El empuje que el próximo Congreso de la AMP ha representado para el trabajo de sus miembros me llevó a cambiar en el camino mi sujeto de trabajo de cartel, para interrogar al Seminario 11 acerca del concepto de real que contiene. Lo real, como lo hemos visto en los distintos momentos que ha abierto la sede para pensarlo y en los documentos que circulan en nuestro ámbito, no tiene una sola acepción en Lacan, más bien es un concepto muy activo que circula por toda la enseñanza, que es velado en ésta por lo imaginario y lo simbólico, para finalmente imponerse como lo que pudiésemos considerar otro “concepto fundamental del psicoanálisis”, a no ser porque esto traería complicaciones, puesto que lo real, no se deja atrapar en un concepto.
Miller nos dice que la pregunta ¿qué es lo real?, es justamente la que no habría que formular, puesto que ella implica tener que aproximarnos a una definición, como quien busca una verdad, mientras que “lo real no se ajusta a la verdad, ni a una pregunta que apunte a definir lo verdadero sobre lo real. Por el contrario, es por la vía de las « respuestas de lo real »[1] que conviene avanzar en nuestra investigación.
Nos encontramos entonces en un campo como de arenas movedizas cuando nos referimos a lo real, quizás esta misma inestabilidad surge por el hecho de que el único medio con el que contamos para aprehenderlo es la palabra, una materialidad distinta a la de ese real que se nos escapa.
El antecedente conceptual por excelencia, de lo que será postulado como Lo real por Lacan, lo encontramos en los textos freudianos bajo la forma del acontecimiento traumático, como lo inasimilable y lo que insiste en no dejarse olvidar.
En el Seminario 11 lo real es presentado a través de la Tyché. Es una palabra que Lacan toma del vocabulario de Aristóteles en su investigación sobre la causa. En la mitología griega Tyché era la personificación del destino y de la fortuna, ella, en tanto diosa regía la suerte o la prosperidad de una persona o comunidad y lo hacía de una forma aleatoria; esta característica de lo aleatorio es lo que lleva a Lacan a emplear esa designación de Tyché, pues a él le interesa destacar que se trata de un “encuentro con lo real (…) ¿dónde lo encontramos?” No es previsible, se trata de “una cita siempre reiterada con un real que se escabulle”[2].
Tyché y automaton son en este seminario dos términos que se nos presentan como en oposición. Al automaton se refiere como el retorno, el regreso, la insistencia de los signos, mientras que “Lo real está más allá del automaton… lo real es eso que yace siempre bajo el automaton, y toda la investigación de Freud evidencia que su preocupación es esa”[3]. Es decir, que en lo que se enuncia, bajo la cadena que forman las palabras en el decir, se cuela como camuflado ese real, que sólo como por azar se encuentra para volver pronto a eclipsarse.
La tyché en tanto que encuentro con lo real, está en íntima relación con lo que acontece súbita y contingentemente. Miller se refiere a dicha tyché, para señalar: « Ese como al azar es ya el anuncio de lo que, en su última enseñanza, Lacan hará valer como lo real sin ley…, es decir, lo real como inasimilable »[4] y que en la experiencia se nos presenta como entramado en los significantes con el que se teje el discurso de un sujeto, en sus sueños, lapsus, síntomas, fantasmas y en fin, los semblantes con los que hace frente a ese real sin ley que insiste “en no dejarse olvidar”.
Lacan, hace aquí el análisis del sueño en el que el padre se queda dormido mientras vela a su hijo muerto, destaca que lo que despierta es esa otra realidad, que Freud describe así: …el niño está al lado de su cama, lo toma del brazo, y le murmura con tono de reproche, Padre, ¿acaso no vez que ardo? Al respecto Lacan comenta que se siente en la frase misma que es demasiado tarde en lo que respecta a lo que está en juego, a la realidad psíquica que se manifiesta en la frase… que quien estaba encargado de velar el cuerpo, sigue durmiendo.
Cuando todos duermen (el padre, el hombre mayor que velaba el cuerpo, el niño de quien podría decirse que parece estar dormido)… en ese mundo sumido en el sueño sólo la voz del hijo se hizo oír “la frase misma es una tea –por sí sola prende fuego a lo que toca, y no vemos lo que quema, porque la llama nos encandila ante el hecho de que el fuego alcanza lo Unterlegt, lo Untertragen, lo real”. (67)
Se trata de lo real como algo a buscar más allá del sueño, en lo que éste ha recubierto, envuelto, escondido… real que gobierna nuestras actividades, por lo que en este seminario es articulado a la repetición. Todo lo que en ésta varía, se modula, esconde lo que se repite bajo la apariencia de lo nuevo. El niño lo muestra en sus juegos, y en su exigencia de que el final de un cuento sea siempre el mismo, que su realización contada se ritualice. “Esta exigencia de una consistencia definida de los detalles de su relato, significa que la realización del significante nunca podrá ser lo suficientemente cuidadosa en su memorización como para llegar a designar la primacía de la significancia como tal”[5]. Entonces el universo significante no es suficiente para nombrar, para representar “esa otra realidad”.
La dimensión de tropiezo, de encuentro, de azar que aquí Lacan nos presenta bajo la denominación de la tyché, evoca para él unclinamen, ese punto del que se ocupó la filosofía presocrática. Ésta, necesitaba que hubiera dicho clinamen en alguna parte, con él, Epicuro se refería a la espontánea desviación de la trayectoria de los átomos. Dicha desviación rompe la cadena causal, determinista, de su movimiento; de este modo introduce un fundamento físico para justificar la acción libre, en los seres humanos, y el azar. Algo del orden de una desviación, de una conmoción, vendría a acontecer.
Hoy, muchos años después y con los desarrollos posteriores de Lacan, podríamos decir que allí donde reinaba el vacío, lo que no cesa de no escribirse, algo se escribe para un sujeto de manera inesperada y para siempre, una “desviación en su trayectoria” para seguir los planteamientos de Epicuro y Demócrito.
Ese clinamen presocrático guarda relación con el real azaroso, pues en el encuentro del cuerpo y la lengua, podemos situar un “acontecimiento físico”, que en adelante dará cuenta de las acciones del parlêtre, dado que lo que se escribió en la contingencia, necesariamente se reiterará. La dimensión de encuentro se opone al orden propio del automaton, es ese el real que como tyché nos presenta el Seminario 11.
Notas:
[1] Gorostiza, L. Anfibologías de lo Real. Texto preparatorio al Congreso de la AMP 2014
[2] Lacan, J. Seminario 11 (1964). Paidós. Argentina. 1987
[3] Lacan, J. Seminario 11 (1964). Paidos. Argentina, 1987. Pa. 62
[4] MILLER, J.-A.: « Progrès en psychanalyse assez lents ». En La cause freudienne. Nouvelle Revue de Psychanalyse, n° 78, Navarin, París, 2011.
[5] Lacan, J. Seminario 11 (1964). Paidos. Argentina, 1987. Pa. 69
[2] Lacan, J. Seminario 11 (1964). Paidós. Argentina. 1987
[3] Lacan, J. Seminario 11 (1964). Paidos. Argentina, 1987. Pa. 62
[4] MILLER, J.-A.: « Progrès en psychanalyse assez lents ». En La cause freudienne. Nouvelle Revue de Psychanalyse, n° 78, Navarin, París, 2011.
[5] Lacan, J. Seminario 11 (1964). Paidos. Argentina, 1987. Pa. 69