Publicado el 01/04/2010 le Point N°1958
ENTREVISTA A JACQUES-ALAIN MILLER*
« A la derecha, su legitima le pide que vuelva rapidito a casa y le endulce la oreja »
realizada por Christophe Labbé y Olivia Recasens
Le Point : Una mayoría de los franceses lo desearon, lo eligieron, lo amaron y de ahora en más parecen rechazarlo en bloque. ¿qué ocurrió ?
Jacques-Alain Miller : Mayoría, minoría, no está allí la cuestión, el fenómeno es general. Hubo un tiempo en que todos los ojos estaban puestos en Sarkozy, era el tema número uno de las conversaciones, eminentemente “vendedor” para los medios. Adulado o criticado, poco importa: este objeto político no identificado intrigaba, se lo escrutaba, se lo descifraba. La onda sarkomaníaca terminó por desbordar el Hexágono. El reflujo es brutal. Ya nadie cree verdaderamente en él, se burlan de él en todos los tonos. El momento actual es de sarkofatiga. Se percibe de lleno una de esas rápidas oscilaciones recurrente a las que está habituado el humor político de los franceses.
¿Cuáles son las razones subterráneas que explican este brutal desamor, más allá del balance político ?
La razón es la misma que la del carisma de antaño : su singularidad. Ella fascinaba, ahora es un lastre. Cuando era candidato, era un ser de ruptura, único en su género, cuyo coraje se destacaba en medio de la tristeza, de los hombres políticos nacionales, quienes de Mitterrand a Balladur y Chirac, habían dado tanto de eso que Francia no veía venir nada. Y bien, a este intruso fascinante, la famosa “identidad nacional” acaba de escupirlo como un carozo de cereza.
¿Pero como se metamorfoseó en todo lo contrario ?
La inversión de signo responde primeramente al factor tiempo. Elegido con el modo “todo nuevo, todo bello”, el presidente permaneció en el error del candidato, produciendo sorpresas sin parar. Para hacerlo, tenía que someter la opinión a descargas eléctricas cada vez más intensas, como en el “juego de la muerte”. No podía permanecer igual – fresco, nuevo, siempre joven – sino por medio de la ayuda de incesantes liftings políticos, no dudando en desmentirse a repetición, como si su público no tuviera memoria, como si fuera indefinidamente la primera vez, el instante permanente de un eterno presente. Pero en tres años, el francés tiene la sensación de conocer ya el truco. Francia de 2007 se creía fogosa, quería movimiento, tuvo su zigzag, ahora hay un grito unánime: “¡Pausa! ¡Pausa!” El presidente mismo dejó caer el término, como un lapsus.
¿Tenemos un omnipresidente, hiperpoderoso, que se volvió impotente ?
El poder es la impotencia, o al menos un cierto saber hacer con lo imposible, lo irremediable. El hombre del “todo es posible”, ebrio de voluntad, se exponía evidentemente a un cruel retorno de lo real, que vino bajo la forma de la crisis. Lo mismo ocurre con el desamor que lo golpea, recoge lo que sembró. Supo robarle a la izquierda algunos trofeos, entre ellos la bella Carla, pero al precio de acomplejar a la derecha como nunca. Sus cálidos partidarios se sintieron primero mal amados, luego despreciados y finalmente engañados, trampeados. Las últimas elecciones fueron la revancha de todos los carnudos. La opinión lo desfalicizó de un golpe seco llevando su libido hacia un primer ministro que es la imagen inversa del presidente.
¿Si usted tiene consejos para darle a Nicolas Sarkozy… ?
El creyó hacer del FN solo un tapón; a la derecha, quiso devorarle todo hasta las migas ; y hurgaba también en la izquierda; en resumen sufre de glotonería política. ¿Sabrá el ogro ponerse a dieta? Al cazar en tierras inhóspitas, creía llevar su discordia a lo del enemigo; constamos que esta demasiado alejado de sus bases, como Napoleón en Moscú. “Quien mucho abarca poco aprieta”, es el pecado de los conquistadores. Lo que se perfila no es la pausa, sino la retirada de Rusia. A la derecha, su legítima, le pide que vuelva rápido a casa y le endulce la oreja. Sarkozy acaba de largar lastre: sí, consiente en una pequeña apertura a la derecha, el tiempo suficiente para reconstituir sus tropas. Pero podrá abstenerse mucho tiempo de administrarle al país un pequeño electrochoc de su estilo.Traducción : Silvia Baudini
* Psicoanalista y filósofo.