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L a O r i e n t a c i ó n L a c a n i a n a
L a O r i e n t a c i ó n L a c a n i a n a
Soberbia lección en la que JAM hace emerger un sintagma inédito: “deconstrucción creadora”. Por supuesto, se sirve de esto para dar cuenta de la operación de Lacan en la TDE (Muy última enseñanza que comienza con el Seminario XXIV). Deconstrucción de todo el aparato creado por Lacan, todo a lo largo de su enseñanza hasta la DE (última enseñanza, que comienza con el Seminario XX). JAM ya nos había advertido que Lacan no le había dejado esto a los demás, “lo hace él mismo”. Pero, leyendo esta Lección, nosotros, sus alumnos, lectores y audiencia, ¿no sentimos acaso una pizca de vértigo, una sospecha de espanto, por el solo hecho de acercarnos a esta deconstrucción creadora, a la Orientación lacaniana misma? ¿No es lo que hace JAM, no dejándole a nadie más, esta rigurosa operación de desmantelamiento? ¡Es ahora el turno de ustedes de sufrirlo! (From L’ Editeur de TLN)
Jacques-Alain Miller
Curso del 16 mayo de 2007
¿Qué es este Momento de concluir de Lacan? He dicho que no es del orden del sistema que se cierra, no es un agregado, un anexo, no es un apéndice, un complemento, un suplemento y, como su título lo indica, no es simplemente la continuación. Es más bien un gesto que rechaza, que desvaloriza – pero no me gusta ese término que no está en la lengua clásica, un gesto que denigra. Es una palabra de auto denigración. Pero podríamos decir con una referencia que Lacan empleó y que creo que se volvió familiar para sus lectores y a sus alumnos: Es el sicut palea de Lacan. Preciso para aquellos a los que no les resulta familiar que estos dos términos latinos quieren decir “como estiércol” y habría sido la respuesta de santo Tomás de Aquino al final de su vida cuando le preguntaron lo que era para él su obra, su Summa Teológica. Quizá fuera su última palabra en su lecho de muerte, parece que trataban de levantarle la moral manifestando el esplendor de su construcción conceptual, y el habría respondido dando a este agalma, a este esplendor, el valor del objeto desecho. He utilizado eso para ordenar los dos valores posibles del objeto a, su valor espléndido con el agalma, término griego, y su valor de deshecho con palea, palabra latina.
Aunque me haya manifestado alegre, parece, al retomar estos cursos, hay en El Momento de concluir una depredación, que no recae solo sobre el psicoanálisis, sino que afecta, por parte de Lacan, la suma de Lacan. Es este el valor que yo daría a estas palabras, que me parece ser única en los enunciados de Lacan – palabras que se le escaparon, podemos lamentarlo quizá, pero que está allí y tiene una potente resonancia -, son estas palabras que ya he citado aquí: “He delirado con la lingüística”. Estas palabras, si se las tomas en serio, afectan el conjunto de lo que llamaos la enseñanza de Lacan y de la cual les ordené la última vez, frases y momentos.
Me propongo, puesto que está allí, tomarla en serio. Es lo que exige sin duda examinar rápidamente lo que Lacan hizo con la lingüística en el psicoanálisis y también no descuidar el valor propio del término delirio en toda esta muy última enseñanza.
El valor propio de esta palabra delirio, es que está afectado por la muy ultima enseñanza de Lacan, diría casi todo, o más simplemente todo, el uso hecho por el hombre del significante, todo uso de pensamiento hecho por el hombre, del significante. Solo hay delirio. Por eso Lacan puede continuar diciendo con otras coordenadas diferente de las fálicas, como se los he recordado, que la vida es cómica – es cómica porque cada uno está allí con su delirio.
A decir verdad, Lacan reserva de todos modos el término delirio, en fin lo especializa, cuando se trata de las construcciones. Existe el delirio de comienzo, debutante, que emerge de cada uno. Y luego el deliro propiamente dicho, que es cuando se fija, cuando se desarrolla, cuando se arma, sobre la base equívoca, frágil de un simbólico inadecuado a lo real. Finalmente, la palabra delirio tiene una extensión que llega hasta incluir a las matemáticas, en el muy último Lacan.
Aunque me haya manifestado alegre, parece, al retomar estos cursos, hay en El Momento de concluir una depredación, que no recae solo sobre el psicoanálisis, sino que afecta, por parte de Lacan, la suma de Lacan. Es este el valor que yo daría a estas palabras, que me parece ser única en los enunciados de Lacan – palabras que se le escaparon, podemos lamentarlo quizá, pero que está allí y tiene una potente resonancia -, son estas palabras que ya he citado aquí: “He delirado con la lingüística”. Estas palabras, si se las tomas en serio, afectan el conjunto de lo que llamaos la enseñanza de Lacan y de la cual les ordené la última vez, frases y momentos.
Me propongo, puesto que está allí, tomarla en serio. Es lo que exige sin duda examinar rápidamente lo que Lacan hizo con la lingüística en el psicoanálisis y también no descuidar el valor propio del término delirio en toda esta muy última enseñanza.
El valor propio de esta palabra delirio, es que está afectado por la muy ultima enseñanza de Lacan, diría casi todo, o más simplemente todo, el uso hecho por el hombre del significante, todo uso de pensamiento hecho por el hombre, del significante. Solo hay delirio. Por eso Lacan puede continuar diciendo con otras coordenadas diferente de las fálicas, como se los he recordado, que la vida es cómica – es cómica porque cada uno está allí con su delirio.
A decir verdad, Lacan reserva de todos modos el término delirio, en fin lo especializa, cuando se trata de las construcciones. Existe el delirio de comienzo, debutante, que emerge de cada uno. Y luego el deliro propiamente dicho, que es cuando se fija, cuando se desarrolla, cuando se arma, sobre la base equívoca, frágil de un simbólico inadecuado a lo real. Finalmente, la palabra delirio tiene una extensión que llega hasta incluir a las matemáticas, en el muy último Lacan.
The world of mathematics
Menciona al pasar una obra, en cuatro volúmenes que él recorrió, titulada The world of mathematics, el mundo de las matemáticas, un mundo hablando con propiedad, un mundo consistente, el de las matemáticas y que en definitiva, es poesía (risas). Vuelvo a ver esos volúmenes, se los había regalado yo, son una recopilación en inglés de textos de matemáticas sobre las matemáticas. ¿Por qué le hice ese regalo? Sin duda en esa época era para conducirlo a mejores sentimientos (risas). Debía ser un esfuerzo desesperado de mi parte para conducirlo, conducirlo a lo simbólico. Para salvar a las matemáticas. Al menos las matemáticas. Y vi venir la respuesta, sarcástica desde lo alto de la tarima – estaba dispuesta de un modo diferente de la que está aquí. Por lo tanto, la palabra delirio, no tiene verdaderamente para esta muy última enseñanza de Lacan, ninguna excepción.
Es coherente sin duda con el hecho de que él no maneja su topología con instrumentos matemáticos. Por otra parte, los matemáticos no la manejan, la escriben, no representan los objetos. Mientras que por el contrario, todo a lo largo de esta última enseñanza, Lacan pone en el pizarrón figuras, de la misma manera que incluso en su casa manejaba las cuerdas, y también las cámaras de aire. Hace entrega de ello a la asistencia, y por aquel que lo seguía en ese momento primero en la fila, he nombrado a Pierre Soury, hace entrega cuando se trata de esferas o de toros, esferas que comportan trazados minuciosos. Pierre Soury era matemático, pero seguía a Lacan, a quien no le faltaba sin duda espíritu matemático, pero que era de todos modos una topología sin matemáticas. Por otra parte, en un momento dado, Lacan evoca el instrumento que sirve para capturar el objeto topológico de los nudos, las matemáticas, el grupo fundamental, lo evoca para rechazar el uso con un argumento rápido y sumario.
Anticipé lo que sigue manifestando ya que las palabras “He delirado” de Lacan son sin duda una confesión, pero en fin debe ser tomado cum grano salis, debe ser entendido en el contexto en que la palabra delirio es escuchado, lo decía, para todo uso del pensamiento, del significante.
Pero queda este “He delirado con la lingüística”, y por lo tanto la reflexión, la meditación que estas palabras pueden incitarnos a hacer.
¿Donde comienza este delirio lacaniano con la lingüística?
Lo más simple es decir que comienza con el inconciente estructurado como un lenguaje. Es una fórmula, que no sé si fue de Lacan desde el comienzo, o si le llegó de uno de sus alumnos, pero en todo caso la adoptó y ciertamente fue bien hallada para indicar el impulso que aportaba al comienzo de su enseñanza. ¿Qué era esta estructura de lenguaje que está evidentemente cuestionada, rechazada por el muy último Lacan? La estructura de lenguaje, era la fórmula, que fue retomada, que marcó los espíritus de toda una generación e incluso de varias, de S mayúscula sobre s minúscula, significante sobre significado:
Es coherente sin duda con el hecho de que él no maneja su topología con instrumentos matemáticos. Por otra parte, los matemáticos no la manejan, la escriben, no representan los objetos. Mientras que por el contrario, todo a lo largo de esta última enseñanza, Lacan pone en el pizarrón figuras, de la misma manera que incluso en su casa manejaba las cuerdas, y también las cámaras de aire. Hace entrega de ello a la asistencia, y por aquel que lo seguía en ese momento primero en la fila, he nombrado a Pierre Soury, hace entrega cuando se trata de esferas o de toros, esferas que comportan trazados minuciosos. Pierre Soury era matemático, pero seguía a Lacan, a quien no le faltaba sin duda espíritu matemático, pero que era de todos modos una topología sin matemáticas. Por otra parte, en un momento dado, Lacan evoca el instrumento que sirve para capturar el objeto topológico de los nudos, las matemáticas, el grupo fundamental, lo evoca para rechazar el uso con un argumento rápido y sumario.
Anticipé lo que sigue manifestando ya que las palabras “He delirado” de Lacan son sin duda una confesión, pero en fin debe ser tomado cum grano salis, debe ser entendido en el contexto en que la palabra delirio es escuchado, lo decía, para todo uso del pensamiento, del significante.
Pero queda este “He delirado con la lingüística”, y por lo tanto la reflexión, la meditación que estas palabras pueden incitarnos a hacer.
¿Donde comienza este delirio lacaniano con la lingüística?
Lo más simple es decir que comienza con el inconciente estructurado como un lenguaje. Es una fórmula, que no sé si fue de Lacan desde el comienzo, o si le llegó de uno de sus alumnos, pero en todo caso la adoptó y ciertamente fue bien hallada para indicar el impulso que aportaba al comienzo de su enseñanza. ¿Qué era esta estructura de lenguaje que está evidentemente cuestionada, rechazada por el muy último Lacan? La estructura de lenguaje, era la fórmula, que fue retomada, que marcó los espíritus de toda una generación e incluso de varias, de S mayúscula sobre s minúscula, significante sobre significado:
(fórmula: S/s)
Ya es una fórmula que incita a distinguir, en el hecho del lenguaje, el lado significante y el lado significado, es una fórmula que opera una partición de las aguas, y es una fórmula que Lacan da en su “Instancia de la letra”, el escrito que lleva ese título que he releído con la idea de que es un delirio. Antes de tomar esta frase en serio, jamás leí este texto bajo esa luz, lo confieso. Lacan por lo tanto, da esta fórmula como un algoritmo, es decir como la ley de una serie. Y en efecto, a partir de este algoritmo, desarrolla, lo que llama la incidencia del significante sobre el significado, en la fórmula f –de función – de significante, 1 sobre s minúscula.
(JAM escribe la fórmula en el pizarrón)
Esta fórmula inmediatamente es transformada en dos posibles, la de la metáfora y la de la metonimia – en el sentido de Jakobson -, según que haya combinación entre los significantes: (S…S’), o según que haya sustitución: (S’/S).
Por lo tanto, dos modos para el significante significante de asociarse a sí mismo, engendrando dos tipos diferentes de efecto de significado. En la metonimia el significado corre bajo el significante, y es traducido escribiendo: S(-)s, significante entre paréntesis menos, o barra, significado – esto se presenta como un menos pero en el fondo es la barra que se ha vuelto, se manifiesta como un operador. Mientras que en la metáfora esta barra es supuesta franquear, lo que se traduce por la escritura de un más: S(+)s, que quiere decir aquí, barra franqueada, y que hace que el efecto de sentido – o de significación, aquí poco importa -, el efecto de sentido, podemos decirlo, surge como una significación nueva.
Por lo tanto, dos modos para el significante significante de asociarse a sí mismo, engendrando dos tipos diferentes de efecto de significado. En la metonimia el significado corre bajo el significante, y es traducido escribiendo: S(-)s, significante entre paréntesis menos, o barra, significado – esto se presenta como un menos pero en el fondo es la barra que se ha vuelto, se manifiesta como un operador. Mientras que en la metáfora esta barra es supuesta franquear, lo que se traduce por la escritura de un más: S(+)s, que quiere decir aquí, barra franqueada, y que hace que el efecto de sentido – o de significación, aquí poco importa -, el efecto de sentido, podemos decirlo, surge como una significación nueva.
El significante es la función, cuya variable es el sujeto.
El privilegio de la metáfora en este delirio con la lingüística es que introduce una significación nueva. Lo digo con esta fórmula para hacerle eco a la búsqueda de Lacan al final de su Seminario XXIV, su búsqueda de un significante nuevo, que hay que distinguir de este efecto.
La incidencia del significante sobre el significado, es diferente del simple paralelismo del significante y del significado. Es por el contrario poner el acento sobre la primacía causal del significante sobre el significado. Y la demostración a la que se libra Lacan en su “Instancia de la letra” es precisamente que el significado es función del significante, si puedo decirlo, que el significante es la función de la que el significado es la variable – podemos considerar que es el modo de leer la fórmula que he puesto en el pizarrón.
Y ya en esta “Instancia de la letra” se realiza la introducción del sujeto en el asunto, a nivel del significado, como Lacan lo indica rápidamente. Es decir que el desciframiento que les doy puede ser calcado para decir que el significante es la función de la cual el sujeto es la variable. Es sin duda muy precisamente a lo que apunta Lacan, el muy último, cuando dice: “lo que llamo imprudentemente el sujeto”. La imprudencia es allí hacer del sujeto la variable del significante, de un significante que tira de los hilos al punto que, en función del arreglo de los significantes, el estado del sujeto está determinado. Y es así como, por ejemplo de la no inscripción de un significante especial, Lacan piensa que se puede deducir lo que yo llamaría, para esta circunstancia, el estado psicótico del sujeto.
A decir verdad, la fórmula, el esquema que emerge luego y que comporta S1, S2, $, no es más que una variación de la fórmula inicial.
Y cuando Lacan agrega, en cuarto lugar, la sigla a minúscula, estamos aún en la misma familia de fórmulas, este a minúscula al que termina por dar en el seminario XVI la descripción del plus de gozar, es decir del goce moldeado sobre el efecto de sentido.
Lo que Lacan censura como el delirio con la lingüística, incluye todo esto, incluye todo lo que enseñamos de Lacan desde hace decenios. No hay aquí en el Departamento de psicoanálisis una cátedra – pero en el punto en el que estamos si hubiera una sería una cátedra de delirio (risas), de delirio psicoanalítico, de delirio moderno.
Entonces incluye todo esto y digamos, a mi juicio, incluye también lo que comanda esta conceptualización, esta formalización, es decir el delirio con la matemática. No hay razón para no agregar a este deliro con la lingüística, el delirio lacaniano con la matemática. Entonces no es que las fórmulas elaboradas no sean exactas. Su construcción, de más y de menos, que he recordado brevemente la última vez, se sostienen matemáticamente. Es una variación sobre un grafo que no fue inventado por Lacan; inventó la variación. Pero el delirio, si como lo pienso hay uno en el sentido del muy último Lacan, está en la idea de que la matemática comanda la lingüística – y es lo que explica que el delirio lingüístico de Lacan haya llegado hasta la lógica. Este delirio con la matemática es un delirio determinista. Esto es lo manifiesto. Es la esencia de la enseñanza de Lacan.
Por ello yo había sugerido que la recopilación de los Escritos comience por “La carta robada”.
Lo había sugerido, a decir verdad, porque cuando me dieron las pruebas para que haga un “Índice,”, me daba cuenta que dado que comenzaban en los años 30, había que esperar dos centenas de páginas para reencontrar el estilo actual de Lacan. Me parecía que el lector estaría decepcionado de tener que esperar tanto tiempo el escrito contemporáneo, por lo tanto pensaba que había que proceder, en el volumen, a un desplazamiento cronológico y que el texto desplazado fuera tan emblemático.
No veía nada más emblemático y en cierto sentido de más fácil acceso para un público general, que la lectura hecha por Lacan del cuento de Edgar Poe.
Con “La carta robada”, estaba la esencia y la orientación de la enseñanza de Lacan puestas de relieve.
Ya en el comentario del cuento, que vuelve a trazar los avatares de una carta, Lacan pone de relieve que esta trayectoria está estrictamente determinada. La euforia producida por la enseñanza de Lacan, en esta época, venía del hecho que en lo que podía parecer azarosos en la práctica del análisis – metódicamente azaroso, puesto que es una práctica condicionada por la asociación libre, para tomar por la superficie lo que se presenta, como viene – , se demostraba por el contrario una estricta determinación, un inconciente riguroso, que computaba exigencias comparables, o incluso idénticas a las de una cadena de símbolos que responden a un algoritmo.
Por lo tanto, lo que Lacan operaba era transportar una determinación de orden algorítmica sobre el inconciente.
Lo explicita en la “Introducción” a su “Seminario sobre La carta robada”, “Introducción” que en los Escritos está ubicada luego del “Seminario”, lo que se justifica, pero tiene un cierto orden de dificultad. Es supuesto explicitar lo que quiere decir precisamente la determinación de la trayectoria de la letra. Y de todos modos es operado por Lacan, este transporte de una determinación del orden algorítmico en el inconciente, como una decisión. Es una decisión intelectual que luego es argumentada. Es argumentada esencialmente a partir de los conceptos freudianos. Entendamos por esto que los conceptos freudianos serían los que conducen. La muy última enseñanza de Lacan está ubicada bajo la idea que fue por allí porque Freud indicó ese camino.
Hay que verificar esta decisión de la que hablo, Es de todos modos una decisión que se apoya más sobre la obra de Freud que sobre lo que es la práctica del análisis. Mientras que en la muy última enseñanza, el clivaje se hace entre la obre de Freud, incluido su prolongación lacaniana, y luego por otra parte, un cierto nivel raso de la práctica, de una práctica que debe su existencia a Freud pero de la cual ¿qué dice el muy último Lacan? Dice que debemos constatar que Freud inventó un cierto arte, una cierta manera de hacer, y que esta manera de hacer en el fondo triunfó en el sentido en que ella se extendió. Pero es algo diferente saber si triunfa en los hechos, y Lacan despliega allí todos los matices: eso opera. Nos preguntamos cómo eso opera, incluso: es muy dudoso que opere.
Si digo decisión es porque Lacan en esa época, hablando de orden simbólico, es decir haciendo de lo simbólico, si puedo decirlo así, una realidad sui generis, afecta a lo simbólico con un carácter constituyente. Constituyente, es decir, no constituido, no deducido, no producido, sino siendo anterior, estando ya allí. Es el valor que supo dar al gesto del niño escandido por el Fort-Da, que Freud había recortado en la observación del niño. Y Lacan hace de ese Fort-Da el emblema, el mito de la entrada del individuo en el orden simbólico ya allí. En la misma línea propone, partiendo de una serie al azar y escalonando un cierto número de simbolizaciones, luego de la simbolización, a ras del piso, mas y menos, combinada de a tres, pues opacificada, propone la ilustración matemática, pero la ilustración de una relación del sujeto con la sintaxis significante. Da la idea de una sintaxis, de una organización del significante que no es deducible de lo real, que comporta una memoria no psicológica sino matemática, y que conduce al sujeto.
La incidencia del significante sobre el significado, es diferente del simple paralelismo del significante y del significado. Es por el contrario poner el acento sobre la primacía causal del significante sobre el significado. Y la demostración a la que se libra Lacan en su “Instancia de la letra” es precisamente que el significado es función del significante, si puedo decirlo, que el significante es la función de la que el significado es la variable – podemos considerar que es el modo de leer la fórmula que he puesto en el pizarrón.
Y ya en esta “Instancia de la letra” se realiza la introducción del sujeto en el asunto, a nivel del significado, como Lacan lo indica rápidamente. Es decir que el desciframiento que les doy puede ser calcado para decir que el significante es la función de la cual el sujeto es la variable. Es sin duda muy precisamente a lo que apunta Lacan, el muy último, cuando dice: “lo que llamo imprudentemente el sujeto”. La imprudencia es allí hacer del sujeto la variable del significante, de un significante que tira de los hilos al punto que, en función del arreglo de los significantes, el estado del sujeto está determinado. Y es así como, por ejemplo de la no inscripción de un significante especial, Lacan piensa que se puede deducir lo que yo llamaría, para esta circunstancia, el estado psicótico del sujeto.
A decir verdad, la fórmula, el esquema que emerge luego y que comporta S1, S2, $, no es más que una variación de la fórmula inicial.
Y cuando Lacan agrega, en cuarto lugar, la sigla a minúscula, estamos aún en la misma familia de fórmulas, este a minúscula al que termina por dar en el seminario XVI la descripción del plus de gozar, es decir del goce moldeado sobre el efecto de sentido.
Lo que Lacan censura como el delirio con la lingüística, incluye todo esto, incluye todo lo que enseñamos de Lacan desde hace decenios. No hay aquí en el Departamento de psicoanálisis una cátedra – pero en el punto en el que estamos si hubiera una sería una cátedra de delirio (risas), de delirio psicoanalítico, de delirio moderno.
Entonces incluye todo esto y digamos, a mi juicio, incluye también lo que comanda esta conceptualización, esta formalización, es decir el delirio con la matemática. No hay razón para no agregar a este deliro con la lingüística, el delirio lacaniano con la matemática. Entonces no es que las fórmulas elaboradas no sean exactas. Su construcción, de más y de menos, que he recordado brevemente la última vez, se sostienen matemáticamente. Es una variación sobre un grafo que no fue inventado por Lacan; inventó la variación. Pero el delirio, si como lo pienso hay uno en el sentido del muy último Lacan, está en la idea de que la matemática comanda la lingüística – y es lo que explica que el delirio lingüístico de Lacan haya llegado hasta la lógica. Este delirio con la matemática es un delirio determinista. Esto es lo manifiesto. Es la esencia de la enseñanza de Lacan.
Por ello yo había sugerido que la recopilación de los Escritos comience por “La carta robada”.
Lo había sugerido, a decir verdad, porque cuando me dieron las pruebas para que haga un “Índice,”, me daba cuenta que dado que comenzaban en los años 30, había que esperar dos centenas de páginas para reencontrar el estilo actual de Lacan. Me parecía que el lector estaría decepcionado de tener que esperar tanto tiempo el escrito contemporáneo, por lo tanto pensaba que había que proceder, en el volumen, a un desplazamiento cronológico y que el texto desplazado fuera tan emblemático.
No veía nada más emblemático y en cierto sentido de más fácil acceso para un público general, que la lectura hecha por Lacan del cuento de Edgar Poe.
Con “La carta robada”, estaba la esencia y la orientación de la enseñanza de Lacan puestas de relieve.
Ya en el comentario del cuento, que vuelve a trazar los avatares de una carta, Lacan pone de relieve que esta trayectoria está estrictamente determinada. La euforia producida por la enseñanza de Lacan, en esta época, venía del hecho que en lo que podía parecer azarosos en la práctica del análisis – metódicamente azaroso, puesto que es una práctica condicionada por la asociación libre, para tomar por la superficie lo que se presenta, como viene – , se demostraba por el contrario una estricta determinación, un inconciente riguroso, que computaba exigencias comparables, o incluso idénticas a las de una cadena de símbolos que responden a un algoritmo.
Por lo tanto, lo que Lacan operaba era transportar una determinación de orden algorítmica sobre el inconciente.
Lo explicita en la “Introducción” a su “Seminario sobre La carta robada”, “Introducción” que en los Escritos está ubicada luego del “Seminario”, lo que se justifica, pero tiene un cierto orden de dificultad. Es supuesto explicitar lo que quiere decir precisamente la determinación de la trayectoria de la letra. Y de todos modos es operado por Lacan, este transporte de una determinación del orden algorítmico en el inconciente, como una decisión. Es una decisión intelectual que luego es argumentada. Es argumentada esencialmente a partir de los conceptos freudianos. Entendamos por esto que los conceptos freudianos serían los que conducen. La muy última enseñanza de Lacan está ubicada bajo la idea que fue por allí porque Freud indicó ese camino.
Hay que verificar esta decisión de la que hablo, Es de todos modos una decisión que se apoya más sobre la obra de Freud que sobre lo que es la práctica del análisis. Mientras que en la muy última enseñanza, el clivaje se hace entre la obre de Freud, incluido su prolongación lacaniana, y luego por otra parte, un cierto nivel raso de la práctica, de una práctica que debe su existencia a Freud pero de la cual ¿qué dice el muy último Lacan? Dice que debemos constatar que Freud inventó un cierto arte, una cierta manera de hacer, y que esta manera de hacer en el fondo triunfó en el sentido en que ella se extendió. Pero es algo diferente saber si triunfa en los hechos, y Lacan despliega allí todos los matices: eso opera. Nos preguntamos cómo eso opera, incluso: es muy dudoso que opere.
Si digo decisión es porque Lacan en esa época, hablando de orden simbólico, es decir haciendo de lo simbólico, si puedo decirlo así, una realidad sui generis, afecta a lo simbólico con un carácter constituyente. Constituyente, es decir, no constituido, no deducido, no producido, sino siendo anterior, estando ya allí. Es el valor que supo dar al gesto del niño escandido por el Fort-Da, que Freud había recortado en la observación del niño. Y Lacan hace de ese Fort-Da el emblema, el mito de la entrada del individuo en el orden simbólico ya allí. En la misma línea propone, partiendo de una serie al azar y escalonando un cierto número de simbolizaciones, luego de la simbolización, a ras del piso, mas y menos, combinada de a tres, pues opacificada, propone la ilustración matemática, pero la ilustración de una relación del sujeto con la sintaxis significante. Da la idea de una sintaxis, de una organización del significante que no es deducible de lo real, que comporta una memoria no psicológica sino matemática, y que conduce al sujeto.
Materializar el proceso subjetivo
. En relación con esto, puesto que releo estos textos con El Momento de concluir en la cabeza, quisiera señalar la nota de la página 57 de los Escritos donde Lacan explica los desarrollos que pudo dar a la idea de una sintaxis subjetiva señalando la referencia que hizo a lo que llama el analysis situs que es el nombre antiguo de la topología, y dice: “El analysis situs donde pretendemos materializar el proceso subjetivo”. Ya he señalado este: materializar el proceso subjetivo. Tenemos el eco de ello en toda la muy última enseñanza, cuando Lacan habla de sus figuras de topología como de una materialización del hilo del pensamiento. Al menos existe esta invariante en la actitud de Lacan. Es (un pequeño) materialista, no trata, incluso en el final, con nociones flou, le hacen falta objetos materiales, así como esa moneda de donde provienen los cara o cruz y luego los pequeños símbolos que prosiguen a esto. Es necesario que se vea. La muy última enseñanza de Lacan marca bien en él un cierto privilegio de la materialización y de lo visual.
La estructura de lenguaje de la que se trata y que sería el producto de este deliro con la lingüística, es una estructura diacrítica, es decir donde los elementos toman su valor de las relaciones de los unos con los otros, es decir que hacen sistema, y no tienen cada uno valor sin por hacer sistema. Es divertido ver que, en la página 297, Lacan glosando sobre la estructura de lenguaje, agrega: “La diversidad de las lenguas toma, bajo este esclarecimiento, su pleno valor.” No dice más y podemos meditar sobre: ¿Cuál es el valor que toma la diversidad de las lenguas bajo este esclarecimiento que da la noción diacrítica del signo lingüístico? Pero es sobretodo que nos damos cuenta que procede a la inversa en su última enseñanza. Allí Lacan pone la diversidad de las lenguas bajo el esclarecimiento del concepto del lenguaje, mientras que su última enseñanza – no la muy última, la última – comienza con la inversión de esta relación. Es decir que lo primero, en la última enseñanza de Lacan, es la diversidad de las lenguas – y es de allí que el lenguaje recibe su esclarecimiento.
Por ello hacía comenzar la última enseñanza de Lacan con el Seminario XX, Aún.
Porque, con la emergencia, al menos la definición de lo que llama lalengua – en una palabra – la estructura de las lenguas es puesta en cuestión.
Allí comienza el resquebrajamiento, allí están las primeras sacudidas, del temblor de tierra que va a llevarse a las construcciones en la muy última enseñanza de Lacan, es allí donde comenzamos a escuchar el nuevo temblor del que les hablaba.
La estructura de lenguaje de la que se trata y que sería el producto de este deliro con la lingüística, es una estructura diacrítica, es decir donde los elementos toman su valor de las relaciones de los unos con los otros, es decir que hacen sistema, y no tienen cada uno valor sin por hacer sistema. Es divertido ver que, en la página 297, Lacan glosando sobre la estructura de lenguaje, agrega: “La diversidad de las lenguas toma, bajo este esclarecimiento, su pleno valor.” No dice más y podemos meditar sobre: ¿Cuál es el valor que toma la diversidad de las lenguas bajo este esclarecimiento que da la noción diacrítica del signo lingüístico? Pero es sobretodo que nos damos cuenta que procede a la inversa en su última enseñanza. Allí Lacan pone la diversidad de las lenguas bajo el esclarecimiento del concepto del lenguaje, mientras que su última enseñanza – no la muy última, la última – comienza con la inversión de esta relación. Es decir que lo primero, en la última enseñanza de Lacan, es la diversidad de las lenguas – y es de allí que el lenguaje recibe su esclarecimiento.
Por ello hacía comenzar la última enseñanza de Lacan con el Seminario XX, Aún.
Porque, con la emergencia, al menos la definición de lo que llama lalengua – en una palabra – la estructura de las lenguas es puesta en cuestión.
Allí comienza el resquebrajamiento, allí están las primeras sacudidas, del temblor de tierra que va a llevarse a las construcciones en la muy última enseñanza de Lacan, es allí donde comenzamos a escuchar el nuevo temblor del que les hablaba.
! Yo estaba allí!
Lo recuerdo. Yo estaba allí. Recuerdo que dijo, me acuerdo que me hizo un efecto, no puedo decir que era un efecto de desaprobación, ni de decepción; no, era la percepción de que algo estaba cambiando en relación con un punto capital, aquel precisamente que yo había puesto de relieve sugiriendo “La carta robada” para comenzar sus Escritos. Eso había sido tocado, cuando pudo decir: “El lenguaje, es una elucubración de saber sobre lalengua”.
Soy tanto más libre de evocar este recuerdo cuanto que en efecto, en el contexto de la época, poco tiempo después, cuando al regreso de mis aventuras románticas en la política (risas), tuve la ocasión de hacer una exposición, traté de arreglármelas con esa proposición, que ustedes encuentran en la última lección del Seminario XX.
Tiene allí una cierta denigración del concepto del lenguaje y de la noción de estructura de lenguaje.
“El lenguaje, dice Lacan, no es sino lo que elabora el discurso científico para dar cuenta de lalengua”. En esta frase, lo que está ya presente, es una cierta denigración del discurso científico, denigración de la que por supuesto hay signos previos en Lacan, pero ya está la noción de que no es la ciencia la que da la palabra definitiva sobre lo que respecta a una realidad previa que es la de lalengua. Es decir, de la lengua materna, captada antes de cualquier ortografía, como lo indica el hecho de que se lo escriba en una sola palabra, como una sola jaculación, antes que se haya comenzado a distinguir las partes del discurso, el artículo, el sustantivo – es antes del saber.
Está dirigido por la idea de apuntar a lo que existe y una capa, si puedo decirlo, de lo que existe que es anterior a las elucubraciones de saber. Por otra parte, lo que llama entonces la elucubración de saber, es ya lo que censurará al final bajo el nombre de delirio. Ya está allí, simplemente no es aún sino una musiquita.
Soy tanto más libre de evocar este recuerdo cuanto que en efecto, en el contexto de la época, poco tiempo después, cuando al regreso de mis aventuras románticas en la política (risas), tuve la ocasión de hacer una exposición, traté de arreglármelas con esa proposición, que ustedes encuentran en la última lección del Seminario XX.
Tiene allí una cierta denigración del concepto del lenguaje y de la noción de estructura de lenguaje.
“El lenguaje, dice Lacan, no es sino lo que elabora el discurso científico para dar cuenta de lalengua”. En esta frase, lo que está ya presente, es una cierta denigración del discurso científico, denigración de la que por supuesto hay signos previos en Lacan, pero ya está la noción de que no es la ciencia la que da la palabra definitiva sobre lo que respecta a una realidad previa que es la de lalengua. Es decir, de la lengua materna, captada antes de cualquier ortografía, como lo indica el hecho de que se lo escriba en una sola palabra, como una sola jaculación, antes que se haya comenzado a distinguir las partes del discurso, el artículo, el sustantivo – es antes del saber.
Está dirigido por la idea de apuntar a lo que existe y una capa, si puedo decirlo, de lo que existe que es anterior a las elucubraciones de saber. Por otra parte, lo que llama entonces la elucubración de saber, es ya lo que censurará al final bajo el nombre de delirio. Ya está allí, simplemente no es aún sino una musiquita.
Hipótesis de Lacan
Retomar esto bajo la luz de la muy última enseñanza de Lacan, me ilumina este pasaje que ya he comentado, de esta última lección de Aun donde Lacan dice: “Mi hipótesis es que el individuo que está afectado del inconciente es el mismo que constituye lo que yo llamo el sujeto de un significante”(1)
Individuo afectado de inconciente equivalente a sujeto de un significante.
Comprendo mejor de que se trata. El inconciente está estructurado como un lenguaje, pero el lenguaje es siempre hipotético en relación con lalengua. La hipótesis de Lacan, es la que sostiene la fórmula: un significante representa al sujeto para otro significante, y esta hipótesis – lo que Lacan mismo hace emerger como una hipótesis, que se comprende mal en relación con lo anterior donde en efecto está tan confundido que no vemos los dos lados -, esta hipótesis es lo que está rechazado en El Momento de concluir. Es que precisamente el Momento de concluir produce un clivaje, de un lado el individuo afectado del inconciente, el parlêtre y del otro lado, el sujeto de un significante que se sostiene de la noción delirante que el sujeto no sería sino la variable del significante. Por lo tanto lo que se pierde, en este clivaje, es la idea – para ir a la raíz – de que el significante sería el signo de un sujeto, que hay lugar para suponer bajo el significante un sujeto del que el significante sería el signo.
La muy última enseñanza de Lacan es el abandono de esta hipótesis, es la crítica, por otra parte varias veces repetida, de la fórmula: Un significante representa al sujeto para otro significante.
Ya lo he evocado antes del corte del año, la idea de la determinación simbólica, es la que figura en el discurso del amo:
(Discurso del Amo)
Allí el amo es el significante, y determina. Determina la serie significante sobre el modo algorítmico, y determina, como efecto, el sujeto, que está embragado en esta cadena de saber – es lo que quiere decir que está representado por el significante.
Lacan toma, por el contrario, como referencia estos dos mismos términos, tal como figuran en el discurso del analista, con una barra entre ellos, y no una flecha:
S2 // S1.
Por lo tanto partimos de aquí: S2, llegamos allá: S1: //, hay una falla, hay una discontinuidad, que Lacan retraduce en su última enseñanza. No podemos decir que el sujeto está representado por el significante porque hacen falta los dos y entre los dos hay una falla.
El saber no hace sino comenzar, no se termina nunca. Lacan se sirve, toma de la estructura que dio del discurso analítico para criticar, para desgastar la estructura del lenguaje, y para sustituir a la euforia determinista del saber – la estructura de lenguaje, en el sentido de Lacan, es un saber separado de todo. Lo sé, es un saber formal, si queremos -, sustituir por lo tanto a la primacía del saber, el saber hacer. Esto aparece ya en la última lección de Aun, donde al mismo tiempo que censura el lenguaje como elucubración de saber sobre lalengua, dice del inconciente que es un saber hacer con lalengua (2).
Aquí ya hemos pasado a un orden muy diferente.
Se corregirá a sí mismo más tarde puesto que la idea de un saber hacer implica aún, puede comportar la idea de método, de procedimiento para hacer. Y hablará explícitamente de saber hacer allí, lo que quiere decir: desembrollarse, que es un pragmatismo de un grado superior. En un saber hacer allí ya no existe la idea de método, existe la idea de un acuerdo, de una afinidad, siempre frágil frente a lo cual fracasa el concepto.
Individuo afectado de inconciente equivalente a sujeto de un significante.
Comprendo mejor de que se trata. El inconciente está estructurado como un lenguaje, pero el lenguaje es siempre hipotético en relación con lalengua. La hipótesis de Lacan, es la que sostiene la fórmula: un significante representa al sujeto para otro significante, y esta hipótesis – lo que Lacan mismo hace emerger como una hipótesis, que se comprende mal en relación con lo anterior donde en efecto está tan confundido que no vemos los dos lados -, esta hipótesis es lo que está rechazado en El Momento de concluir. Es que precisamente el Momento de concluir produce un clivaje, de un lado el individuo afectado del inconciente, el parlêtre y del otro lado, el sujeto de un significante que se sostiene de la noción delirante que el sujeto no sería sino la variable del significante. Por lo tanto lo que se pierde, en este clivaje, es la idea – para ir a la raíz – de que el significante sería el signo de un sujeto, que hay lugar para suponer bajo el significante un sujeto del que el significante sería el signo.
La muy última enseñanza de Lacan es el abandono de esta hipótesis, es la crítica, por otra parte varias veces repetida, de la fórmula: Un significante representa al sujeto para otro significante.
Ya lo he evocado antes del corte del año, la idea de la determinación simbólica, es la que figura en el discurso del amo:
(Discurso del Amo)
Allí el amo es el significante, y determina. Determina la serie significante sobre el modo algorítmico, y determina, como efecto, el sujeto, que está embragado en esta cadena de saber – es lo que quiere decir que está representado por el significante.
Lacan toma, por el contrario, como referencia estos dos mismos términos, tal como figuran en el discurso del analista, con una barra entre ellos, y no una flecha:
S2 // S1.
Por lo tanto partimos de aquí: S2, llegamos allá: S1: //, hay una falla, hay una discontinuidad, que Lacan retraduce en su última enseñanza. No podemos decir que el sujeto está representado por el significante porque hacen falta los dos y entre los dos hay una falla.
El saber no hace sino comenzar, no se termina nunca. Lacan se sirve, toma de la estructura que dio del discurso analítico para criticar, para desgastar la estructura del lenguaje, y para sustituir a la euforia determinista del saber – la estructura de lenguaje, en el sentido de Lacan, es un saber separado de todo. Lo sé, es un saber formal, si queremos -, sustituir por lo tanto a la primacía del saber, el saber hacer. Esto aparece ya en la última lección de Aun, donde al mismo tiempo que censura el lenguaje como elucubración de saber sobre lalengua, dice del inconciente que es un saber hacer con lalengua (2).
Aquí ya hemos pasado a un orden muy diferente.
Se corregirá a sí mismo más tarde puesto que la idea de un saber hacer implica aún, puede comportar la idea de método, de procedimiento para hacer. Y hablará explícitamente de saber hacer allí, lo que quiere decir: desembrollarse, que es un pragmatismo de un grado superior. En un saber hacer allí ya no existe la idea de método, existe la idea de un acuerdo, de una afinidad, siempre frágil frente a lo cual fracasa el concepto.
La TDE y La carta robada
Es maravilloso que en su Seminario L´Insu, el Seminario XXIV, el primero de los dos que pongo bajo el ala de su muy última enseñanza, vuelve a “La carta robada”.
Vuelve a eso en ocasión de la exposición de uno de sus alumnos, psicoanalista, que si comprendo bien utiliza “La carta robada” para apoyar su idea de hacer el pase por escrito. Lacan comenta este comentario en el capítulo VII (3) y –¿cómo decirlo?- no dice todo lo que dije allí, sin embargo el retorno sobre “La carta robada” en L¨Insu quizá no sea sin relación con el hecho de que en El Momento de concluir dice, enuncia: “He delirado con la lingüística”.
En ocasión de ese retorno sobre “La carta robada”, procede, me parece a un clivaje entre el saber y lo simbólico. Formula, para decirlo rápido, que lo real no habla, que lo simbólico habla, pero no es más que para decir mentiras, y que en todo caso, lo imaginario siempre está equivocado. Lo real no habla, eso no es de todos modos un real incoherente – como tiene la fórmula en un momento dado -, hay que distinguir, tratándose de lo real palabra y escritura. Lo real no toma la palabra, lo que no impide que Lacan siga sosteniendo que hay saber en lo real, simplemente es un saber que no habla, y me parece que el saber en lo real del que se trata – puesto que en esta fecha él no reniega de esta construcción de “La carta robada” -, es el saber del que en el final del Momento de concluir dirá: “Es el saber de las cosas que saben cómo comportarse.”
Las cosas saben como comportarse, y no hablan.
En el fondo, no se habla, como lo demuestra el ser humano más que cuando no sabe cómo comportarse (risas) – y se habla para pedir una terapia comportamental como ya lo he subrayado. Por ello en esa ocasión critica a su alumno por haber inventado un personaje suplementario en “La carta robada”, que circule y que le cuenta todo al personaje del rey. Lo critica diciendo: “Ese personaje es el saber absoluto, y un saber absoluto charlatán” (risas). Le imputa a su alumno por otra parte, identificarse al saber absoluto. Y allí es donde objeta que puede haber saber en lo real pero lo real no habla. En el fondo distingue del saber en lo real, el saber del significante, y es eso lo que llama lo simbólico
Vemos que hay un uso de lo simbólico que lo liga más a la palabra que a la escritura, cuya referencia en el análisis es más bien la Verneinung, el hecho de decir la verdad profiriendo una mentira.
Y el error de lo imaginario es ser florido, en tanto que Lacan propone, por el contrario vaciar, como lo recuerda, la evidencia. Podemos decir que las figuras topológicas que traza constantemente en el pizarrón son de este orden de imaginario, imaginario vaciado.
No puedo evitar citar el pequeño ejemplo de familia que Lacan profiere en esa ocasión.
Primeramente, es un momento de distracción en su Seminario, es raro, es de todos modos emblemático del recorrido de Lacan mismo. A propósito del saber absoluto, puesto que es de eso que se trata, hace una confidencia que se refiere a su hermanita, su hermanita que en el momento en que él habla ya era una vieja dama – como lo recuerda tenía dos años y medio más que ella. Su hermanita, Madelaine, se llamaba a sí misma – no sabemos exactamente qué edad tiene cuando le dice pero no es imposible que ella tenga justamente en esta época dos años y medio y Lacan cinco -, se llama a sí misma, se designa a sí misma con el nombre de Manéne. M.a.n.é.n.e. El da esto como el momento de captación, en todo caso le quedó a través de los años, el momento en que ese pequeño ser del sexo femenino – es de eso de lo que se trata – le dice, dice a Lacan, al pequeño Lacan: Manéne sabe (risas)
El ve allí el esplendor de un Yo sé que, dice, es conciencia, es decir no solo saber, sino voluntad de no cambiar. Eso (risas)! Se corrige por otra parte, puesto que no es un Yo sé, lo formuló en tercera persona, es un ala, como se expresa. Y dice: “Es una conciencia de saber, pero que forma parte del inconciente y ella misma se da como portadora de saber.
Vuelve a eso en ocasión de la exposición de uno de sus alumnos, psicoanalista, que si comprendo bien utiliza “La carta robada” para apoyar su idea de hacer el pase por escrito. Lacan comenta este comentario en el capítulo VII (3) y –¿cómo decirlo?- no dice todo lo que dije allí, sin embargo el retorno sobre “La carta robada” en L¨Insu quizá no sea sin relación con el hecho de que en El Momento de concluir dice, enuncia: “He delirado con la lingüística”.
En ocasión de ese retorno sobre “La carta robada”, procede, me parece a un clivaje entre el saber y lo simbólico. Formula, para decirlo rápido, que lo real no habla, que lo simbólico habla, pero no es más que para decir mentiras, y que en todo caso, lo imaginario siempre está equivocado. Lo real no habla, eso no es de todos modos un real incoherente – como tiene la fórmula en un momento dado -, hay que distinguir, tratándose de lo real palabra y escritura. Lo real no toma la palabra, lo que no impide que Lacan siga sosteniendo que hay saber en lo real, simplemente es un saber que no habla, y me parece que el saber en lo real del que se trata – puesto que en esta fecha él no reniega de esta construcción de “La carta robada” -, es el saber del que en el final del Momento de concluir dirá: “Es el saber de las cosas que saben cómo comportarse.”
Las cosas saben como comportarse, y no hablan.
En el fondo, no se habla, como lo demuestra el ser humano más que cuando no sabe cómo comportarse (risas) – y se habla para pedir una terapia comportamental como ya lo he subrayado. Por ello en esa ocasión critica a su alumno por haber inventado un personaje suplementario en “La carta robada”, que circule y que le cuenta todo al personaje del rey. Lo critica diciendo: “Ese personaje es el saber absoluto, y un saber absoluto charlatán” (risas). Le imputa a su alumno por otra parte, identificarse al saber absoluto. Y allí es donde objeta que puede haber saber en lo real pero lo real no habla. En el fondo distingue del saber en lo real, el saber del significante, y es eso lo que llama lo simbólico
Vemos que hay un uso de lo simbólico que lo liga más a la palabra que a la escritura, cuya referencia en el análisis es más bien la Verneinung, el hecho de decir la verdad profiriendo una mentira.
Y el error de lo imaginario es ser florido, en tanto que Lacan propone, por el contrario vaciar, como lo recuerda, la evidencia. Podemos decir que las figuras topológicas que traza constantemente en el pizarrón son de este orden de imaginario, imaginario vaciado.
No puedo evitar citar el pequeño ejemplo de familia que Lacan profiere en esa ocasión.
Primeramente, es un momento de distracción en su Seminario, es raro, es de todos modos emblemático del recorrido de Lacan mismo. A propósito del saber absoluto, puesto que es de eso que se trata, hace una confidencia que se refiere a su hermanita, su hermanita que en el momento en que él habla ya era una vieja dama – como lo recuerda tenía dos años y medio más que ella. Su hermanita, Madelaine, se llamaba a sí misma – no sabemos exactamente qué edad tiene cuando le dice pero no es imposible que ella tenga justamente en esta época dos años y medio y Lacan cinco -, se llama a sí misma, se designa a sí misma con el nombre de Manéne. M.a.n.é.n.e. El da esto como el momento de captación, en todo caso le quedó a través de los años, el momento en que ese pequeño ser del sexo femenino – es de eso de lo que se trata – le dice, dice a Lacan, al pequeño Lacan: Manéne sabe (risas)
El ve allí el esplendor de un Yo sé que, dice, es conciencia, es decir no solo saber, sino voluntad de no cambiar. Eso (risas)! Se corrige por otra parte, puesto que no es un Yo sé, lo formuló en tercera persona, es un ala, como se expresa. Y dice: “Es una conciencia de saber, pero que forma parte del inconciente y ella misma se da como portadora de saber.
Las mujeres son de esas cosas que saben comportarse
El momento de captación, que sin duda no dejó Lacan a todo lo largo de su enseñanza, es la noción de la mujercita que sabe.
Es como el principio de lo que podríamos llamar el delirio de Lacan con las mujeres (risas).
Es eso lo que habrá que examinar, trato con el deliro con la lingüística pero aún no avancé en el delirio de Lacan con las mujeres, con la feminidad. No me he lanzado allí, porque me era de una utilidad prodigiosa tanto en la vida como en la práctica. Por lo tanto, nunca tuve la idea de considerar eso como un delirio, pero en todo caso allí hay una pequeña inducción. Vemos que Lacan aparentemente tomó una cierta idea del saber en sus libros de geometría, todo lo indica en su enseñanza, y luego tomó una cierta idea del saber en Manéne. Lo dice al pasar. Es al pasar pero me di cuenta de la profunda coherencia en todo caso de esta anécdota, de la que me acordaba, con el tema de esta lección, es decir el tema del saber absoluto. Hay allí una cierta figura del saber absoluto bajo las especies de una mujercita. Por otra parte hay que decir que toda la enseñanza de Lacan respira eso, que el hombre, el macho no sabe cómo comportarse, especialmente con las mujeres, pero por el contrario las mujeres son de esas cosas que saben comportarse. En todo caso, ellas tienen más oportunidad que el macho de escapar al delirio, no al extravío. Los hombre tendrán el deliro y las mujeres el extravío (risas)
Que el significante en lo real no habla, que el significante sea mudo, quiere decir que uno no se reconoce allí – excepto cuando hacemos construcciones donde después de todo ponemos lo que queremos-, pero cuando se trata de las cosas el significante es mudo y por lo tanto uno no se encuentra allí sino a tientas.
Uno se encuentra en la oscuridad.
Y Lacan plantea esta bella cuestión, que tiene su eco para el pase: ¿Cómo encontrar en la oscuridad, un nudo borromeo? (risas)
Incluso vaciados, esas imágenes y los embrollos en que Lacan se encuentra arrojado por su práctica topológica, nos muestran que se atiene a avanzar, en esta topología en la oscuridad, en todo caso no lleva velas, las pequeñas velas que los matemáticos elaboraron para encontrarse.
Y deja entender que el pase es también un esfuerzo para encontrarse en la oscuridad, entre sí, es decir entre saberes, pero de esos saberes que no hablan.
Hay que decir que esto exige que se ponga bemoles sobre lo que yo llamaría la ideología del testimonio. He sabido por Pierre-Gilles Guéguen que en una reunión en Madrid utilizaron a propósito del pase algunas de mis consideraciones de este año a partir de la muy última enseñanza de Lacan. Todo lo que hace olvidar que se trata de un reconocimiento en la oscuridad, de un tanteo en la oscuridad, es delirio. Por supuesto que hay una tensión, incluso una contradicción entre andar a tientas en la oscuridad y en ello consiste el análisis y el final del análisis y luego la exigencia del testimonio, la exigencia que eso hable, que se haga escuchar, que se hizo escuchar, que se impuso en una cierta comunidad analítica y que es sin duda del orden de lo que Lacan llama aquí lo simbólico que habla mucho, pero que no dice sino mentira, que no puede mas que decir mentira. Por lo tanto hay una distancia que tomar y es en este marco en el que tenemos que hacer.
Quería explicar en qué Lacan podía decir que el psicoanálisis, era una magia. De su concepto de la magia. Quería también explicar un cierto número de cosas pero creo que la hora me obliga a terminar aquí. ¿Prosigo la semana que viene? Me dicen que sí. Solo tienen que esperar una semana para la continuación de las operaciones. (Aplausos)
Traducción: Silvia Baudini
Notes de TLN :
(1) J.Lacan, Séminaire Encore, Livre XX, page 129. Le Seuil, Paris, 1975.
(2) J.Lacan, op. cit. page 127.
(3) J.Lacan, Séminaire « L’insu que sait de l’une-bévue s’aile à mourre », 1976-1977, Livre XXIV, Inédit (no por mucho tiempo !). El aluno en cuestión es Alain Didier Weil. Esta última hace su exposición en la Lección VI, del 8 de febrero de 1977. Jacques Lacan leo comenta al comienzo de la Lección VII, del 15 de febrero de 1977.
Ficha técnica :
Ficha técnica :
Autor/intérprete : JAM
Desgravación : Michel Jolibois
Sonido : Fabienne Henry
Producción y Copyright : TLN
Difusión : amp-uqbar
TLN agradece a estos dos valiosos colaboradores, Fabienne Henry y Michel Jolibois
The World of Mathematics
by James R. Newman
(Illus.)Simon & Schuster2480pp. (4 Volumes)0486432688
IndexJames Roy Newman (1907–1966) was a mathematician and mathematical historian. He was also a lawyer, practicing in the state of New York from 1929 to 1941. During and after World War II, he held several positions in the United States government, including Chief Intelligence Officer at the US Embassy in London, Special Assistant to the Undersecretary of War, and Counsel to the US Senate Committee on Atomic Energy. He became a member of the board of editors for Scientific American beginning in 1948.He was the editor of the anthology The World of Mathematics: A small library of the literature of mathematics from A’h-mosé the Scribe to Albert Einstein, presented with commentaries and notes (1956), which contains exactly what it claims to. The four volume series covers many branches of mathematics and represents a 15 year effort by Newman to collect what he felt were the most important essays in the field. With essays ranging from a biography of Srinivasa Ramanujan by Newman to Bertrand Russell’s Definition of a Number, the series is often praised as suitable for any level of mathematical skill. The series has been reprinted several times by various publishers.Newman also wrote Gödel’s Proof (1958) with Ernest Nagel, presenting the main results of Gödel’s incompleteness theorem and the mathematical work and philosophies leading up to its discovery in a more accessible manner. This book inspired Douglas Hofstadter to take up the study of mathematical logic, write his famous book Gödel, Escher, Bach, and prepare a second edition of Gödel’s Proof, published in 2002. (From Google)
(TLN estime , sous réserve, que les 4 volumes de The World of Mathematics sont bien ceux des illustrations de 1956, première édition, et l’édition actuelle, en couleurs)_____________________________________________