El Debate de la ELP Nueva serie El acontecimiento de Paris en la ELP Sobre el Foro sobre el autismo Sobre el Debate de la Escuela Una Sobre el Debate sobre el Pase en la FEEP/ELP Sobre el silencio de la ELP al debate convocado por J.A. Miller en el JJ 24 de diciembre de 2009 (13) EL PASE DE LA ESCUELA Inventario no exhaustivo … Nathalie Jaudel [Traducción de Shula Eldar] FORO SOBRE EL FORO Equipo clínico de la Fundación Avenir Claudia Lijtinstens (Argentina) EL PASE DE LA ESCUELA Shula Eldar Este « Inventario no exhaustivo… » que se publicó en el JJ 75 merece ser traducido antes de salir de vacaciones para que llegue sin demora a los colegas, en lengua castellana. No conozco a Nathalie Jaudel. Pero, nos hace topar de lleno con muchos de los puntos más candentes de la política del psicoanálisis. En especial la cuestión del pase: su historia, sus resultados, sus consecuencias e incidencias en y para toda la Escuela. A la espera de las respuestas prometidas por JAM sirve de guía para seguir pensando la situación del psicoanálisis en la ELP. Felices fiestas! Shula Eldar Inventario no exhaustivo de cuestiones que me planteo sobre el pase Nathalie Jaudel Paris, 9 de diciembre 2009 Nunca he sido pasadora, menos aún pasante. « ¿Desde donde habla ésta? » se preguntarán y con razón. El debate que inauguraron Bernard Seynhaeve, en la Asamblea General, y Sophie Gayard, en el JJ, me es de sumo interés; aunque no consigo saber porqué, temo sus efectos. Puede que sea por saber que esta cuestión espinosa ha sido la causa, en el pasado, de divergencias irremediables que se tradujeron en escisiones, en partidas. Dicho esto, la calidad y la pertinencia de las intervenciones aparecidas, así como muchas veces su « lucidez optimista y saludable » (F. Leguil) me alegraron tanto como me enseñaron; cada una a su manera atestigua de nuestro rechazo común de asegurarnos, gracias al respeto por las formas instituidas, de una rutina que haría nuestro confort. No por ello dejaron de suscitar en mí un gran número de preguntas. He aquí algunas: 1 – ¿Qué es lo que hace que el elitismo del dispositivo sea tan difícil de soportar en los albores del siglo XXI? ¿Qué dice esta exigencia democrática de la relación que mantenemos con el procedimiento elegido por Lacan? ¿Es esta exigencia buena para la Escuela – y sobre todo para el psicoanálisis? 2 – ¿Qué ha pasado en el reino de Dinamarca para que la nominación de AE se considere como proveniente de un « culto a la excelencia », de un « formateo », de un « perfil tipo », de un « estándar institucional del AE enseñante »? ¿Se puede imaginar AE más diferentes que Massimo Termini y Carmelo Licitra Rosa, que Antoni Vicens y Bernard Seynaheve? ¿Qué otra cosa tienen en común que ser hombres y no ser franceses? ¿Qué tienen en común sus recorridos analíticos, los finales de sus curas, sus testimonios mismos? 3 – ¿Haría falta imponer la tiranía de la transparencia a los carteles? ¿Presionarlos para que declaren sus razones? ¿Y también, cómo comprender la « protesta contra los pasadores » y a través de ellos – allí nuevamente la máxima reivindicación democrática – sobre los AME que los nombran? ¿Qué nos dice la demanda de escuchar una voz, la del ausente, y su enunciación, cuando el extraño proceso del no menos extraño jurado que Lacan ha transmitido a nuestros buenos cuidados apunta justamente, creo, a eliminar los efectos de prestigio y de seducción para no recoger sino la lógica del caso? 4 – ¿No habría una contradicción en aceptar someterse a este procedimiento que comporta un juicio arbitrario por definición, puesto que remite en su cúspide al bello concepto jurídico de « íntima convicción », para objetarla luego si no va en el sentido que se desea? ¿Se olvidaría a veces lo que Jacques-Alain Miller decía en la radio, con apoyo de ejemplos, el 10 de junio de 2005? « El pase es un aparato incomparable cuando se trata de verificar la permanencia, sin que el sujeto lo sepa, de su pasión, de su escenario, de su fantasma (…) Lo que es demostrativo es la manera en la cual el pasante se sitúa en relación al procedimiento mismo, en relación al pasador, en relación al jurado al que no ve, en relación a la Escuela de la que espera recibir el título ». 5 – ¿La Escuela y los carteles deben justificarse por la frustración de los pasantes una vez que su testimonio escuchado -… no siendo obviamente estos testigos jueces. » (Proposición de octubre. En castellanoo en: Momentos cruciales de la experiencia analítica. P. 20) – de la bajada del deseo de escuela que afecta a los pasantes no nombrados o a los AE que han concluido sus funciones, por mas legítimas que sean? ¿La Escuela y los carteles estarían en lugar de analista para que se les dirijan de este modo reproches que se parecen a una transferencia negativa? ¿De dónde viene que parezca hoy difícil a los analistas soportar la soledad, el silencio y la opacidad que está en el corazón del dispositivo? 6 – Si se sigue la « teoría de Turín » de J.-A. Miller, la Escuela es un sujeto dividido; hay que interpretarla. Pero ella también nos interpreta. La Escuela no sólo produce AEs, pasadores o pasantes desechables. Produce responsables del equipo local, tesoreros, presidentes, etc. – desechables. Las permutaciones se encadenan, una reemplaza a la otra sin ceremonia, sin que se cante Auld Lang Syne lanzando las faldas al aire. Estamos llamados a encarnar funciones, de manera temporal. Algunos lo hacen con más inventiva o más felicidad que otros. Poco importa. Función para Lacan se escribe F(x). No importa qué x puede venir a hacer argumento a esa función. ¿Salvo identificarnos a las que nos son confiadas por un tiempo, no consentimos a ser desechables como lo es el analista mismo, a falta de lo cual, según la afortunada expresión de M.- H. Brousse « la Escuela toma consistencia de propietaria »? 7 – ¿Pero, qué decir de la concentración de funciones en manos de algunos, que permutan entre ellos, después de años en puestos clave? ¿Qué pensar del cúmulo que resulta y de la sobrecarga de trabajo que cae, como consecuencia de ello, sobre sus espaldas; sobrecarga respecto a la cual se podría preguntar si no está en el origen de ciertos disfuncionamientos que se han lamentado, a veces con palabras encubiertas, al hilo de las contribuciones? 8 – ¿Cómo explicar que algunos de los que se presentaron al pase estos últimos tiempos se han sentido maltratados por su Escuela, mucho más allá me parece, de sentirse « objetados » o « depreciados » inherente a la ausencia de nominación misma? 9- ¿Desde cuando la Escuela está tomada a la vez por una vertiente a favor de la regla de derecho que podría rozar el juriscismo y por la ignorancia de las reglas de funcionamiento que ella misma se ha fijado? Se reprocha a tal cartel por haber tomado sus decisiones por unanimidad; el colegio del pase está considerado como habiéndose auto disuelto de hecho por no respetar la confidencialidad que le incumbe, atestiguado ésto por la publicidad de algunas de las intervenciones de sus miembros en el JJ. Los motivos que presiden tales elaboraciones son fundados; a menos que uno se tape la cara, conviene admitir que sus autores toman acto de dificultades muy reales. Pero, no obstante, ¿hace falta pasar por esas chicanas? 10 -El procedimiento del pase es ligero (flou), impreciso. Mejor. Los documentos publicados muestran que se reduce a una página y seis breves artículos. Es un hecho raro en la era del contractualismo y por eso aún mas precioso. Las instancias están definidas, un cañamazo de procedimientos está fijado. Por lo demás, sus instancias son libres de definir por si mismas costumbres que quedarán no escritas, no fuente de derecho positivo, salvo si el colegio las erige en regla para el provenir. ¿Qué se quiere para nuestro pase? ¿Un reglamento de cincuenta y tres páginas y el mismo número de anexos destinados a cubrir el caso general y las innumerables excepciones? Un JurisClasseur del pase en dieciocho volúmenes con textos de doctrina de algunos profesores, compendio de jurisprudencia y análisis casuísticos? ¿Un recurso del pasante no nombrado ante la corte de apelaciones del pase, es decir una corte de casación encargada de decir el derecho? ¿Un voto con mayoría cualificada, mayoría absoluta? ¿El más- uno tendría voz preponderante? ¿Quid pro quorum? ¿La nominación de tal AE sería nula porque éste medio reconoce haber sacado tres veces del sombrero a sus pasadores? 11- ¿Pero, por otro lado, para qué sirven los seis artículos del Reglamento interno si la Escuela puede ignorarlos, sin consecuencias? ¿Porqué fue modificado ese reglamento en 2007 (¿pero cuándo?, ¿por qué instancia? ¿por qué motivos, sin duda legítimos? no he logrado determinarlo en el momento en que escribo) sin que, salvo error por mi parte que se corregirá llegado el caso, esta modificación del funcionamiento resulte de una proposición que emana del colegio del pase – única instancia habilitada a sugerirlo si uno se refiere al artículo 6 de dicho reglamento? ¿A qué apuntaba esta modificación que lograba poner al dispositivo, al menos parcialmente, bajo la férula del Bureau en lugar de una elección entre los miembros del cartel saliente, trabajo del Secretariado « bajo la responsabilidad del Bureau », convocatoria del colegio mismo? ¿Me engaño si me interrogo sobre la voluntad de control, la atmósfera de cooptación de sabios (Proposición de octubre.P.10), el ideal de flotabilidad universal (Proposición de octubre, p. 22) de los cuales podría parecer que testimonian estas modificaciones en cuanto a lo que se refiere a las instancias de la Escuela y sus miembros, uno por uno, en este dispositivo que en primer término no está dedicado a producir otros miembros sino sujetos llamados « a testimoniar de los problemas cruciales en los puntos vivos…? ¿Cómo esperar que una « ruptura – no supresión – de jerarquía » (Proposición de Octubre, primera versión. Analytica vol. 8, abril 1967) pueda resultar de tales modificaciones de nuestro reglamento? 12 – En « Acero al abierto » (Uno por Uno) J.-A. Miller escribía: « Hay el psicoanálisis, dice Lacan y hay la Escuela. » Sobreentendido: eso hace dos. Agrega: Lo que la Proposición de octubre pone en causa, es saber si el psicoanálisis está hecho para la Escuela o bien la Escuela para el psicoanálisis ». 13 – ¿Más que disolver el Colegio del pase no sería mejor, por el contrario, – si se admite que es la única instancia que tiene título para proponer modificaciones de funcionamiento del procedimiento -, prolongar su misión actual hasta que tales modificaciones puedan resultar de sus reflexiones – abriendo la vía a un nuevo reglamento? ¿Haría falta recordar que el Colegio 1996-97 se reunió ocho veces en un año y que sus trabajos dieron lugar a una publicación de 200 páginas titulada « Clinica y politica »? Se propusieron en ese momento modificaciones de reglamento en relación al Secretariado, la no acumulación de funciones y la acumulación de la experiencia que en retrospectiva parecen muy atinadas (Documentos de la conferencia institucional del 20 de setiembre de 1997, p. 7) ¿Porqué no llegaron a buen término? ¿No habría lugar para proceder a examinarlos nuevamente? 14 – ¿Porqué se ha abandonado la idea, en apariencia saludable, de que la participación en el Secretariado del pase debe ser excluyente de cualquier otra función en la Escuela? ¿No había informes previos del Secretariado? ¿De cuando es el último? ¿De 2002, de 2004? 15 – ¿Cómo se podría relanzar la transferencia de trabajo alrededor de los informes de los carteles, de la comisión y del colegio del pase en el espíritu de la Nota del consejo del 11 de junio de 1990 (Informe 1990 del Consejo y del Directorio, p.25) exhumado y completado en 1997 sin tener, hasta donde puedo saber, ningún seguimiento? 16 – No habría que plantearse aumentar la frecuencia estatutaria de las reuniones del Colegio, por ejemplo en vez de cada seis años cada cuatro años (una vez cada dos carteles) como fue, por lo demás, propuesto a fin de no quedar a la cola del avance de un mundo cada vez más acelerado? 17 -Acabo de enterarme que hubo durante muchos años « enseñanzas del cartel del pase », ¿porqué han desaparecido contradiciendo manifiestamente esta vez, lo descubro en el JJ, el artículo 1 del reglamento interno pero también la Proposición del 67 (p. 20) según la cual « De todos modos esta experiencia no puede ser eludida. Sus resultados debenser comunicados; en primer lugar en la Escuela para ser criticados…El Jurado funcionando o puede abstenerse de un trabajo de doctrina, mas allá de su funcionamiento como selector. » ¿Se puede esperar que las dos mañanas del pase de 2008 y 2009 hayan constituido un aliciente para retomar esas enseñanzas? ¿Pero, porqué no ha habido informe? 18 – ¿De dónde viene que la Escuela, que publicaba en una época sobre esas cuestiones cruciales continuamente, ha cesado de hacerlo? 19 – ¿Como es que la última Jornada de AE tuvo lugar en 2003? 20 – ¿Resulta del « Documento de información » de la Asamblea General de la ECF de octubre de 2007 (p.13-14) así como del informe de actividades de la comisión de la formación psicoanalítica de 2004-2006 (informe del cartel A8, p. 3) que las admisiones al procedimiento fueron suspendidas – parece que de jure dado que se hace referencia a una decisión del Consejo de « interrumpirla sine die a fin de reflexionar si está, aún hoy, justificada y debe proseguirse y cómo « (Ibid), – desde noviembre 2005 a enero 2007? Fue, sin duda, por excelentes razones. ¿No convendría debatir nuevamente estas razones, así como las de retomar el procedimiento de forma idéntica, dado que desde 2007 persiste, que se sepa, en plantear insolubilia » (JJ 64. « Agenda al 1 de diciembre », punto 5)? 21 – ¿No estamos obligados a preguntarnos, – haciendo saltar tal como corresponde, en cada uno de nosotros y en la Escuela lo latente de debajo de lo manifiesto qué importancia hemos acordado al pase durante todos estos años – incluso si es importante recordar que el pase hubiera perdido toda razón de ser si el psicoanálisis no hubiera sabido conservar su lugar en la ciudad – dado que nada o casi nada concreto ha sido logrado para remediar los impasses encontrados tanto en 1996/1997 como en 2002/2003, (estos últimos fueron detallados por Monique Kusnierek en su informe del colegio), excepto fustigarnos para deplorar lo escaso de las demandas y sus nominaciones? 22 – ¿Porqué ningún documento sobre el pase o casi ninguno se ha deposita en la biblioteca de la ECF y porqué hace falta hacer de detective para poder consultarlo o tener que llamar a los ancianos e invitarlos con mayor o menor éxito a desenterrar sus archivos perdidos? ¿Eso resulta de una elección? ¿Porque no plantearse que el nuevo Consejo encargue a un miembro de la ECF la recensión minuciosa del conjunto de documentos institucionales sobre el pase (innumerables informes de contribuciones, debates, decisiones del Consejo, comunicados, trabajos del colegio, etc.) desde su creación en 1982 a fin de que se depositen en la biblioteca y puedan ser estudiados por quien así lo desee? ¿Seríamos un pueblo feliz por no tener historia? 23 – Lo que nos dicen los pasantes y los pasadores no nombrados sobre su pesar de que nada de su experiencia haya sido recogido ¿no podría acogerse en una forma a determinar a titulo de « …acumulación de la experiencia, su recolección y su elaboración, una organización en serie de su variedad, una notación de sus grados. » (Proposición de octubre, p. 20)? 24 – Las nominaciones a partir de títulos y trabajos (de las cuales yo misma me beneficié) han dañado mucho al pase, rarificando las demandas. Más que volver a instituir una entrada por el pase que no satisfizo por razones – notablemente la masificación – que se exponen claramente en los documentos de la época que convendría volver a leer ¿no se podría prever que la entrada a la Escuela se hiciera en todos los casos por un pase; es decir, por un testimonio de los impetrantes sobre su « caer analista » (« tomber analyste »)? ¿Por ejemplo, ante un secretariado reforzado bajo la modalidad de « cartel secretariado » ya propuesto alguna vez o sobre otra modalidad a inventar – testimonio que podría, éste, ser directo para distinguirlo del pase conclusivo propiamente dicho? 25 – Finalmente, una cuestión esencial me parece que ha sido planteada por Hélène Bonnaud: « En el momento en que para nosotros el final del análisis no significa más atravesamiento del fantasma y caída del sujeto supuesto al saber, me pregunto lo que encarna precisamente la nominación que reenvía forzosamente a una significación de verificación de ese pasaje del analizante al analista ». 26 – Incluso si nada de lo verdadero sobre lo verdadero resulta de las estadísticas, ¿cómo no sorprenderse que desde hace cuatro años los pocos AE nominados por los carteles parisinos hayan sido hombres de nacionalidad extranjera: tres italianos, un catalán, un belga? 27 – ¿Sería un sacrilegio hacer notar que cada AE nombrado(a) a lo largo de estos años que han pasado ha sido, como mínimo, conocido(a) de todos? ¿Sucede lo mismo en otras Escuelas de la AMP? 28 – Si no hay ningún criterio de nominación de un AE, si la dimensión de apuesta es consustancial a la decisión y si no se pone en cuestión el hecho de que ésta se toma, según la bella expresión de Esthela Solano, « de acuerdo a la relación mas íntima con una exigencia ética » ¿cómo evitamos que las amistades, las enemistades, la notoriedad del pasante, la de su analista, las redes y yo paso por ahí, intervengan volens nolens para corromper el duro deseo de nombrar? En el pasado fue cuestión de adjuntar un éxtimo a los carteles, que no escucharía a los pasadores pero participaría en las deliberaciones. Eso se ha hecho en otras escuelas. ¿Porqué no volver a hablar de ello? 29 – Si la nominación que sanciona el final del análisis y el pasaje al analista son sin estándar pero no sin principios ¿cuáles son entonces esos principios? 30 – ¿Es porque ya no hay doctrina coherente tanto del final del análisis como de su terminación, de su objeto, de su meta, desde el abandono del atravesamiento del fantasma como alpha y omega de una cura acabada que erramos así? Los últimos grandes debates sobre el pase, que implican a la Escuela en su conjunto, datan del penúltimo colegio (1997). Henos aquí por fin – Scilicet ! – cogidos por la urgencia de volverlos a poner en cuestión, sin olvidar que « para que las cosas funcionen como corresponde tienen que funcionar un poco mal… (J.-A. Miller, De la naturaleza de los semblantes.0 Clase del de 11 diciembre de 1992, p. 62). En todo caso, de lo que este debate testimonia para mí es de la actualidad en nuestra Escuela de estas afirmaciones que datan de hace 42 años. Por un lado, que uno de esos lugares en los cuales la tiranía de la transparencia tiene vocación de ejercerse es aquél en el cual se emplean en disiparla « Esta sombra espesa que recubre ese empalme del que auqí me ocupo, ese en el que el psicoanalizante pasa a analista es aquello que nuestra Escuela puede encargarse de disipar » ( Proposición de octubre, p. 16) y por otra parte que « quienes aquí se comprometen se sienten lo suficientemente sólidos como para enunciar el estado de cosas manifiesto: que en el presente el psicoanálisis no tienen nada mas seguro que hacer valer en su activo que la producción de psicoanalistas – aunque ese balance aparezca como dejando que desear. » ( Preámbulo. En: La escuela. Textos institucionales de Jacques Lacan, p. 18). Paris, 9 de diciembre 2009 (Responderé a estas treinta preguntas. - JAM) Traducción: Shula Eldar FORO SOBRE EL FORO
Equipo clínico Fundación AVENIR
Claudia Lijtinstens AVENIR es un centro de asistencia y tratamiento psicoanalítico creado para adolescentes y jóvenes con alteraciones profundas en su lazo social. Su modalidad particular de trabajo se inscribe por su orientación y anudamiento epistémico, político y clínico con el psicoanálisis de la orientación lacaniana y el Campo Freudiano. Fue creado hace en 1997 tomando como referentes la experiencia clínica y ciertos aspectos institucioales similares cuyos responsables operan bajo un mismo referente teórico-clínico, entre las que se encuentran Le Courtil y Antenne 110 en Bélgica, o el “388” en Canadá. La creación de una institución de este tipo se vincula principalmente con la presencia de una imposibilidad en la vida de los sujetos allí acogidos, y es la correspondiente a un insoportable que se sitúa en relación a la vida en la sociedad humana – familiar, escolar, social -.(Zenoni, Alfredo – “Institución, trabas y recursos”), de la cual la segregación es el resultado común. Frente a este lazo social “devenido impracticable” (ídem) nos propusimos como apuesta clínica propiciar para estos sujetos sufrientes un modo no segregativo de encuentro con el lenguaje, un modo de acercamiento, de conexión, de introducción al discurso, entendido éste como lo social mismo. Era preciso para esto un abordaje que garantizara la singularidad de la mirada clínica que evitara toda identificación a un rol o rendimiento estándar o esperado. Este abordaje clínico se basa en la creación de un dispositivo psicoanalítico con características diferenciales, que es evidencia de una de las formas posibles de hacer uso del psicoanalista “por fuera del discurso analítico en sentido estricto” poniendo en práctica un encuadre institucional original y diverso al encuadre tradicional de consultorio. Enmarcado en la esfera del psiconálisis aplicado, es un espacio donde el trabajo realizado por los integrantes del equipo conduce a “variantes de la cura tipo”. No se trata sólo de psicoanalistas que trabajan en una institución, sino que la misma está “atravesada” por el discurso analítico, contribuyendo con ello a consolidar una clínica, la psicoanalítica, que responde a una ética precisa que no es la del amo ni la de la ciencia. Esto significa que el discurso analítico es el que interpreta y descompleta el discurso del amo institucional, interrogando cada vez el saber y el hacer, y que los principios mismos en los que se sostiene la institución son los operativamente sirven para abordar la clínica y su tratamiento, desde la clínica psicoanalítica. La acción de los psicoanalistas, su función es la de “horadar la institución”, los S1, los significantes Amo, introduciendo la inconsistencia del Otro, interpretando la experiencia institucional, haciendo de la institución misma un S/. Es una acción orientada de manera tal de introducir un descompletamiento que hace girar el dispositivo a un punto cero, vacío necesario cada vez, en donde no habría la respuesta adecuada ni el saber imaginario que ocupe el lugar del supuesto saber en la institución, exigiendo por lo tanto, cada vez, inventar nuevas respuestas. El saber que se propone entonces es un saber abierto, expuesto a la sorpresa, al estupor, a los avatares de la clínica (Mariage, Veronique ; Les F. Courtil n. 8/9, Pág. 13). No es un saber cerrado, sostenido en la pretendida universalización de los diagnósticos y de la terapéutica ya que esto obturaría y absorbería cada vez más las singularidades. Se trata de intervenciones y soluciones no estándar ni neutrales, que por la acción y puesta en marcha del discurso analítico hacen posible nuevas y diferentes traducciones de lo institucional, que dan muestras de la inserción en lo social de la acción del analista. Su funcionamiento: Los jóvenes son recibidos diariamente en horario diurno en un espacio que pretende conservar lo mas posible un carácter residencial. Allí, un equipo de trabajo conformado por intervinientes o educadores, un responsable terapéutico y psicoanalistas, se encarga de establecer las condiciones de acogida de cada sujeto allí esperado, condiciones que en la mayoría de los casos hacen necesario ajustes y arreglos que requieren de gran flexibilidad. (horarios, talleres, salidas) Los psicoanalistas operan incluyéndose por tiempos específicamente delimitados en la Institución, en reuniones de construcción clínica y reuniones institucionales, en donde se decide acerca de la política y la clínica institucional. Su presencia no en contacto necesario con los sujetos asistidos sino mediada a través de la intervención de otros determina una modalidad de funcionamiento y operación particular. Son las reuniones clínicas las que sostienen el establecimiento de los dispositivos caso por caso. Es en ellas donde “la construcción del caso se elabora y en donde las transferencias de trabajo se orientan en la construcción del caso” (Stevens, A.). En las mismas los intervinientes son los encargados de transmitir sus propias elaboracionea acerca de la experiencia singular en el encuentro con los sujetos. Esto permite reducir a su punto máximo el detalle real del sujeto, prescindiendo de lo subjetivo, despejando, y reduciendo el caso a la lógica del tratamiento del Otro En este espacio, intervinientes y analistas ponen en cuestión la manera en la que se desarrollan las actividades, las características del encuentro entre el paciente, su grupo de pertenencia, sus acompañantes y la institución, y se estiman y deciden cálculos posibles. La estrategia transferencial ha sido llamada “práctica entre varios” por J.A.Miller y la expresión fue adoptada como título de las jornadas del RI3 Réseau international d´Institutions Infantiles en 1997. La “práctica entre varios”, como lo señala V. Baio es un bricolaje puesto en pie para permitir que el niño autista le diga “no” al Otro furioso del goce, y “si” al Otro seriado significante. Por lo tanto es una modalidad para ofrecer al niño autista una oportunidad que siga las curvas de la estructura, para que se inscriba, como sujeto, con un rasgo, si bien suyo particular, en el lazo social o, si se quiere, en una formación humana. Pues, como dice J. Lacan, « Toda formación humana tiene por esencia y no por accidente, refrenar el goce » .Se trata de inventar modalidades que permitan que el sujeto que no cuenta con la palabra pueda entender lo que tenemos para decirle y alojar a la vez lo que él tiene para decir, creando condiciones precisas para ello, y estableciéndose la Institución misma como esa invención, como partenare del sujeto en ese trabajo. El trabajo “entre varios” insinúa la inconsistencia del Otro, poniendo en escena un partenaire pluralizado, instrumento principal del dispositivo “entre varios” y que se orienta, no a elaborar un mas de saber por el hecho de ser muchos o un conjunto sino justamente un menos, un descompletamiento de ese saber. Es a partir de esta disposición particular, que se pueden desplegar intervenciones que contemplen el necesario acoplamiento a la construcción que el sujeto realiza, entrando en sintonía con esa elaboración particular del tratamiento del Otro. En el “trabajo entre varios” cada uno, permanece en posición de analizante, (esclarecido / civilizado), , que permanece descompletado, interrogado por la enseñanza misma de cada encuentro, en una posición de cierta prudencia deseante, de manera de no generar un Otro absoluto, completo. Cada interviniente –y entre otros-, ocupa ese lugar de sujeto dividido, conformando una especie de red simbólica, capaz de receptar algo que represente a ese sujeto, algo que le permita esbozar algún punto de conexión o proximidad al otro. Esta práctica es una de las formas inventivas de plasmar la acción lacaniana en el campo institucional, y de verificar el psicanálisis aplicado en su traducción institucional. Claudia Lijtinstens