Debate de la Escuela Una en la EOL – 7 –
Cinco textos se publican en esta ocasión. Sus temas, que abarcan desde una reflexión sobre las enseñanzas del pase, pasando por la función del éxtimo hasta la política de la enunciación y de la posición psicoanalista-psicoanalizante, permiten tener una mirada amplia y diversa sobre el debate en nuestra Escuela. Las contribuciones publicadas en esta ocasión pertenecen a Irene Kuperwajs, Manuel Zlotnik, Diana Dukelsky, Carlos Rossi y Nilda Hermann. Dudy Bleger Por el Consejo estatutario 25 de marzo 2010 Envío de contribuciones a: [email protected] Debate Escuela Una-Pase “Con el pase y la voz” Irene Kuperwajs He leído en un reciente texto de Eric Laurent (“El pase-deseo”) que él señala una renovación del deseo de Pase en las Escuelas como también, que para la generación que ya tiene responsabilidades no se trata de no presentarse al pase. Efectivamente, la experiencia del pase y la apuesta por ella es lo que marcan la orientación de una política de Escuela. Esto sucede, a mi entender, en la EOL. Es desde este “todos con el pase”, que no se confunde con el “todos al pase”, desde el todos y cada uno concernidos por el pase de manera singular que quiero situarme. Una analizante que desea saber qué es un analista, cómo se deviene analista, cómo se produce un analista. Esto lo palpamos en el propio análisis pero a la vez contamos con el dispositivo del pase que Lacan inventó, con la transmisión y enseñanza del AE, que es quien puede dar cuenta de eso. Ahora bien, de lo que sí podemos dar cuenta los analizantes es de nuestra relación al inconsciente, de qué forma va tomando la relación a la causa analítica, como nos acercamos a eso que llamamos el “deseo del analista”, de cómo nos formamos, de cómo “nos enredamos con la verdad” sabiendo que no es lo mismo “sacarse de encima los amores con la verdad” como decía M. Tarrab en Debate IV. El asunto entonces es pensar de qué modo. ¿De qué modo articular lo libidinal de la experiencia de cada uno con lo colectivo? El llamado de Miller a que muchas “voces” puedan pronunciarse me parece muy alentador. La voz, como enunciación, solo resuena en el vacío del Otro. Esto me hace pensar en una Escuela Una agujereada, que hace posible que haya resonancias de un decir, en una Escuela que pueda alojar una variedad de subjetividades más o menos analizadas, una Escuela como conjunto de excepciones y de soledades subjetivas. A lo largo de estos años en la EOL, desde que se puso en marcha el dispositivo y luego de la crisis del 2005, los carteles del pase han realizado varias nominaciones, con AE que a mi entender han podido transmitir sus soluciones singulares. De la variedad de los testimonios hemos podido constatar la relación del estilo y lo real. Esta perspectiva también indica que no hay un modelo de AE aunque haya un “perfil” de AE ligado al “uso” (M. H. Brousse). Las noches de enseñanza del Pase han convocado a numerosos colegas con deseos de aprender, de saber. Como así también en algunos espacios nos dedicamos a leer y a conversar sobre los testimonios de los AE de la Escuela Una y las distintas versiones de finales de la experiencia analítica que de allí se desprendían. Podría agregar que a veces el silencio se confunde con la discreción necesaria para que las condiciones sean confiables. La discreción no necesariamente tiene que acompañarse de silencio. Sabemos de la relación entre el silencio y el goce. El goce no habla. Lo que se me ocurre es simplemente, bienvenidas las voces…, si se trata de trabajar para elaborar los temas fundamentales de la experiencia analítica y que cada uno pueda poner en juego cómo responde a lo real, con su síntoma. En todo caso profundizar el ir en contra del “no quiero saber nada de eso” compartiendo el Uno de la transferencia de trabajo distinta de la identificación, que asegure una transmisión. La extimidad en la EOL Manuel Zlotnik La EOL como bien lo señala Graciela Brodsky[1] es una suma de comunidades, me pregunto si este rasgo se repite en la otras escuelas de la AMP. Retomando el último aporte de Leonardo Gorostiza[2] en el que propone a grandes rasgos la mediación del lado de la AMP como lo que articula, une, hace existir una identidad, y por otro lado la extimidad del lado de la Escuela Una como la que deslocaliza y reintroduce siempre las diferencias de lo particular, propongo agregar a la extimidad una característica más a las que presenta Leonardo, y que se puede captar, a mi entender, claramente en la EOL, habría que cotejar si también la encontramos en las otras escuelas de la AMP. La idea es que en la EOL, tomando esta idea de que es una suma de comunidades, el éxtimo si en un caso descompleta, en otro caso propone una orientación alrededor de la cual se ordenan y pueden convivir las distintas comunidades, o grupos, cada uno con sus afinidades y diferencias coexisten alrededor de la transferencia y confianza que experimentan con el éxtimo. No cabe duda de que eso fue lo que pasó cuando se fundó la EOL, lo que preexistía a esa fundación era la presencia de distintas instituciones que funcionaban de forma independiente, sin la intervención de un éxtimo como Jacques Alain Miller era impensable que muchas de esas instituciones confluyan en una escuela. Y también ocurre cada vez que se genera una crisis entre los grupos que amenaza a la geografía estable, así a través del éxtimo es como salimos de la última crisis del pase. ¿El conflicto entre las distintas comunidades está superado o se mantiene latente? A mi entender el conflicto está ahí, asintomático podríamos decir, pero eso no tiene nada de malo puede ser un conflicto fecundo como decía Lacan[3]. ¿Y cómo se filtra el conflicto en las generaciones nuevas? Si bien los más jóvenes tienen sus transferencias y afinidades y por ende también rivalidades, sin embargo el conflicto parece ser menos intenso. Otra será la problemática que tendremos que enfrentar para el siglo XXI, como dice Jacques-Alain Miller: “La escuela no existe en el cielo de la ideas, es una institución que se debate por la causa Freudiana en un mundo efectivamente real”[4]. Un mundo cada vez más real con el tendremos que aprender a desembrollarnos si queremos que el psicoanálisis siga siendo una alternativa frente al malestar en la cultura. El pase: efectos de trasmisión Diana Dukelsky Es esta una oportunidad para compartir algunas vivencias y preguntas que me provoca el pase, corazón de nuestra escuela. El primer testimonio de un AE es una fiesta, el salón y sus adyacencias se colman, reina un silencio atento, cada uno se deja atravesar por esa experiencia singular con sus dolores, alegrías, reflexiones y un saldo que cada vez vivifica al psicoanálisis. Si bien hay un automaton -cada nominación lleva a un testimonio- resulta propiamente un acontecimiento, la sorpresa se impone y a la vez conduce a la reflexión sobre los pasos lógicos que permitieron llegar a tal fin de análisis. Cada nuevo testimonio de un AE es la verificación de que el pase es el núcleo de nuestro psicoanálisis y en consecuencia es natural que las crisis y rupturas en la comunidad se hayan puesto de manifiesto en relación al dispositivo. La crisis que atravesó la EOL fue el ataque de un grupo al dispositivo del pase con el fin de apropiárselo, a sabiendas de que así se apropiaban de lo más valioso que tenemos. Las pasiones grupales de las que hicieron gala eran la negación misma del principio en el que se funda el psicoanálisis y el pase: la singularidad de la subjetividad contraria a todo fenómeno de masa. Desde que esta invención se hizo manifiesta allá por octubre de 1967, a lo largo de cuatro décadas dio lugar a numerosos conflictos y crisis a la vez que motivó debates interesantes sobre la dirección de la cura y su fin. La puesta a cielo abierto de las elaboraciones de los participantes en el dispositivo responde a la finalidad que le atribuyó Lacan: hacer avanzar al psicoanálisis. Así como cada primer testimonio resulta una noche de excepción en la escuela, otras noches dedicadas al pase se convierten para mí casi en un automaton donde pocas veces logro aprehender un trozo de saber. ¿La idea se hacer avanzar al psicoanálisis se me habrá convertido en un ideal que me impide atrapar ese poco de saber que intentan trasmitir los integrantes de los carteles y aún los nuevos testimonios de los mismos AE? Pareciera que la riqueza se agotara en esa primera vez. Descuento la cuota de fascinación que está siempre presente. De todos modos considero que hay una dificultad inherente al tipo de elaboración y trasmisión que requeriría el material recabado en el dispositivo. Me inclino por este motivo porque hasta ahora, en general, quienes integraron los carteles han sido los mejores de entre nosotros, depositarios de la confianza analítica de la comunidad. Esta tendencia también se registra en los trabajos que nos llegan de otras escuelas, recuerdo las reseñas cuantitativas (cuántos se presentaron, cuántos según sexo, etc.) reñidas con el principio de la singularidad inherente a la subjetividad. No hay duda que uno por uno los miembros nos enriquecemos con ese algo que cada uno puede atrapar de cada trasmisión. Aún así la aspiración de Lacan de hacer avanzar al psicoanálisis me lleva a preguntarme: ¿sería posible promover otro tipo de elaboración que realice el pasaje del saber en acto que trasmite el testimonio a un saber particular ordenado en torno a lo no sabido, el saber del psicoanalista? El deseo de Sophie Gayard y su reformulación Carlos Rossi A poco de comenzar el debate sobre La Escuela Una en el EOL ya se plantea como un problema de su lugar y su lazo. La pregunta es ¿dónde está? – es íntima o éxtima – y ¿cómo se hace para anudarse a ella? tal como Flory Kruger lo desarrolla en su texto cuando dice que un analista se presenta como miembro de la EOL y la AMP pero no de la Escuela Una. Ahora bien, Leonardo Gorostiza en “La escuela Una y la política de la enunciación”, plantea el problema con claridad: “Los tres debates en curso en las sucesivas ediciones del Journal des Journées (el debate sobre la Escuela Una, el debate sobre el pase y el debate sobre el psicoanalista-psicoanalizante) son tres facetas de una misma y única conversación”…”la gran conversación”[5] Querría introducir entonces algunas ideas en torno a la cuestión del pase y la política de la enunciación en el marco de esa gran conversación. Un texto de Jacques-Alain Miller, publicado en el Journal des Journées 69, llamado Mirada Atrás pone de relieve inmediatamente la necesidad de una reconfiguración, en el marco Europeo, de la cuestión del Pase. Como estoy convencido, y no hablo de la globalización, de que no hay “problemas europeos” y otros; entiendo que debemos extraer alguna de las preguntas que ahí se formulan. A mi gusto no es un problema nuevo. Ya en El Lugar y el Lazo, Miller da el puntapié inicial para poner sobre el tapete la cuestión de aquello que es y aquello que debe ser, lo ejemplifica con Racine Y Corneille, en que lo que al pase se refiere. Todo el texto del Journal en su conjunto hacer resonar el tambor de una épica que se despierta luego de un tiempo de ensoñación. Buenos Aires supo de un silencio similar durante algunos años que no fueron hace mucho. Y eso es lo que me resulta interesante en sentido libidinal. El pase formará parte de un campo que incluye la posibilidad de su reformulación. Hemos leído a Miller sosteniendo que es el mismo Lacan (el lo llama Lacan contra Lacan) quien no cesa de reconfigurar su enseñanza. Basta leer cualquier texto de los colegas de la IPA para conocer su opuesto. Entonces, un cierto entusiasmo, por lo menos de mi parte, anima el debate que se ha propuesto. Ahora bien si Miller habla de refundación es porque parte de un stand-by. Es sabido que en Buenos Aires los momentos en los cuales los AE dan sus testimonios son multitudinarios. No siempre ocurre lo mismo cuando se trata de trabajar sobre esos testimonios. En algunas ocasiones los testimonios son tomados como textos sagrados a los cuales no se les puede quitar una coma sin alterar una esencia que va en contra de todo lo que se enuncia en el mismo testimonio. Digo que algunos concurren a la misa del testimonio imbuidos de la tan temida infatuación. Bienvenida entonces la voz pequeña de Sophie Gayard que supo despertar, autorizada de sí misma, el deseo de reformulación. Genio del inconsciente…saber del analista Nilda Hermann Olvido concurrir a mi sesión, algo inédito en un análisis sostenido y en curso desde hace varios años. Al dar cuenta del lapsus me encuentro diciendo “Tenía urgencia por venir a sesión ya que quería supervisar”. Efectivamente tenía un horario, unos días más tarde, para un control. Lo nuevo es que el lapsus del analizante en-seña del analista que se ha restado del análisis. Si hay pase de analizante a analista ello muestra la heterogeneidad del analista a la posición de sujeto, gay saber.
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