanía que mantienen los alumnos del Nucep con respecto a la Escuela. Estos no participan de la vida de la misma salvo en contadas excepciones. Deseamos que los que hoy son alumnos mañana sean los futuros miembros de la Escuela, nuestro relevo generacional. Para ello es imprescindible incorporarlos, de algún modo, a las actividades y crear lazos transferenciales con la Escuela que los interesen en participar de la misma. Es preciso pensar con el Nucep una política específica para los alumnos que cause este deseo. Es apuntar al futuro y, por ende, una manera muy clara de cuidar a la Escuela.
Creo que la Sede y la Escuela tienen por delante un campo de invenciones: pueden contar, para ello, con mi trabajo y con mi deseo.
Joaquín Caretti Ríos
Madrid, 14 de diciembre de 2010.
Se bailo en la ELP. No se donde se bailara en el IOM. Si será en Buenos Aires, o en las cuidadas en las cuales el IOM ha crecido ‘exponencialmente’ como dice Samuel Basz: Tucumán, Salta, Jujuy, Mendoza, Ushuaia, La Plata. Podría ser que sea en alguna de las 27 ciudades del interior en las cuales el IOM tiene actividades o en las 13 en las cuales hay un CID. Podría ser que sea en las que participan de las jornadas Regionales del Noroeste o de la Patagonia. Lo que estoy seguro es que la alegría estará presente, cualquiera sea la modalidad.
En diez años, a partir de un Comité de iniciativa reducido, compacto, el IOM atravesó el país del norte al sur. Atraviesa ahora también el campo virtual con páginas Web y blogs. El IOM hace también atravesar el país a sus docentes. Más de cien me dicen.
Estas iniciativas han tomado la forma de la afirmación creciente de una enseñanza homologa a las del Instituto de Buenos Aires, el ICBA. Por lo tanto el IOM no se especulariza con el ICBA. El IOM instala una dialéctica fructífera entre sus docentes y sus participantes. Da la ocasión de ponerse a prueba como enseñantes en lugares en los cuales el público está constituyéndose.
El IOM es un ’work in progress’, un lugar de invención, también en sus instancias institucionales. Se creo un nuevo Consejo asesor que, junto al Comité de iniciativa, añade a un representante del Consejo de la EOL y la Directora del ICBA. El IOM así se responsabiliza cada vez más de sus efectos de formación sobre los análisis y los controles.
En tres años, el programa de las Jornadas Nacionales ha pasado de ‘la enseñanza y las identificaciones’ a ‘el lenguaje y el goce’ pasando por el Síntoma. El IOM ahora pude hacerse cargo de temas delicados.
El IOM lleva el apellido de un pionero, Oscar Massotta que fue un hombre singular. El IOM lo es también. No es un ideal, es una epopeya. Está atravesado por tensiones, desacuerdos, rivalidades, voluntades fuertes. No es un espacio fácil. Es así que se crece. Saludo al IOM en la ocasión de su primera década. Habrá muchas otras.
Como dice un lugar común, “parece que fue ayer”. Sí, parece que fue ayer cuando, el 23 de julio de 2000, varios de nosotros nos reunimos aquí, en esta misma sala de la EOL, junto con Jacques-Alain Miller, para participar de la creación de lo que ahora ya ha demostrado ser un sólido instrumento para el desarrollo y la extensión del psicoanálisis en toda la Argentina: el Instituto Oscar Masotta.
Aún recuerdo aquella reunión…. Aún recuerdo el momento en que, mientras debatíamos acerca de cómo nombrar al instituto que estábamos creando, Graciela Musachi, bajo la forma de una pregunta, lanzó la propuesta: “¿Y por qué no: Instituto Oscar Masotta?”
Pocos minutos después, luego de una breve deliberación, el nuevo instituto había sido bautizado.
Fue un momento de concluir que implicó también la conclusión de años habitados por una falsa oposición, la que se establecía en término excluyentes: Caracas o Masotta, Masotta o Caracas.
Una falsa oposición que -como también lo recordaba Graciela muchos años atrás[1]- Jacques-Alain Miller mismo había puesto tempranamente en cuestión. “Ese mundo –decía Miller– que, viniendo de París, habíamos descubierto en Caracas en 1980, no somos nosotros, de París, quienes lo hemos creado. Es la obra de un asombroso argentino, Oscar Masotta…”[2]
Estos diez años de funcionamiento efectivo del IOM han dado cuenta de cómo esa falsa disyuntiva ha sido finalmente superada. Y ha sido superada porque el IOM se ha planteado y ha sabido sostener un objetivo superior: la extensión del psicoanálisis más allá de las fronteras de Buenos Aires.
Hace un par de días, le preguntaba a Jorge Chamorro de qué manera podría caracterizar, con un solo rasgo, la especificidad del IOM. Me dijo, aproximadamente, lo siguiente: “es un instrumento simbólico para tratar los efectos de grupo”.
Efectivamente, si la falsa oposición que antes mencionaba fue superada, hay ahora –en esto diez años de vida del IOM- nuevas oposiciones, o, mejor dicho, nuevas tensiones. Tensiones que tal vez nunca serán superadas de manera completa porque hacen a la dialéctica constante en la cual el IOM debe desplegar su tarea. Me refiero a la tensión que existe entre el dar lugar a las transferencias que se suscitan en los CID y Delegaciones con diversos docentes, y la necesaria permutación que apunta a evitar que dichas transferencias se cristalicen en efectos de grupo.
Es en esta dialéctica, de la que no hay síntesis posible, donde se ubica el trabajo ininterrumpido que debe llevar adelante el Comité de Iniciativa: apuntar, con arte, a situar, cada vez y en cada lugar, cuál es la mejor decisión para sostener el objetivo superior de la extensión del psicoanálisis en el vasto territorio nacional, trascendiendo así la confrontación de las pequeñas diferencias.
Ese objetivo superior, ustedes lo saben, es del mayor interés para la AMP. Porque, ¿cómo no podría interesarle a la AMP que el Eolo sople por todos los rincones del país cuya capital es la capital mundial del psicoanálisis?
Este décimo aniversario del IOM es una excelente ocasión para hacer un balance. El balance de si dicho objetivo ha prevalecido sobre las marchas y contramarchas, los conflictos y las tensiones que, ineludiblemente, hubo y habrá que enfrentar ante una tarea de estas dimensiones.
Mi balance es que sí, que en estos diez años del IOM dicho objetivo superior ha prevalecido. Los trece CID, las trece Delegaciones, los más cien docentes, tanto de Buenos Aires como del interior, las actividades de las bibliotecas, las Jornadas regionales, así como los Seminarios Intensivos que, como el de hoy, vienen jalonando todos estos años de trabajo palpitante, creo que son suficiente prueba de ello.
Que sepamos que no por esto las dificultades habrán de desaparecer, no debe impedirnos reconocer todo lo que durante este tiempo de existencia el IOM ha conseguido.
Estimados colegas, queridos amigos, les hago llegar entonces un afectuoso saludo y mis mejores deseos no solo de que tengan ustedes un muy buen trabajo en este sexto Seminario Intensivo, sino también el deseo de que el trabajo cotidiano de sembrar el espíritu del psicoanálisis en toda la Argentina prosiga, como hasta ahora, intenso y sostenido, muchos años más.
¡Feliz cumpleaños, IOM!
Buenos Aires, 3 de diciembre de 2010.
Diez años más tarde, la labor de difusión es un hecho. Queda, para los diez años por venir, la empresa de crear los dispositivos que permitan asegurar la formación de los practicantes en « una terapéutica que no es como las demás » y que se sustenta en el análisis personal, en la práctica regular del control y en el estudio sistemático de los textos.
Por la tarea realizada y por el futuro del IOM, les envío un cálido abrazo y mis felicitaciones a todos aquellos que lograron que este wunsch se convirtiera en una wircklischkeit.
Directora General del Instituto Clínico de Buenos Aires (ICBA)