Jefa de Redacción: Rosa López
Colaboradores: Graciela Amorín y Olga Montón
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Marginación, exclusión, no integración, desinserción, son las nombres con los que se califica la existencia de un ser hablante que no consigue vivir en comunidad, que no acierta a hacerse tomar como un sujeto responsable, que no puede ayudarse de las vías del deseo, que no se atiene a semblantes para ser bien recibido por los otros, que llama al rechazo por renunciar a la adaptación, que tiene enormes dificultades para formalizar su demanda. La sociedad actual, con su afán de homogeneización, de protocolización, de evaluación, contribuye sin duda a este estado de cosas. Lo paradójico es que los mismos medios que pone en marcha para solventar la cuestión parecen agudizar irremediablemente el problema.
Desde sus inicios, el psicoanálisis se ha interesado por lo que impide a un ser hablante establecer lazos con los otros, por los mecanismos psíquicos imprescindibles que permiten y enmarcan esos lazos. Sin embargo, la clínica actual invita a sostener más que nunca que el síntoma es el dispositivo adecuado para acoger lo real ineliminable del goce del ser hablante, el cual parece exceder sin medida a los sujetos en la desinserción. La apuesta del psicoanálisis no es hacer desaparecer la desinserción que forma parte del malestar de la civilización, sino invitar a saber hacer con ella, que se « sinthomatice ». La reinserción, si es el caso, vendrá por añadidura. Para ello, resulta también imprescindible poder contar con una práctica afinada del diagnóstico.
En esta jornada, contamos con seis casos clínicos para poder verificar estas hipótesis. Son casos tratados por practicantes del psicoanálisis lacaniano en instituciones que permiten este abordaje y que, comprometidas con su orientación, hacen posible su transmisión. Por ello, pueden ser calificadas de lugares Alfa pues contribuyen con su buen hacer a la expansión del
Programa Internacional de Psicoanálisis de Orientación Lacaniana (PIPOL).
Programa
10’30 h. Primera mesa:
“Un hombre fuera de época” por Ana Castaño, miembro de la ELP, psicoanalista, Jefe del Distrito de Salud Mental de Moratalaz, miembro de la ELP, psicoanalista en el Equipo clínico del CPCT-Madrid
“Construir una persona” por Rosa Liguori, miembro de la ELP, psicoanalista en el Equipo clínico del CPCT-Madrid
“Un lugar que invita a la estabilización” por Silvia Nieto, socio de la Sede de Madrid de la ELP, coordinadora de Centro “Psiquiatría y Vida »
Discutidora: Vilma Coccoz, AME de la AMP
Coordina: Carmen Cuñat, AME de la AMP
12 h. Pausa
12’30 h. Segunda mesa
“Un hombre en reserva » por Oscar Caneda, miembro de la ELP, psicoanalista en el Equipo clínico del CPCT-Madrid
« Violencia y drogas: una llamada a la ley » por Isabel Rodríguez, psicólogo clínico en el CAD de Alcala de Henares
Discutidora: Mercedes de Francisco, AME de la AMP
Coordina: Mónica Unterberger, AME de la AMP
14 h. Conclusiones
Antoni Vicens, AE de la AMP, Coordinador del Seminario itinerante
Inscripción in situ
Comisión de organización: Carmen Cuñat y Mónica Unterberger
Información, dirigir un e-mail a: [email protected] o [email protected]
WEB PIPOL4: http://ri2009.champfreudien.org
por Esperanza Molleda*
1.- SERVICIOS SOCIALES: LA INSTITUCIÓN
Los Servicios Sociales son el lugar institucional que la sociedad crea para dar respuesta a la desinserción social. Hay algo de imposible en su planteamiento ya que se produce el encuentro, o más bien, el
desencuentro entre:
1.- La demanda de un sujeto, a menudo, descarnada, real, desubicada, urgente, marcada por la precariedad económica, embrollada y rechazada por otros servicios.
2.- La respuesta del discurso del amo basada en un ideal de bienestar igual para todos, en la lógica mercantilista convencida de que con dinero se consiguen bienes que satisfacen necesidades y en la racionalidad instrumental de las tecnociencias que piensa los problemas en términos de causa-efecto y fin-medios.
3.- La dificultad de los profesionales para enfrentar la tarea. Tanto por el explosivo encuentro entre este tipo de demanda y este tipo de respuesta, como por la disposición subjetiva de los trabajadores sociales a recibir la demanda del Otro acompañada del deber de « hacer algo » para solucionarla. Esta disponibilidad bien intencionada pronto se torna angustia y rechazo al encontrarse con la imposibilidad estructural de satisfacer la demanda, generando la sensación de ser usado por el « usuario » y el riesgo de actuar desde el fantasma de cada uno.
Caso: Acude la trabajadora social muy angustiada a contar a la directora la situación crítica que le transmite muy agresivo J. Todo es muy confuso. J. afirma que le quieren echar de su casa injustamente, que le ha llegado una orden de desahucio, pero que detrás hay intereses ocultos de la empresa que está rehabilitando el edificio. Si le intentan echar hará explotar el edificio con una bombona de gas y un encendedor; si no le ayudamos, también vendrá a por nosotros. J. y su compañera S. llevan un tiempo siendo usuarios del centro. J. pasó varios años en prisión por causar la muerte de una persona en una pelea, son continuos los altercados en los que se ve involucrado con médicos, con policías, con vecinos, con extraños, existiendo diversos procedimientos judiciales en curso relacionados con él. S. está diagnosticada de esquizofrenia y ha pasado temporadas en centros psiquiátricos cuando vivía con su familia con la que ya no tiene relación. Ella suele ser una acompañante silenciosa de él, si sale sola, a veces se pierde y tarda algunos días en aparecer o ser encontrada por J. Él quiere cuidarla, pero en ocasiones no puede con ella y amenaza con abandonarla. Viven en una casa que, según J., estaba alquilada por su madre y él se había subrogado, si bien no pagan alquiler. Ambos son pacientes del Centro de Salud Mental, donde hay un rechazo explícito hacia él y se considera que sería bueno que ella se separara.
2.- PSICOANÁLISIS: LO POSIBLE
Desde la dirección del Centro de Servicios Sociales, con el apoyo del psicoanálisis, se busca otra forma de responder, se apuesta por establecer un Lugar Alfa basado en los tres conceptos que Miller propone en « Hacia Pipol 4″[1] : el acto analítico, el discurso analítico y la conclusión del análisis como pase a analista, ampliada a la idea de sujeto en análisis. Esta distancia respecto a la respuesta del discurso del amo, sólo puede ser sostenida por la pertenencia a la comunidad analítica, a la Escuela.
2.1. -EL SUJETO EN ANÁLISIS
Habitualmente los profesionales que trabajan en Servicios Sociales tratan de sostener el lugar de A-no barrado en cuanto a un Otro que preserva su consistencia y que sabe lo que el usuario tiene que hacer. Lacan bromea acerca de esta posición de « hombre feliz » en « La dirección de la cura »: « ¿No es además la felicidad lo que vienen a pedirle, y cómo podría darla si no tuviese un poco?, dice el sentido común »[2]. En cambio, el paso por la experiencia de un análisis apunta a la problemática del « ser » del profesional en un sentido totalmente contrario, el saberse un sujeto dividido por el goce. Trabajar desde este lugar implica un acercamiento hacia los otros (profesionales y usuarios) basado en la convicción de que la dificultad está para todos en cómo hacerse con la vida. Esto lleva a respetar los síntomas de cada uno y desde ahí hacer « una distribución ponderada de los efectos psicoanalíticos »[3]. Por otro lado, frente a la tendencia de toda institución a guiarse por normas que pueden llevar tanto a un cumplimiento sin sentido como a un enfrentamiento desgastador con ellas, el director-sujeto en análisis apuesta por orientarse por el deseo y por lo Real en lugar de por la pasión del superyó y por el ideal. Esto le permite « aceptar la fuga de sentido », « otorgar un lugar a la particularidad »[4] y « la concepción de una ley que acoja su propia excepción »[5]. De esta manera, el director no busca la adecuación a normas, a protocolos, aideales, admite la incertidumbre sobre lo que ocurre entre profesional y usuario e invita a hablar de ello en los distintos espacios creados con este fin.
2.2. – EL DISCURSO ANÁLITICO
La desinserción del discurso del amo con el soporte del discurso analítico, permite hacer una lectura otra de los presupuestos en los que se basan las intervenciones desde SS:
a.- Los problemas que se presentan en Servicios Sociales pueden leerse como síntomas en los que el sujeto está tan involucrado como en los síntomas psíquicos, son consecuencia de su historia y de su posición subjetiva. En ellos pesa mucho la precariedad económica como emergente del fracaso en sostener el lazo social necesario para ser materialmente autónomo: « La realidad psíquica es la realidad social »[6].
b.- El imperativo de « hacer algo » domina la práctica en los Servicios Sociales. Este imperativo va acompañado de un continuo « blablablá » entre los profesionales que funciona como desahogo. Se trata de atar ambas hebras, hablar para orientar el hacer. La dirección da entidad a los espacios en los que los profesionales hablan de su trabajo para « provocar, sostener y soportar el tiempo para comprender »[7].
c. Los Servicios Sociales apuestan por la protección de los más vulnerables socialmente en nombre del bienestar. Desde el psicoanálisis se sabe de la imposibilidad de este fin. El sujeto está dividido por su goce y sometido a las paradojas de la razón libidinal[8]. Más que al bienestar se aspira a una manera de hacer con el malestar[9]. También se sabe acerca de la singularidad de los medios para encontrar esta manera. Así se valoran las intervenciones desde un canon distinto, se asume el fracaso de los fines explícitos, se reconocen los pequeños descubrimientos que atemperan las invasiones de goce o evitan pasajes al acto y se aceptan modos de hacer alejados del ideal.
d. Los profesionales están enfrentados a la responsabilidad de hacer algo ante las demandas. El acto que se realiza es un acto libre en la medida que no está determinado. Para juzgar este acto hay que ver las consecuencias. El acto produce una interrogación al respecto porque abre la metonimia de la cadena significante y porque incluye al Otro y hay que tomar en cuenta su reacción[10]. Por tanto, el profesional se encuentra ante un abismo ético: realiza un acto libre, con consecuencias y sin garantías. Cada acto profesional es una apuesta de la que hay que valorar sus consecuencias a posteriori.
¿Qué hacer en el caso?, nos preguntamos. Primero urge entender cuál es la realidad de la inminencia del desahucio y de otras posibles medidas judiciales. Decidimos asumir el lugar de mediadores entre « la ley » y estos sujetos. Poco a poco vamos desmarañando la madeja, efectivamente existe una sentencia de desahucio, la madre de J. dejó hace años de pagar ese piso y J. nunca se subrogó, de hecho en el texto de la sentencia se resalta que la madre renuncia a que su hijo siga viviendo en esa casa. J. no lo quiere ver y se suceden, día sí, día no, encuentros con él y con los papeles.
2.3.- LOS ACTOS ANALÍTICOS
2.3.1.- PRAGMÁTICA VS. CLÍNICA.
Las actuaciones en Servicios Sociales están dentro de los llamados preliminares, van dirigidas a establecer las condiciones de una relación posible en la que prime lo simbólico como modo de acercarse a lo Real. También nos hallamos inmersos en el campo de la pragmática. Los profesionales no ocupan un lugar de escucha, sino un lugar de respuesta[11]. Se buscan vías, pues vías para que el sujeto pueda encontrar un modo de continuar. Para que esta pragmática pueda considerarse psicoanalítica se tendrán en cuenta tres condiciones[12]:
– No quedarnos en el primer nivel del grafo del deseo, el de relación s(A)àA, en el que un sujeto sometido al significante, el usuario, se relaciona con otro, el profesional, que preserva su consistencia y ocupa el lugar del que sabe lo que el usuario tiene que hacer. El director promueve que los profesionales se abstengan de sostener este lugar, admitiendo la pulsión y el goce de los sujetos en juego.
– No colocarse en el discurso del amo que da respuesta a los sujetoscon identificaciones que aguanten al precio de olvidarse de los fantasmas en juego.
– Poner en cuestión que existe « un sentido » a partir del cual todo lo que le pasa al sujeto se explica y dejar un lugar al fuera de sentido, que introduce en escena lo Real.
2.3.2.-TRANSFERENCIA, INTERPRETACIÓN Y SEMBLANTE
Para orientar nuestro hacer seguiremos a Lacan[13] en « La dirección de la cura » cuando nos dice que el analista debe pagar con palabras a través de la interpretación, con su persona en cuanto que sirve de soporte de la transferencia y con su juicio más íntimo.
La figura del director genera transferencia. Esta transferencia se puede dar en dos niveles: con los profesionales que se dirigen a él suponiendo que sabe qué hacer ante los problemas y con los usuarios con los que establece relación según las circunstancias del caso. Como el analista, el director debe sostener la transferencia que suscita con su presencia real. « No hay Lugar Alfa sino a condición de que, por la operación del analista, el parloteo se revele como conteniendo un tesoro, el tesoro de un sentido otro que valga como respuesta, es decir como saber llamado inconsciente. Esa mutación del parloteo se sostiene de lo que llamamos transferencia, que permite al acontecimiento interpretativo tener lugar »[14]. El director sólo sabe lo que los profesionales le cuentan de los casos lo que los usuarios cuentan de su problemas, escucha lo que dicen sin oír, entonces « el emisor recibe del receptor su propio mensaje de una forma invertida »[15]. La interpretación tiene que ver con la transformación del valor de las palabras, a partir de ello se urde algo nuevo que hacer con el caso. La interpretación permite hacer otra lectura alejada de las categorizaciones del discurso del amo.
El director inspirado por el psicoanálisis paga « con lo que hay de esencial en su juicio más íntimo, para mezclarse en una acción que va al corazón del ser » y desde ahí sostiene una práctica éticamente orientada por el psicoanálisis. La inconsistencia del gran Otro, la multiplicidad de discursos, la angustia del acto profesional pueden llevar a un impasse en el hacer o a un paso al acto impulsivo. El director asume su semblante de autoridad para hacer pasar a los profesionales por el hablar para hacer y para ratificar el « pequeño tesoro » allí encontrado y para sostener la relación de los usuarios con la institución. El semblante ayuda al director a no ocupar el lugar del amo, le permite distancia y flexibilidad a la hora de llevar a cabo su función.
Volvamos al caso: Decidimos atenderles cada vez que vienen al hacernos cargo de la precariedad subjetiva y real de estas dos personas y la necesidad de cuidar la transferencia con ellos como única vía para hacer algo. La dinámica del propio caso ha ido pidiendo que tanto yo como una educadora también les atendamos. Unas veces les vemos 5 minutos en la sala de espera, otras más tiempo en el despacho, unas veces les ve la trabajadora social, otras la educadora, otras yo, según las circunstancias. El discurso de J., con cierta apariencia de formalidad jurídica, es inconsistente, pero impermeable a nuestros razonamientos. Mientras esperamos a que nos digan la fecha del desahucio desde el juzgado, se producen dos medidas judiciales más que reavivan la paranoia de J., se incapacita a S. que queda bajo la tutela de la Agencia Madrileña de Tutela de Adultos y a raíz de una pelea en la calle, J. tiene que presentarse cada 15 días en los Juzgados. Ante estos cambios, apoyándonos en la transferencia ya establecida con la trabajadora social, con la educadora, con la directora y, por extensión, con toda la institución, mediamos para que se contengan las reacciones de J, quien sigue amenazando periódicamente con volar el edificio si le intentan echar de su casa. En una visita nos enseña dónde ha colocado la bombona y dónde tiene el encendedor para hacerla estallar. Vamos dando por hecho que se van a tener que ir de la casa y vamos hablando con ellos de dónde vivir cuando esto suceda. Les ofrecemos una habitación en una pensión, mientras J. imagina otras soluciones: irse a vivir a un pueblo o comprar una caravana. Ya con la fecha del desahucio intentamos que se trasladen antes a la habitación, pero no resulta posible, sólo conseguimos que lleve unas cuantas bolsas. Acordamos que el traslado a
la pensión se hará el mismo día del desalojo. Este día con casi una docena de personas extrañas presentes (agentes judiciales, dueña del piso y sus abogados, policías municipales, SAMUR SOCIAL, cerrajeros, camión del Depósito Municipal de Muebles) los momentos de tensión se suceden, la mediación de la educadora y mía se hace constantemente necesaria. J. continúa con sus amenazas, pero la transferencia está establecida y puede decir: « Sólo quiero hablar con E. y L. de Servicios Sociales, que me estoy poniendo nervioso ». Llega un momento en que se hace necesario parar, tras conversar con la agente judicial, accede a demorarlo al día siguiente. Ese día finalmente se pudo realizar el traslado de ambos y de sus enseres más necesarios a la habitación de la pensión desde donde se continúa la intervención. Sólo la orientación que nos da el psicoanálisis permite ofrecer con firmeza este lugar transferencial y mediador a estas personas, aceptando sus estructuras psíquicas y buscando los medios para,encontrar otros caminos posibles distintos al pasaje al acto.
[1] MILLER, Jacques-Alain.- « Hacia PIPOL 4 »; intervención en las Jornadas PIPOL 3, julio de 2007; http//ri2009. champfreudien.org/index.php?nav=286, p. 2.
[2] LACAN, Jacques.- « La dirección de la cura y los principios de su poder » (1958) en Escritos II, México, Siglo XXI editores, 2003, p. 594.
[3] MILLER, Jacques-Alain.- « Hacia PIPOL 4 »; intervención en las Jornadas PIPOL 3, julio de 2007; http//ri2009. champfreudien.org/index.php?nav=286, p. 3.
[4] BELAGA, Guillermo A.- « El psicoanalista aplicado en el Hospital. Salud Mental e instituciones » en www.wapol.org/es., p. 2.
[5] BASSOLS, Miquel.- « La pasión del superyó » en Freudiana nº 29, agosto-noviembre 2000, p. 64.
[6] MILLER, Jacques-Alain.- « Hacia PIPOL 4 »; intervención en las Jornadas PIPOL 3, julio de 2007; http//ri2009. champfreudien.org/index.php?nav=286, p. 3.
[7] BRIGNONI, Susana y ESEBBAG, Graciela.- « ¿Qué tratamiento para el sujeto desamparado? » en El Observatorio Psi nº 24/07, 2007, p. 1.
[8] LAURENT, Eric.- « La felicidad o la causa del goce », conferencia de clausura de las VI Jornadas de la ELP, Madrid, 2007, p. 2-3.
[9] LAURENT, Eric.- « Usos actuales posibles e imposibles del psicoanálisis » en Colofón, nº 24, Granada, 2004, p.7
[10] MILLER, Jacques-Alain.- « Política lacaniana », Buenos Aires, Colección Diva, 1999, 94-5.
[11] MILLER, Jacques-Alain.- « Hacia PIPOL 4 »; intervención en las Jornadas PIPOL 3, julio de 2007; http//ri2009. champfreudien.org/index.php?nav=286., p. 2.
[12] MILLER, Jacques- Alain.- « Psicoanálisis puro, psicoanálisis aplicado y psicoterapia » en www. walpol.org/es, p.3-7.
[13] LACAN, Jacques.- « La dirección de la cura y los principios de su poder » (1958) en Escritos II, México, Siglo XXI editores, 2003, p. 567.
[14] MILLER, Jacques-Alain.- « Hacia PIPOL 4 »; intervención en las Jornadas PIPOL 3, julio de 2007; http//ri2009. champfreudien.org/index.php?nav=286., p. 2.
[15] LACAN, Jacques.- « Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis » (1953), en Escritos I, Madrid, Siglo XXI, 1990, p. 287 citado en MILLER, Jacques-Alain.- « Hacia PIPOL 4 »; intervención en las Jornadas
PIPOL 3, julio de 2007; http//ri2009. champfreudien.org/index.php?nav=286, p.3.
*Intervención realizada el jueves 12 de marzo en el Espacio Hacia PIPOL 4 en la sede de Madrid de la ELP . Esperanza Molleda habla desde su experiencia como Directora del Centro de Servicios Sociales del Distrito Centro de Madrid.
Con su dominio de la métrica, la rima y el verso, la búsqueda de lo bello como velo de lo Real tiene en este libro el ritmo de lo preciso. David Coll ordena y limita el vacío, el “tal vez Dios no exista, y seamos la herida que al fin se cerrará con el eterno olvido” de los primeros versos y el casi herético simbolismo cristiano que le sigue.
La suya es una contención de la forma poética y un sentido apocalíptico de las imágenes que culminan en “El juicio Final”. El romanticismo exasperado de todo el libro, al que se refiere Alejandro González Terriza, en su prólogo, como el de un cristiano convencido y ortodoxo, merece la pregunta de Chesterton: “¿Si no crees en Dios, por qué le levantas el puño?”, aunque no sabríamos si dejarle o quitarle el “no”.
¿Para quién escriben los poetas?
El 26 de abril último, leíamos en El País una respuesta de Joan Margarit: “El poeta es el compositor, el poema, la partitura, y el lector, el intérprete.” Una semana después, encontrábamos en el ABC la respuesta del poeta chino Bei Dao: “La escritura primero es para uno mismo”.
González Terriza señala el homenaje de Coll, en “Misa Negra”, al Baudelaire de “Las flores del mal”.
“Dios que muere en las montañas de ladrillos y antenas”, o “Hay un cansancio gris de nichos alineados/ en esos edificios de luz crepuscular” parecen dialogar con el García Lorca neoyorquino de “Hay un dolor de huecos en el aire sin gente” o con el más cercano García- Alix cuando nos habla de “Masas oscuras, jugando entre ellas sobre el espacio./ Persiguiéndose./ Parecen un desfile de tumbas…”
“¡Que se abran los Cielos, que se siente el Cordero/ a la diestra del trono de mi Gloria Inmortal /(…)!” (“El Juicio Final”) se acerca al Rimbaud de “¡Que venga! ¡Que venga!/ el tiempo que nos prenda”.
Adán y Eva expulsados del paraíso, ”Del gran sueño de Dios por siempre despertados/ supieron que aguardaban a sus proles futuras/ infinitas mareas de siglos torturados/ y un descenso hasta el fondo de todas las negruras”. En la biblioteca de nuestra memoria pueden haberse encontrado con Saint-John Perse, que les advierte sin esperanzas: “no trafiquéis con salmuera cuando, por la mañana, en un presagio de reinos y de aguas muertas, suspendido en lo alto de los humos del mundo, el tambor del exilio despierta en las fronteras/ la eternidad tediosa del desierto.”
El diálogo no tendría fin.
Para quien quiera incorporar la voz de David Coll, tenemos su poemario “Las noches del corazón” en la Biblioteca de la Sede de Madrid.
A quien no lo desee, será Edgar Bayley quien le murmure: “Nunca terminará es infinita esta riqueza abandonada”.
Organizada por el Ministerio de Cultura, la exposición ‘Sorolla y su idea de España’, inaugurada este martes en la Casa Museo de Madrid, donde vivió el artista los últimos años de su vida, reúne las pinturas al óleo que fueron realizadas como preparación para los 14 paneles que el mecenas Archer Milton Huntington, le encargó para decorar las paredes de la biblioteca de la Hispanic Society de Nueva York.
Estos enormes paneles, de tres metros y medio de alto por 70 metros de largo, que Sorolla realizó entre 1913 y 1919, son el complemento y preceden a la gran exposición que se inaugurará el próximo 26 de mayo en el Museo del Prado, sobre la obra del artista levantino y que incluirá la exhibición de los 14 murales y de más de un centenar de pinturas.
La muestra, que ofrece una precisa perspectiva de la percepción de la realidad española que tenía Sorolla, se articula en torno a tres ejes, tal y como ha referido en su inauguración la directora del Museo Sorolla, María Luisa Menéndez.
En primer lugar el pueblo español, destacando los tipos populares embutidos en sus trajes más típicos.
En segundo, el paisaje natural de España, « como elemento definitorio del pueblo español », y en una visión enormemente cercana a la de la Institución Libre de Enseñanza, con marcada preferencia a los paisajes agrestes y montañosos.
Por último, los monumentos, siendo esta particularidad la principal aportación de la muestra.
La exposición tiene una vocación didáctica y contempla la visión ‘sorolliana’ de España, donde prevalece una idea castellano-centrista, en consonancia con el ideario de la Generación del 98. Del mismo modo, tiene gran importancia Andalucía, que es ofrecida por Sorolla como alternativa a París y a los lugares clásicos de Italia al turismo de Estados Unidos de principios del siglo pasado. Por último, está reflejada la diversidad del resto de las regiones españolas.