X CONVERSACIÓN CLÍNICA DEL ICF
Barcelona, 6 y 7 de Marzo de 2010
Barcelona, 6 y 7 de Marzo de 2010
El amor en las neurosis
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tres preguntas a Marta Davidovich
1) ¿Qué opinión te merece el auge actual del concepto « autoestima »?
La autoestima no es un concepto utilizado en psicoanálisis. He consultado varios diccionarios de psicoanálisis y no aparece como tal en ninguno.
Es un concepto utilizado por la psicología y la psiquiatría definido como la autovaloración de uno mismo, de la propia personalidad, de las actitudes y de las habilidades, que son los aspectos que constituyen la base de la identidad personal. Adler con su teoría de la existencia del complejo de inferioridad pudo explicar ciertas patologías y guiar a sus pacientes emocionalmente perturbados con este trastorno, hacia el camino de la madurez, del sentido común, brindándoles la posibilidad de una inserción social útil. Nathaniel Branden psicoterapeuta canadiense y autor de libros de autoayuda y de numerosos artículos sobre ética y filosofía política, ha trabajado especialmente en el campo de la psicología de la autoestima, define los seis hábitos que una persona con una sana autoestima lleva a cabo descritos en sus obras, « Como mejorar su autoestima » y « Los seis pilares de la autoestima », las seis prácticas son:
. El vivir con conciencia
. El aceptarse a si mismo
. El vivir con responsabilidad
. Vivir con autoafirmación.
. El vivir con propósito
. El vivir con integridad
La política de la autoestima propone hacerse selectivo con los pensamientos que permito en mi mente, una mente que sólo yo controlo, para aumentar mi autoestima no tengo que luchar en contra de lo que me tortura, sino dirigir mi atención hacia todo lo que me construye, me integra y me libera. Cambio la dirección de mis pensamientos.
Es verdad que muchos analizantes se refieren a dificultades con su autoestima para nombrar su sufrimiento. Los sujetos contempóraneos desbrújulados recurren con frecuencia a la lectura de manuales de ayuda para mejorar su autoestima. Nada más lejos del psicoanálisis, nada del inconciente, nada de la división del sujeto, nada del goce, nada de lo singular, es para todos, solo control, voluntad, conciencia y conductismo.
Es un concepto utilizado por la psicología y la psiquiatría definido como la autovaloración de uno mismo, de la propia personalidad, de las actitudes y de las habilidades, que son los aspectos que constituyen la base de la identidad personal. Adler con su teoría de la existencia del complejo de inferioridad pudo explicar ciertas patologías y guiar a sus pacientes emocionalmente perturbados con este trastorno, hacia el camino de la madurez, del sentido común, brindándoles la posibilidad de una inserción social útil. Nathaniel Branden psicoterapeuta canadiense y autor de libros de autoayuda y de numerosos artículos sobre ética y filosofía política, ha trabajado especialmente en el campo de la psicología de la autoestima, define los seis hábitos que una persona con una sana autoestima lleva a cabo descritos en sus obras, « Como mejorar su autoestima » y « Los seis pilares de la autoestima », las seis prácticas son:
. El vivir con conciencia
. El aceptarse a si mismo
. El vivir con responsabilidad
. Vivir con autoafirmación.
. El vivir con propósito
. El vivir con integridad
La política de la autoestima propone hacerse selectivo con los pensamientos que permito en mi mente, una mente que sólo yo controlo, para aumentar mi autoestima no tengo que luchar en contra de lo que me tortura, sino dirigir mi atención hacia todo lo que me construye, me integra y me libera. Cambio la dirección de mis pensamientos.
Es verdad que muchos analizantes se refieren a dificultades con su autoestima para nombrar su sufrimiento. Los sujetos contempóraneos desbrújulados recurren con frecuencia a la lectura de manuales de ayuda para mejorar su autoestima. Nada más lejos del psicoanálisis, nada del inconciente, nada de la división del sujeto, nada del goce, nada de lo singular, es para todos, solo control, voluntad, conciencia y conductismo.
2) ¿Crees que hay cierto empobrecimiento del discurso sobre el amor en el siglo XXI? ¿Por qué?
Efectivamente, yo diría que hay empobrecimiento.
Miller comenta en una entrevista reciente que la feminidad y la virilidad están en plena mutación. Los hombres y las mujeres hablan, viven en un mundo de discurso, es eso lo que es determinante. Las modalidades del amor son ultrasensibles a la cultura ambiente. Cada civilización se distingue por el modo en que estructura su relación entre los sexos. Ahora, ocurre que en occidente, en nuestras sociedades, a la vez liberales mercantiles y jurídicas, lo « múltiple » está en camino de destronar el « uno ». El modelo ideal de « gran amor para toda la vida » cede poco a poco el terreno ante el speed dating, el speed living y toda una profusión de escenarios amorosos alternativos, sucesivos, incluso simultáneos. Los hombres son invitados a alojar sus emociones, a amar, a feminizarse; las mujeres conocen por el contrario un cierto « empuje al hombre »: en nombre de la igualdad jurídica, se ven conducidas a repetir « yo también ». Al mismo tiempo, los homosexuales reivindican los derechos y los símbolos de los héteros, como el matrimonio y la filiación. De allí que hay una gran inestabilidad de los roles, una fluidez generalizada del teatro del amor, que contrasta con la fijeza de antaño. El amor se vuelve « líquido » constata el sociólogo Zygmunt Bauman.
Quizas podría señalarse que él último gran auge del discurso amoroso se corresponde con la generación hippie, el flower power, hagamos el amor y no la guerra. Hacer el amor no sólo era copular libre y alegremente, era amar y querer ser amado con o sin compromiso, pero también sin miedo al compromiso. La poesía era amorosa, se cantaba al amor, se bailaba al amor. Pero copular, amar, escribir poemas, cantar, bailar y amar la música requieren bajo consumo. La generación hippie era una generación poco consumista. Hasta la droga que consumía era barata, se cultivaba en el jardín o era LSD, demasiado económico y fuera del control del proceso de control capitalista. En la otra mitad de este mundo, en el dominado por los tanques soviéticos el amor era demostración de sentimentalismo y debilidad. Una desviación idealista despreciada por la impuesta doctrina oficial. Como todo proceso sociológico importante son muchas las causas a investigar. El amor no produce beneficios a las corporaciones que son los amos del mundo y deciden lo que la masa debe practicar. Los sujetos que se relacionan amorosa y sexualmente pueden constituir una red subversiva para amos que necesitan que la energía esté canalizada en el proceso de producción y consumo. El empobrecimiento del discurso del amor es fácilmente verificable a la vista de lo que se vende en un quiosco de prensa, y en la cartelera de programación televisiva.
Miller comenta en una entrevista reciente que la feminidad y la virilidad están en plena mutación. Los hombres y las mujeres hablan, viven en un mundo de discurso, es eso lo que es determinante. Las modalidades del amor son ultrasensibles a la cultura ambiente. Cada civilización se distingue por el modo en que estructura su relación entre los sexos. Ahora, ocurre que en occidente, en nuestras sociedades, a la vez liberales mercantiles y jurídicas, lo « múltiple » está en camino de destronar el « uno ». El modelo ideal de « gran amor para toda la vida » cede poco a poco el terreno ante el speed dating, el speed living y toda una profusión de escenarios amorosos alternativos, sucesivos, incluso simultáneos. Los hombres son invitados a alojar sus emociones, a amar, a feminizarse; las mujeres conocen por el contrario un cierto « empuje al hombre »: en nombre de la igualdad jurídica, se ven conducidas a repetir « yo también ». Al mismo tiempo, los homosexuales reivindican los derechos y los símbolos de los héteros, como el matrimonio y la filiación. De allí que hay una gran inestabilidad de los roles, una fluidez generalizada del teatro del amor, que contrasta con la fijeza de antaño. El amor se vuelve « líquido » constata el sociólogo Zygmunt Bauman.
Quizas podría señalarse que él último gran auge del discurso amoroso se corresponde con la generación hippie, el flower power, hagamos el amor y no la guerra. Hacer el amor no sólo era copular libre y alegremente, era amar y querer ser amado con o sin compromiso, pero también sin miedo al compromiso. La poesía era amorosa, se cantaba al amor, se bailaba al amor. Pero copular, amar, escribir poemas, cantar, bailar y amar la música requieren bajo consumo. La generación hippie era una generación poco consumista. Hasta la droga que consumía era barata, se cultivaba en el jardín o era LSD, demasiado económico y fuera del control del proceso de control capitalista. En la otra mitad de este mundo, en el dominado por los tanques soviéticos el amor era demostración de sentimentalismo y debilidad. Una desviación idealista despreciada por la impuesta doctrina oficial. Como todo proceso sociológico importante son muchas las causas a investigar. El amor no produce beneficios a las corporaciones que son los amos del mundo y deciden lo que la masa debe practicar. Los sujetos que se relacionan amorosa y sexualmente pueden constituir una red subversiva para amos que necesitan que la energía esté canalizada en el proceso de producción y consumo. El empobrecimiento del discurso del amor es fácilmente verificable a la vista de lo que se vende en un quiosco de prensa, y en la cartelera de programación televisiva.
3) ¿Podrías comentar este fragmento del Seminario El partenaire-síntoma de J.-A. Miller? « El goce femenino en cambio está enganchado al Otro, establece una relación con el Otro. En este sentido es mucho más independiente de la exigencia pulsional e incluso es de este lado donde la demanda de amor se hace oír en la clínica con su exigencia infrangible. La pregunta subyacente, que está indicada pero no del todo desarrollada en el seminario (Aún), es cómo pensar esta relación, este nexo amor/goce del lado femenino. » (p. 160, cap. VII Revalorización del amor, Ed. Paidós, 2008)
Madame de Stael escribió: el amor, que no es más que un episodio en la vida de los hombres, es la historia de la vida de las mujeres. El enigma de la feminidad se plantea para Freud como concepción del sexo femenino como Otro y como una dificultad de identificación con el propio sexo. Dentro del marco de la cura Freud hablará luego del rechazo de la feminidad válido para los sujetos de ambos sexos, rechazo que proviene de la primacía del falo. De allí un sexo se caracteriza por un tener, siempre amenazado por la castración y el otro, por la privación de ese tener. Freud plantea que del lado mujer la castración puede tomar la forma de la pérdida del amor. Lacan denomina mujer a aquellos sujetos que han elegido no situarse enteramente dentro de los límites de la función fálica, quienes lo experimentan dice Lacan, nada pueden decir de él, lo denomina goce suplementario. La mujer para gozar requiere a su partenaire que hable y que ame, el amor está entramado en su goce. El tema del amor atraviesa la enseñanza de Lacan y revela la imposibilidad de escribir la relación sexual. Si el amor surge como suplencia de la relación que no hay, es el amor que permite condescender el goce al deseo, es también una respuesta a lo Real, en palabras de Lacan. El amor surge como contingencia. Amar, decía Lacan es dar lo que no se tiene. Lo que quiere decir: amar, es reconocer su falta y darla al otro, ubicarla en el otro. Nos enseña J.- A. Miller:
« No es dar lo que se posee, bienes, regalos, es dar algo que no se posee, que va más allá de sí mismo. Para eso, hay que asumir su falta, su « castración », como decía Freud. Y esto, es esencialmente femenino. Solo se ama verdaderamente a partir de una posición femenina. Amar feminiza. Por eso el amor es siempre un poco cómico en un hombre. Pero si se deja intimidar por el ridículo, es que en realidad, no está muy seguro de su virilidad ». Si del lado masculino el acto de amor es la perversión polimorfa del macho, quiere decir que permanece ligado a la pulsión, no hay una apertura al Otro. Permanece enganchado a lo autoérótico de la pulsión, cuanto más dice JAM, es capaz de hacer del Otro un objeto a que le sirva para la satisfacción pulsional. EL goce femenino esta enganchado al Otro. Si el deseo para para el macho pasa por el goce, puede tener soportes múltiples, para la mujer pasa por el amor y no esta del lado de lo múltiple. Para la mujer el Otro del amor debe estar privado de lo que da.
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« No es dar lo que se posee, bienes, regalos, es dar algo que no se posee, que va más allá de sí mismo. Para eso, hay que asumir su falta, su « castración », como decía Freud. Y esto, es esencialmente femenino. Solo se ama verdaderamente a partir de una posición femenina. Amar feminiza. Por eso el amor es siempre un poco cómico en un hombre. Pero si se deja intimidar por el ridículo, es que en realidad, no está muy seguro de su virilidad ». Si del lado masculino el acto de amor es la perversión polimorfa del macho, quiere decir que permanece ligado a la pulsión, no hay una apertura al Otro. Permanece enganchado a lo autoérótico de la pulsión, cuanto más dice JAM, es capaz de hacer del Otro un objeto a que le sirva para la satisfacción pulsional. EL goce femenino esta enganchado al Otro. Si el deseo para para el macho pasa por el goce, puede tener soportes múltiples, para la mujer pasa por el amor y no esta del lado de lo múltiple. Para la mujer el Otro del amor debe estar privado de lo que da.
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