EL INCONSCIENTE EN LA ORIENTACIÓN LACANIANA
1ª Conferencia a cargo de Mónica Torres, Presidente de la EOL y miembro del Consejo de la AMP
“El fracaso del inconsciente es el amor al sinthoma”
Dictada el sábado 17 de mayo en la Sección Rosario
En un animado clima de trabajo se desarrolló la primera clase del Seminario de formación “¿Qué inconsciente en la enseñanza de Lacan?”, organizado por el Directorio de la EOL Sección Rosario.
Mónica Torres –psicoanalista, Presidente de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL) y miembro del Consejo de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP)- abrió el Seminario de formación el sábado 17 de mayo ppdo. Con claridad y rigurosidad conceptual ha mostrado no sólo una investigación continua sobre los conceptos, sino fundamentalmente una posición política decidida respecto de la elucidación de la obra de Jacques Lacan y su transmisión.
Extraemos, de las tres horas de exposición y diálogo con el público, un recorrido en el que situó un tema crucial para el psicoanálisis: ¿cómo incidir sobre lo real?, incidencia sin la cual el psicoanálisis sería una estafa. Para ello, mostró distintos aspectos de uno de los conceptos fundamentales del psicoanálisis: el inconsciente. Dos niveles del inconsciente: un inconsciente transferencial y un inconsciente real, según la distinción que ha propuesto Jacques-Alain Miller.
Hay una dimensión del inconsciente, divertido, del descubrimiento, pero que es al mismo tiempo, el inconsciente referido al Otro y al destino, del cual el sujeto es esclavo, en tanto es hablado por el Otro. El inconsciente que, en principio, provoca entusiasmo pero que, también, condena a la repetición.
¿Cómo llegar a ese más acá del Otro en la práctica analítica? Es allí donde se pone en juego el concepto de “inconsciente real”, tal como lo ha propuesto Jacques-Alain Miller. ¿Y qué entender por “inconsciente real”?
Mónica Torres encuentra dos soluciones a esta interrogación. Una, política: el inconsciente es un concepto forjado por el psicoanálisis, necesario para su presencia en el mundo actual. Otra, epistémica: en relación a los Seminarios 23 y 24 de Jacques Lacan, el “Sinthome” y “L’insu que s’ait de l’une-bevue s’aille á mourre” (una de las posibles traducciones sería “el fracaso del inconsciente es el amor y no adquiere alas para las morras”), donde Lacan juega con la homofonía l’une-bevue y unbewusste. Este último término, alemán, significa “inconsciente”. Estamos en el plano del inconsciente en tanto equivocación, distinto a todo lo que venia sosteniendo Jacques Lacan, ya que se trata de ahí en más del sinthome de un inconsciente joyceano, inconsciente que es del orden del Uno. Ya no hay nada del inconsciente freudiano.
Las historias de Marguerite Duras son ejemplares en tanto tocan ese Uno. No son novelas ficciones que tienen que ver con el destino. Tocan ese Uno que tiene que ver con el inconsciente real. Es por eso que Lacan le hace un homenaje: “Usted sabe, sin mí, lo que yo enseño”: hay un amor imposible de domesticar.
En la práctica de orientación lacaniana, sostuvo Mónica Torres, trabajamos con las historias de amor. Pero hay dos amores: un amor como destino; es el que encontramos en las neurosis, el amor del fantasma inconsciente, ya que la condición de amor es fantasmática y el desafío para el analista es barrar esa dimensión, para que sea un rasgo y no un destino, para que surja la posibilidad de un encuentro azaroso, y no “otra vez la piedra en el camino”, modo de referirse a la repetición de lo mismo.
En la película “El pasado”, realizada sobre un libro de Alan Pauls, su protagonista, Rímini, es perseguido por una mujer del pasado. Él soporta esa persecución porque está fijado a ese pasado, al destino; mientras que la posibilidad de tener otras mujeres sería el azar, no la repetición. Es un ejemplo de quien no puede salir del inconsciente como destino.
Un recorrido que vaya de los asuntos del pasado, que son asuntos de familia en el inconsciente, a la posibilidad de un encuentro con el Otro sexo, que es lo que podríamos llamar, con Marguerite Duras: “soluciones al dolor de amar”.
El analista, sostuvo la expositora, jamás debe opacar ese irreductible, que se ubica del lado del Uno de las condiciones de amor. El psicoanalista de orientación lacaniana tiene que orientar a una solución del dolor, no sólo del que hay en el amor, sino también de ese dolor que es inherente a la existencia misma. Tal solución será siempre del orden de lo singular, del orden del “inconsciente real”.
María Marciani
Secretaria de Biblioteca
Por el Directorio de la EOL Sección Rosario