RAYUELA Nº 21
Hacia el IV Encuentro Americano del Psicoanálisis Aplicado de la Orientación Lacaniana (ENAPAOL)
XVI Encuentro Internacional del Campo freudiano
La Clínica analítica hoy. El síntoma y el lazo social http://www.ea.eol.org.ar
Estimados lectores,
Les hacemos llegar el texto de la Apertura de las Jornadas anuales del ERINDA que se realizaron en la ciudad de Rosario ( Argentina) bajo el título : « Clínica y pragmática con niños y adolescentes » en noviembre del 2008. Dada su extensión se realizó en dos entregas, esta es la última parte. M.E.
II parte
Pragmática y psicoanálisis Marcela Errecondo
Sobre la pragmática
Antes de pasar al momento pragmático, diré algunas palabras sobre la pragmática como tal.
La Pragmática[1] es un subcampo de la linguistica, también estudiado por la filosofía del lenguaje. Es el estudio del modo en que el contexto influye en la interpretación del significado. El contexto debe entenderse como situación, ya que puede incluir cualquier aspecto extralingüístico: situación comunicativa, conocimiento compartido por los hablantes, relaciones interpersonales, etc.
Sostienen que las palabras por sí mismas no hacen referencia a nada. Son los hablantes los que se valen de ellas para hacer referencia a algo o alguien en particular. La referencia es un acto realizado por alguien que envía un mensaje (ya sea hablado, escrito o mediante otros códigos lingüísticos) para identificar algo. Podría decir que esto resume el método de Wittgenstein que dice que « el significado es sólo es uso ».
Tenemos otro aspecto: El filósofo inglés J.L. Austin, elaboró en los años sesenta una teoría que se conoce como Teoría de los actos del habla; en ella propuso que hablar no es solamente « informar » sino también « realizar » algo. La propuesta fue conocida a través de su libro (publicado por primera vez en 1962) How to do things with words. Su postura iba en contra de las aproximaciones más tradicionales que veían al lenguaje en función de la mera transmisión de información. Se centró en el estudio de los verbos que denominó « performativos » como prometer, demandar, jurar, acusar, etc.
Estamos en una dimensión utilitaria del lenguaje, no es comunicativa, ni informativa.
También está el Pragmatismo que es una escuela filosófica nacida en los EStados Unidosa finales del siglo XIX por Charles Sander Peirce y William James. Se caracteriza por la insistencia en las consecuencias como manera de caracterizar la verdad o significado de las cosas.
Rechaza la existencia de verdades absolutas, o lo que es lo mismo, significados invariables; las ideas son provisionales y están sujetas al cambio.
La palabra pragmatismo proviene del vocablo griego pragma que significa acción.
Para los pragmatistas la verdad y la bondad deben ser medidas de acuerdo con el éxito que tengan en la práctica. En otras palabras, el pragmatismo se basa en la utilidad, siendo la utilidad la base de todo significado.
La definición de « lo verdadero » dada por James es: « aquello cuya creencia resulta beneficiosa ». A la búsqueda de la verdad del ser, se le sustituyen entonces las descripciones útiles para lograr la felicidad.
Habiendo dado un breve panorama de estos dos términos, creo que se puede entender porqué fueron interesantes para Lacan en su enseñanza.
Pragmática del síntoma
Decir pragmática del síntoma implica que a lo que llamábamos política del síntoma en donde ubicábamos la acción y la práctica se le agrega el uso y la utilidad:
J-A. Miller decía en unas jornadas de 1982:
‘del síntoma el neurótico se queja y en el fantasma se contenta’,
es otra manera de decir lo que planteaba Freud, que el inconciente procura proteger al sujeto de los peligros del goce al mismo tiempo que le permite un acceso al goce, ya sea por la censura, por el desplazamiento, por las señales de ansiedad, por el aislamiento, etc.[2]
No es ésta la pragmática del síntoma que sigue el analista.
Pragmática del psicoanalista
El analista toma el partido de no curar el síntoma sino de hacerlo útil, de hacer de tal forma que le sirva al sujeto, es decir que su necesidad sea correctamente empleada.
Para esto hay que hacerse una idea del síntoma que no es una parte del ser patógena al lado de otra parte sana y que nosotros tendríamos que agrandar la región en la que se encuentra la parte coherente o sana del ser.
Detrás de lo fenomenológico del síntoma se encuentra su relación a lo real, a un goce muy opaco.
Se trata de poder localizar los significantes amos que mantienen trabado al sujeto para que en el lugar de la queja y el padecimiento pueda aparecer un goce permitido, vivible y se pueda abrir la vía de un saber alegre, poder abrirle al sujeto una vía que no sea la de un empuje al goce riesgoso o mortal, sino una relación fiable al goce.[3]
Es lo que llamamos un síntoma-partenaire, aquél que permite un uso y no lo que son sus significaciones.
Veremos entonces las diferentes maneras que tienen los analistas de recibir al sujeto –a sus invenciones y creaciones- para hacerse su partenaire y alojar ese real que no puede subjetivar.
Pragmática de la cura
la transferencia a partir del objeto ‘a’[4]
Se puede comprender entonces que se plantee la transferencia a partir del objeto ‘a’.
Lo que hemos aprendido en este Congreso de la AMP 2008 es que en su última enseñanza Lacan parte directamente del objeto ‘a’ para anudarlo al semblante y a la dialéctica fálica.
Nos dice E. Laurent: En el mundo lo que cuenta es el objeto inmundo. De ahí parte Lacan, cito:
« Pues en el mundo no hay nada fuera de un objeto ‘a’, cagada o mirada, voz o pezón, que hiende al sujeto y lo disfraza de desecho, desecho éste que le existe al cuerpo. »
Muchas veces encontramos que en los chicos se dan modificaciones subjetivas, variaciones en la forma de gozar, por haber hecho un cortocircuito en la pulsión, sin elaboración de saber.¿Cómo dar cuenta de esto?
¿Qué lugar para el analista?
El hecho de que la época lleve a los sujetos a que lo que comanda, lo que tiene peso de autoridad hoy no sea tanto el deseo o el ideal, sino el derecho a gozar (y esto se ve patente en los niños, objetos ‘a’ liberados, a merced del súper yo que ordena gozar), ha producido cambios en nuestra clínica y nos lleva a reinventar la práctica.
Así tenemos una clínica de la época del Otro que existe y una clínica de la época del Otro que no existe, y escuchamos constantemente una oposición entre la antigua y la nueva pero no tenemos que olvidar que es necesaria una dialéctica entre ambas pues la clínica llamada antigua esta conservada en la nueva.
J-A. Miller[5] dice: en el psicoanálisis nos servimos del Nombre del Padre, es decir pasamos sin duda por el desciframiento, por los efectos de verdad, pero ellos se ordenan según un real que carece de orden »
En ese desciframiento tenemos que tener en cuenta las precauciones con ‘la emergencia de un instante de saber’[6] en el sujeto psicótico ya que puede causar un ‘incendio’ de delirio interpretativo en el sujeto que carece del NP para capitonar, abrochar, el sentido.
Decíamos que el pragmatismo implica que hay una sustitución de la búsqueda de verdad del ser por lo que es útil para lograr la felicidad, que el fundamento ultimo es la utilidad.
La diferencia con el psicoanálisis es que se trata de un saber hacer con lo que no tiene utilidad. Lacan nos decía en el Seminario XX, Aún, que el goce es lo que no sirve para nada, es entonces arreglárselas con el colmo de lo inútil, con el parasito de goce.
La sabiduría subversiva del análisis es que hay un parasito ineliminable que sólo podemos modificar, transformar en el sentido de hacer variaciones, rearmados diferentes con los elementos inconmovibles de ese goce. Esto es lo que me parece que indica entonces la cuestión de la pragmática del objeto ‘a’, esforzarnos por localizar esos trozos de real producidos por el significante y tratar de encontrar que uso les da el sujeto y ver de que manera es posible civilizar el goce a partir de su sintomatización[7].
Se trata entonces de que el sujeto produzca una respuesta a su pregunta (tiene que haberse formulado su pregunta) en el lazo transferencial, una respuesta en la que el blablá toma la forma de pregunta y la pregunta misma gira hacia la respuesta, la respuesta es ese saber llamado inconciente que bajo transferencia permite el acontecimiento interpretativo[8].
Esto sólo es posible por la operación del analista.
Los niños nos han enseñado que los efectos psicoanalíticos no dependen del encuadre, sino del discurso. Pero para que esto se produzca no tenemos que olvidar que hay una mayor exigencia en la formación, son necesarias las coordenadas para el acto analítico, es necesario en el inicio de la experiencia el Otro, la relación simbólica (S1-S2) bajo el amor de transferencia.
Estamos en un momento pragmático, si!, pero no como todo el mundo ya que no nos apoyamos en el ‘eso marcha’, sino ‘en el eso no marcha nunca’, ‘eso fracasa’ :tratemos entonces de fracasar de la buena manera!
[2] F. Leguil, La politique du symptome en Mental 16
[3] E. Laurent, El niño como objeto ‘a’ liberado, en el Caldero nº 3 nueva serie
[4] E. Laurent: Nº3 AMP 2008
[5] J-A Miller: curso 2005-2006 Piezas sueltas ( inédito)
[6] J- A Miller, Hacia Pipol 4
[7] J-A Miller, Piezas sueltas, Curso de la O. L., 2005-06 8 (inédito)
[8] J-A Miller: Hacia Pipol 4
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