Boletín ENAPaOL 1
Miércoles 8 de abril de 2009 Estimados colegas:
En el marco del trabajo preparatorio hacia el ENAPaOL que ya está en marcha, solicitamos a algunos colegas de la EOL, a quienes desde ya agradecemos, que envíen sus contribuciones a propósito de la temática del próximo Encuentro.
En esta ocasión, es nuestra colega Diana Wolodarsky quien nos hace llegar sus reflexiones sobre las nuevas formas del síntoma y lo singular del síntoma.
Más que nunca constatamos que la era del Otro que no existe no cesa, sino, muy por el contrario, avanza a pasos agigantados.
Los acontecimientos que tejen la historia continúan demostrando en acto que el valor de la vida, el criterio de civilidad, las diferencias, pierden cada vez más su inscripción en el entramado social.
La tecnología, la ciencia, los medios de comunicación hoy permiten formas mas elaboradas y maquilladas que no logran ocultar el grado de incivilización y deshumanización que conlleva el poder de la pulsión desatada.
No es que no se sepa, no es que no se denuncie, es que nada la detiene.
Hoy día asistimos a la caída del Otro a nivel mundial. Los grandes emporios económicos con su promesa de felicidad se han quedado sin velo. Quedan los parches que taponan el vacío angustioso por medio de aparatos que se sustituyen a una velocidad vertiginosa, que ajeniza a los cercanos y contacta a los lejanos. La ciencia que burla el paso del tiempo, el borramiento de la diferencia sexual –en términos anatómicos–, el desafío de armar el cuerpo como piezas de rompecabezas, metamorfosis sin límite. La distancia entre lo ético y lo siniestro es apenas un borde.
Sabemos que el psicoanálisis lucha contra las practicas que establecen la codificación del malestar y que allí radica su potencia subversiva, en la medida que no forcluye la condición de sujeto. Y es por ello que el psicoanálisis freudiano y a continuación el lacaniano se esforzaron en transmitir la diferencia entre sexualidad y sexuación, entre individuo y parletre.
En la hiancia entre lo universal del para-todos y lo singular del para cada uno se hace presente el objeto sin sustancia, por medio del cual se producen los enlaces entre los sujetos.
Pasar de los goces en las sombras a un deseo iluminado.
¿Qué consecuencias tiene esta actualidad en nuestra práctica hoy?, en tanto ofrece una realidad que se presta a justificar las formas sintomáticas singulares, y subsumirlas en el universal. ¿Qué posibilidad de incidir en ella tiene el psicoanálisis?
La inseguridad justifica las fobias y los rasgos acentuados de paranoia, el goce autista encuentra su razón en la dificultad de acceder a establecer lazos genuinos, la segregación y la discriminación velan los fantasmas de aquellos que no consienten en su juicio íntimo a no entrar en la clasificación.
El psicoanálisis apunta a formalizar el síntoma y a la responsabilidad sobre el goce, a consentir la determinación electiva de un sujeto. A establecer la lógica que comanda la ley del fantasma, y aun más, de identificar ese goce como lo más propio.
Nuestra práctica da cuenta de estas nuevas formas sintomáticas:
Así, una mujer satisfecha en general con su vida, que padece por su condición de ‘mujer sola’, llegará a manifestar su satisfacción inédita por descubrirse “no siendo más el chinchorro del Otro”. Esa particular enunciación permite localizar un modo de goce singular, que la separa de la serie: mujeres solas, y atravesar un umbral respecto de los otros, que se le presentaba como imposible de sortear.
O la revelación liberadora de un joven que tenía dificultades a la hora de tomar la palabra en el encuentro con las mujeres, formulará la inexistencia del Otro y de la no relación ‘natural’, del siguiente modo: “…es como si estuviera repasando la letra de un guión que no hay”. Y la vacilación que interrumpía su decir da lugar al fluir de su propia voz.
O la angustia de un sujeto que por su posición en la sexuación teme que, de ser sorprendido por ladrones en la noche durmiendo con su partenaire del mismo sexo, “serían mucho más violentos”. Así comenzará a decir de su fantasma de ser merecedor de castigo por su elección sexuada.
La función deseo del analista apunta a que el sujeto transforme en escala invertida, goce en deseo. Y que lo que resta de él, sea resto fértil.
La no respuesta estandarizada es el pedido de estos sujetos que han pasado por otras experiencias en las que le han dado nombres universales a su padecimiento, pero no a la causa que nombra su goce y atrapa el cuerpo. Desembrollarse, llama Lacan al buen desenlace de un análisis. Desembrollarse del cuerpo. De los pensamientos que echan raíces en el cuerpo. Establecer un Otro el cual, desinvertido del imaginario, humanice la pulsión. Formas inéditas de lazos, del tratamiento del síntoma y el lazo social. Diana Wolodarsky
Más información sobre el ENAPaOL en http://ea.eol.org.ar