Miércoles 27 de mayo de 2009
Estimados colegas:
Siguiendo con el trabajo preparatorio hacia el ENAPaOL, para esta entrega elegimos un texto enviado por nuestro colega de la EBP, Romildo do Rêgo Barros, quien bajo el título « Del time is money al realismo de combate », nos hace llegar un fragmento del texto « Síntoma, grupo y Escuela », que será publicado en el volumen del Encuentro. En dicho texto, Romildo se sirve del cartel y del trabajo de Bion con pequeños grupos, para examinar el lugar del sinthoma en lo colectivo.
DEL TIME IS MONEY AL REALISMO DE COMBATE
El artículo de Eric Laurent « Lo real y el grupo »(1) trae una discusión fundamental. A partir de un comentario del texto de 1947 de Lacan « La psiquiatría inglesa y la guerra », Laurent se detiene en el aspecto realista de la posición de Lacan. Es una posición que exigía en esa época un cierto coraje, ya que el realismo –explica Laurent- era la auto-justificación de los colaboradores del nazismo. El « realismo de combate » de Lacan era sin duda una respuesta al « vivo sentimiento de la forma de irrealidad en que la colectividad de los franceses había vivido (la guerra) de punta a punta »(2).
El realismo de combate supone una suspensión de las grandes utopías. Frente a una gran utopía, no se necesita ser realista. Es más, cuanto menos realista se es, mejor. El realismo de combate se vuelve sin embargo necesario si se está fuera de las utopías universalizantes. Es algo que, como se dice del diablo, está en el detalle. El realismo implica cierto pragmatismo, un cierto juzgamiento detalle por detalle, diferente de la justificativa universal. Por ejemplo, cuando alguien dice todo lo que yo hago sirve al socialismo, está apelando a un gran justificativo ideológico, universal, que puede ser aplicado a cualquier comportamiento. La gran utopía no necesita un tratamiento de detalle, que toma vigor justamente cuando faltan grandes principios y orientaciones universales
La iniciativa de Bion, de Rickmann y de algunos otros en Inglaterra, de proponer un trabajo en grupos, fue el ejemplo paradigmático de Lacan, del realismo de combate. Era una respuesta a una dificultad en el plano de los significantes amo. Inglaterra estaba quebrada, y preparaba su último esfuerzo guerrero que la llevaría a la victoria. Así, a los psiquiatras y psicoanalistas ingleses, solo les fue posible proponer una reacción a partir justamente de la descentralización. No necesariamente por un gusto democrático, lo que los aproximaría a las utopías, sino por el simple hecho de que el Otro no respondía. Hay un significante amo que no responde, como nuestros teléfonos actuales: « el número solicitado no responde, puede dejar su mensaje en buzón postal ».
No es sin tino, observa Laurent, que Lacan asocia realismo a heroísmo. El realismo es algo a veces peyorativo -si por ejemplo Fulano es realista, esto puede significar que él es oportunista, que acepta cualquier negocio, basta con que le dé ganancia. Contrariamente con esa idea, Lacan asocia el realismo al heroísmo. Ser realista, en esa época, era una forma de heroísmo, en el sentido de que era una proposición que apuntaba a provocar efectos en una situación en que las iniciativas tenían que ser dispersas. Se puede ver ahí el origen más remoto de la idea de cartel. La idea de que es posible una producción interesante para un gran colectivo -para Inglaterra o para la Escuela- a partir de un trabajo disperso y plural. Es posible que esa falencia de los grandes ideales sea provisoria pero, en fin, es una crisis de nuestros tiempos, que ya existía en la época de la Segunda Guerra Mundial.
Frente a alguna dificultad en los significantes amo, de una crisis en el Otro, en el Otro universal -crisis religiosa, política, democrática, económica… en fin, una crisis en las grandes unidades- hay muchas maneras de crear respuestas múltiples y diversas. La respuesta de Bion y Rickmann y del cartel de Lacan son ejemplos, pero podemos igualmente pensar en las terapias grupales y en el principio del time is money. Podemos también pensar en la ideología democrática del « son todos iguales », que es un modo de retomar el universal. La discusión de Lacan es precisamente esa: ¿cuál es la alternativa al « son todos iguales », que es nuestro correspondiente al time is money, y de las terapias grupales fundadas en la optimización del tiempo y de la producción? Esto está en los fundamentos del trabajo de Lacan de 1947 y también, claro, en el trabajo del propio Bion.
¿Será que es posible pensar en pequeños grupos que tendrían la tarea de preservar singularidades? Esta indagación interesó a Bion, y le habrá sin duda ocurrido también a Lacan. ¿Será que es posible una alternativa en que la singularidad, incluso la sintomática, pueda ser preservada? Esta es una pregunta que el time is money como principio no está en condiciones de responder.
Romildo do Rêgo Barros
(1) Laurent, É.: « Le Réel et le groupe », Ornicar? Digital, n. 114, 2002
(2) Lacan, « A psiquiatra inglesa e a guerra », Escritos, Jorge Zahar Editor, Rio de Janeiro, 2003, p. 106.
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DO TIME IS MONEY AO REALISMO DE COMBATE
(fragmento do texto Sintoma, grupo e Escola, de Romildo do Rêgo Barros, a ser publicado no livro do Encontro, em que Romildo usa o cartel e o trabalho de Bion com pequenos grupos para examinar o lugar do sinthoma no coletivo)
O artigo de Eric Laurent « O real e o grupo »[1] traz uma discussão fundamental. A partir de um comentário do texto de 1947 de Lacan « A psiquiatria inglesa e a guerra », Laurent se detém no aspecto realista da posição de Lacan. É uma posição que exigia na época uma certa coragem, já que o realismo – explica Laurent – era a auto-justificativa dos colaboradores do nazismo. O « realismo de combate » de Lacan era sem dúvida uma resposta ao « vivo sentimento da forma de irrealidade em que a coletividade dos franceses a tinha (a guerra) vivido e ponta a ponta »[2].
O realismo de combate supõe uma suspensão das grandes utopias. Diante de uma grande utopia, não se precisa ser realista. Aliás, quanto menos se for realista, melhor. O realismo de combate se torna no entanto necessário se se está fora das utopias universalizantes. É alguma coisa que, como se diz do diabo, está no detalhe. O realismo implica um certo pragmatismo, um certo julgamento detalhe por detalhe, diferente da justificativa universal. Por exemplo, quando alguém diz: tudo que eu faço serve ao socialismo, está apelando para uma grande justificativa ideológica, universal, que pode ser aplicada a qualquer comportamento. A grande utopia não precisa de um tratamento de detalhe, que vigora justamente quando faltam grandes princípios e orientação universais.
A iniciativa de Bion, de Rickmann e de alguns outros na Inglaterra, de propor um trabalho em grupos, foi o exemplo paradigmático de Lacan, do realismo de combate. Ela era uma resposta a uma dificuldade no plano dos significantes mestres. A Inglaterra estava quebrada, e preparava o último esforço de guerra que a levaria à vitória. Assim, aos psiquiatras e psicanalistas ingleses só foi possível propor uma reação a partir justamente da descentralização. Não necessariamente por um gosto democrático, o que os aproximaria das utopias, mas pelo simples fato de que o Outro não respondia. Há um significante mestre que não responde, como os nossos telefones atuais: « o número chamado não responde, pode deixar a sua mensagem na caixa postal ».
Não é à toa, observa Laurent, que Lacan associa realismo ao heroísmo. O realismo é algo às vezes pejorativo – se, por exemplo, se diz que Fulano é realista, isto pode significar que ele é oportunista, que aceita qualquer negócio, bastando que tenha com isso algum ganho. Contrariamente a essa idéia, Lacan associa o realismo ao heroísmo. Ser realista, nessa época, era uma forma de heroísmo, no sentido de que era uma proposição que visava provocar efeitos numa situação em que as iniciativas tinham que ser dispersas. Pode-se ver aí o nascedouro mais remoto da idéia do cartel. A idéia de que é possível uma produção interessante para um grande coletivo – para a Inglaterra ou para a Escola – a partir de um trabalho disperso e plural. É possível que essa falência dos grandes ideais seja provisória, mas, enfim, é uma crise dos nossos tempos, que já existia na época da Segunda Guerra Mundial.
Diante de alguma dificuldade nos significantes mestres, de uma crise no Outro, no Outro universal – crise religiosa, política, democrática, econômica… enfim, uma crise nas grandes unidades –, há muitas maneiras de se criarem respostas múltiplas e diversas. A resposta de Bion e Rickmann e do cartel de Lacan são exemplos, mas podemos pensar igualmente nas terapias grupais e no princípio do time is money. Podemos igualmente pensar na ideologia democrática do « são todos iguais », que é uma maneira de se retomar o universal. A discussão de Lacan é precisamente essa: qual é a alternativa ao « são todos iguais », que é o nosso correspondente do time is money, e das terapias grupais fundadas na otimização do tempo e da produção? Isto está nos fundamentos do trabalho de Lacan de 1947 e também, claro, no trabalho do próprio Bion.
Será que é possível pensar em pequenos grupos que teriam a tarefa de preservar singularidades? Esta indagação interessou a Bion, e terá sem dúvida ocorrido também a Lacan. Será que é possível uma alternativa em que a singularidade, mesmo a sintomática, possa ser preservada? Esta é uma pergunta que o time is money como princípio não tem condições de responder.
Romildo do Rêgo Barros
[1] Laurent, É.: « Le Réel et le groupe », Ornicar? Digital, n. 114, 2002.
[2] Lacan, « A psiquiatra inglesa e a guerra », Escritos, Jorge Zahar Editor, Rio de Janeiro, 2003, p. 106.