No. 9
Marzo 17 del 2010
Debate en torno a:
• El pase en la NEL
• La política de desmasificación de la enunciación
• La relación Escuela-Escuela Una
• La experiencia analítica y la formación
Moderadores
Lizbeth Ahumada ( [email protected] )
Juan Fernando Pérez ( [email protected] )
Todos los miembros y asociados de la NEL están invitados a participar en este boletín con sus textos, comentarios, notas y observaciones sobre los temas del debate. Éstos pueden ser enviados a uno de los moderadores.
En este número
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Editorial
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El laberinto de la identificaciones, Comisión Científica de las Jornadas de la NEL
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Destacamos
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Editorial
El 5, 6 y 7 de noviembre de este año la NEL celebrará sus VI Jornadas de la Escuela en Bogotá. Se discutirá sobre el laberinto de las identificaciones.
Hablaremos entonces durante el certamen de la Escuela de ese dédalo en el cual cada sujeto se halla sumergido, a menudo con angustia y con desgarramientos íntimos, con soluciones no pocas veces precarias, pero a las cuales se adhiere con fiereza pues ello le garantiza, de una u otra forma, obtener un lugar en lo social. Se revela así el carácter de semblante de las identificaciones, lo cual no las hace menos necesarias para el sujeto. Nacionalismos y nacionalidades, « identidades de género », reconocerse en una religión, militancias políticas, banderas profesionales, defensas de alcurnias y de orígenes, posesiones emblemáticas, asunción de rasgos generacionales, acentos formales característicos de un sujeto y mil otras modalidades de resolver el « quién soy », dan testimonio de la fuerza del semblante y de la importancia que tiene el examen del problema de las identificaciones.
Con Lacan hemos reconocido el valor de un análisis como un esfuerzo de desidentificación, lo que no le impide a éste hablar de un final de análisis que incluya una identificación. En ello jugará un papel fundamental lo que Lacan llamó el « saber hacer con el síntoma », en tanto lo incurable que Freud definió en forma inapelable, se halla en juego.
Es, brevemente dicho, esa la temática que se nos anuncia para las próximas Jornadas de la NEL, y la cual se halla más clara y ampliamente expuesta en el texto que servirá de Argumento para las Jornadas, elaborado por la Comisión Científica del evento, que aquí divulgamos. Lo presentamos igualmente a los lectores de En primera persona, en tanto se encuentran allí elementos que orientarán a la Escuela en cuanto a cómo se trabajará durante las Jornadas a la luz de la política de la enunciación.
Incluimos en la sección Destacamos un fragmento muy valioso del texto que el colega Iñaki Viar de la ELP hizo conocer recientemente, en el cual muestra aspectos muy interesantes del trabajo de pase de un pasante que no obtuvo su nominación como AE. Se podrá leer en este fragmento cómo la política de la enunciación no es ninguna promesa de paraísos tranquilos.
Juan Fernando Pérez
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El laberinto de las identificaciones
A pesar de los veloces y fulgurantes cambios de la época, con sus ofertas de promisorios y huidizos bienestares, la insistencia de la pregunta “¿Quién soy?” sigue siendo hoy el índice más claro de aquello de sí imposible de recubrir por la función de desconocimiento del yo, en cualquiera de sus formas. Se trata de algo que escapa a una captura simple que pretenda consagrar la supuesta unidad del sujeto. Esa pregunta muestra la marca de la falta en ser del sujeto humano; la vía de las identificaciones le permite hallar un lugar en lo social, donde cobra además una función decisiva su condición de ser sexuado para generar lo que en el lenguaje común se conoce con el nombre de identidad. Aunque la “identidad de género” tenderá a borrar la hiancia propia de lo sexual, rebelde a toda identificación. Las identificaciones se hacen legibles en la experiencia analítica a través de las formaciones del inconsciente; textos perdidos y reeditados en los avatares de una vida, síntomas, rasgos, que dan cuenta de la entrada y el habitar en un mundo, el humano, en el que lo simbólico no impone su ley sin el límite de lo real. También mediante las invenciones que cada sujeto produce para preservar ese rasgo único de su originalidad en la relación del inconsciente con su cuerpo de ser hablante, su sinthome. Desde allí una dosis de alegre libertad puede abrirse para él, cuando eso no está teñido de algún sufrimiento mayor, o cuando consigue elaborarlo a través de un análisis que le permita arreglárselas con ello. En suma, para acceder al mundo del lenguaje y del Otro se imponen las identificaciones. Al mismo tiempo, desde la constitución del sujeto se produce una pérdida, producto de la inscripción del significante en el organismo vivo: resto inasimilable, pasión singular de goce que impide decir, como Rorty u otros, “sólo somos lenguaje”. Freud fue el primero en destacar el laberinto de las identificaciones, al señalar que no existe unidad en el sujeto, sino una superposición de identificaciones de diversos tipos. Contradice así a la modernidad que argumenta desde el “pienso, luego soy”, pero que lo simplifica, al no reconocer en él la síncopa que puso de relieve Lacan, en la que el ser y el pensamiento, aún implicándose, no se pueden atrapar en el mismo momento. Lacan, por otra parte, reconoce la multiplicidad paradójica de las identificaciones y formaliza su lógica. Destaca su carácter alienante, la segregación que las acompaña, y muestra además que no se trata de puntos fijos, intocables, sino semblantes. Concibe el psicoanálisis, de entrada, como una labor de desidentificación. Pero ello no le impide sostener la interrogación por el destino de lo real sintomático que no se reabsorbe en el lenguaje: ¿qué se hace con ello? Una de sus respuestas es la identificación con el síntoma, formación que, al contener un núcleo de goce propio de un hablanteser, no responde a ninguna norma y se abre a todo un recorrido desde lo particular hasta lo que propiamente es del orden de lo singular. Es preciso recordar que no hay cura para el síntoma fundamental, si bien la experiencia analítica hace posible otro tratamiento de lo incurable. Esto supone la caída de algunas identificaciones; pero también permite no permanecer a expensas del agujero que se abre para el sujeto frente a la inexistencia del Otro, lo cual sería la tentación que se ofrece a la cobardía del neurótico y a su goce fantasmático. Con la modalidad conocida de la histeria, que sería identificarse con una pura división. Y en la obsesión, la de consolarse con un goce de contrabando que se puede mantener en secreto. Lo que debe abrirse entonces es la exploración de salidas que son necesariamente inéditas: no es otra la divisa de Lacan desde que situó el pase en el corazón de la experiencia analítica y de su Escuela. A partir de los testimonios resultantes de esa experiencia, podemos ver de qué modo un analista, desde su recorrido como analizante y en su práctica, puede transmitir diversas formas de afrontar ese agujero, para hacer de ello una oportunidad para la existencia. Pero la escuela del pase no es sólo la Escuela donde los AE testimonian. En realidad, no hay enseñanza ni trasmisión de ningún tipo que no reconozca el testimonio en una diversidad de modalidades, todas las cuales apuntan en el fondo al mismo problema. Para que la lógica del pase implique a toda la escuela en lo más esencial – que es la promoción de una enunciación que no se esconda en las coartadas de una falsa identificación colectiva – se invita a cada cual a hablar en nombre de su experiencia del inconsciente. Las Jornadas de la NEL en Bogotá serán una ocasión para cada participante de transmitir las salidas del laberinto que en su quehacer analítico ha podido construir, qué ha aprendido de ello y qué consecuencias tiene en su práctica. Destacando, por ejemplo, cómo ha lidiado con la tentación de otra modalidad de identificación, la que ofrecen el lugar y la función del analista – cuando, como sabemos, el analista no existe. Daremos pues la palabra, en estas jornadas, de un modo privilegiado, a quien, conociendo su singularidad, se sirve de ella; y se sirve también de una formación, la de la Escuela, que es colectiva, aunque de un tipo especial: un conjunto de singularidades que no se suman y que invita a cada cual a hablar en primera persona. La NEL, en Bogotá, ciudad de contraste e intensidad, los espera, para trabajar conjuntamente acerca del laberinto de las identificaciones, de sus efectos en el sujeto contemporáneo y de las salidas posibles.
Comisión Científica de las Jornadas de la NEL Lizbeth Ahumada, Enric Berenguer, Mercedes Iglesias, Piedad O. de Spurrier
Comisión Científica de las Jornadas de la NEL Lizbeth Ahumada, Enric Berenguer, Mercedes Iglesias, Piedad O. de Spurrier
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Destacamos
Fragmento de la
Nota sobre el Pase
de Iñaki Viar
Difundida en « El debate de la ELP » (Nueva serie) del 16 de marzo del 2010
El debate sobre el Pase está de nuevo en el centro del la problemática que estamos viviendo en las Escuelas de la AMP. Comosiempre que hay agitación de los espíritus, inquietud sobre nuestro devenir como soporte del discurso analítico. Hay otros ejes de debate pero, indefectiblemente, todos los debates convergen sobre la cuestión del Pase, como epicentro de las escuelas lacanianas.
Para decir algo sobre este momento del debate parto de explicitar desde donde lo digo: como pasante que no obtuvo la nominación de AE.
1. Fui designado pasador en la puesta en marcha del Pase en la EEP. Descubrimiento de cómo un sujeto habla de su análisis fuera de transferencia. Y también invención de cómo escuchar sin el semblante de sujeto supuesto saber, como psicoanalizante. El trabajo con los carteles me mostró el gran rigor y esfuerzo de dilucidación del dispositivo. Esta experiencia me confirmó en mi decisión de presentarme al Pase. Y así lo hice.
En este nuevo tiempo de renovación tras el acontecimiento de Paris, hemos conocido varios testimonios de pasantes que no fueron nominados. Se ha planteado un interrogante sobre ellos y, también, sobre los pasadores. Asimismo, respecto a las dificultades del Pase ha surgido esta respuesta: que hablen todos los implicados en el dispositivo. Lo considero una buena iniciativa. Iluminar las sombras, lo silenciado que hable. Estoy convencido que todo ello ayudará a la renovación y fortalecerá al Pase.
El Pase me sorprendió todo. La radical novedad de la situación, el sentido de responsabilidad que conformaba el trabajo con los pasadores y el interés que se acrecentaba, cada vez, con la elaboración del testimonio. Pude hablar hasta el último término que tenía para decir.
Haré un inciso para comentar una incidencia lamentable en el transcurso de mi Pase, relacionada con el conflicto político que afectó entonces a las Escuelas. Allá por 1998. Un miembro del cartel del Pase lo abandonó. Poco después pude saber por varios medios, que esta persona realizaba comentarios denigratorios, en un amplio entorno, con datos inequívocos de mi testimonio. Aducía en descrédito de la Escuela que ésta permitiera que sujetos como yo se presentaran la Pase.
El dispositivo del Pase se asienta en el tesoro de la confianza. Su falla me conmocionó. Amargura e indignación. Puse en conocimiento del Secretariado del Pase estos hechos. Después, el Mas Uno me expresó personalmente la estima y consideración del cartel hacia mi testimonio. Así pude ubicar estos hechos como anecdóticos en lo referente a mí respecto al objetivo buscado de desprestigiar al Pase y a la Escuela. Concluí que no debía interrumpir mi testimonio en el Pase. Asimismo que la confianza en el Pase no sería afectada por un azar desdichado. La referencia a estas circunstancias aparece en el informe de cartel E2 del Pase en la EEP, 1997-1998. En El Psicoanálisis nº1.
Terminé, pues, mi testimonio y puedo recordar con nitidez el sentimiento inédito de superposición de agotamiento y vaciamiento por un lado y, por otro, de entusiasmo y de alegría. La satisfacción de una gran ganancia de saber y la convicción de haber hecho lo que tenía que hacer.
La respuesta del cartel se demoró debido a las circunstancias que originaron los difíciles acontecimientos de aquel tiempo. Cerca de dos años desde que realicé mi solicitud hasta que me llegó un fax que, escuetamente, decía: “El cartel del Pase E2 considera que su análisis no ha terminado”.
Momento de lógica decepción. Pero la mayor dificultad era una imposibilidad: mi libido estaba a mil leguas de introducirme en el dispositivo analítico de nuevo. Y un cerco de soledad que devengaba cierta atmósfera de secretismo, de pudor incluso, sobre los no nominados. Para mí hubiera sido mejor que el cartel hiciera pública mi no nominación. Me hubiera parecido más digno. Algo claro sobre lo que uno puede hablar como lo hago ahora.
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