He seleccionado en esta oportunidad algunos textos sobre el pase escritos por colegas de las Escuelas hispano-hablantes de la AMP. Tres de ellos son de colegas de la EOL, uno de la ELP, y otro de la NEL.Esta selección permitirá una presentación a título personal de la situación actual del pase en estas Escuelas.La mayoría de ellos fueron extraídos de los Journal de Journées Nº 52, 76 y 85.
El texto de Lizbeth Ahumada en cambio, lo tomé de la reciente publicación que la Nel inauguró con una serie intitulada Boletín aperiodico de la NEL « En primera persona »- Nº 1. Cordialmente
Dudy Bleger
Presidente de la EOL
Graciela Brodsky
El pase y la armada Brancaleone
El comentario de Marco Mauas sobre el Herem me llevo a la siguiente pregunta: qué distingue a la comunidad judía – o a cualquier otra comunidad, la comunidad argentina, por ejemplo- de la comunidad analítica? En tanto que comunidades, no están ambas animadas por la aspiración al uno, a lo común, en síntesis, por la identificación? Me parece que a título de comunidad, las diferencias no son de fondo. Solo son diferentes los ideales que las unifican, aunque, es cierto, hay ideales mejores que otros.
Creo que para devenir psicoanalista, la verdadera cuestión no es tanto como entrar a la comunidad analítica sino como pasar de la comunidad a la disparidad. De ahí el carácter irresistible del testimonio; no hay dos iguales.
Una vez, en la EOL, el empuje a la comunidad llegó hasta los carteles del pase. En esa ocasión, una comunidad – en realidad la EOL es una suma de comunidades- soñó con adueñarse del pase. No es imposible si se saben mover los hilos que hace falta y se hacen los cálculos necesarios: piense bien a quien elige como analista, supervise con quien convenga, haga campaña electoral para llevar a sus amigos al cartel del pase, preséntese en el buen momento y trate de convencer a los ingenuos que con este shibolet en la mano el camino para devenir analista está asegurado.
En el 2005, esta política comunitaria hizo estallar el pase en la EOL. En esa ocasión me tocó a mi suspender el dispositivo, que solo se volvió a poner en marcha tres años más tarde, gracias a las buenas iniciativas administrativas que se tomaron y al deseo de los miembros.
Spinoza y Lacan sufrieron el Herem? Tal vez lo desearon porque entre la comunidad y la excepcionalidad no hubo elección para ellos. Tal vez se hartaron de la comunidad y prefirieron la tierra del exilio, esa donde uno no se siente nunca “en su casa”, donde nunca se habla la lengua del Otro, aunque se comparta el mismo idioma.
A esta altura, pienso que si no se soporta el exilio, entonces es mejor formar parte de un conjunto disparatado donde se junten la “la Biblia y el calefón”, como prometen las Jornadas de noviembre.
Un poco menos de comunidad y un poco más de “armada Brancaleone”. Por que no?
1 de noviembre de 2009
Graciela Brodsky
CARTELES DE LA ESCUELA UNA
Aun cuando un cartel del pase pertenezca a una Escuela, tal como es, por ejemplo, el cartel de la EOL, un AE no es de la EOL sino de la Escuela Una. Al menos así se los llamaba a los AE en una época. Entonces, ¿por qué no transformar los carteles del pase en « carteles de la Escuela Una », es decir, carteles compuestos por colegas de diferentes escuelas? Eso resolvería muchos problemas, desde incompatibilidades hasta las dificultades locales de constitución de los carteles. Mi experiencia en la EBP y en la EOL fue tanto más interesante cuanto que los carteles no fueron meramente locales.
23 de diciembre 2009
Mauricio Tarrab
Querido Jacques –Alain:
Le envío algunas reflexiones sobre el tema del Pase como aporte al debate que ud. ha puesto en marcha. Aunque ese debate se halla iniciado y se esté desarrollando en la ECF, repercutirá en todas las Escuelas, y de hecho lo dirijo también a la EOL, donde sé que este debate resuena y que a su manera viene discutiendo del tema desde 2006.
En el Congreso de la AMP en Buenos Aires, en abril del 08, participé de una mesa que se llamaba Modalidades del Pase en el siglo XXI. Copio primero algunos fragmentos de ese texto que considero todavía útiles, y luego algunas reflexiones actuales.
“Una reorientación de la política alrededor del Pase parece imprescindible, pero esa reorientación no será producto más que de una reorientación de la libido. Es eso lo que debería cambiar en nuestra comunidad, para que el pase, que casi ha sido puesto en la vitrina del museo del psicoanálisis, vuelva a manifestar su vitalidad. Hay algunos indicios y estas 6 nuevas nominaciones que hemos escuchado nos abren nuevas expectativas. Hemos pasado de un pase inhibición, a un pase síntoma que como tal seguramente volverá a traernos problemas. Espero que esa sea así, nada podrá cambiar si el pase sigue siendo tratado con tanto silencio.” […]
¿Se trata del dispositivo o se trata de la libido? ¿Se trata de buscar nuevas modalidades del pase y nuevas formas del dispositivo? Por lo que he podido vivir como miembro de tres carteles y como pasante, el dispositivo del pase como tal se sostiene con su simpleza y su eficacia tanto como se sostiene el dispositivo freudiano, al que Lacan no necesitó poner patas para arriba para modificarlo de cabo a rabo. ¿Habría que proponer un pase a medio camino y un pase “final”?. Aunque es una evidencia que existen momentos de pase durante un análisis, creo que el pase capta un momento conclusivo y eso supone considerar por un lado lo inédito que se inscribe allí y por otro lado lo incurable que no dejará de retornar. Eso es ineliminable. Pase y “non plus ultra” no se llevan bien. El pase es imperfecto, y eso conviene mucho más a la experiencia efectiva.[…]
En los 40 años que han pasado desde la proposición de Lacan, esta no es la primera “reconfiguración”. En ese tiempo le han pasado muchas cosas a las Escuelas, a la comunidad analítica y a la práctica del pase. Ese desarrollo ha mostrado que el pase es permeable a la incidencia de la época, de los conceptos y de la política. Eso no es ninguna renuncia respecto de los principios. Eso quiere decir a mi juicio que no hay una dogmática del pase escrita en las estrellas. Estamos por el contrario en ese punto que -como decía J.A.Miller- Lacan dejó sin fijar. Lo cito: “Si Lacan hubiera entrado en detalles hubiera producido un efecto de sugestión que resultaría perjudicial para la autenticidad de la experiencia”. Es lo que debemos preservar a toda costa. Estamos en ese borde y allí solo tenemos fragmentos de una experiencia, que en el filo entre lo colectivo y lo singular, atraviesa las Escuelas. Por eso no hay, ni debería haber una dogmática del pase. Entre los aspectos doctrinarios y la práctica del pase hay un hiancia que debe mantenerse abierta.[…]
Por otra parte las modalidades del Pase en el siglo XXI ya son una realidad efectiva, no hay que especular sobre eso, hay que tomarlo en serio es decir encarnarlo en un política, JAM lo ha propuesto de múltiples forma: hay el pase lógico, el pase matema y el pase hystorización. Hay el pase relámpago y el pase escritura. Hay el pase científico y el pase artístico. Hay el pase atravesamiento y el pase sinthome, hay el pase 1 y el pase Bis. Y hay, por fortuna, la sorpresa del Pase.
Y terminaba mi exposición parafraseándolo a ud cuando decía que el “psicoanálisis es un saber que siempre se alegra de recomenzar. Es por eso que se puede decir del psicoanálisis: ud aún no ha visto nada!!!. Es lo que podemos hoy volver a decir respecto del pase: Aún no hemos visto nada! . Entonces, preparémonos para lo que vendrá!” (Buenos Aires, abril 2008)
Y pues, eso ya llegó bajo la forma de esta marejada imparable que ha comenzado en la ECF pero que implica a todas las Escuelas de la AMP.
1. La política de la enunciación, o hacer de la enunciación una política
La política de la enunciación es una enorme y eficaz aplanadora de las jerarquías, en especial si estas se encuentran un poco rígidas en sus lugares institucionales y en especial si esa enunciación se autoriza en la relación que cada uno tiene con el inconciente, con el de cada uno, claro. Frente a eso que nos determina, nadie puede erigirse en un “maestro” (en el sentido que el término tiene en español). Pero sí puede hacer valer el saber-verdad que ha obtenido hasta allí de la experiencia del análisis. Y también puede hacer ver adonde se está respecto de su formación analítica. Eso es algo de lo que la Escuela debería tomar nota, poner a prueba y sancionar oportunamente. Es lo que entendí, como se lo dije en un mail unos días después, en la Jornada de Noviembre, respecto de esa frase de Lacan: “no hay formación analítica, hay formaciones del inconciente”.
La fórmula “todos analizantes” puede leerse: todos iguales frente a la experiencia del inconciente y de lo real. Desde allí hablamos, los practicantes, los AME, los AE y los “recién llegados”. Es un hecho que abre un campo nuevo, que renueva las cosas, que sacude las generaciones, y es saludable que eso no recaiga solo en los AE.
Bienvenido sea!! no estamos exentos de los problemas demográficos y por otra parte el tiempo es real. Aunque se sabe que la solución nunca ha estado en la juventud, eso ha traido también figuras colectivas macabras. Solo el talento da alguna esperanza. Pero al talento hay que hacerle lugar.
Eric, en su texto El pase-deseo, señala que ahora puede ser que una generación ya no piense que por su jerarquía no puede hacer el pase”. Pues yo mismo, y no debo ser el único, me presenté al pase formando parte de la “jerarquía”. Recuerdo muy bien cuando fui a decirle que me iba presentar al dispositivo y ud un tanto “grave” (según mi óptica de las cosas en ese instante”) me dijo:
– Nunca un Secretario de la AMP hizo el Pase
– Y? , le dije un tanto molesto y sin entender el problema que ud señalaba. Acaso eso me lo impide?
– No, me contestó ud , pero eso es nuevo.
2. El pase síntoma y el elemento Omega
El Pase mismo ha sido, desde su invención por Lacan, una política de la enunciación. Lo fue en una época en la que los semblantes institucionales eran mucho más firmes que ahora. Y como creo que es por ahí, por donde ud quiere volver a vitalizar el Psicoanálisis puro dentro de la Escuela, es que comparto su entusiasmo, aunque no sepa bien adonde vamos.
En cuanto a los testimonios, los que he escuchado desde noviembre, (y que alarman a algunos porque diluirían el pase como tal), creo que con al menos una excepción, son variantes de cómo alguien puede mostrar, en un punto de su análisis, como él entiende que se ha enredado con la verdad. Pero eso no es lo mismo que lo que ocurre en el Pase, donde, para citarlo a ud. mismo en su curso “El lugar y el lazo”, uno debe demostrar “como se sacó de encima sus amores con la verdad”. Por otra parte el pase consiste en demostrar la lógica de una separación, no la lógica de la propia alienación al inconciente.
Pero hay algo que tienen en común, que es mostrar como la experiencia analítica nos atraviesa. Atraviesa nuestras vidas. Cuando di mi primer testimonio, en un momento no muy sencillo en la EOL respecto del pase, pensé que lo que verdaderamente quería era decirle a mi comunidad que lo que hacemos en la práctica, que la experiencia que atravesamos, que nuestra orientación en el psicoanálisis, valía la pena. Quizás algo de esa enunciación hice pasar allí.
Por otra parte, además de los testimonios, las nominaciones de AE tienen aún otro valor que el de la transmisión. La nominación de un AE, tienen el valor interpretativo de recordarle a las Escuelas su inconsistencia. Nos recuerdan a todos, no solo que hay un agujero en el saber, sino que hay un elemento, Omega, que forma parte pero que es heterogeneo al conjunto.
La Escuela debe vivir con eso, pero ¿quiere hacerlo? A veces si, a veces no.
3. Y mientras tanto, que ha sucedido en la EOL?
Puede el Pase dejar de ser un problema? Y si dejara de serlo, si fuera muy satisfactorio ¿no sería eso su domesticación?
En la EOL, en los últimos cinco años hemos pasado por varias intensas tormentas alrededor del Pase. Dos crisis graves, la primera en diciembre de 2004 llevó a la suspensión del pase. La segunda en diciembre de 2005, donde un grupo trató de apropiarse del dispositivo, puso a la Escuela al borde de una crisis terminal. Hubo, a partir de allí una época de desierto y silencio, se desplegó la deflación y el descrédito respecto al Pase. No solo del dispositivo y su credibilidad, sino del final del análisis como posible y del pase mismo como acontecimiento verificable. No tengo ninguna duda de que se esperaba, secretamente con alivio, que esa « incomodidad » que es el pase pasara al museo. Hubiera sido el fracaso de la EOL y el triunfo de la endogamia grupal que es el nombre de nuestra “psicología de las masas”, contra la que el Pase ha sido una dosis de heterogeneidad necesaria, es decir sintomática, para que la Escuela sea una Escuela. Solo en Julio de 2006 y luego de una nueva nominación, el Delegado general comienza a gestionar la reposición del dispositivo.
Aunque hasta ese momento no se encontraba la manera de encauzar las cosas, el deseo estaba ahí. Volver de ese páramo no fue sencillo, requirió de la apuesta y de la sensatez de muchos y puso a prueba la relación de cada uno con el Psicoanálisis y con la Escuela. La EOL se movió, tuvo respuestas. Y cuando eso se despertó nuevamente algo, la Escuela misma estuvo dispuesta a vérselas y a acoger de nuevo esa experiencia, alrededor de la que hubo un reordenamiento. Desde 2007, con un nuevo reglamento y la constitución de un cartel que resultó confiable para el conjunto de la Escuela, se inició otro movimiento. La perspectiva de la AMP y de la Escuela Una estuvo allí siempre presente durante las crisis y después. Con Graciela primero y luego con la intervención de Eric, en cada paso que se dio para poner las cosas otra vez en funcionamiento. Su inclusión en ese cartel fue fundamental.
En los últimos dos años el secretariado del pase de la EOL recibió 26 pedidos de pase y hubo 3 nominaciones. ¿Es poco? ¿Es mucho? ¿Cómo se evalúa eso?
Esos 26 son quienes han corrido el riesgo, poniendo en juego todo lo que sus propios análisis les han aportado. Hayan pasado o no han contribuido a construir una experiencia colectiva incomparable. Es lo que tenemos en pleno funcionamiento. Un nuevo reglamento para el período 10-12 está en elaboración y la Escuela ha recibido con entusiasmo las últimas nominaciones.
Por su parte, el cartel del pase ha escuchado a suficientes pasantes como para poder tener un panorama de la orientación actual de los análisis, trasmitida por quienes habiendo o no “pasado”, han dicho lo que consideran esencial sobre el curso de sus análisis, sobre lo que consideran el final, o sobre lo que entienden que han obtenido de ese final. El Informe que el cartel tiene en elaboración tratará de dar cuenta de eso.
¿Es que le cuento maravillas de la EOL? De ninguna manera, sé muy bien que la EOL puede ser el infierno y que sus ronquidos a veces resuenan en el Rio de la Plata, pero respecto al pase está dispuesta a despertarse rápidamente. Cuente con eso.
¿Hemos llegado alguna parte? Sí, pero nada está asegurado.
4. Interrogar a los analistas
Creo que un debate sobre una reformulación del Pase, debe incluir la interrogación sobre los análisis mismos, sobre la orientación y la concepción que hoy tenemos del final del análisis, y en qué esta concepción se ha ido modificando a medida que hemos ido pasando del atravesamiento del fantasma al sinthome.
Hay que interrogar en que por ejemplo la transferencia no se constituye en un obstáculo para la salida del análisis. Un obstáculo puesto por el analista, no por el analizante. Ud. mismo planteó esto en su intervención en Roma al citar el final del seminario X, donde Lacan advierte –¿a quien sino a los analistas?- que los analizantes no son sus obras.
La reconfiguración del pase requiere la libido, que se ha puesto a fluir intensamente otra vez, pero también requiere actualizar la clínica del final del análisis e interrogar a los analistas mismos en su relación al agujero en el saber. En suma, como Lacan lo indica, interrogar si son capaces de “perder allí su agalma”.
Querido Jacques-Alain le hago llegar también mi afecto
Mar de las Pampas, 12 de enero de 2010
¿Y la chispa del pase?
Shula Eldar
Hay un problema en la ELP. Lo sabemos desde hace tiempo por los hechos que lo demuestran: no hay pasantes, apenas alguno.
No es fácil, al menos para mí, apuntar de manera certera a la raíz del problema.
Me pregunto: ¿hay deseo de pase hoy?
Se habla del pase, es cierto pero el acto permanece detenido. Ese es el estado de las cosas y no es nuevo. Hemos percibido desde hace tiempo la inmovilidad, la apatía, el exceso de prudencia quizás; ¿lo seguiremos denegando?
Tener que informar sobre la situación del pase, de cara a las Asambleas por ejemplo, se convertía en una cuestión embarazosa. Me correspondió hacerlo por formar parte del Secretariado del pase y puedo dar fe de ello.
Hemos hablado, hemos repetido, pero un debate no se llegó a abrir de verdad, no logramos que las palabras tuvieran consecuencias.
No obstante, ¡qué paradoja!, no faltaron invitaciones a los AE recién nombrados en nuestras Jornadas, – como corresponde y no pongo en cuestión el saldo positivo de la escucha de sus testimonios -, ni se dejaron de organizar durante estos últimos años, con salas llenas, conversaciones sobre temas de « psicoanálisis puro ». Además un espacio de trabajo sobre el pase se sostuvo en las distintas comunidades que componen nuestra Escuela.
En lo colectivo el pase está presente pero, entonces, ¿uno por uno qué sucede?
Parece que pasamos, ahora, del embarazo a la turbación y nos hacemos nuevamente preguntas en busca de buenas razones.
¿Se trata de un problema de funcionamiento o de desconocimiento del dispositivo?
No lo veo por ese lado. El dispositivo ha funcionado bien y el reglamento se cumple.
¿Volver a hablar sobre ello? Por supuesto, eso siempre es necesario.
¿Se trata de la designación de pasadores? Los AME de la ELP designamos pasadores, y seguimos designándolos. Se supone que lo decidimos tomando en cuenta ese momento del análisis que Lacan señala en la Proposición « …como estando allí…como el que es ese pase… ». (Proposición de octubre de 1967).
Muchos de los pasadores esperan el golpe de suerte que les permita cumplir su función. O se resignan, viendo que las probabilidades no juegan a su favor.
¿Porqué no volver a hacer pública esa lista?
¿Cuántos de entre los pasadores han dado el paso de demandar el pase? Sería interesante poner a disposición de todos algunos datos (número de demandas, número de pasadores, etc.). Para algo nos pueden servir estas estadísticas. Porque si lo que sucede es que los pasadores dejan el acto de presentarse al pase en suspenso, -sabiendo que ser pasador no es una condición previa de la demanda de pase -, esto es algo sobre lo cual sí vale la pena cuestionarse seriamente.
¿En qué nos ha sido cómodo el silencio cuando « lo que permite el pase a alguien que piensa que puede ser analista, a alguien que se autoriza él mismo a ello, o que está a punto de hacerlo, (es) dar a conocer que fue lo que lo decidió, e introducirse en el discurso del cual pienso que por cierto no es fácil ser el soporte » (J. Lacan. La experiencia del pase. 1973)?
Hablar no es suficiente; puede haber palabras pero ¿hay también « esprit »? ¿O el « esprit », la experiencia analizante, el deseo que da color a la Escuela se ha desvaído bajo el primum vivere y otras comodidades…?
Recordaba una historia jasídica citada por Elie Wiesel. Es la historia del herrero que se quiso hacer independiente. Compró un yunque, un martillo, un fuelle y se puso a trabajar. Fue en vano. Entonces un viejo herrero a quien fue a pedir consejo le dijo: « Tienes todo lo que necesitas….menos la chispa ».
18 de enero de 2010
El pase: otra cara de la espera
Lizbeth Ahumada
En efecto, en la NEL no hay Analistas de la Escuela, no tenemos de primera mano, “en primera persona”, el testimonio del que llevó al extremo su experiencia como analizante y vio emerger la flama del deseo del analista ocupando el lugar vaciado de un goce singular. Podemos preguntarnos por qué no los hay. De hecho, es una pregunta que nos hacemos de tanto en tanto, al menos en conversaciones informales de café, entre nosotros. Hoy me interesa más que la pregunta por el hecho mismo de esta inexistencia, la pregunta por el resorte que animaría esta posibilidad: la pregunta por el deseo del pase, bien como dispositivo cercano a la realidad de la Escuela, bien como lugar que formaliza el final de una cura para alguien. Va de suyo, lo uno no es sin lo otro. Me pregunto entonces: ¿Anima a nuestra comunidad el deseo de pase? Es una pregunta que implica, al menos, dos consideraciones: Primero, hay que asegurar una comunidad consolidada como tal, que pueda alojar en su seno, un cierto empuje animoso hacia el pase. Segundo, el análisis personal se lleva tan lejos como para abonar ese deseo. No parece segura la existencia del deseo como tal, pero tampoco parece segura la existencia de una vivencia de comunidad, específicamente alrededor del pase.
Bueno, es verdad, podemos hacer de ello una consigna (tal vez la hemos hecho): pobre Escuela, mientras no tenga un AE en sus filas, no sabrá de lo que se trata, no podrá hablar, no podrá estar a la altura del importante debate que se gesta en la AMP ¡La pobre muda parca!
Pero resulta más interesante, al menos a mí, saber por qué no ha habido una producción formal, seria y regular, sobre la experiencia que sí está a la mano: la experiencia de los pasadores, la experiencia de quienes se han acercado al procedimiento, los que han tenido en algún momento alguna implicación directa con el procedimiento a través de los carteles del pase de la EOL, por ejemplo. De otra parte, hay una falta con relación a la producción epistémica y clínica que el tema puede causar; tal vez, se piensa que no es asunto nuestro porque los predestinados no han llegado y no podemos usurpar ese lugar. Es decir, creo que en la NEL nos hemos hecho un nombre alrededor de esta inexistencia, todo un semblante funcional por cierto, que llega a obturar la pregunta por el saber humilde que se puede extraer de los elementos en juego que, para nosotros, surgen de la experiencia. De hecho, como lo testimonian otras Escuelas, tenemos una historia cercana al pase como dispositivo antes de la NEL; claro, no de mucho tiempo. Solo para recordarlo, en su momento lo que Jacques-Alain Miller llamó el Colegio Colombiano de Psicoanálisis, contaba con pasadores ciertamente ratificados por la AMP para la ocasión, y de hecho tenía un secretariado del pase, simple e incipiente, poco funcional: se centraba en mi persona. Pero lo que sí tenemos desde esa fecha (finales de la década de los 90, principios del 2000), es la posibilidad de contar con los carteles del pase de la EOL (por supuesto, se entiende que con los carteles del pase de cualquier otra Escuela, pero la EOL está presente como primera posibilidad para la NEL y esto desde la experiencia de la entrada a la Escuela por el pase). Así, ahora desde la NEL, los avatares por los que ha atravesado el pase en la EOL nos conciernen, es una discusión que nos ha costado (sigue costando) hacer propia aún si se trata de un dispositivo que se pone en marcha para la NEL, que está a nuestro alcance. En este sentido es extraterritorial.
Si vuelvo a la idea de esa vivencia de desconocimiento y lejanía del pase para la NEL, pienso que esta promesa –legítima por demás- por venir de un AE, ha mostrado otra cara, la cara de la espera de aquel que sabe y del que salva; sabemos lo que es la otra cara: encapsulamiento del deseo, inercia y esterilidad. Así entonces, es fundamental preguntarnos por lo que está en nuestras manos como una posibilidad fecunda: hay un saber a producir que haga las veces de marco de la contingencia de una nominación como AE, no lo contrario. Es decir, no podemos seguir pensando que el hecho de que no haya un AE nos dispensa del movimiento que causa el pase en el corazón del psicoanálisis lacaniano. No podemos seguir haciendo de nuestra Escuela la tabula rasa del pase, ni podemos ignorar que este tema nos divide en cuanto analistas y analizantes. Desde luego es una división que debe ser puesta a trabajar. Es hora de preguntarnos si de verdad creemos en los ángeles…
24 de enero de 2010