Germán García en JUEVES, 1º DE JULIO DE 2010
PSICOLOGÍA › EL PSICOANÁLISIS HA VUELTO A DAR FUERZA A FIGURAS DE SIGLOS Concepciones de la infanciaNo sólo la literatura muestra otra infancia, sino que es necesario contar con el recurso a la infancia de la psicología, señala Germán García en este artículo. Y agrega: « Una niñez sin infancia podrá inventar recursos que ahora no imaginamos ». Las discusiones sobre la primera infancia dicen más sobre el mundo de los observadores. Por Germán García* Paul Laurent Assoun ha inventariado las referencias a la literatura de Sigmund Freud: por orden de importancia primero están Shakespeare y Goethe, después Sófocles, Schiller, Cervantes y Flaubert. Los relatos de histeria de Freud son posteriores a Madame Bovary, sus relatos de obsesiones vienen después de La tentación de San Antonio, ambas obras de Flaubert. Entre sus predilectos seguían algunos más cercanos, como Heine, Milton, Jacobsen, Ibsen, Spiitteler, A. France, Schnitzler, Lichtenberg, etcétera. Nuestra literatura es otra y un filósofo atento al psicoanálisis como J. F. Lyotard habla de la infancia en términos muy diferentes: como retorno en Joyce, como prescripción en Kafka, como desorden en Valéry y como « voces » en Freud. Separo, de manera deliberada, la « sobrevivencia » en Arendt y « las palabras » en Sartre. Esas infancias, en lo que tienen de políticas, están en límites advertidos y trabajados por una decisión posterior. No sólo la literatura muestra otra infancia, sino que es necesario contar con el recurso a la infancia de la psicología: las discusiones sobre la primera infancia, en particular, dicen más sobre el mundo de los observadores que sobre el mundo de los niños. Los observadores se ha dicho descuidan las experiencias negativas de la infancia y también idealizan la vida de las mujeres que tienen hijos. Charles Darwin, durante la década de 1870, publicó dos importantes análisis de la expresión en el niño pequeño. Las observaciones de Darwin dan lugar a dos teorías sobre la dinámica mental: la primera, que los niños nacen con facultades mentales o « instintos » innatos y la segunda, que las características mentales son hábitos construidos sobre la asociación entre acontecimientos y reacciones que han ocurrido simultáneamente en el pasado (Ben S. Bradley, 1989). La segunda de estas teorías está en la raíz del asociacionismo y del conductismo. El asociacionismo, surgido en Inglaterra en el siglo XVIII, tiene incidencia tanto en Darwin como en Freud. Los científicos que estudian a los niños escribe Bradley no se limitan a medir y calcular, son partícipes del debate sobre la condición moral de la vida humana, condición que se retrotrae en el tiempo a través de siglos de poesía y enseñanza religiosa. Artículo completo en: http://www.pagina12.com.ar:80/diario/suplementos/rosario/21-24247-2010-07-01.html FINSTAFF PRENSA Y DIFUSIÓN. GACETILLAResponsable Clarisa Kicillof y Guillermo LópezColaboradores Viviana Mozzi, Edit Tendlarz, Silvia Bermúdez, Jorge Faraoni, Alejandra Loray, Claudia Lázaro |
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