Diario de León LeónViernes 27 Noviembre 2009
Entrevista | amanda goya |psicoanalista«La anorexia no se combate eliminando las tallas 36 y 38»27/11/2009 a. gaitero | león
Amanda Goya es psicoanalista.
-¿Cómo define la anorexia y la bulimia el psicoanálisis?
-Como una enfermedad del deseo, es decir, según el concepto de deseo del psicoanálisis, como el motor que nos propulsa en la vida hacia nuestros proyectos. Contrariamente a la idea de que se trataría de un trastorno de la alimentación, según lo presentan los manuales de psiquiatría, tan al uso hoy en día, para el psicoanálisis de orientación lacaniana, el síntoma anoréxico es la respuesta de un sujeto atiborrado, empachado por el Otro, un sujeto que para preservar su dimensión deseante, rechaza el alimento en dos modalidades, hambreándose, o atracándose para luego vomitar. Hay pues en la anorexia un cierto culto al vacío.
-¿Qué factores sociales están asociados a estos trastornos alimentarios?
-No es casualidad que sea en las sociedades de consumo donde este síntoma ha cobrado máxima extensión, incluso con dimensiones epidémicas. No hay que olvidar que la anorexia produce el mayor índice de mortalidad en psiquiatría y se ha convertido en una preocupación para la salud pública. Tampoco es casual que esta enfermedad no se dé en los países pobres, donde la comida escasea; es una enfermedad propia de la abundancia, del exceso, en la que el sujeto se encarga de transformar ese exceso en un defecto, negándose a ingerir. También incide mucho el imperativo estético de la mujer delgada, nuevo ideal de lo femenino del que difícilmente pueden sustraerse las jóvenes de hoy. Pero además de los factores socioculturales, están los de la historia individual de cada uno, en los que suele prevalecer una madre excesivamente nutricia.
-¿Cuál es la alternativa terapéutica del psicoanálisis?
-El psicoanálisis siempre ofrece la misma alternativa, ya se trate de un sujeto que padezca anorexia, o que padezca obsesiones, fobias, inhibiciones, o incluso de un sujeto que no pueda desembarazarse de una adicción, el psicoanálisis ofrece siempre un espacio en el que llevar a cabo una «cura por la palabra», donde puedan ceñirse las claves inconscientes que permitan desenredar los embrollos subjetivos. Para que esto sea posible, es necesaria una escucha muy particular, desprejuiciada, que no busque dirigir al paciente, que no pretenda amoldarlo a su gusto o a sus valores. Esa escucha la puede ofrecer un analista, alguien que ha hecho previamente su propio recorrido analítico como para no poner en juego su persona en la dirección de la cura, y que se ha formado suficientemente en el corpus conceptual, como para ejercer esa función tan particular y tan difícil, hay que decirlo.
-Estas dolencias pueden llegar a causar la muerte, ¿En qué punto de su desarrollo puede intervenir el psicoanálisis?
-Por supuesto que en los casos más graves puede llegar a causar la muerte, esto lo he visto hace muchos años cuando trabajaba en un Hospital de Día de la Cruz Roja. Cuando el peso alcanzaba valores por debajo de los 35 kilos, había generalmente riesgo de muerte y en algunos casos esta se producía. ¿Cuándo puede intervenir el psicoanálisis? Pues depende casi exclusivamente del azar, de la contingencia, del caso por caso. A veces la fortuna es más generosa que otras.
-Reconocer la anorexia resulta difícil.¿Se pasa esta barrera con la técnica psiconalítica?
-Cuando alguien ha recurrido a un psicoanalista para aliviar algún sufrimiento, ya ha traspasado esa barrera del reconocimiento de la enfermedad. Es verdad que en algunos casos es necesario un cierto recorrido para que la enfermedad llegue a constituirse como un síntoma para quien la padece, es decir, para que la acepte plenamente como tal y esté dispuesto a ponerse él mismo en cuestión. Lo que nosotros llamamos sintomatizar, o bien subjetivar la enfermedad, es esto exactamente, reconocerla y emprender la tarea de tratarla con el único médium del que disponemos: la palabra.
-¿Cómo prevenir estos trastornos, particularmente entre las mujeres?
-En psicoanálisis no se puede hablar estrictamente de prevención, puesto que el tratamiento psicoanalítico se aplica necesariamente a uno por uno. Freud así lo sostenía, pero eso no quita que no haya que hacer un esfuerzo de transmisión al gran público, de que hay maneras mucho más eficaces de combatir este mal que eliminando del mercado las tallas 36 y 38. Nadie que no haya hecho una experiencia de análisis, puede imaginar hasta qué punto darle dignidad a su palabra tiene efectos asombrosos sobre su vida.
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