Debate de la Escuela Una en la EOL -8- Los siete textos que se publican en este número son, en su mayoría, contribuciones que llegaron después de la Asamblea ordinaria recientemente realizada el 19 de marzo en nuestra Escuela. El debate en torno a la admisión fue uno de los temas que con cierta sorpresa surgieron en ella. La puesta en marcha y la nueva reconfiguración de la Admisión devino hoy uno de los temas princeps en nuestra Escuela. Las contribuciones publicadas en esta ocasión son las de Viviana Fruchtnicht, Daniel Millas, Adriana Laión, Esteban Klainer, Deborah Fleischer, Adrian Scheinkestel y Gabriela Salomon. Las mismas trazan un arco -desde la contextualización de la Admisión en el marco de la Escuela, el Pase y la Escuela Una, hasta el testimonio de una experiencia personal- que deja planteadas diferentes posturas sobre la misma. Dudy Bleger Por el Consejo estatutario, 30 de marzo 2010 Envío de contribuciones: [email protected] Del 0, el 1 y lo múltiple Viviana Fruchtnicht No se sabe qué es un analista: agujero central. Agujero central de la Escuela. La Escuela – la de Lacan – se constituye como tal en torno a ese agujero. Se trata del cero en Fregue: un concepto bajo el cual no cae ningún objeto: conjunto vacío, -esto es: bajo el concepto psicoanalista no cae ningún objeto. Hay ahí un real radical. Un imposible de simbolizar. Se los advertí – diría Freud – Psicoanalizar es imposible. El cero proviene del uno –seguimos en Fregue. ¿Por qué? Para llegar al número 0 – dice Fregue – debemos mostrar primero que existe algo que, en la serie de los números naturales, sigue inmediatamente al 0. Mediante un despeje lógico impecable ubica que el número que sigue al 0 inmediatamente en la serie de los números naturales es el 1. ¿Por qué? Partiendo del concepto “igual a 0” y ubicando que bajo ese concepto cae un objeto, a saber el cero, entonces el número que le corresponde al concepto bajo el cual cae un objeto (conjunto bajo el que cae un solo elemento) es el 1. Sólo probando que en la serie de los números naturales hay un número que sigue inmediatamente al cero – a la sazón el 1 – puede demostrar que existe el 0. Bien. El Uno en la Escuela es el Pase. Ergo: el agujero central de la Escuela se puede sostener en tanto haya pase. Y no es un tema cuantitativo, con un solo AE alcanza para verificar que para dar cuenta de qué es un psicoanalista es necesario hacerlo uno por uno. No es un problema en nuestra Escuela y Éric Laurent en el último Congreso Ordinario lo subrayó: la EOL se caracteriza – léase en el concierto de las Escuelas – por la pasión por el pase. ¿Cuándo fue un problema? Cuando un grupo con “malas intenciones” quiso tomar por asalto el pase. Estoy convencida de que esto fue así, pero como simultáneamente descreo de las “buenas” sigo adelante. Ante la suspensión temporaria del dispositivo, un solo AE alcanzó para verificar que el pase seguía vigente en la EOL. Claro que fue crucial entonces la Escuela Una. Varios años más tarde – o sea hoy en día – la política es la del psicoanálisis puro y la de la enunciación. ¿Acaso alguna vez pudo no haberlo sido? (Y me lo pregunto aún para aquellos momentos en que se puso el acento en el psicoanálisis aplicado). Sigo con la ilación. Como el lugar del psicoanalista en la Escuela (psicoanálisis puro) es un lugar estructuralmente y radicalmente vacío (cero), entonces: todos analizantes. ¿Qué se debate hoy?: la admisión. Si se radicaliza el dispositivo para tener en cuenta la enunciación es el pase a la entrada. Dice Samuel Bazs en el Boletín AMP 2010 N° 10: “Si las consideraciones cuantitativas, legítimas de la lógica de asociación, no pueden asimilarse a los resultados del pase a la entrada, No hay que ponerlo en práctica. La pragmática asociativa, si se superpone a las condiciones de producción del procedimiento del pase, lo destituyen”. La “lógica de asociación”, “la pragmática asociativa” van de la mano de lo múltiple. Lo Múltiple destituyendo el Uno. Efecto dominó: destitución del 0. Estamos en la tensión entre lo Uno y lo Múltiple, ergo ya no estamos únicamente en Fregue, estamos ahora en las hipótesis del Parménides de Platón… ¿continúo? No me parece necesario. No se trata de eliminar la tensión entre el Uno y lo Múltiple, mucho menos de no tener en cuenta la relación entre el 0 y el 1. Se trata de estar advertidos. No es, no ha sido, y no será sin la resistencia del analista. Pero debemos estar siempre en alerta rojo para disolverla vez por vez. A falta de un saber sobre qué es un psicoanalista el único camino posible es ocupar el semblante de ser-lo. Pero al igual que con lo femenino, no se trata de un puro imaginario, ese semblante tiene que tocar lo real. Sino… sicut palea. La Escuela Una en acción Daniel Millas Como bien lo recuerda Flory Kruger (J.J.N°94), la Escuela Una escapa a las definiciones y no se encarna en instancias o dispositivos específicos. Entonces, y éste es el punto que quiero acentuar, cómo hacer de ella una experiencia efectiva para que no quede reducida a una virtualidad que solo existe en el terreno de las ideas. Leonardo Gorostiza (J.J.N°95) propone un binario muy preciso que según entiendo esclarece esta perspectiva en la dirección de un “buen uso” de la Escuela Una. Si la AMP acentúa su función de mediación, articulando una relación posible allí donde no la había, la Escuela Una en su función de extimidad, viene a recordar el vacío en el que se funda esa relación de semblantes. Se trata entonces de que la política de la Escuela Una, política de la enunciación, tenga consecuencias en la vida de cada Escuela. Sin duda, existen dispositivos de una importancia crucial en nuestra comunidad como lo son el Pase, la Admisión y la Garantía. Por una parte, se expiden sobre algo que han podido constatar en los miembros. Por otra, llevan adelante con sus decisiones una apuesta que implica un cálculo sobre la Escuela. Señala Miller (J.J. N° 78) que la Escuela misma es “un cálculo sobre el porvenir”. Plantea que es una institución que se debate por la causa freudiana en un mundo efectivamente real, wirklich. Recuerda que la Escuela en tanto tiene miembros, que los selecciona, no es Psicoanálisis Puro, sino Psicoanálisis Aplicado a la constitución y el gobierno de una comunidad profesional en sus relaciones con los poderes públicos y el estado. Hemos aprendido en los últimos años que si bien no hay oposición entre Psicoanálisis Puro y Psicoanálisis Aplicado, existe entre ambos una delicada articulación. Conocemos el sesgo nocivo que puede tomar el P.A. cuando se desvía hacia la ilusión de “saber hacer con todo, en todo momento y en cualquier lugar”, creencia que viene a desmentir el real que determina los límites de cada discurso, incluido el analítico. Seguramente es en el dispositivo de la Admisión donde tienen más influencia los cambios que se generan en las relaciones con el Otro social, los aparatos del Estado y los lineamientos políticos que traza la AMP. En los últimos años, desde el Congreso de Bruselas hasta la fecha, hemos asistido a momentos diferentes respecto a la Admisión. Momentos de una menor apertura con muy pocos ingresos, en los que se consideraban los “recorridos de formación” de los postulantes; otros en los que se flexibilizaron algunos criterios y se valoró la práctica clínica y las inserciones institucionales, aumentando significativamente el número de las admisiones; hasta llegar al actual donde nuevamente se lleva adelante una reflexión en el seno de la AMP acerca de este tema. En estos cambios, el desafío es cómo evitar que determinados criterios que pueden tomar más relevancia en ciertos períodos, no aplasten la transmisión por parte del entrevistado, de una cierta relación con la causa analítica imposible de ser constatada a partir de la referencia a criterios generales o en sus datos curriculares por más notables que los mismos sean. Según mi experiencia, esta orientación ha estado presente en la práctica de la admisión. Creo que la dificultad no está en este punto. La admisión pone en juego diferentes aspectos y los problemas convergen alrededor de la decisión de elegir a quienes serán propuestos para su homologación en la AMP, lo que implica entre otras cosas, avenirse a un número de postulantes determinado. Aquí suelen producirse las mayores tensiones y es donde se va a poner a prueba qué es lo que prevalece. Me pareció muy importante la discusión que se generó en la reciente Asamblea General y que continuaremos próximamente. A diferencia de otras oportunidades, se pudo hablar abiertamente de estos problemas. También de los cambios en el dispositivo que dispuso el Consejo, en su intento por lograr lo que Mauricio Tarrab llamó un “equilibrio” entre estos diferentes aspectos en juego, que incluyen sin duda los efectos de grupo comprometidos en el tema. Porqué no pensar ese equilibrio en los términos del binario “mediación- extimidad” que nos propone Leonardo. Binario que deberíamos poder cernir en el accionar de cada uno de los dispositivos de la Escuela. La apuesta a realizar es que los mismos den cuenta a través de los resultados propios de su trabajo, de la superación de los efectos de burocratización de los que por estructura nunca se está definitivamente inmunizado. De este modo, las Asambleas y los Congresos ordinarios de la EOL, pueden también llegar a ser el ámbito de una conversación productiva entre los miembros. Evidentemente no es una tarea sencilla, pero se trata para cada uno de nosotros de consentir a la Escuela Una, para que sea una experiencia efectiva con consecuencias tangibles en la vida de nuestra comunidad de trabajo. La “deslocalización” de la Admisión Adriana Laión Este Debate de la Escuela Una toca particularmente un eje, que me he detenido a analizar por estar implicada en el mismo en estos dos últimos años, que es la cuestión de la Admisión: en la perspectiva de su procedimiento y de su clínica. El impasse de la Admisión en la EOL resonó fuerte en la Sección Córdoba, luego de 13 pedidos de admisión en el 2008 no hubo ninguno en el 2009, ¿qué significa? Entiendo que los posibles postulantes, cercanos a la EOL, interpretan precipitadamente los movimientos transmitidos por la AMP a sus Escuelas y en este caso resonó nuevamente una estrategia de cierre. Nos concierne a nosotros como Escuela continuar transmitiendo una política de renovación donde los relieves del tiempo y sus consecuentes y necesarios cambios hacen a una orientación por el porvenir del psicoanálisis. El nuevo giro dado por la AMP nos ha puesto a trabajar sobre la clínica de la admisión hoy, como dice Laurent[1] la AMP se consagra al examen cualitativo (las itálicas son mías) del recorrido de cada candidato. Lo cualitativo hoy no es solo como nos orientamos a escuchar en la Comisión de Admisión la relación del postulante a su inconsciente y a su deseo en relación a la causa analítica sino a una escucha de la enunciación más centrada en las “discontinuidades de la formación analítica, tal como se manifiestan en la experiencia subjetiva del candidato”. Es cierto que la escucha de cada Comisión está orientada por esta política anudada también a sus particularidades locales y que las propuestas al CE se realizan considerando estos dos aspectos. Teniendo en cuenta que siempre fue decisión del CE decidir la lista de candidatos para su homologación en el Consejo de la AMP, se puso en evidencia en este último tiempo, con el trabajo de la Comisión ad-hoc, un énfasis mayor en la intensión, del que la categoría de miembro forma parte, como nos dice Miller en el JJ Nº 78, y que tuvo otra incidencia en la decisión de la lista de candidatos. El procedimiento de la admisión es el que ha sido particularmente afectado en la EOL, por lo cual me pregunto, ¿qué lugar les toca en el presente a las comisiones de admisión? ¿Cómo transmitir lo que escuchamos en las entrevistas, para que pase lo vivo de esa enunciación? Cómo incidir para transmitir el rasgo local? Creo que lo conversado en la última Asamblea de la EOL hace unos días, sobre los cambios en el procedimiento de la admisión, nos ha permitido comenzar a responder algunas de estas preguntas, y auguro por un procedimiento que tenga el tiempo y el lugar suficiente para transmitir la clínica de cada postulante ya que la admisión encarna en su práctica como nos dice Jesús Santiago “una de las fuerzas materiales de la Escuela Una”[2]. Por lo cual pienso que la “deslocalización” de la admisión, dentro de la misma Escuela, en este caso la EOL y sus Secciones, sería una experiencia necesaria y rigurosamente analítica. Sobre las Admisiones en la Escuela Esteban Klainer La primera impresión que me produjo la lectura de los diarios JJ y los textos del Debate de la Escuela Una fue de una cierta ajenidad. Sin embargo, pasado ese instante, una segunda lectura me permitió ubicar que, más allá de algunos rasgos locales, los temas que se proponen al debate aluden a las distintas formas de preservar al discurso analítico. Sabemos de los riesgos siempre presentes en las distintas instancias de nuestras escuelas de quedar, casi sin darnos cuenta, determinados por un discurso que no sea el nuestro. En ese punto, aquello que puede resultar ajeno, se transforma en tema de la Escuela Una. Uno de esos temas es el de la política de las admisiones. Asistimos el año pasado a un movimiento en la EOL que, me parece, se dirige a poner en cuestión algunos criterios cuantitativos en el momento de evaluar el pedido de los candidatos. Criterios cuantitativos que conllevan el riesgo de burocratización del dispositivo. En mi opinión, pensar el procedimiento de entrada en la Escuela en términos de una “clínica de las admisiones”, que toma en cuenta la enunciación del candidato, es lo que permite ir contra el efecto cuantificador. Queda la dificultad que se puede presentar si este movimiento se lee como un momento de cierre de la Escuela que lleve a desalentar el ingreso de nuevos miembros. La entrada en la Escuela Deborah Fleischer Pertenecí a la comisión de admisión de la EOL hace más de 10 años. Desde esa época hasta ahora, hubo momentos en que la puerta parecía abrirse más y luego menos. Momentos referentes al umbral, a la entrada, que sirven de prólogo que antecede o se antepone a una acción. Muchas veces escuchamos la pregunta- ¿cómo hago para entrar? La respuesta es:- transponer un umbral, la puerta presentifica un borde, donde el adentro y el afuera no delimita necesariamente la relación del sujeto con la Escuela. El término « entrada a la Escuela » supone por ende, algo más que abrir una puerta y atravesar una serie de requisitos y procedimientos formales. La demanda de adhesión puede alcanzar su destino y verse reconocida en alguna de las nominaciones (teniendo cautela con este término) que certifican la pertenencia a la Escuela, pero hay que entender que esas marcas simbólicas no agotan un problema crucial, que es el de la posición del sujeto en relación a su entrada Durante un largo tiempo, y por circunstancias variadas, la entrada a la Escuela ha sido imaginada por todos nosotros a partir del modelo de la retroactividad, es decir como un significado del Otro, para usar los términos clásicos de Lacan, como una significación proveniente de la autoridad del Otro Más recientemente, podemos pensarlo como algo que si bien es una demanda, hace al sujeto responsable de su entrada, al igual que en un análisis, de lo cual no se deduce que dicha entrada recaiga exclusivamente de su lado. Esperamos, más allá del pedido que se emite, un signo del asentimiento subjetivo. Lacan hablará en 1964 en el Acta de Fundación de “trabajadores decididos” enmarcando en una dimensión ética el término « responsabilidad ». La Escuela, no es un grupo, ni una suma de grupos, ella misma no es más que un dispositivo que organiza el asentimiento de los psicoanalistas a formar parte de pequeñas estructuras sociales, que en algunos casos podemos llamar carteles. Me parece que conviene no pensar el cartel solo para los que se acercan a la Escuela y piensan en su formación. Sería interesante en ese sentido, volver al valor que el cartel tenía para Lacan, y que la entrada pasara por un cartel, lo que no necesariamente significa, un cartel del pase o el pase a la entrada. Retomaré lo que plantea Leonardo Gorostiza cuando habla de la Escuela Una: “Mediación y extimidad no se confunden. Sin embargo, en cierto sentido, se podría decir que la extimidad acompaña –o debería siempre acompañar- a la mediación como si fuera su sombra”. ¿Por qué no tomar esta afirmación también en relación a la Entrada en la Escuela? Pensemos si la Comisión de Admisión, a tono con la política de la Escuela, junto con los integrantes del Consejo podrían cumplir esa función de mediación y extimidad, para, en cada situación, ratificar o rectificar mediante su práctica, esa doble pero no excluyente función, que lleva a la aceptación de un nuevo miembro, no para hacer masa o reclutar, sino para, como decía Lacan, hacer Escuela. La admisión de Una política Adrián Scheinkestel Es lugar que ocupó la cuestión de la Admisión de los nuevos miembros, y sus dispositivos, en la última Asamblea de la E.O.L., nos sorprendió a unos cuantos. Entró por la ventana, cuando es el Pase el que está en la puerta principal del debate en la Escuela Una. Hay que considerar, que la composición de dicha Asamblea, incluía 4 o 5 generaciones de analistas, producto de 18 años de trabajo de Escuela. Admisores y admitidos. Esto, ya de por sí, requiere un esfuerzo de subjetivación del tiempo. La de la habitación en el orden generacional. La E.O.L. se fundó, fue admitida, a partir de la disolución de los grupos o asociaciones que la preexistieron, Y hoy, no es una isla; y se trata de saber, si los admisores-admitidos de ayer, admiten esta escuela, la nueva, la Escuela Una. No sólo se trata de aceptación; también es necesaria una subjetivación. Por lo tanto, hay que volverla a admitir. Es decir, cómo encontrarse con la episteme y la clínica, de otra manera; a la luz de la recomposición actual de las Escuelas que forman parte de la A.M.P. Concluyendo, doy mi apoyo al nuevo dispositivo de la Admisión en la Escuela. La admisión en la EOL Gabriela Salomon Mi contribución tiene como eje uno de los puntos candentes en el seno de nuestra Escuela: me refiero a la entrada a la EOL. ¿Qué política para la admisión? Para responder voy a relatar brevemente lo que fue mi experiencia en el pasaje de adherente a miembro a finales de 2003. Fui convocada por un miembro del Consejo y para mi sorpresa tuve que relatar dos casos clínicos donde pudieran verificarse efectos analíticos, es decir casos donde podían deducirse la puesta en acto del deseo del analista. Luego de esta entrevista hubo una segunda con otro miembro del Consejo que giró alrededor de la política de la AMP y el psicoanálisis en extensión. Hoy pienso que, en algunos casos, podría recobrarse algo de esa experiencia e incluirla como perspectiva en el dispositivo de admisión de nuestra Escuela.
[1] Boletín AMP 2010 / Nº 6. Cita de Dudy Bleger, en el Informe del Consejo de la AMP, febrero de 2010
[2] Santiago, Jesús. Política de las Admisiones y de la Escuela Una: una modalidad de la pragmática lacaniana. J.J. Nº 88