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Nº 15/08
Psicoanalistas en contacto directo con lo social
Continuamos esta serie de El Observatorio con textos que se inscriben en el vector del trabajo anunciado por Jacques Alain Miller, para PIPOL 4 (11 y 12 de julio de 2009) que tendrá como sede Barcelona y como tema “Desinserción. Clínica y Pragmática de la Desinserción en Psicoanálisis”
V debate de actualidad ELP_CdC
« Abusos del protocolo »
3 de abril de 2008, Barcelona
El protocolo y las reglas de la práctica
Hebe Tizio
0. A título de intenciones.
Me interesa ver los supuestos sobre los que se asienta la construcción del protocolo, su funcionamiento y sus efectos para intentar ver qué cursos de acción se pueden elaborar .
1. La referencia de la lengua.
La acepción de protocolo en la lógica de la evaluación tendrá carta de ciudadanía en el diccionario de la Real Academia. Veamos los orígenes y la actualidad.
Puede leerse en el etimológico Corominas que «protocolo» viene del latín y antes del griego con el significado de hoja que se pegaba a un documento para darle autenticidad, propiamente «lo pegado en primer lugar».
Diccionario de la Real Academia
(Del b. lat. protocollum, y este del gr. πρωτόκολλον).
1. m. Serie ordenada de escrituras matrices y otros documentos que un notario o escribano autoriza y custodia con ciertas formalidades.2. m. Acta o cuaderno de actas relativas a un acuerdo, conferencia o congreso diplomático.3. m. Regla ceremonial diplomática o palatina establecida por decreto o por costumbre.4. m. Plan escrito y detallado de un experimento científico, un ensayo clínico o una actuación médica.
Avance de la vigésima tercera edición
(Del b. lat. protocollum, y este del gr. πρωτόκολλον).
1. m. Serie ordenada de escrituras matrices y otros documentos que un notario o escribano autoriza y custodia con ciertas formalidades.2. m. Acta o cuaderno de actas relativas a un acuerdo, conferencia o congreso diplomático.3. m. Regla ceremonial diplomática o palatina establecida por decreto o por costumbre.4. m. Secuencia detallada de un proceso de actuación científica, técnica, médica, etc.5. m. Inform. Conjunto de reglas que se establecen en el proceso de comunicación entre dos sistemas.
2. El protocolo se presenta como un intento de reglar la práctica.
En el cambio de la cuarta acepción del diccionario se pasa del plan para repetir un experimento a la secuencia de un proceso de actuación profesional. Es decir, se valida la transformación del protocolo en una regla de la práctica que define sus secuencias y la autentifica. Podemos ver en este punto la distinción que hay entre regla y principio. Efectivamente, mientras la regla intenta dar la medida a la que hay que ajustarse para que las acciones resulten adecuadas, el principio señala un punto de partida, una basis común, que da margen para diversos recorridos. Es la diferencia entre un orden y concierto invariante, un estándar, y la orientación de una práctica. El intento homogenizador del protocolo lo muestra como un instrumento al servicio del control de poblaciones bajo el parámetro de la evaluación con la consecuente segregación. Basta ver quiénes organizan la lógica de la evaluación, quiénes hacen los protocolos para ver en toda su crudeza las “nuevas mafias” que medran en esta versión posmoderna del capitalismo salvaje.
El protocolo crea realidad. Es el producto de un discurso que define y evalúa sólo lo que se propone evaluar, es decir, lo que cae fuera de su recorte no existe. Recorte interesado que se presenta como objetivo. Pondré un ejemplo de mi propia experiencia: el Pacto docente que propone la universidad estandariza el número de horas que deben cumplirse repartidas en diversos ítems. Las horas que se exceden, es decir las que hace de más el profesor no se cuentan -el aplicativo no las deja consignar -, mientras que si falta alguna en alguno de los ítems construidos se señala su falta. Al mismo tiempo sólo se reconoce lo que el pacto oficializa, sólo es investigación la que está acreditada por las agencias…
3. El protocolo es un mecanismo de control a dos bandas ya que intenta controlar tanto al sujeto como al administrador y tiene consecuencias para ambos.
La primera forma de control sería la aceptación de la evaluación. Milner señala que el evaluado acepta el principio general de la evaluación. Y Miller agrega que consentir a ser evaluado es mucho más importante que la operación de evaluación misma.
Aquí quisiera introducir un matiz. Que alguien consienta a ser evaluado o que utilice un protocolo de evaluación no quiere decir que crea en ello. A veces es el recurso obligado. Un usuario de servicios sociales le dice a otro lo que debe responder para hacer frente al protocolo de evaluación de sus “necesidades”: “Cuando te pregunte le dices que sufres mucho por lo que te pasa así se ocupan más de tu caso porque es eso lo que quieren”. El llamado usuario hace cálculos sobre el Otro, sobre lo que le conviene y cómo engañarlo con sus propias creencias aunque esto no es sin consecuencias para sí mismo.
Una cosa es que el protocolo se asiente sobre la suposición del consentimiento a la administración del protocolo, pero pensar que en todos los casos logra un verdadero consentimiento es dar consistencia a ese mito. Consentir a ser evaluado no implica decir todo, responder verdaderamente al otro…
4. ¿Pero cuál es el punto ciego del protocolo como emergente de la política de la evaluación?
Este funcionamiento introduce una perversión de las funciones o para decirlo de mejor tono, introduce lo que se llama folklóricamente la picaresca, la astucia, el engaño…
Podemos decirlo claramente, lo no evaluable condiciona lo evaluable, ese agujero que escapa a la evaluación la condena. Su propia trampa es el borramiento de la subjetividad y por lo tanto del punto más emblemático de la misma, la mentira. Con ello olvidan el antiguo dicho “Hecha la ley, hecha la trampa” lo que podríamos parafrasear hecho el protocolo, hecha la trampa… La evaluación se soporta del ideal de transparencia de un sujeto que no engaña ni del lado del administrador ni del evaluado. La resistencia de lo íntimo, la reserva de lo privado, siempre se guarda aunque sea sin proponérselo ya que el sujeto, más allá de su consciencia, no es transparente ni para sí mismo.
Cabe recordar lo que señala Lacan que los no engañados se equivocan y que de esta manera no habrá posibilidades de algo de lo real pueda tratarse. Me he referido al caso del usuario de SS.SS que responde a lo que el otro quiere escuchar, pero esto tiene consecuencias porque crea la piedra en la que se va a tropezar: la cronificación del usuario y la mortificación del profesional por la pérdida de su función lo que implica una falta de circulación libidinal y ya sabemos de los efectos de su estancamiento..
5. El modelo es la empresa que produce un objeto.
El funcionalismo tomaba como modelo el organismo, de allí la idea de la políticas neoliberales de que el mercado se autoregula como el organismo cuando ha ingerido mucha sal y entonces aparece la sed…Qué implica el imaginario del manejo empresarial? La empresa produce algo y en este objeto se ve su eficiencia, productividad y por ende rentabilidad.
Hoy todo se reduce a la buena gestión poniendo al mismo nivel el fracaso escolar, la selección de personal, la depresión y la gripe…Semejante transpolación tiene efectos pues se trata de un imperativo que generará un resto. Se podría decir que este funcionamiento es muy eficiente en su productividad y que produce un objeto que obstaculizará su desempeño: crónicos que colapsan la Seguridad social, analfabetos que hacen subir los índices de fracaso escolar, miles de niños supuestos hiperactivos consumidores de fármacos, etc….
6. ¿Entonces qué hacer?
A la mortificación del protocolo como regla de la práctica hay que oponer la resistencia del deseo para desbaratar esta maniobra cínica de las agencias que han tomado el poder.
Lo más importante a tener en cuenta es que el protocolo produce un resto. A esa producción estamos asistiendo: profesionales que se aíslan, se deprimen, que pierden la satisfacción del pasarlo bien en un trabajo que ha elegido.
Una práctica reglada a la manera de los protocolos totalitarios obtura el A barrado con el que todo profesional debe encontrarse, dicho de otra manera, ese agujero donde se juega, en la soledad, su acto. Ese punto que hace que la práctica se pueda anudar sintomáticamente en el buen sentido, aquel que causa el deseo y asegura una satisfacción por su trabajo al profesional. Si esto no se logra la práctica se transforma en el lugar del síntoma patológico y por eso asistimos a la consulta de tantos profesionales “estresados”, “quemados”, “deprimidos”.
Esta cuestión es central, no se trata tanto de seguir criticando el protocolo sino mostrar lo que produce, las consecuencias que se traducen en un nuevo malestar. La lógica del economicismo ciego es lo más antieconómico que existe.
Es fundamental construir las pruebas de nuestra eficacia y ayudar a los profesionales a elaborar nuevas respuestas frente a los problemas que se les presentan volviendo a hablar de la práctica y de los principios que la orientan.
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