Indice
Palabras preliminares
Paula Vallejo
Editorial:
José E. Matusevich
Presentación:
Antes de lituraterrizar. Gerardo Arenas
Orientación lacaniana
Amor, narcisismo y pulsión de muerte, Paula Vallejo
La mortificación de la belleza, Laura Russo
Psicoanálisis◊poesía, Sebastián Alejandro Digirónimo
Dirigirse no es llegar, Luciano Marchetto
Entre la locura y la debilidad mental, Christian Ríos
El estrago: un despertar en el análisis que dura, María Cristina Palmieri
Clínica
Síntomas y suplencias en la psicosis en la infancia, Liliana Cazenave
Una lectura posible del testimonio de pase titulado “Relato” de A. L. Lutterbach Holk, Alma Pérez Abella
Clínica de lo siniestro, Carolina Bejarano
Conversaciones
“El camino del artista”. Entrevista a Luz Aramburú. A. Pérez Abella, C. Bejarano y P. Vallejo
Dossier
El problema del deseo, Carlos Jurado
Transferencia y deseo del analista, Lucas Manuele
El deseo del analista en la civilización del fragmento: de los objetos al objeto a, Yasmina Romano
Intersecciones
Sören Kierkegaard, entre el amor humano y el amor eterno, Sara Vassallo
Pessoa, uno y múltiple, Paulo Siqueira
Des-encuentros: una lectura de La insoportable levedad del ser, de Milan Kundera,
Verónica Di Batista y Valeria Gabrieloni
Huellas del exilio: acerca del cine de David Lynch, Nieves Soria Dafunchio
El tratamiento de Takita: Okuribito, Estefanía Bonifacio
Reseñas
El miedo líquido, de Zygmunt Bauman, Juan José Bertamoni
El lector, de Bernhard Schlink, Paula Vallejo
Vida de consumo, de Zygmunt Bauman, Carolina Bejarano
Palabras preliminares
La edición de esta revista es la concreción de un deseo surgido casi desde el inicio de la fundación de acción Lacaniana, hace cinco años ya.
Muchas cosas tuvieron que darse a través de estos años para que hoy podamos emprender este desafío editorial que, como bien menciona José Matusevich en la apertura de este primer número, pretende “convocar desde la escritura a las palabras que hagan posible la transmisión del psicoanálisis”.
Me permito, incluso, agregar algo más: queremos que Litura sea un espacio abierto a la contingencia de múltiples trazos, un lugar de inscripción de las marcas que deja la transferencia de trabajo cuando es habitada por un deseo que no se conforma con ser anónimo.
Ocho son las secciones que hemos situado como eje de esta publicación. Además de aquellas que se abocan a los temas que hacen a la especificidad del discurso psicoanalítico, hay otras que apuntan a entablar una conversación con otros discursos de la cultura, con la idea de que ese intercambio sea fructífero y posibilite un modo de transmisión que despierte el entusiasmo por lo que se origina en la intersección, en los bordes de lo decible y sobre el fondo de la imposible de decir.
Una transmisión de estas características es una apuesta renovada para con lo real que sobrepasa al lenguaje; esperamos que Litura sea una huella que nos permita transitar los confines de nuestro exilio, allí donde como seres hablantes nos encontramos, cada uno, con la necesidad de saber-hacer, cada vez, con el goce que nos concierne.
Quiero agradecer a todos los que, con su presencia y estilo singular han colaborado para que este primer número se volviera tangible. Tanto a los que han hecho llegar sus escritos, como a aquellos que han acompañado el nacimiento de esta idea, trabajando muchísimo para la concreción del proyecto.
Sólo me resta, una vez más, renovar la invitación al ejercicio de la letra que desde Litura pretendemos sostener.
Paula Vallejo
Responsable de Edición
Editorial
José E. Matusevich
¿Por qué a la revista de acción Lacaniana decidimos llamarla Litura?
En primer lugar, como homenaje a ese texto extraordinario, Litturaterre, que Jacques- Alain Miller situó como introducción a los Otros Escritos de Lacan.
Recordemos que ese título es un invento de Lacan que construye “a lo Joyce”: littura no está ligada etimológicamente al vocablo latino litteratura, pero Lacan juega con su asociación; por su parte, la descomposición de dicha palabra en littera (letra) y terre (tierra) abre el camino a múltiples equívocos.
Lacan inaugura sus Escritos con un texto que toma su nombre del cuento de Edgar A. Poe “La carta robada”. Ese escrito, puesto como obertura de la recopilación, rompe la diacronía del conjunto, dejando al lector un enigma a resolver respecto del motivo de dicho cambio.
Podemos tomar este cambio como ejemplo del modo en que Lacan quería que abordáramos sus Escritos, esto es, que no están hechos para ser leídos sino para ser descifrados.
La lectura del Seminario 18, De un discurso que no fuera del semblante, y de su escrito Litturaterre, nos da una idea del por qué Lacan les imprimió a sus Escritos esa característica. El reflexiona allí sobre la función de lo escrito y llega a la conclusión de que no hay posibilidad de escribir la relación sexual, es decir, que hay una función que es imposible de escribir. Así lo consigna en el mencionado seminario, cuando dice: “…punto de inflexión con el que intenté definir la unión de la verdad con el saber, y que enuncié diciendo que no hay relación sexual en el ser hablante.”1
El único discurso que puede reunir el saber y la verdad en un mismo lugar es el discurso psicoanalítico. Y es por eso que esperamos que esta recopilación que se llama Litura sostenga lo esencial de nuestro discurso: girar alrededor del agujero que inscribe el axioma lacaniano “no hay relación sexual” y así, convocar desde la escritura, a las palabras que permitan transmitir el psicoanálisis.