« LES NOUVEAUX VENUS » : UN NOUVEAU SIGNIFIANT POUR UNE NOUVELLE ÉCOLE par Clotilde Leguil « Les nouveaux venus », tel est le signifiant qui a émergé pour désigner le changement opéré par ce mouvement de rencontre et de transmission entre générations que furent les Journées de novembre 2009. Le terme est bien choisi car il évoque côte à côte l’Antiquité grecque et l’esprit américain, faisant résonner à la fois la paideia de la cité platonicienne, et l’hospitalité du Nouveau Monde à l’égard des immigrants. Comme si l’Ecole de la Cause freudienne avait accouché d’un Nouveau Monde, celui où les nouvelles générations, ceux que les Grecs appelaient tout simplement « les nouveaux », « oi neoi », avaient pu enfin se lancer, grâce à l’accueil que les anciennes générations ont su leur faire, leur tendant la main en leur désignant le monde de la psychanalyse comme un monde où ils pouvaient aussi trouver leur place à leurs côtés. C’est le message que nous pouvons entendre lorsque nous sommes ainsi nommés : « vous, les nouveaux, vous avez aussi des terres à conquérir dans ce continent à la fois convoité et menacé que Freud a découvert ». Si Hannah Arendt a pu écrire dans La crise de la culture que « l’éducation est le point où se décide si nous aimons assez le monde pour en assumer la responsabilité, et de plus le sauver de cette ruine qui serait inévitable sans ce renouvellement et sans cette arrivée de jeunes et de nouveaux venus », on peut dire alors, avec elle, que nos psychanalystes nous ont montrés qu’ils aimaient assez le monde de la psychanalyse pour en désirer la transmission et le renouveau partagé.
DE CERCA Y DE LEJOS par Miquel Bassols Con este título que rinde homenaje a Claude Lévi-Strauss, sigo en el debate abierto por la carta de Estela Paskvan en el Journal des Journées nº 73, “Autonomie”. Me resultó, en efecto, extraño leer que “el pase se ha alejado tanto de los miembros”, que “el dispositivo se nos escapó de las manos”, que “los miembros de la ELP empezaron a perder de vista el dispositivo”, que “es el dispositivo quien goza de tal autonomía respecto de los miembros”. No es la sensación que he tenido pero tampoco la que he recibido de los miembros de la Escuela, incluso después de la fecha en la que supuestamente se habría hecho manifiesto este fenómeno. Repasando los datos de los que dispongo sobre el dispositivo del pase en la EEP y en la ELP desde sus inicios, – donde he cumplido como Estela Paskvan la función de Secretariado del pase -, viendo las composiciones de carteles y secretariados del pase se hace más bien patente una clara vocación de enraizarse en lo local. ¿Pero qué querría decir que “el dispositivo está lejos”? En realidad, el dispositivo no está más lejos ni más cerca que lo que permite hoy el teclado del ordenador a cada uno en el momento de formular su demanda de pase al Secretariado. El dispositivo es un artefacto pensado para atrapar algo de la experiencia, es un hecho de discurso y la distancia en cuestión depende finalmente del lugar de enunciación que uno sostiene en relación a la experiencia y a la Escuela como Una. Después, en efecto, uno tiene que viajar, cubrir ciertas distancias más o menos largas en la realidad. Pero este ha sido desde siempre y deberá seguir siendo el destino de los miembros de las Escuelas de la AMP, el de moverse lejos de sus ciudades… No, no puede ser el dispositivo mismo el que se aleja, en todo caso es uno mismo el que se siente alejado de él por razones que pueden ser diversas y que hay que dilucidar todavía. “Mira, aquel tren que se está yendo” puede decir alguien desde el tren en el que viaja cuando en realidad es éste el que ha empezado a moverse en relación al otro que sigue detenido en el mismo lugar. La buena pregunta seria entonces: ¿hacia dónde ha empezado a moverse el tren que me lleva, tal vez sin yo saberlo? Es la verdadera pregunta que debemos hacernos para empezar a dilucidar también las dificultades del pase: ¿hacia dónde se mueve hoy la ELP? Una primera respuesta que puedo extraer de conversaciones que he mantenido hoy mismo con miembros diversos, y de diversos lugares de España: se mueve en direcciones distintas, y se mueve con la fuerza centrífuga que ha sido de hecho y desde su inicio su principal fuerza generadora… El término “fraccionamiento” me ha sido evocado en al menos dos de estas conversaciones y es el modo en que se experimenta hoy esta fuerza centrífuga en algunas ocasiones. En realidad, esta misma fuerza, correlativa a la “dificultad” de hacer existir la unidad española evocada por Jacques-Alain Miller en diversos momentos, esta misma fuerza fue también la que permitió la creación de la ELP. Pero lo fue sólo a condición de tener muy presente la dimensión mediadora, deslocalizada, que el Campo Freudiano supo insuflar en ella desde mucho antes de su comienzo. “Mediación” es la palabra que Jacques-Alain Miller ha utilizado para hacer de contrapeso a la “dificultad” antes mencionada. Por mi parte, debo decir que con el tiempo he aprendido a tomarle gusto a esta dificultad que impide definir el rasgo que el adjetivo “español”, – como el adjetivo “catalán” “gallego”, “vasco”… – vendría a completar en un conjunto. Creo que es en esta dificultad preservada, tanto como incompleto es el conjunto del que deriva, donde se funda el rasgo específico de la ELP como tal. Pero entonces se hace mucho más presente la necesidad lógica de esta mediación que, de hecho, la precedió. Un comentario más sobre la “mediación”. La mediación hace falta no sólo cuando un elemento (Escuela, comunidad, sede, miembro….) no puede vincularse con otro – función cuanto más necesaria, más pasajera – sino cuando la Escuela misma no puede tomarse como Otra para sí misma, cuando cada punto, elemento o miembro de ella no puede tomarse como Otro para sí mismo. Dicho de otra forma: cuanto mas difícil es sostener y hacer algo con la no relación, más mediación hace falta. La Escuela Una, como concepto y como experiencia, es nuestra mediación. Pero por sí misma no puede cumplir su función de “más uno” en las Escuelas y en cada Escuela sin una posición activa y decidida de sus miembros. La experiencia del pase es, entre otras cosas, un modo para que esta mediación (que lo es también de cada analista consigo mismo para seguir siendo analizante) no se convierta en simple pacto, en acuerdo tácito y táctico de reconocimiento sino en verdadero sujeto de la experiencia. Es esta Escuela y este pase lo que debe advenir, cada vez, al lugar de lo imposible de la relación. Se trata entonces de saber situar hoy, en cada lugar de la Escuela, en cada una de sus actividades, esta mediación, no como un ideal hipnotizante o sugestivo sino como la función necesaria del “al menos uno” que descompleta el conjunto y hace a la vez de agente provocador para cada uno de sus elementos. La propia función del éxtimo, pensada en las nominaciones de AE hechas por los carteles del pase en varias Escuelas, responde a esta necesidad. Debe ser también la función de los propios AE como analistas de la experiencia de la Escuela, pero también debemos saber localizarla y utilizarla en dada uno de los actos que hacen la Escuela cuando sus miembros se sienten implicados en ella. Esta mediación, cuando se trata de la relación del analista con su ser analizante de manera permanente, es el pase mismo. Desde esta perspectiva, algo se hace entonces patente: sustraigamos este elemento mediador que anuda las Escuelas en la AMP, que anuda también la experiencia de cada miembro con los otros en la Escuela Una, que anuda a cada analista con su ser analizante, y el alejamiento recíproco se produce de forma automática, sin poder saber ya nunca más, cada uno, quién se ha alejado de quién. L’ÉCOLE UNE EXISTE-T-ELLE VRAIMENT ? par Giorgia Tiscini En suivant passionnément le débat dans le Journal des Journées, je me questionne cette fois-ci sur l’Ecole Une. Première question : si l’Ecole est Une, pourquoi l’AMP s’appelle-t-elle AMP (Association Mondiael de Psychanalyse) et pas EMP (Ecole mondiale de Psychanalyse) ? Deuxième question : si l’Ecole est Une, pourquoi le dispositif d’entrée dans l’Ecole et le dispositif de sortie de l’analyse par la passe (le Cartel de la passe), n’entre-t-il et ne sort-il pas de et par l’Ecole Une ? En effet, en considérant l’Ecole comme Une, on serait supposé penser qu’on rentre à l’Ecole Une, et non pas qu’on entre dans une Ecole (que ce soit l’ECF, la SLP, l’EOL, etc.). Il faudrait alors repenser ce dispositif, de telle sorte qu’on entrerait d’abord dans l’Ecole Une et qu’ensuite, pour des raisons de lieu de vie, de travail, etc., on s’inscrirait à l’Ecole de son propre pays. Par contre, on sait bien que chaque pays est régi par des lois différentes, et qu’en fonction de celles-ci, on est plus ou moins « obligé » de faire entrer des gens pour des raisons qui regardent aussi la politique du pays et ses lois. Bien sûr cela fait partie de l’ordre des choses: mais y a-t-il vraiment un ordre des choses ? Et est-ce que la psychanalyse est là pour ordonner les choses, ou au contraire pour les déranger ? Faire parti de l’Ecole-Une voudrait dire entrer dans l’Ecole-Une et non pas entrer dans une Ecole « paysanne ». Il faudrait alors instituer un Conseil AMP Général qui puisse s’occuper de l’entrée dans l’Ecole, et, dans un deuxième temps, on s’inscrirait dans sa propre Ecole « paysanne » (ECF, SLP, EOL, EBP, ELP, EEP, NLS, NEL)… Parfois, il me semble qu’on est en train de tomber dans le même piège que la soi-disant Communauté Européenne : évidemment l’introduction de l’euro a réglé beaucoup de problèmes politiques et économiques (et il a créé aussi d’une certaine manière des citoyens), mais est-ce que cette Communauté existe vraiment ? Je ne crois pas. Je donne un exemple : en Italie, le Ministère de la Santé nous a donné à chacun, un par un, une carte sanitaire européenne, ce qui voudrait dire qu’elle est normalement valable en Europe. Ensuite, si on va aux Urgences en France et qu’on leur donne cette carte, ils ne comprennent absolument pas ce que c’est, en disant que, quoi qu’il en soit, il faut payer les urgences ! De son côté, pour toute réponse, l’Italie dit : « Si vous n’étiez pas à risque de mourir, cette carte sanitaire ne valait pas : si vous n’avez pas eu besoin des urgences pour une raison extrême, vous auriez pu prendre l’avion, rentrer en Italie et vous faire soigner à l’hôpital là-bas ». D’où ma question : cette Communauté Européenne existe-t-elle? D’où ma réponse : non, je ne crois pas. Cela pour dire que l’AMP (que j’aime plutôt penser en tant qu’EMP) ne devrait pas être pareille. On ne devrait pas y donner l’illusion de quelque chose qui n’existe pas : on devrait au contraire donner existence à quelque chose qui est une illusion, dont on sait que c’est une illusion, voire un semblant, mais un semblant en lui-même opérant – et c’est ça qui compte. Si je pense à l’Ecole-Une, je ne vois qu’une Ecole qui filtre l’entrée des sujets, au un par un, sans pays d’appartenance, sinon le pays de l’inconscient. Là, j’y crois. CARTELES DE LA ESCUELA UNA par Graciela Brodsky Aun cuando un cartel del pase pertenezca a una Escuela, tal como es, por ejemplo, el cartel de la EOL, un AE no es de la EOL sino de la Escuela Una. Al menos así se los llamaba a los AE en una época. Entonces, ¿por qué no transformar los carteles del pase en « carteles de la Escuela Una », es decir, carteles compuestos por colegas de diferentes escuelas? Eso resolvería muchos problemas, desde incompatibilidades hasta las dificultades locales de constitución de los carteles. Mi experiencia en la EBP y en la EOL fue tanto más interesante cuanto que los carteles no fueron meramente locales. EL PASE EN LA ELP par Carmen Cuñat Gracias por invitarnos expresamente al debate. Como le decía en un e-mail reciente, creo que el dispositivo del Pase en la ELP constituido por un cartel hispanohablante y un secretariado está un poco aislado. La intervención de Estela Paskvan en el JJ 73 me trajo muy buenos recuerdos. Por ser bilingüe, aunque no sólo, tuve la suerte de poder estar en aquel primer grupo de pasadores. La experiencia fue y sigue siendo inolvidable. Sabía muy poco o nada de en qué consistía esa función. Creo que yo como otros nos guíamos únicamente por la enigmática “Nota a los pasadores” de J. Lacan. El encuentro con los carteles me fue orientando poco a poco: en un cartel se hablaba mucho, F. Leguil era el más-uno, el otro era más silencioso, pero E. Solano lo animaba con el calor necesario; en los dos casos pude constatar el cuidado con el que se acogía la palabra analizante. La transmisión del testimonio había que prepararla a conciencia porque además estaba el obstáculo de la traducción. Luego resultó que en muchos casos la traducción nos permitía obtener un plus de sentido que aclaraba cuestiones esenciales del testimonio. Sin duda, esto también contribuyó a la riqueza de la experiencia. El trabajo fue arduo, porque había que escuchar a los pasantes de final de análisis y a los pasantes de entrada por el pase y fueron muchos los que se presentaron. Era un momento en la Escuela en la que “se hablaba del pase” por todos los rincones. Todo el mundo se sentía autorizado a hablar del pase. Tan es así que cuando en cierto momento se planteó que quizás los pasadores podrían decir algo de su experiencia, se nos invitó expresamente a guardar silencio. Lo que diría ahora es lo siguiente: La experiencia de pasador es una experiencia de destitución subjetiva pero al mismo tiempo de institución de la Escuela, de la que no nos podemos privar. Se ha hablado mucho de la escasez de Aes pero también el declive del pase afecta al nombramiento de los pasadores. Que se nombren muchos pasadores promueve que muchos participen en esa experiencia inaugural que es “ser el pase”, evita que esa tarea se convierta en la de un funcionario y lo que es más importante, los análisis en curso se conmueven. La experiencia de pasador invita en muchos casos a hacer el pase. A mi me ocurrió así. Que el resultado de esta nueva experiencia no sea la nominación no es lo peor que puede ocurrir. Hacer el pase es también contribuir a la causa freudiana con la dilucidación de su propia causa, haya nominación o no. Otra cosa es que los carteles no hagan el esfuerzo de elaboración que les está encomendado en este proceso de transmisión. Veo el pase, en efecto, como una cadena de transmisión en la que se fabrica un objeto muy preciado que es la respuesta al cómo un analizante deviene analista. Que esa respuesta recaiga únicamente en el testimonio del AE, siempre me pareció excesivo. El AE es la prueba de que ese pasaje de analizante a analista es posible. Su testimonio es imprescindible, pero sin una Escuela que se instituya como un sujeto supuesto saber sobre el pase como lo señalaba Bernard Seynhaeve recientemente en Madrid, es decir, sin la interlocución con una Escuela del pase, su tarea deviene solitaria, pesada, extraña y en cualquier caso poco deseable para el resto de los miembros de la Escuela. A mi parecer y a pesar del anhelo de muchos, la ELP no se ha constituido por ahora como una Escuela del pase, algunas de las razones están en el e-mail de E. Paskvan que retoma vd. Sólo marcaré lo que a mi me parece más importante: 1 Después de la Pregunta de Madrid, nunca más se invito al conjunto de los miembros a debatir sobre el dispositivo o sobre sus resultados. 2 El dispositivo, en efecto, quedó en manos ajenas, la EEP, ahora la FEEP, a pesar de que el cartel del pase está compuesto de miembros de la ELP, no sólo catalanes por cierto, y el secretariado también. 3 Los miembros nunca supimos a ciencia cierta por qué se cerró la experiencia del “pase a la entrada” en cuya institución habíamos contribuido con entusiasmo. Sólo supimos que había razones para desconvocarla en la ECF. Quizás por la cercanía, lo que ocurre en la ECF nos afecta más que a otras escuelas y no siempre de la mejor manera. Muchos tenemos la impresión que nos llega la hola de la crisis pero con los hechos consumados. Lo que hacemos es aceptar sin más esos hechos consumados. Quizás “la inercia” que sin duda padecemos ahora tenga también algo que ver con esto. En cualquier caso, la experiencia del “pase a la entrada” promovió en su momento la Escuela del pase, porque entre otras cosas se trataba de una Escuela nueva, la EEP. Y justo en el momento de la creación de la ELP esa puerta se cerró. La mayor paradoja fue que todavía hubo varios colegas que quisieron entrar en la ELP vía el dispositivo y eso mismo les impidió ser miembro hasta mucho después. 4 La única incidencia que tenía la Asamblea de la ELP sobre el dispositivo era que tenía la posibilidad de elegir a uno de la lista de los AME para el cartel. A partir de un cierto momento, el Consejo, en el que yo estaba, decidió hacerse responsable de esa elección que sería solamente corroborada por la Asamblea. Esta vez no fue por la crisis de la ECF sino que la decisión fue tomada a raíz de la crisis del pase en la EOL. Lo que ocurre en las otras escuelas de la AMP afecta sin duda al dispositivo en cada una de las escuelas. El problema es cómo hacer suyo lo que ocurre sobre el pase en otro lugar sin caer en la inercia, en la imitación, en el desinterés en definitiva. ¿Tendríamos que crear nuestra propia crisis para hacer nuestra la cuestión del pase? Yo sería más de la idea de promover algo nuevo que nos invitara a ponernos a la tarea. La entrada por el pase desde luego que fue un buen invento pero quizás hay también otros. Lo que no se puede decir de la ELP es que seamos remisos a lo nuevo. LA EXTIMIDAD EN LA ELP par Vicente Palomera Con el artículo “L’Ecole Une en debat”, aparecido en el último numero del Journal des Journées (nº 75 ), Jacques-Alain Miller ha dado un giro al debate sobre el pase al dirigir nuestra atención al artículo que lleva por título “Autonomia”, y publicado en el JJ nº 73 con la firma de Estela Paskvan. J.-A. Miller abre así el debate a los miembros de la ELP (también a la SLP, miembro de la FEEP que no dispone aún de un cartel del pase). ¿De que se trata en este giro? Se trata de construir un debate sobre la extimidad analítica en nuestras Escuelas. J.-A. Miller sustituye el título que E. Paskvan había dado a su texto (“El dispositivo del pase está lejos”), por el de “Autonomía”. Con esta sustitución ganamos todos, dado el peso que lleva el originario, y hay que agradecérselo a Miller. “Autonomía” es la interpretación del texto de Estela, pero seamos claros, dicho texto apunta a la configuración misma de la ELP. Sobre esto no me voy a detener ya que en su respuesta J.-A. Miller lo señala con claridad. Hay que recordar una vez más que el edificio de cada una de las escuelas, con sus diferencias estatutarias, que dependen del momento y circunstancias en que fueron creadas, se construye apuntando al horizonte de la Escuela Una, un horizonte que atisbamos cuando se producen las nominaciones de los AE por los carteles del pase. Pues bien, me tomo la libertad de parafrasear a Lacan en La dirección de la cura: se trata de un horizonte desahabitado de cualquier “autonomía” de las Escuelas. No tardó en aparecer la inquietud creada por el artículo de E.Paskvan en algunos miembros concernidos en el dispositivo del pase. Sin embargo, no se entendía ese tono reivindicativo de su texto, tanto más cuanto lo firmaba quien es el Más Uno del cartel del pase recién constituído en la FEEP. ¿Cómo leer ese mensaje? Éste decía: “El dispositivo del pase de la FEEP está lejos de los miembros de la ELP”. Ahora bien, en la actualidad, todos los miembros del cartel pertenecen a la ELP y no hay ningún integrante que sea miembro de la FEEP. He hecho una reconstrucción de los carteles del pase desde la fecha que Estela nombra: 2003. Desde esa fecha todos los integrantes de los carteles del pase han sido miembros de la ELP. Antes de esa fecha, encuentro a Guy Briole y a F. Hugo Freda(1999-2001), y a Pierre Gilles Gueguen (2001-2003) formando parte de los carteles de la EEP-ELP. ¡Que paradoja! Se sitúa la fecha del alejamiento justo cuando los componentes son de la ELP son aplastante mayoría. Desde 2003 no se nombra ni un solo colega hispanoparlante de la ECF, de la SLP o NLS. Alexandre Stevens intervino como éxtimo en ocasión del nombramiento de AE de Xavier Esqué (el Más Uno: Pierre-Gilles Gueguen). El mismo fenómeno ocurre para el nombramiento de pasadores: han sido muy escasos los pasadores hispanoparlantes de otras Escuelas de la FEEP. La memoria puede ser una forma de olvido. Me pregunté “¿Adónde apunta?. Me dirigí a ella por mail con una pregunta: “Cuando escribes que fue a partir de ese momento (enero 2003) cuando los miembros de la ELP empezaron a perder de vista el dispositivo ¿a qué te refieres?” La respuesta fue: “me refiero a la fecha en que la AMP aprobó el reglamento del pase para la EEP”. Nuestra colega tiene, seguramente, sus razones para decir su malestar, el cual ella organiza en un binario significante: “Lejos/Cerca” (antes el dispositivo del pase estaba cerca, ahora –desde 2003- está lejos). A mi entender, ese malestar confesado en el texto no hace sino velar el real en juego en nuestras Escuelas (las siete Escuelas). Debajo de “Lejos/Cerca” lo que empuja es lo múltiple. En otras palabras, el binario encubierto no es otro que “lo Uno lo /Múltiple”. . “Hay que colocarse del lado del error para conducirlo a la verdad”, diría Wittgenstein (cfr. Observaciones a La Rama Dorada de Frazer). Nosotros diremos que “hay que colocarse del lado del malestar para revelar el real en juego en él”. Más que quedarnos en un “sound and fury” o en un “no sé qué “ reivindicativo tenemos que volver a tratar el lugar de mediación que el Campo freudiano, la AMP y la FEEP ha tenido y sigue teniendo en las fuerzas centrífugas existentes en la ELP. EL PASE Y LA ESCUELA UNA par Hebe Tizio La Escuela Una tuvo desde sus inicios una función precisa en la economía libidinal del campo freudiano, hacerle la contra a la inercia para sostener un lugar de interpretación de la escuela como sujeto, es decir, para tratar de pensar nuestras escuelas desde el discurso analítico. Recuerdo que Miller en un texto, “Intervención sobre el mutualismo”, escribió que la Escuela Una era la manifestación de la “esencia” del campo freudiano, una precaución contra el avance de la burocratización previsible en las escuelas de la AMP. Es así un elemento de subversión interna para mantener un tipo de Escuela donde la experiencia sea auténticamente analítica. Es decir, la Escuela Una es un instrumento que permite un tratamiento posible de lo que nuestras propias escuelas generan contra el psicoanálisis por estar localizadas y tramadas en una lengua y habitadas por los mismos. La Escuela Una descompleta y hace existir el agujero que permite anudar las distintas escuelas locales intentando contrarrestar de este modo la tendencia a la autonomización. Vivimos un momento donde la globalización genera fragmentación y particularidades enquistadas en su diferencia. En este contexto la Escuela Una cobra más vigencia si cabe, frente a la tendencia homogenizadora plantea la desagregación de la enunciación y frente a la autonomización, un anudamiento vivificante que reintroduce al Otro permitiendo la circulación a nivel mundial. La tensión entre lo múltiple y lo Uno es así fructífera. Yo asistí como AE a los primeros pasos de la Escuela Una y el debate de ese momento dejó para mí una enseñanza, aprendí que la inercia siempre retorna y que hay que poder hacer con eso y mantener la posición de analizante. Qué pasa en este momento? La inercia de las escuelas parecía haberse tragado a la Escuela Una pero cuando se la hizo presente en la interpretación se abrió otra dimensión, la del acontecimiento de Paris. En una ocasión comenté que en el horizonte del final de mi análisis estaba el pase sin duda por mi deseo, pero también porque estaba acompañada por un trabajo de escuela donde la discusión del tema era algo cotidiano. En 1994 trabajamos los textos que había reunido la AMP sobre los finales de análisis. Cómo terminan hoy, 15 años después, los análisis? El famoso tema del psicoanálisis aplicado sirvió como un velo frente a este interrogante. Creo que es un momento de renovación y la Escuela Una es la herramienta que tenemos para atravesar geografías, lenguas e inercias varias. Cómo usar la herramienta? La Escuela Una es el recurso para tratar los problemas del campo freudiano con el psicoanálisis mismo y transformarlos así en verdaderas experiencias del uno por uno. Entonces, cómo nos servimos de ella? Cada uno, concretamente… Para mi el pase no puede estar en otro lugar que no sea la Escuela Una y sus carteles no pueden ser nacionales. ¿Cómo se acerca el pase? incorporándolo al discurso no del lado del pathos sino del de una buena experiencia para hacer, no del lado del menos de pasantes sino del lado del plus que aporta a quien lo hace y los efectos de ese tránsito generoso que benefician a las escuelas. El pase se acerca no idealizando Aes aptos supuestamente para todo servicio sino Aes que se deconstruyan tomando dada día su posición de analizante. Y por qué no seguir pasando? Se podría preguntar a los exAE qué han recogido de la experiencia años después? Si me preguntaran diría que sigo teniendo frutos porque me ha enseñado una “metodología”, seguir trabajando el síntoma para que no se estanque el goce y obtener satisfacción. Porque me doy cuenta que cuando más trabajo este lado de la posición analizante mejor me puedo sostener como analista…El pase me ha ayudado a formalizar mi análisis y a darme cuenta de muchas cosas que sin ese esfuerzo de transmisión no hubiera atrapado. Y esto más allá de la nominación y del trabajo como AE me ha servido para la vida y es lo que me permite resistir a la mortificación. EL PASE DE LA ESCUELA par Lucia D’Angelo Quiero contribuir al debate sobre la Escuela Una y el Pase que he seguido con interés a partir de las últimas semanas en el JJ y con el cual me siento absolutamente concernida. Lo hago, en efecto, en nombre propio, hasta donde mi nombre, en lo que atañe a la Escuela y al Campo freudiano, me pertenece y más allá y más aquí de las funciones institucionales que represento, actualmente como Presidenta de la ELP. Decidí presentar mi candidatura a la presidencia de la ELP, horas después de la mesa de los AEs de la AMP, en la apertura del último Congreso de la AMP en Buenos Aires. Interpreté que un cambio de rumbo tocaba el resorte del pase que convenía a mi deseo y para el conjunto de las Escuelas de la AMP. Tenía en cuenta, que al asumir la Presidencia de la ELP, me confrontaba, como los anteriores colegas que me precedieron en la tarea, al reto de hacer la Escuela – Una teniendo en cuenta lo múltiple y lo diverso, de paisajes y de lenguas, tal como se conforma la ELP en las ocho comunidades que la componen, a lo largo del territorio español. Desde el análisis político, la complejidad del Estado español, no es ajeno al significante de autonomía. En cuanto a la política de la Escuela, intentando encontrar la vía de transformar esta particularidad estructural de la ELP, precisamente para que una comunidad de trabajo localizada, no se transforme en una autonomía; para que la Escuela, sea Una en lo múltiple español, en el horizonte del pase, en el discurso de candidatura a la Presidencia, me encontré diciendo que más que la Escuela del Pase, se trataba del Pase de la Escuela, ella misma, en el horizonte de la Escuela Una. Me hago cargo, ahora, de las consecuencias de mi enunciado. Es por ello, que en todo debate sobre el pase me siento absolutamente concernida. No sólo en el debate de la ECF, publicado por el Journal, sino en la apertura de este debate que toca el corazón mismo de lo deslocalizado, lo más éxtimo de la Escuela, tanto más cuanto se trata directamente del dispositivo del pase de la FEEP/ELP. Como algunos saben, mi relación con el Campo freudiano, data desde hace más de 25 años. Por esta razón, me siento parte de la historia de la Escuela en España, de la creación de la EEP y de la instauración del dispositivo del pase para España y de la Escuela Una. No solo por las responsabilidades institucionales que he asumido en esta historia, crisis incluidas. Me siento parte, en acto. Porque mi nominación como AE se produjo en 1997, junto con otros españoles, hace casi 13 años, precisamente por los primeros carteles del Pase en la EEP, formados en aquella época por los AEs de la ECF, tal como ha sido recordado recientemente en el JJ. En esta experiencia inaugural de la Escuela, en efecto, y tal como también ha sido mencionado, hice mis entrevistas con pasadores bilingües en España, ellos testimoniaron ante el cartel en francés, en Francia y mi primer testimonio como AE en francés, junto con otros nominados de otras escuelas, lo hice en Bruxelles [el Pase y lo Real] con la voz de Pierre Naveau. Nunca pude dilucidar si me conmovió mi propio testimonio porque lo escuché en otra lengua o por la firme convicción con la que Pierre leyó el texto. Ejercí mi función como AE desde 1997 al 2000. No está de más recordar que algunos de mis colegas que fueron nombrados por esa experiencia inaugural del dispositivo del paso, renunciaron a la Escuela en 1998. Así, como, miembros del Cartel del Pase de la EEP, del que fui más Uno por esa época, tal como recordaba M. H. Brousse, recientemente. El cartel se reunía en Paris, los pasadores eran españoles, y el dispositivo ya incluía, la función del Éxtimo, para confirmar las nominaciones que se produjeron. Desde entonces, y con la excepción del período 2003-2005, siempre he comprometido mi tarea en el dispositivo del pase de la Escuela, EEP o FEEP/ELP, como Secretariado, como más Uno, como miembro del Cartel, tanto en el período de la entrada por el pase, como en el pase conclusivo. He escuchado a pasantes, pasadores o miembros del cartel, en francés, en italiano, en español. Los carteles se han reunido en España, en Francia, en Italia y creo recordar que en Bruxelles. En este período de mi experiencia, se han nominado AEs que provenían de la EOL, de la ELP, de la SLP. Pero lo más preciado de esas nominaciones ha sido, que todos, fueran AEs de la AMP sin que ninguna escuela se atribuyera su pertenencia. Siempre he considerado que esta deslocalización del dispositivo y la diversidad de lenguas que se juegan en el pase, hacen precisamente, a la verdadera transmisión del pase del pasante, precisamente en el horizonte de la Escuela Una. Debo decir, que no se me había ocurrido pensar que el dispositivo del pase de la FEEP/ELP europeo o hispano-hablante como dispositivo institucional fuera un handicap en lo relativo al pase. Por el contrario, siempre he creído que como tal, alojaba y encarnaba, más allá del lugar de procedencia o de la lengua del pasante, algo de lalangue del pase mismo. En todo caso, en esta primera aportación al debate, creo que sería muy difícil de entender para mi toda reivindicación de carteles del pase ¿nacionales?, tanto menos, ¿autónomos? ¿de quién? . Quizás no entienda los términos de la cuestión, pero si por allí va el debate, no dudaré en contribuir a él. Quizás, en el après-coup, pueda interpretar ahora que lo que llamé en su momento el Pase de la Escuela, es porque sin saberlo mi deseo daba la bienvenida anticipadamente a la Escuela Una al debate. – Barcelona, 21 de diciembre de 2009