El viento frio del norte, inusual aun en el invierno cubano, no pudo impedir que reinara la calidez en el Centro de Cultura Hispanoamericana de La Habana, donde el encuentro con la enseñanza de Jacques Lacan llegó esta vez traído como a contracorriente desde el sur en la palabra de Enric Berenguer, psicoanalista miembro de la Nueva Escuela Lacaniana y de la Escuela Europea de Psicoanálisis.
El tema del presente Seminario del Campo Freudiano en La Habana, que tuvo lugar los días 23 y 24 de enero de 2009 organizado por la Delegación La Habana de la NEL, giró en torno al Seminario 10 de Lacan « La Angustia » (1962-1964), de quien el propio Berenguer es su traductor al español.
Con un estilo de transmisión diáfano pero sin descuidar la complejidad del tema, como para demostrar aquella máxima de su coterráneo Joan Manuel Serrat de que « lo sencillo no es lo necio », Berenguer hizo gala de su habilidad para llegar a un público bien heterogéneo, familiarizados unos con la enseñanza de Lacan, otros que venían por primera vez a su encuentro.
Berenguer introduce a sus oyentes en un recorrido por el Seminario 10 de Lacan que a su vez se convierte en un recorrido por su enseñanza previa. Se trata de un seminario donde Lacan muestra no sólo un interés clínico sino teórico pues la angustia es una guía para avanzar a otras cuestiones relativas a la estructura. Más allá del fenómeno, la angustia es la puerta de entrada a la estructura en tanto apunta al lugar mismo de la causa. De ahí la importancia de este momento de su enseñanza pues contrariamente a lo que ha venido desarrollando, el Lacan del Seminario 10 va a afirmar que la causa no es significante. Es un punto de viraje cuya transición comienza a darse a partir del Seminario 4 « La relación de objeto » que se convierte, al decir de Berenguer, en « la piedra en el zapato » donde Lacan logra vislumbrar que hay algo que no es significante.
Para lograr una aproximación a la angustia como experiencia, difícil de definir y formalizar, Berenguer sigue a Freud cuando afirma que la realidad está ligada a un sentimiento que es amenazado en la angustia y que se expresa mediante fenómenos de desrealización y despersonalización. Para Lacan la realidad no es otra cosa que una construcción, un marco. Este permite enmarcar las percepciones para el sujeto de manera tal que sean reconocidas y produzcan el sentimiento de realidad. ¿Qué puede emerger, entonces, para romper este sentimiento?
Contrariamente al sentido común la angustia no es una especie del miedo. Éste último es genérico tanto por el estímulo como por la respuesta que provoca, mientras la angustia es una respuesta particular a un estímulo banal. Freud se pregunta como es posible que un estímulo banal sea capaz de producir angustia y se responde diciendo que se trata de una amenaza interna, que apunta a una particularidad. La angustia no tiene nada que ver con lo que ocurre afuera, evoca algo de lo que hay en la constitución del sujeto. Algo que viene de la realidad corporal no es representable, no pasa por el aparato de representaciones. Esto quiere decir la represión primaria. El inconsciente a su vez se constituye en un intento de representar lo irrepresentable (pulsional). De tal suerte existe una exclusión de los pulsional. El Ello es ignorado por el sujeto y tan extraño para él como lo que viene del exterior. Sin embargo, sigue siendo concerniente al sujeto a pesar de su exclusión. « Porque tenemos deseos es que no podemos olvidarnos de lo pulsional », afirma Berenguer, quien equipara al deseo con un emisario de lo pulsional.
Lacan aborda en este Seminario la constitución subjetiva mediante una operación que denomina cociente del sujeto, donde la doble castración del Otro y del Sujeto produce un resto. Esta operación traduce cómo en el sujeto aquello que era del organismo acude a algo nuevo que se juega en el orden de lo representable, de lo significante, de la subjetividad. La relación con el organismo es a través de ésta. Lo pulsional queda como un « resto » que tiene la función de causa y que Lacan denomina objeto a. La cuestión del objeto deviene así central en este seminario, no ya como los objetos significantizados de la cultura sino como objeto causa de deseo, como el objeto en su dimensión de causalidad. Lacan sitúa la angustia como una señal de la presencia de ese objeto. Cuando aparece algo donde debía estar la falta tenemos la angustia. En esta dimensión, al decir de Berenguer, la angustia es la aparición de eso que no debía estar. « Lo que sobra en el espejo », aterrador, allí donde lo que falta abre la dimensión del deseo.
El sujeto humano está impulsado a hacer algo con el goce que lo habita, de dónde la dimensión del síntoma y del acto como un intento de subjetivar algo de lo pulsional. La diferencia entre acto y acción, el acting out y al pasaje al acto en tanto desviaciones del acto, ocuparon la segunda jornada de trabajo como propuesta de Berenguer de lectura de los capítulos correspondientes del Seminario 10, donde Lacan articula estas cuestiones a partir del texto de Freud « Inhibición, síntoma y angustia ».
Este abordaje permitió al auditorio pensar la dimensión del acto como un modo mediante el cual el sujeto se hace cargo de su goce. Si para Lacan el chiste es un forzamiento del Otro, una imposición del goce particular del sujeto al Otro, el acto no va a ser de otra naturaleza. La diferencia radica en que en el primero se logra una aceptación de ese particular vía la satisfacción libidinal. De lo que se trata en definitiva es de la imposibilidad de que el goce del sujeto pase al Otro a menos que sea a través de un forzamiento.
Se abre entonces la interrogante de si la dimensión del acto sólo es pensable desde la perversión. Lacan responderá a esto planteando que « no hay Otro ». Si se asume subjetivamente que no hay Otro no hay forzamiento por la vía perversa. El forzamiento es pensable desde el fantasma. « El fantasma es una trampa, una solución de bolsillo », recuerda Berenguer. Ir más allá del fantasma implica que no hay forzamiento del Otro porque no hay Otro, que no hay que pedir permiso para gozar.
El encuentro propició, a pesar de lo apretado de la agenda, reservar el espacio necesario para la clínica con la presentación de un caso por Maritza Bernia, asociada de la NEL La Habana, y otro por el propio Enric Berenguer, que permitieron abordar cuestiones no sólo relacionadas con el tema del seminario sino también profundizar en los aspectos de la construcción del caso en psicoanálisis.
Quedó pues el sabor agradable de apenas dos jornadas intensas y la invitación a continuar el trabajo en un texto que abre múltiples interrogantes a la vez que va aclarando otras.
Gabriel George