RESEÑA X CONVERSACIÓN CLÍNICA DEL ICF
Barcelona, 6 y 7 de Marzo de 2010
El amor en las neurosis
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por Margarita Álvarez (Barcelona)
El pasado fin de semana se celebró en Barcelona la X Conversación Clínica del ICF, con el título « El amor en las neurosis ». Contó con la participación de Jacques-Alain Miller y con 434 inscritos procedentes de distintos lugares de España. La coordinación estuvo a cargo de Vilma Coccoz y Xavier Esqué.
La elección del tema –cito las palabras de la comisión de organización- convocaba a debatir sobre las siguientes cuestiones: « ¿Qué nos enseña la clínica lacaniana sobre el amor en las neurosis? ¿Qué formas presentan sus estragos, sus síntomas, sus soluciones? ¿Qué conexión podría establecerse con los avatares del amor de transferencia? ».
Para la conversación pudimos leer diez casos de otros tantos colegas: Anna Aromí, y Rosa María Calvet (Barcelona), Margarita Bolinches (Valencia), Mercedes de Francisco y Gustavo Dessal (Madrid), Blanca Fernández y Manuel Montalbán (Málaga), Fernando Martín Adúriz (Palencia), Marta Maside (A Coruña) y Felix Rueda (Bilbao).
Esperando que estos trabajos sean difundidos, me limito aquí a situar los puntos del debate que me resultaron más interesantes.
En un primer caso, una mujer acudió a análisis embrollada con el amor pero con sus condiciones eróticas claras: solo puede amar a hombres excepcionales pero solo goza sexualmente con hombres « débiles ». El análisis permitió situar una defensa fuerte contra el deseo masculino, también una identificación viril extrema. Es un hombre que soñaba ser una mujer, planteó Miller. ¿Cómo se produce algo así? No sabemos. Sorprende tanto como en las psicosis: ni en un caso ni en otro podemos recomponer la causalidad.
Esta mujer se reconoció, durante el análisis, en el hombre de un sueño. Esa identificación viril imaginaria produjo un apaciguamiento, una reconciliación con su goce. Fue un momento de franqueamiento tras el cual el análisis se interrumpió. « Vino no sabiendo qué hacer con los hombres, incluido el que ella era, y salió sabiendo algunas cosas de su embrollo y más conforme con el goce », escribe para finalizar su analista.
Un segundo caso permitió ver cómo el amor de una mujer por su padre, atrapado en un duelo imposible tras la muerte de su mujer, la puso al borde de la melancolización. Ante las dudas diagnósticas que surgieron en el debate, se distinguió que la identificación a la madre muerta tenía relación con que esta última fue el único objeto de deseo del padre. No era un caso de melancolía, la muerte estaba falicizada.
El análisis ayudó a esta mujer a construir en primer lugar la falla del padre, lo que aportó una revitalización. Posteriormente ella pudo subjetivar una pérdida sufrida hacía tiempo en su propio cuerpo y consentir a la indicación médica de reconstruirlo.
Un tercer caso permitió descubrir, tras la problemática de amor y de celos que la mujer planteaba inicialmente, el odio. El cuerpo y el mundo aparecían fuertemente devastados. No había ninguna presencia de goce o de amor.
El rechazo de la castración se reveló más radical que en otros de los casos presentados que, a diferencia de lo ocurrido en éste, encontraron alguna manera de reconducirlo. Esto llevó a pensar que se trataba de un rechazo forclusivo. La tesis de la paciente según la cual el verdadero amor exige cierta especularidad pudo leerse entonces en esta perspectiva.
En un cuarto caso, una mujer muy fuerte y capaz sufrió una desestabilización inesperada tras dejar a su marido. El análisis revelará una identificación muy sólida a un padre fuerte y creador.
En la relación de pareja ella está del lado del amo y sitúa al marido, que consiente a ello, del lado del esclavo. Las cosas parecían claras, pero cuando se separó del marido algo, que no sabía, quedó atrapado del lado de aquél.
J.-A. Miller planteó que un hombre puede no tener ningún atributo fálico imaginario y no obstante representar el significante fálico indispensable para la mujer. Así que cada vez que se encuentra una mujer fuerte hay que buscar dónde se localiza el significante fálico escondido, el portador que asume dicha función. Esto permitirá entender por qué, como en el caso de esta mujer, no pueden separarse de estos hombres aparentemente indignos: necesitan dicha función.
En un último caso, una mujer mantenía relaciones sexuales con el hombre que no la amaba y no las mantenía con el hombre que la amaba. J.-A. Miller señaló que lo central no era el hecho de ser amada o no, sino la posición del hombre como amado o como amante, es decir, si mostraba la falta o no.
Hay mujeres que tienen como condición que el hombre no sea amoroso, porque puede resultarles que no es plenamente viril. En este sentido, necesitan bad boys, no para que las maltraten sino para que no les ofrezcan la falta, para poder falicizarlos.
Para finalizar, una cuestión sobre la escritura de los casos. J.-A. Miller señaló cierta tendencia a presentar los casos en esta conversación como historias de amor. Quizás el tema mismo, el hecho de que la construcción tuviera como eje el amor, había empujado a la búsqueda de motivos. Con ello, los casos se transformaron en historias, demasiado coherentes, incluso con un fuerte carácter literario. Sin embargo, los análisis enseñan que en cada sesión se producen nuevas perspectivas, que pulverizan la perspectiva anterior. Por ello, es más interesante recurrir a ciertas palabras que se repiten, por ejemplo, que a buscar motivos.
La construcción lógica del caso no debe ser cerrada o consistente sino que ha de dibujar, incluir, su propio agujero –el agujero del caso-, a distinguir claramente de un caso insuficientemente construido.