Debate ENAPaOL
Martes 2 de junio de 2009
Proseguimos el debate; esta vez, con una contribución de Graciela Chester. Ella retoma, para su argumentación, el cambio de cursor que propone Judith Miller: no se trata de realzar el psicoanálisis puro en desmedro del aplicado, sino de replantearse, desde la lógica de los discursos, la tensión entre el del amo y el del analista. No por nada Judith Miller nos habla de « resistir » ante el amo. Ahora bien, G. Chester sugiere considerar al amo como amo contemporáneo –y sus diferencias con el antiguo– cosa que nos lleva a preguntarnos qué sería resistir al mismo pues ¿podemos seguir sosteniendo que el discurso del analista es su reverso?
C. Gasbarro y E. Benito (coordinadores)
Los « accidentados » de la ruta de las psicoterapias
Se trata de un dato de la experiencia en la práctica: los casos que llegan testimoniando de una catástrofe subjetiva. Lo puntualizo. Quienes acuden, así, a la consulta, han pasado largas temporadas inundados en las drogas, en el consumo de alcohol o bajo la dependencia de uno o varios ansiolíticos. En algunos casos, el deterioro ha puesto en riesgo la vida de quienes me refiero.
La ocasión del debate y su propuesta; el efecto de las conversaciones y lecturas del cartel en el que participo(1), me llevaron a pensar que, ciertamente, no se trataba de la oposición psicoanálisis puro versus psicoanálisis aplicado, sino discurso analítico versus discurso del amo, tal como lo plantea Judith Miller en su propuesta inicial. Porque, en lo arriba enunciado, verifiqué que, en la mayoría de los casos, hubo un pasaje previo – inmediatamente anterior al llamado – por un dispositivo psi, ofertado por el Otro social. Y, cuando digo que me llevaron a pensar, quiero decir que me detendré en esta cuestión un buen tiempo, tratando de reunir más materiales y argumentos.
Concretamente, consideré tres casos, uno de los cuales espero presentar en nuestro próximo Encuentro.(2)
Lacan ubica, en el Seminario 17, la aparición del discurso del amo, antiguo, con fecha y… libro: Oseas, en la Biblia. Las amenazas que el dios único hace llegar a sus seguidores intentan regular, con escritura, un goce que no puede ni decirse ni modalizarse.
Ahora bien: el resultado de la inserción en dicho discurso anota en su piso inferior al $ y al objeto a. El detalle, no menor, es que hay una imposibilidad estructural entre uno y otro para que estos dos matemas condesciendan en la fórmula del fantasma.(3) Entre siete y diez mil años de historia, supimos de la solución que el Nombre del Padre otorgaba. La doble cara de deseo y ley era un resguardo, más o menos fallido, a las intemperancias compulsivas del objeto plus de gozar.
Pero ¿dónde inscribir, dónde alojar ese resto escindido del sujeto –anotemos– en la época del Otro que no existe? Y agreguemos: contemporáneo del amo moderno.(4)
En el punto 5 de la contribución, Judith Miller cita a Eric Laurent: « El consultorio del analista es un lugar público y está inserto en el discurso del amo ». El carácter de broma de estas palabras, mencionado en la alocución, resuena para mí de la siguiente manera: una cosa es el consultorio y otra es el analista que lo habita.
Porque a cada uno, como practicante, le pasó deslizarnos hacia esa posición –la del amo– en nuestra práctica.(5)
Sin embargo, es en los cuartos de vuelta de cada discurso donde se verifica el deseo del analista, tal cual nos enseña Lacan en el seminario Aun.
Es en el discurso que lleva este nombre que el $ va a parar al lugar del Otro, por efecto del objeto a en el lugar del agente; el saber ocupa el lugar de la verdad y el S1 deriva como producto. El efecto de este vínculo social, ya que de eso se trata en los discursos, produce un vaciamiento de goce que el discurso del amo moderno –otro vínculo social – hace consistir y proliferar.
Respecto de lo observado al comienzo, en estos casos lo notable fue que, en su mayoría, los pacientes, ya en análisis, mencionaban la atenuación de las compulsiones, poco tiempo antes del pasaje a diván.
Por eso, entiendo que la oposición psicoanálisis puro– psicoanálisis aplicado se deshace, se desintegra.
Porque un psicoanálisis es aplicado hasta tanto no se verifique que el efecto obtenido por ese pasaje –por el pasaje de ese vínculo social– tuvo como resultado la producción de un analista. O sea, aquél que, por un deseo inédito y, por lo tanto, sin inscripción en el Otro, se hace destinatario de una causa. Y, como operador, « resume la función de nuestra Escuela, en la medida en que ella presentifica el Psicoanálisis, en el mundo ».(6)
Graciela J. Chester
1 Integrantes del cartel: Arturo Frydman; Viviana Fruchtnicht; Cecilia Gasbarro; Laura Salvarezza; más uno: Graciela Chester
2 En el primero, la asistencia obligada por el juez a una psicóloga « especialista en abuso de menores ». El segundo, el pasaje por un dispositivo legal que incluía « el refuerzo a cónyuge e hijos » por « maltratos maritales ». El tercero, el caso de un hombre « desempleado », cuya empresa – anticipando una futura reincorporación – le ofreció sus servicios de « apoyo » – profiláctico – para que no se deteriorara en ese lapso y perdurara en su relación armónica familiar
3 El triángulo o la doble barra que se presenta entre ambos.
4 Anónimo, como los mercados internacionales. Todo – evaluación, cuando el lugar del amo es ocupado por el S2 que manda saber más, al Otro, en el discurso universitario. Entre los años 2005 – 2007, en el curso que dicta, en la EOL, Juan Carlos Indart bosquejó una clínica, que tiene como resorte la estructura de este discurso.
5 Los convites de la histeria, que pone al trabajo al analista, como amo, en el lugar del esclavo, son un testimonio.
6 Jacques Lacan: « Proposición del 9 de octubre de 1967 » en Momentos cruciales de la experiencia analítica. Ed. Manantial.
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