No. 3Febrero 10 del 2010
Debate en torno a:•
El pase en la NEL•
La política de desmasificación de la enunciación
• La relación Escuela-Escuela Una
ModeradoresLizbeth Ahumada ( [email protected] )Juan Fernando Pérez ( [email protected] )Todos los miembros y asociados de la NEL están invitados a participar en este boletín con sus textos, comentarios, notas y observaciones sobre los temas del debate. Éstos pueden ser enviados a uno de los moderadores.En este número
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Editorial
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Memorias de un pasador por Enric Berenguer
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Contribución al debate sobre el pase por Mario Elkin Ramírez
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En primera persona por Laura Arciniegas
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Contribución a la presentación clínica por Antonio Aguirre
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Destacamos
**** EditorialNo hay forma de no reconocer los efectos del debate que ocupa a la AMP, puesto que éste no es otro que la actualización formal de los puntos que no cesan de no escribirse en el campo mismo del psicoanálisis tal como lo concibió Lacan. Es decir, la insistencia del real que está en el interior mismo de la experiencia y que anida en la existencia de una comunidad que no pretende su escamoteo, es lo que hace que se presente, ahora, bajo el testimonio del psicoanalista en primera persona. Es uno de los énfasis que hace Enric Berenguer al recordar su experiencia como pasador; al igual que anuncia su idea según la cual, la discusión sobre el pase ideal no es distinta a la discusión del análisis ideal. Sugiere además pensar el uso de la tópica lejos-cerca, como un cierto modo de denegar esta articulación; de esta manera, toca cuestiones que añaden nuevos elementos a considerar cuando la discusión no se torna central e imperativa para quienes nos vemos concernidos por la Escuela de Lacan. Mario Elkin Ramírez aporta su experiencia como pasante en un momento particular de su recorrido analítico y con relación a la Escuela; también hace un llamado a pensar los antecedentes institucionales de la NEL en formación, para intentar dilucidar la lógica que ha atravesado su formación relativa al lugar que ha tenido el pase desde ese momento. En este sentido, resulta muy interesante su aporte. De otra parte, Laura Arciniegas plantea la necesidad de recoger el saber que pueda acumularse en primera persona, franqueando el silencio como resistencia e identificación colectiva a ese movimiento. A su vez, Antonio Aguirre, amplía algunas afirmaciones enunciadas en su anterior carta (Epp No. 2); básicamente alude a lo que él considera necesario revisar alrededor de las presentaciones de casos clínicos, en cuanto, según él, el bien decir de quien lo enuncia, no coincide con la descripción ni el detallismo extremo, ni, incluso, con la descripción biográfica. Plantea, más bien, una cierta reducción significante que iría de la mano de lo que llama « la clínica acéfala ». Sin duda, es algo que da para pensar y seguramente habrá quienes puedan discutir alrededor de este tema crucial en la formación. Podemos de esta manera concluir que el hecho de presentar contribuciones en primera persona, no exime de la posibilidad de un llamado al intercambio y a la discusión de las ideas, al contrario, considero que en la respuesta se encuentra el mensaje que indicaría el « tú dices eso » y ese decir me invita a mi a decir también, en ese sentido hay una estructura de reciprocidad enunciada en la primera persona del mensaje, a tener en cuenta.Lizbeth Ahumada*** Memorias de un pasadorEnric BerenguerNEL-Bogotá Me sorprende que sorprenda que la escuela invite a hablar en primera persona de la experiencia que cada uno ha hecho del inconsciente y de su relación con el dispositivo del pase. De hecho, esta llamada al testimonio no debería resultar chocante, si tenemos en cuenta que no hay enseñanza, ni transmisión, que merezcan ese nombre si no se hacen hablando en nombre de la experiencia analítica de cada uno. Cierto que parece más fácil ampararse bajo otros nombres, ya sea el de Lacan o el de Miller, pero, al fin y al cabo, lo sepamos o no, estamos siempre testimoniando cada vez que hablamos. Aunque sea testimoniar de la incapacidad, o la negativa, a hablar en nombre propio. Eso también se constata y marca un estilo, por ejemplo de denegación.El compromiso de cada uno de nosotros, contraído el día, a veces lejano, en que manifestamos nuestro deseo de pertenecer a la Escuela, heredera de la de Jacques Lacan, era entre otros el de sostener – frente a otros discursos que pueblan el mundo – que consideramos que el análisis mismo es lo esencial en la formación de los psicoanalistas. ¿Qué impediría hablar de ello?El testimonio, hasta hace poco, asociado a un pase idealizado, quedaba como algo lejano. En esta revisión del lugar del pase, el testimonio se acerca y está al alcance de cada cual, como la aportación que cada uno puede hacer al avance del psicoanálisis.Por otra parte, una inhibición con respecto al pase y el testimonio (mayor en unos ámbitos de la AMP, alcanzando la dimensión de un verdadero síntoma) sólo en parte puede explicarse por la idealización del pase. Otra parte de la cuestión concierne a si de verdad se confía en los análisis que se llevan a cabo, a si de verdad se ha apostado por ellos lo suficiente como para que se pueda transmitir algo sobre sus resultados. En el dispositivo, ciertamente, pero también en otros dispositivos, como los que ahora inventa la Escuela, al llamar por ejemplo a testimoniar de la experiencia de cada uno en jornadas o congresos.El pase no debería ser tan lejano, porque los análisis no deberían serlo. A veces hay una comodidad en la lejanía, que fácilmente se disfraza de impotencia y que produce una versión específica del análisis infinito. Pero el pase siempre está más cerca del análisis de lo que parece. Y esto se entiende mejor si no se considera el pase únicamente desde la perspectiva de la nominación del AE. La mayor parte de pedidos de pase no han conducido a una nominación, pero ello no impide que hayan sido, para todos aquellos que han intervenido en el dispositivo, una enseñanza sin igual.Lo dice alguien que fue pasador – tuvo esa fortuna – y que recuerda muy bien cómo aquella experiencia transformó su relación con el psicoanálisis, su forma de desempeñar su función como analista. Pero que recuerda igualmente cómo cada una de las personas que solicitaron el pase obtuvieron un beneficio claro de la experiencia del testimonio ante los pasadores, así como de la respuesta del cartel. En efecto, una no nominación puede ser también una enseñanza que relance el deseo de análisis en una buena dirección, o que impida que tal deseo se agote en una dirección sin salida.Pero me centraré algo más en mis recuerdos de pasador. En primer, lugar, el entusiasmo, el sentimiento de haber sido elegido para acoger lo más íntimo de la Escuela y lo más íntimo de la aventura de un sujeto: sus deseos, sus apuestas, el modo en que para él se plantea la cuestión fundamental de cómo autorizarse en su experiencia analítica para ocupar de la mejor manera el lugar. Luego la lógica preocupación por estar a la altura, como depositario, de tan precioso depósito. El reto que constituye encontrar la mejor manera de transmitirlo llegado el momento. La emoción también de transmitir ese mensaje precioso a los colegas del cartel, que son capaces de escucharlo con el mayor respeto, con una atención infinita al detalle, apuntando siempre, más allá de lo universal, incluso de lo particular, a la verdadera singularidad de un sujeto, sus soluciones, sus invenciones.Puedo decir, pues, como un recuerdo concreto de la influencia del mecanismo del pase en mi formación como analista, que puedo situar el día – una fría mañana, en París, tras una carrera extenuante por los pasillos del Charles de Gaulle para no llegar tarde – en que conocí de verdad, por primera vez, no de una forma teórica sino eminentemente práctica, ese borde en el que algo de la singularidad empieza a trazarse a partir del modo particular en que un sujeto trasciende las posibilidades, siempre limitadas, de aquello que podemos situar como modalidades del síntoma. In statu nascendi… un poco más allá de lo que el propio pasante podía situar. Pero no me cabe duda de que algo del dispositivo le ayudaría a él a recuperar su brújula.****
Contribución al debate sobre el pase
Mario Elkin Ramirez
NEL-Medellín
La NEL, como su nombre lo indica es nueva en la AMP, pero no sin antecedentes. Delicados antecedentes. De los cuales heredamos algunas cosas. Un numeroso grupo de AME. Una sede dividida en dos grupos en espejo. La nostalgia para unos de esa Escuela disuelta, la actual silenciosa resistencia de otros, el trabajo de elaboración de sus heridas en algunos otros. Pero en esa Escuela existió el dispositivo del pase, no sé qué papel tuvo la puesta en marcha de ese procedimiento en su disolución. No sé si será la hora de revisarlo para entender algo de “nuestro retraso” en la NEL por no tener ni un AE.En todo caso quiero tomar la política de la enunciación y decir en primera persona mi opinión al respecto.Entré a esa Escuela precisamente por el pase a la entrada. Fui uno de sus últimos miembros. Participé en el acto de su disolución.Me refugié allí para soportar el malestar de la crisis que estalló en el 98, pero que ya se gestaba desde hacía un tiempo. Medellín fue, sino la más, al menos una de las ciudades más afectadas. Quedamos solo tres miembros en la AMP de un numeroso grupo que éramos. Lo recuerdo sin nostalgia por quienes se fueron, han pasado muchos años e incluso con algunos con quienes me encuentro en el espacio universitario, ahora puede haber una mínima cortesía.Con quienes quedamos en la AMP hicimos en la ciudad un trabajo arduo, en el que conquistamos lo que hoy es la sede NEL-Medellín. Otros que no habían estado en el grupo anterior vinieron y sumaron su trabajo. Fue esencial que muchos retomaron sus análisis afuera, en París, en Buenos Aires, en Córdoba. Eso permitió moderar nuestras relaciones, poder juntarnos y producir como lo venimos haciendo. Cursos introductorios, libros, revistas, programas de radio, Seminarios, llegan cada vez más solicitudes de asociados. Se hace un trabajo de cara a la ciudad. Pero también realizamos trabajo en intensión. En los grupos de investigación, en los análisis, en los carteles, en los controles, y ahora, en pensar el pase.Pero he decir que fue en la ECFC que tuve la ocasión de ser pasante y eso lo recupero. Luego de la solicitud, recibí la llamada que me indicaba los pasadores, los contacté, viajé para encontrarme con ellos en sus consultorios. Fue una experiencia intensa para mí, un vértigo, tenía pocas horas para tratar de formalizar un análisis iniciado en ultramar y en el que había permanecido más de diez años. Recuerdo la disposición de los pasadores, su interés en escucharme, fue un trabajo de elucidación de la lógica de mi caso, la elaboración que hacía con el uno hacía avanzar la construcción con el otro, haciendo que pudiera atar aquí un cabo que había quedado suelto allá. Así entregué mi testimonio y volví a mi país, a mi ciudad, a seguir mi labor. Después recibí otra llamada de la comisión del pase. Había sido nombrado “Miembro de la ECFC”, y en cuanto al análisis “había ido lejos pero me recomendaban un tramo más”.En esa época era un poco más ingenuo en la política del psicoanálisis. No tuve el cálculo de presentarme en un momento más adecuado que en aquella crisis que se avecinaba y de la que no leí los signos y eso tuvo para mí consecuencias. Pero en el interior de la experiencia misma, en el ejercicio de elaboración de mi caso, en la interlocución cálida y atenta de los pasadores, en su discreción y respeto, encontré un plus de formación. Era la primera vez que le contaba mi análisis a alguien que no fuera mi analista con la pretensión de extraer un saber de él.Tampoco guardo nostalgia del breve tiempo en que pude integrarme al trabajo de la ECFC. Aunque pude conservar amistades en ambas asociaciones, estoy convencido que los vicios de su estructura ahondaron la crisis de Medellín. Hubo que recomenzar de cero, en medio de una enorme obscenidad imaginaria que nos hacían pagar en nuestras vidas personales y en nuestra reputación como analistas el habernos quedado en la AMP, desde los ataques a la transferencia de nuestros analizantes, hasta diagnósticos elevados al nivel de la injuria. Rumores difundidos en algunos ámbitos de una ciudad chica y transmitidos en “en tono confidencial”, incluso a gente que hoy se extrañan de haber oído algo de aquello, sin habernos conocido en la época.Por supuesto que hice “un esfuerzo más”, seguí en ese primer análisis, e incluso cuando se me volvió imposible viajar más a ultramar, hice posible continuarlo en un segundo análisis en otro lugar. Ahora pienso que no podemos elevar a un nivel de imperativo tener un AE en la NEL. Ceder al imperativo, eso si que puede producir los acting out. Es importante pero no puede ser un mandato. Sé que como yo hay varios colegas de la NEL que han terminado un análisis pero que no contemplan presentarse al pase, aún no. Es una elección personal, no lo olvidemos.Puede ser que la actual discusión en la sedes, en las Escuelas, en la Escuela Una, en la AMP nos conduzca a reinventar el dispositivo neutralizando sus vicios, puede que haya luego una mejor oportunidad política de comprobar ese fin, para otros. Mientras tanto hay que seguir la discusión. Hagamos un esfuerzo más de elaboración si queremos perfeccionar el pase.****En Primera PersonaLaura ArciniegasNEL-Bogota¡Está dicho! el que no haya aún AEs en la Nel no nos dispensa del debate, de la pregunta y de la cuestión propia de una Escuela Psicoanalítica que ubica en el pase su eje central.En este sentido, el llamado a no reducir el pase a la nominación de Aes y a su devenir, – asunto que por supuesto sigue teniendo su lugar- nos permite ampliar la pregunta por el lugar del pase como dispositivo en la Escuela, y para el caso, en la NEL.Y ello por cuanto sabemos que el presente y futuro de una Escuela “pasa por la profundización de la enunciación en primera persona”. Que haya psicoanálisis, aplicaciones diversas, depende en primera instancia de que haya analista. Se trata entonces de tomar la pregunta para dirigirla en principio a la propia persona: ¡Si! el dispositivo implica a cada uno, el asunto es ¿cómo? ¿de qué manera? La invitación – así la leo- nos remite en primera instancia y de manera directa a preguntarnos por el estado propio del recorrido analítico. Pero también, y de manera central a preguntarnos por la forma como la Escuela, la NEL, se ocupa de dicho dispositivo. El pase, es efectivamente no sólo un acontecimiento clínico, sino una apuesta institucional, que tiene sin duda, consecuencias para el psicoanálisis mismo. Para la NEL, pienso, se trata de un momento propicio y privilegiado para empezar a darle su justo lugar a un dispositivo, que no puede seguir viéndose como lejano, ni ajeno a nuestro devenir. La apertura de este espacio de intercambio, es ya en acto, un paso en esa vía.Poner el énfasis ahora en la investigación del caso propio, nos recuerda que el ser del analista es el resultado del propio análisis, “un estado del sujeto en relación con su goce” y no sólo el ejercicio de una práctica. Pero la apuesta del pase incluye al Otro, no es sin el Otro. Se trata de la comunidad por la que apostamos a su creación hace ya casi 10 años. Resuenan entonces las palabras de Graciela Brodsky cuando ubicaba que con su creación se trataba de “demostrar que es posible una escuela transnacional que combine la máxima extensión territorial con la potencia del trabajo en la ciudad. Su ambición es probar que es factible una dialéctica entre lo múltiple de sus sedes y el uno de su dirección”. (NEL Debates 2001) ¿Qué podemos decir hoy de ello? Lo cierto es que ese Uno, que es también Una, hoy nos invita a salir, a hacer un movimiento a contracorriente del localismo como lo subrayaba pertinentemente Miquel Bassols en su reciente venida a Bogotá.La Escuela del pase, la escuela Una, nos invita entonces a ir a contracorriente del localismo que puede vivirse con diferentes intensidades y particularidades en cada Sede de la NEL. Esta pequeña reflexión es para mi un paso en esa vía. Salir, discutir, pronunciarse, por humilde que sea esa contribución resulta en este sentido imprescindible, esperable. El pase, que transformó con Lacan la definición misma del analista, y que está en el centro mismo de su apuesta institucional por la forma Escuela nos invita ahora a pensarla y practicarla como lugar de una ignorancia que pueda orientar una auténtica búsqueda.Si el recorrido analítico se presenta como yendo “de lo imposible de saber a saber sobre eso imposible”, ello orienta y ubica una forma de operar sobre la escuela que nos aloja hoy bajo el nombre Nueva Escuela Lacaniana. Hagamos pues uso de este espacio!****
Contribución sobre la presentación clínica
Antonio Aguirre
NEL-Guayaquil
Un obstáculo para una enunciación que satis-haga, que tenga alcance realizativo en lo concerniente al goce, al ejercicio asumido de un « parletre », reside en la larga trayectoria de elaboración y comentario del saber constituido. Es el avance de la forma universitaria al interior de la Escuela. Que tiene su compensación en la entrada de los analistas en la institución universitaria.
No se trata de dar marcha atrás, abandonar los sitios « conquistados » : la Universidad, los hospitales, las instituciones educativas, los programas sociales, es decir esos lugares donde la PRIMERA PERSONA es la del plural. Eso, que tenía que ser una sección SEGUNDA de la Escuela, se hizo PRIMERA, no sólo por los temas privilegiados en las discusiones nuestras- las aplicaciones terapéuticas, los « síntomas sociales », la clinica entendida como relato de los sintomas de un « paciente »- sino por la modalidad de la enunciación: saber experto, ofertas al poder institucional, recorrido y comentario de textos, todo vectorizado a un « estudiante », a alguien « en formación », en suma la consabida relación profesor-alumno, que la vemos renacer una y otra vez al interior de nuestra propia Escuela.
En primera persona…Muy de acuerdo. Lo traté de hacer todo este tiempo. Espero haber logrado algo. Pero tropecé con el estandard de la temporada. Por ejemplo : « hay que presentar un caso clínico ». No servía recordar que Lacan insistía, en su seminario, que lo que él decía provenía de su experiencia, o sea de la clínica. Acá la única forma de demostrar esta relación con lo real , era hablando de la vida de otro, usando los conceptos por supuesto, pero inevitablemente derivando hacia un relato, de mayor o menor atractivo literario. En fin, el mismo Freud, en sus casos clínicos, justificó la forma literaria de sus exposiciones, por reflejar más fidedignamente su experiencia. Después de Lacan ya no tendríamos que atenernos a eso como un modo obligado, estandar, de decir algo para debatirlo en la Escuela.
Si lancé, un poco escuetamente, en una conversación del SIC , la propuesta de una CLÍNICA ACÉFALA , el típico malentendido interpretó ello como la promoción de un anonimato que protegiera al expositor de los casos. No se trata de eso, cómo se podría en una conversación cara a cara. Pero ¿cómo alivianar la trayectoria de la pulsión de los enredos de la historia, de las mil vueltas de parodia que eluden un camino màs eficiente, pero también màs ético?. Hablar en la Escuela de la experiencia, sin obscenidad, con la mínima escenografía narrativa, sin darnos el rodeo de buscar a otro un poco parecido a lo que nos interroga personalmente en materia de sinthoma.
En estos días, en esta « època », en nuestras ciudades, el tema de la comunicación, la verdad y la censura, está en plena ebullición. Una política, es decir el poder de administrar cosas, cuerpos y palabras, haría bien en facilitar a cada cual un lugar y un momento para su enunciación. En el colectivo de la Escuela, no en sus poderes administrativos, sino en la trama de las subjetividades allí enlazadas, el juicio sobre la pertinencia y veracidad del decir de cada uno, encontraría una resonancia más fructífera .
****Destacamos
(Fragmento de: El Pase Uno, la variedad de dispositivos y el deseo de AE en las Escuelas de Eric Laurent, difundido en varias listas de la AMP):
« (…) El deseo de AE de estas Escuelas no es uniforme. Si la Escuela Una es el país en el que se hace escuchar el deseo de AE, este no está jamás masificado. Se guía por la historia y las resonancias del Pase en la particularidad de cada una de las Escuelas.
Es necesario primeramente distinguir las Escuelas americanas y las Escuelas europeas. Del lado de las Escuelas americanas, el deseo de AE siempre ha estado vivo. Debemos, sin embargo, diferenciar la EOL y la EBP en sus experiencias del dispositivo. La EBP al principio tuvo un cartel para la admisión de miembros en la Escuela por un dispositivo de “entrada por el pase”. Luego un cartel destinado a escuchar el pase final. A partir de ahí, el dispositivo nunca dejo de funcionar, nominando poco pero regularmente los AE. La EOL, después de un período fasto, tuvo una crisis que ocasionó la suspensión de la experiencia en 2005-2006. El retorno entusiasta a partir de 2006 ha producido numerosos pedidos y nominaciones. La NEL no tiene cartel habilitado para escuchar los pases finales, pero sus miembros se pueden presentar en otras Escuelas. Por el momento no tienen ningún AE nominado. »
( El pasador y el pase de Philippe Stasse):
« Tratándose del tema de los pasadores introducido en el orden del día en la última reunión del Colegio del pase, en efecto, parecía necesario sacarlo a la luz y precisar la función del pasador. A veces considerados como «secretarios» sepultados bajo sus «toneladas de notas» de las que se esfuerzan en restituir lo esencial a los cárteles, o incluso, tratando de construir la clínica del caso cuyo testimonio han recibido, no podemos preguntar si es eso lo que se espera de la función del pasador.
La tarea no es tan sencilla de definir porque la partida se juega entre tres: el pasante, el pasador, el cartel. Pase a tres, podríamos decir.
Si el pasante no se dedica a contar durante horas los detalles de su análisis, sino los puntos cruciales que se han desprendido de él y la articulación lógica que a posteriori se desprende (o no), podemos decir que ya hay un orden: del punto A de partida al punto B de llegada, el trayecto del análisis se aclara y se reordena según el esquema del bucle de la retroacción.
El testimonio dirigido al pasador permite a este recolectar la construcción que se desprende de este recorrido, la esencia de lo que emerge en ese testimonio, los puntos de pase pero también los puntos oscuros que el pasador por su parte puede interrogar. Me parece que el pasador no tiene que construir el testimonio en lugar del pasante o del cartel, sino que debe hacerse «placa sensible» para poder restituir al cártel las líneas de fuerza de ese testimonio, lo que le ha marcado, sorprendido, incluso convencido.
Respecto al cartel, tiene que descubrir y construir si fuera necesario la lógica del testimonio dejarse convencer (o no) por el relato del pasador, por este pase en zigzag que permite que haya pase o no ».