Debate ENAPaOL
Les hacemos llegar hoy otro aporte al debate ENAPaOL, enviado por Andrea Cucagna. De una experiencia clínica sostenida varios años en una institución, ella recorta un ejemplo: el relato de un sueño de una niña. Nos enteramos de que está desvalida, a razón de lo cual está en esa institución procurando un amparo. El dispositivo que nos describe Cucagna aloja la demanda, pero añadiendo algo que no contempla ésta: la escucha y la interpretación de una formación del inconsciente. Es pertinente recordar aquí lo que Judith Miller plantea en el texto que inspiró este debate: “…este significante nuevo, la “pragmática” en psicoanálisis… permite declinar las maneras en las que puede ser asida en su contingencia una ocasión, a partir del discurso del analista para resistir al discurso del amo, afirmar la singularidad de cada caso y refrenar las agresiones y los estragos que el discurso del amo induce, obstruyendo todo espacio en el que el sujeto pueda advenir”. Conviene entonces tener en cuenta que, una vez lanzada la apuesta que subvierte la demanda del Otro social, hay que verificar si produce o no un “antes y después” –tal como plantea J.A.Miller– en cada ocasión, caso por caso. Ahora bien: si responder a la demanda del Otro social implica participar de su pragmática, aquélla que se sostiene de la regla del síntoma sin inconsciente, el caso presentado -es su singularidad- resiste a la misma pues establece tal conexión. Sin embargo, si el Otro social vive de resultados y de sus estadísticas, lo obtenido ¿nos asegura no participar de la pragmática que se intenta cuestionar?
C.Gasbarro y E. Benito (coordinadores)
C.Gasbarro y E. Benito (coordinadores)
Algunos comentarios sobre pragmática
“Fracaso escolar ¿evaluación o tratamiento del exilio?” Así titulé un trabajo que llevé a las Jornadas Anuales de la EOL en 2005, y que intentaba monitorear algunas respuestas clínicas surgidas de mi trabajo diario.Recibí en la admisión de un Hospital de niños consultas por bajo rendimiento escolar. En todos los casos el aprendizaje de la lecto escritura era precario o inexistente y, partiendo de la universalización clasificatoria en el diagnóstico, se dejaban de lado distintas respuestas subjetivas, algunas de las cuales correspondían a la suplencia en el campo de la psicosis.Me propuse entonces hacer una apuesta como practicante del psicoanálisis y organicé, en una primera etapa, un taller de cuentos. Intentaba que el contenido de los cuentos sirviera como medio para la emergencia del saber del inconsciente, para producir una ruptura de la fijeza que se presentaba, en estos niños, con carácter de monolítica.Por medio del tratamiento en un espacio colectivo, se intentó la producción de una respuesta sintomática .En una segunda etapa propuse la organización de pequeños grupos que designé con el significante “inhibiciones intelectuales” y, bajo ese significante universal pero recortado del tratamiento que produjo el taller de cuentos, los niños ingresaron en pequeños grupos de inhibiciones intelectuales.Me interesa señalar, como aporte al debate que promueve el Enapaol y que ha iniciado Judith Miller con su referencia a la pragmática en psicoanálisis, el uso del dispositivo del pequeño grupo. J.A.Miller ha señalado que los lugares analíticos son posibles en las instituciones , a condición de que se trate de transformar el parloteo en preguntas y que se verifiquen ciertos acontecimientos interpretativos que señalan un antes y un después para el sujeto. Ante las demandas asistenciales y de eficacia del Otro social, utilicé el pequeño grupo como un lugar para el tratamiento del lazo, que posibilitó para algunos sujetos un nuevo paso por las operaciones de la constitución subjetiva. El Otro encarnado en la transferencia horizontal no se torna único, no se hace Uno. Una viñeta clínica puede aportar algo al tema: una niña que vivía en un hogar de tránsito, luego de la muerte de su madre y del abandono del padre, relata un sueño en una entrevista grupal. La niña buscaba un bebé perdido y su madre –viva aún– le decía que mirara al niño. Luego, la niña lo miraba y el bebé, con cara de diablo, le decía: “no me mires a mí, mírate a ti”. La niña se quejaba por el maltrato de sus compañeros de escuela, por el abandono del padre. Le señalé entonces que relató el sueño luego de escuchar el sueño de otra niña del grupo, en el que por la mordedura de una rata se convertía en rata. De modo que, ante la demanda de tratamiento para una niña desalojada del Otro, el dispositivo la aloja pero no autentifica su desvalimiento, sino que la implica en su responsabilidad de goce, señalándole lo tóxico de su diablura.¿De qué exilio se trataba entonces? Del exilio que todo parlêtre tiene que tratar respecto de la lengua materna.Desde mi posición de practicante del psicoanálisis, la orientación a lo real en el caso de la niña endiablada logró, entre otros casos, el surgimiento de la dignidad subjetiva, con la consecuente responsabilidad de goce para la niña, allí donde el Otro social solicitaba una clínica del amparo.
Referencia bibliográfica:-Miller, J.-A. “Hacia Pipol IV” en El Caldero de la Escuela No. 7.