En virtud de los acontecimientos que conmueven al país, signos de una crisis sociopolítica difícil que ya está teniendo una aguda incidencia en la subjetividad de todos los ciudadanos (incluyendo obviamente al psicoanalista), el Directorio de la Sede ha decidido abrir el Boletín de la Intersección como espacio de intercambio para la puesta en común y el debate necesario en torno a cómo pensamos y cómo afrontamos la fenomenología de esta coyuntura, así como su incidencia en las condiciones de la práctica, a partir de las coordenadas del psicoanálisis de orientación lacaniana. Invitamos a todos nuestros miembros, asociados a contribuir con esta iniciativa, enviando sus ideas, comentarios y reflexiones a la dirección del Directorio ([email protected]). Los textos son publicados en el orden en el que son recibidos.
Nuestro colega Johnny Gavloski nos ofrece algunas reflexiones en torno al ejercicio del psicoanálisis en estos tiempos de crisis, la subjetividad del analista en funciones en un entorno inquietante e incierto, y el papel de la acción lacaniana en estos momentos. Acompañamos el texto con un poema de su autoría inspirado en los acontecimientos que nos ocupan.
¿Qué es la imposibilidad de ejercicio del psicoanálisis en Venezuela, durante nuestros días?
Johnny Gavlovski
En primer lugar, la de un psicoanalista que no puede ejercer su oficio. La de un psicoanalista impedido de ejercer, asfixiado, angustiado. No necesariamente preso; aunque existe la posibilidad: preso, torturado, silenciado. Eso nos lleva a que antes de hablar de un psicoanalista en ejercicio, hay que preguntarse « ¿quién es ese psicoanalista? ». La respuesta, -ligada al quien se autoriza como tal-, está íntimamente asociada a una dimensión ontológica. En este caso, el de un individuo que amén de analizarse, « es » un ser, un ser que se hace sujeto. Un ser susceptible de sufrir en su cuerpo los embates de la represión. Un « ser » que lidia con sus posibilidades subjetivas de hacer silencio para « escuchar »… Y la imposibilidad del ejercer el psicoanálisis llega cuando el silencio es ahogado con balas, asfixiado con gases… o sencillamente, cuando las barricadas en las calles impide a los analizantes llegar. Una nueva dimensión del savoir-faire frente a un cruel Real, ante el cual es necesario la Escuela Una. No por aquello de politizar, ni de intervenir, (por el riesgo que esto puede implicar para con quienes sufren de tal situación); sino por lo que concierne al affectio societatis tan importante dentro de la asociación que nos agrupa.
Recuerdo la migración durante los años ’70 a nuestro país. ¡Cuántos colegas vinieron!: tuvieron hijos en nuestras tierras, hicieron sus vidas, participaron en la construcción de la antigua Escuela de Caracas generando cálidos lazos hasta hoy. Cuando emigraron nunca se les preguntó sobre su vínculo con el gobierno de turno. Se les extendió una mano. Se escucharon sus cicatrices. Se les hizo uno con la Escuela. Desde la pasión, tal como describe Miller cuando atiene el llamado de Mitra Kadivar: « Mi reacción fue que teníamos que ayudarla…. días de emoción, de lucha, de dormir poco… » (1). Pasión del ser a la dignidad del ser. La Escuela Una se hace presente en este sentido esencial, no con el miedo a politizar, no con la distancia ascéptica, sino desde la dimensión ontológica de lo que significa el ser de quien ejerce el psicoanálisis.
¿Qué se hace frente a la imposibilidad? Respondo como J-A Miller en Barcelona (2013): « Ser un hombre en guerra frente a los engreídos… ¡Esto es lo que hago yo! Y pienso que Lacan también lo hacía en el psicoanálisis » (2).
Cuando veo a los estudiantes de mi país, de todas las clases sociales, peleando por su país, me viene otra anécdota que narra JAM. Recuerda en Barcelona: « Lo he visto en mis propios hijos, que no tienen el deseo ardiente que teníamos nosotros para cambiar las cosas. Por ejemplo, mi hijo cuando sólo tenía dos años y vio a los policías me dijo: « tus amigos están locos por ir en contra de ellos que tienen armas y vosotros no » (3). Eso es lo que pasa hoy con un importante grueso de la población venezolana que no se dice oposición u oficialismo sino pueblo – UN pueblo. Un pueblo que lucha sin armas contra una cruel represión, ante la mirada indiferente e políticamente interesada de otros gobiernos.
¿Qué va a pasar con todo esto? No lo sé. Me apoyo nuevamente en Miller para quizás… tal vez responder: « la verdad también está en función del tiempo. Hay cosas que la gente puede escuchar en un momento de su vida y no en otro »… La pregunta es quienes pueden escuchar: ¿los imposibilitados en su ejercicio o los que no quieren escuchar?
(1) http://www.blogelp.com/index.php/entrevista-jacques-alain-miller-por
(2) Op cit.
(3) Op cit.
Venia la calle oscura
la del fondo de fuego
la del fondo de gases
verdes
amarillos
negros como la muerte
la del grito « vienen con todo »
y él, con el pecho desnudo y el puño
crispado
sostiene tan solo una piedra
¿cómo se enfrenta con un peñasco,
un peñasco que se desgrana entre los dedos,
el grito del « vienen con todo »?
Venía la calle oscura
y yo la vi venir.
Vi venir la oscuridad como una ola
encrespada con encaje de fuego.
Los cuerpos era fondo tras el humo
y la piedra
y los gases
Los cuerpos corriendo allende la plaza
allende el obelisco
que como dedo señalando el cielo promete algún dia, algún día
El rostro cubierto
no mira promesas;
observa la mano de piedra
la piel de arena,
la sangre de fuego,
la bala a burlar.
El rostro cubierto
recorre su cuerpo con pies al vuelo
buscando
una puerta abierta
una mano presta
una bocanada de aire
un futuro cierto
Venía la calle oscura
y yo la vi venir
no pases
no corras
no entres
demasiado tarde….
mi mano ya era de piedra
mi piel de arena
10 de marzo, 2014.- J Gavlovski
—
NEL Sede Caracas