« A c i e l o A b i e r t o »
Boletín
26/05/2014
A partir del documental « A Cielo Abierto » se abre una discusión. El film nos interroga, su propuesta toca nuestra sensibilidad. En este boletín publicamos un envío de Carlos Silva, quien se cuestiona sobre la relación entre los psicoanalistas y el niño autista, y se pregunta por las « presentaciones de enfermos ».
También contamos con una contribución del colega Antonio Aguirre donde se refiere a la posición ética de Lacan, que lo distanció de los ideales revolucionarios de su tiempo que « prometían liberar al loco, hacerlo un paradigma y modelo ». El escrito de Antonio bien podría titularse: « Más allá del paisaje amable de nuestras fantasías ».
¡Están invitados a participar de esta conversación a cielo abierto!
Jessica Jara, Comisión Editorial Boletín « A Cielo Abierto »
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Psicoanalistas y niño autista, por Carlos Silva Koppel
« Sobre el documental «A cielo abierto» de Mariana Otero, quisiera decir nomás que es una muy buena realización y buena propuesta. Pero me gustaría revolver más bien el tema del autismo y el psicoanalista. Ya había mantenido antes esta postura, en la de que se insiste en marcar la separación entre el sano y el enfermo, cuando de autismo estamos hablando: el autista que está allá y el psicoanalista que está acá; un psicoanalista en la posición de agente S1. Un psicoanalista que piensa en la inclusión o la normalización del autista.
Creo que hay que considerar cómo el autismo podría convertirse en un real del psicoanalista. Si el sujeto es un real para la ciencia, el niño autista bien podría ocupar el lugar de un real para el psicoanalista. Retomo la escena de la entrevista que le hacen a un niño autista enfrente a un público de especialistas, este sujeto niño en calidad de autista, como le llaman, no sabe bien qué está haciendo ahí… pues lo están estudiando, es un objeto de goce. Muy parecido a las prácticas psiquiátricas del siglo XIX.
Si hay sujetos «autistas», es porque ocupan lugar de objeto de real y es gozado por Otro, y la tarea del analista debe ser lo opuesto a ello. En el Seminario XX, Lacan señala que no es la relación del niño con la madre de la que hay que preocuparse, sino de la ubicación del niño como goce Otro de la posición femenina; se encarna ese goce cuando el niño autista se enfrenta con una voluntad de quererlo ayudar, sanar, cuidarle.
Desde la ética psicoanalítica, habría que ver cuáles son las condiciones a partir del deseo del analista que lleven al niño autista al encuentro con su propio goce. Y este deseo no puede sumarse a las nociones de protección, cuidado, resolución porque obstruyen la lectura como sujeto de goce ».
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Los autistas y el psicoanálisis: otro encuentro, por Antonio Aguirre
« Ha sido una fórmula de Lacan decir que en la psicosis el inconsciente se presenta a cielo abierto. Y en el llamado autista esto es verificable desde el principio mismo. Allí está el lenguaje, y los sentidos trabajan perfectamente para hacer posibles todo tipo de percepciones, pero en el goce de estos niños, no hay el anudamiento que hace nuestra vida de neuróticos. ¿Sufren? Todo parece indicar que su convivencia con el Otro está marcada por la amenaza, el miedo, la agresión. El encuentro con el Otro, descripto como un choque de cuerpos celestes por uno de los operadores en el documental, en ciertas ocasiones no trae la consecuencia de lo que hoy llamamos la locura de todos, sino una diferente, una que no tiene ni siquiera la apariencia de aquella que nos da el imaginario de los nombres del padre.
Los psicoanalistas, después de Lacan, tienen un desafío: no retroceder ante la psicosis. Es decir que en la reiteración de ese encuentro brutal, de ese cuerpo en órbita singular con un analista, algo radicalmente diferente acontezca. Es un recomenzar, el nacimiento -en los términos de los Lefort- de un Otro que no sea la imposición del mito neurótico. Entre los autistas y los operadores psicoanalíticos ha ocurrido, ocurre y ocurrirá lo que nunca pasará con la humanidad en su conjunto: la construcción de una subjetividad libre de las pasiones criminales que se visten como misiones bondadosas de amor al padre.
Lacan acudió, durante mucho tiempo, al hospital psiquiátrico. Estaba demasiado lejos de los ideales revolucionarios que ya en su tiempo prometían liberar al loco, hacerlo un paradigma y modelo. Véase a Laing y Cooper, quienes no dejan de conmovernos en sus denuncias contra la explotación y miserias del mundo.
Cuando se lee a Lacan uno puede percibir el desaliento que las necedades colectivistas le producían. Trataba, quizás con poco éxito, de enseñar algo en las llamadas « presentaciones de enfermos »; trataba de decirnos que la condición del cuerpo-que-habla, no tiene remedio, que los delirios, sean únicos o compartidos, llevan a la autodestrucción, y que el psicoanálisis, esa práctica difícil al extremo, ajena a la gloria y a la plaza pública, era al menos algo mejor que los proyectos de la normalización salubrista.
El documental de María Otero nos muestra otra pasión, otra valentía, la de estos operadores que tejen día a día, con materiales mínimos y frágiles, un modo de sobrevivir en un mundo, que por su desgarradura íntima, no puede ser el paisaje amable de nuestras fantasías ».
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