Disparos contra el psicoanálisis
Las críticas al método iniciado por Freud no son nuevas: no se hallarán muchas primicias en el « El libro negro del psicoanálisis ». Es más, desde su experiencia teórica y práctica en salud mental, un colaborador de Ñ aconseja leerlo como una suerte de policial, lleno de pasión panfletaria, pero que revela, certero, problemas reales. Además, la férrea oposición al « libro negro » en Francia. Y un fragmento: trabas psicoanalíticas para tratar adicciones.
SANTIAGO BARDOTTI.
«Con su revelación de cartas escondidas, con su búsqueda de herederos olvidados, con la confrontación de archivos y fotos color sepia, El libro negro del psicoanálisis puede leerse en clave policial, lo que por otra parte lo hace mucho más divertido y entretenido. Sin embargo, seguramente pertenece al género de la literatura panfletaria. Lleno de furia, es parcial y unilateral; por ello mismo injusto. También da en el clavo la mayoría de las veces. Es un libro dirigido al gran público y cumple su objetivo con creces, llamar la atención, interesar, querer más. Como caricaturiza muchas veces pareciera que exagera, pero se sabe, la realidad siempre supera a la ficción.Aunque se ha dicho que es un ataque, infundado y sostenido por intereses oscuros, es ante todo una respuesta. El psicoanálisis se ha abierto camino criticando, simplificando y burlándose hasta el hartazgo de teorías contrarias a sus intereses o que ha considerado competidoras. En un principio fue necesidad, después rasgo de estilo. Ultimamente cliché y ceguera.Jacques-Alain Miller, la cara más visible y representante del Lacan oficial ha dicho: « Las terapias cognitivo-conductuales son métodos crueles que llevan a que el sujeto se exponga a sus propios traumas… su eficacia reposa únicamente en la autoridad del experimentador, que se coloca como el experto, el jefe ». Desde otro lado del espectro lacania no, Elisabeth Roudinesco no ha dudado en decir que las técnicas cognitivo-conductuales « tienen más que ver con las técnicas de la dominación llevadas a cabo por las dictaduras o con las sectas que con las terapias dignas de ese nombre ». También ha dicho que sus practicantes « tratan a la gente como ratas de laboratorio ». Son este tipo de simplificaciones brutales y habituales las que resultan a su vez inadmisibles.La Argentina y Francia comparten el privilegio de ser los países más freudianos del mundo. Este hecho periodístico es desde ya curioso; mucho más si el psicoanálisis ocupa un lugar marginal en todo el resto del planeta en tanto abordaje psicoterapéutico. Lo que no impide que Freud sea un clásico, es decir, patrimonio de todos y ninguno.La estrategia de atacar el psicoanálisis poniendo en duda la historia heredada y cuestionando la figura de Freud pone en evidencia una dificultad esencial, como dice el historiador de la ciencia Frank J. Sulloway de la universidad de Berkley: « En tanto historiador de las ciencias que ha estudiado la vida de científicos como Copérnico, Galileo, Newton y Darwin, a menudo me he encontrado con leyendas fundadoras análogas (es decir, más o menos heroicas, el científico o pensador solitario que emprende la dura lucha de cambiar la manera de pensar a una época, el hombre honesto y desinteresado sin otra ambición que la verdad). Desde este punto de vista diría sin dudarlo que nunca una leyenda de los orígenes había sido desarrollada de manera como ésta. El psicoanálisis —agrega Sulloway— es la única teoría que exige que su propia historia sea perfectamente coherente con la teoría elaborada por su inventor… Desde este punto de vista historiográfico, este género de lógica circular puede ser muy nefasto. Si la teoría de Freud fuera verdadera en un ciento por ciento, habría sido posible hacer una buena historia con este enfoque conceptual. Pero en tanto esta teoría es problemática lo que se obtiene es forzosamente una historia problemática, y de manera más verosímil aún, una historia complaciente y llena de defectos ». …
SABADO 28 ABR 2007
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