No hay relación sexual
VII Jornadas de la NEL
El sexo y el amor en el siglo XXI, ¿de qué satisfacción se trata?
Medellín, Octubre del 2012
No. 32
24 de Agosto del 2012
Moderador
Piedad de Spurrier ( [email protected] )
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* Presentación
* El niño consumidor – consumido
por Fernando Gómez
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Presentación
Fernando Gómez en su texto « niño consumidor – consumido », nos trae una elaboración acerca del niño y la época, para centrar la pregunta sobre qué viene a ocupar el lugar de instrumento para que se produzca el abrochamiento entre real, simbólico e imaginario ante el declive de la función del Nombre del Padre.
Heidi Gehler desarrolla y amplía un aspecto importante del artículo « De qué saber-satisfacción se trata? », cuando se pregunta sobre qué sucede cuando se produce la retirada del padre como excepción.
Héctor Gallo, destaca otro aspecto del mismo artículo cuando hace un énfasis en lo que hoy sustituye a la ferrea represión, a la vergüenza en los sujetos.
El niño consumidor – consumido
Fernando Gómez
Gabo es un niño que se queja de no tener tiempo para jugar, dice levantarse a las 5 de la mañana para poder hacerlo. El colegio, el deporte, el análisis, le quitan tiempo para poder estar frente a la pantalla del video juego. Es el « niño consumidor », el niño como sujeto de consumo.
Por otro lado, está el niño consumido, el niño colocado ahora como objeto de consumo más del mercado, donde La evaluación y la medicalización del niño son un ejemplo de ello.
Si en la teoría freudiana el niño estaba colocado en un lugar privilegiado, hoy ese lugar se ha transformado en el del « Niño consumidor – consumido. La nueva imagen del niño tiene ahora dos caras, por un lado está la cara del niño consumidor, esa nueva y aterradora figura, que va complementada con su otra cara no menos siniestra: la del niño consumido.
Una lectura atenta nos confronta con el hecho de que silenciosamente, el lugar del niño en nuestras sociedades ha cambiado. Es propio de esta época, antes no era así, hoy en día nos vemos confrontados a una ley que el mercado impone, es una ley silenciosa, despiadada, porque sin darnos cuenta nos incita al consumo.
La sociedad postmoderna hace uso del reconocimiento de un modo de funcionamiento del sujeto, donde el objeto de consumo adquiere la dimensión de un don, de un objeto valioso que nos sirve como medio de intercambio, pero sobre todo lo que está en juego ahí es la satisfacción de un goce.
Es un mal-estar en que el semblante del Nombre del padre está en declive, ya no cumple su función como lo hacía antes. Esta declinación implica que su lugar de semblante queda vacante, y que lo propio de la época es que este vacío es llenado por otra cosa y eso trae consecuencias.
¿Por qué hace falta la función del semblante como un modo de anudamiento entre lo simbólico y lo real? Porque lo real nos es inaccesible a los seres hablantes y como disponemos solo de significantes, hace falta algo que nos acerque lo más posible a lo real y que anude lo simbólico con lo real, eso es el semblante. Lacan se vio llevado a esta introducción del semblante, por una exigencia lógica.
En el Seminario 18 encontrarán una de las definiciones más esclarecedoras de lo que es un padre: « Si lo que se nombra padre, el Nombre-del-Padre, es un nombre que tiene su eficacia, es precisamente porque alguien se levanta para responder. » Es decir, hay una presencia real y libidinal que sostiene al semblante. Es un nombre articulado a ese « alguien que se levante para responder… » en lo real, el nombre solo no tiene ninguna eficacia.
J. Lacan en Dos notas sobre el niño, señala lo irreductible de la función del padre y de la madre, dice:« …..Las funciones del padre y de la madre se juzgan según una tal necesidad. La de la Madre: en tanto sus cuidados están signados por un interés particularizado, así sea por la vía de sus propias carencias. La del padre en tanto que su nombre es el vector de una encarnación de la Ley en el deseo ».
Éric Laurent, se detiene en ese « su nombre es el vector de una encarnación de la Ley en el deseo » y hace notar que es un padre que no solamente prohíbe, sino que también goza, un padre que transmite la ley, que enseña cómo vivir con ella, se trata de una ley viva, humanizada, con la que se puede convivir, pero también es ese padre que muestra el camino para llegar al propio deseo y en ese sentido tiene un valor de instrumento.
Cómo podemos entender esa función de instrumento? hace falta un padre real para llevar a cabo esa función?
Jacques-Alain Miller habla de la función del padre como función de « broche », del semblante como « broche ». Éric Laurent, en « Parejas de hoy y consecuencias para sus hijos » retoma esta teoría y nos habla de esa función que es « abrochar el goce y el Otro », dice:« Hay estructuras clínicas, tipos de síntomas que se deducen de la posición del padre, como la neurosis, las perversiones y la psicosis, pero también, es necesario investigar modos de la clínica en el cual el broche está producido por un elemento que no es el padre ». Entonces, en la clínica con niños se hace necesario buscar es qué es lo que funciona como broche para cada sujeto.
Notes
- Jacques Lacan. « Dos notas sobre el niño ». Intervenciones y textos 2. Ed Manantial.
- Éric Laurent. « Parejas de hoy y consecuencias para sus hijos ». Carretel 2. 1999
COMENTARIOS
De: Heidi Gehler al artículo de: « De qué saber-satisfacción se trata?
El interesante texto de Raquel Cors, me ha provocado más de una reflexión sobre la problemática que el siglo XXI plantea. « De qué saber-satisfacción se trata? » nos confronta con las manifestaciones de una sociedad que se está modificando en una época de globalización en la que se dejó de vivir bajo « el reino » del padre y ello le concierne al psicoanálisis en tanto puede hacer una lectura y estar a la altura de la época.
Los modos de goce en una perspectiva que ya no es la del padre, se ponen de manifiesto, como afirma Raquel Cors, sin ningún velo, en una exhibición obscena que en nada se parece a la época victoriana de Freud, cuando la represión aún ejercía sus efectos.
La retirada del padre como excepción, como el elemento que queda fuera y que es condición de la formación del Todo; la desaparición de la función del No, atribuída al Nombre del Padre y como referente universal, ha dado lugar a la época del No-Todo, que implica precisamente que ya no haya barrera ni límite, que lo prohibido sea difícil. El No-Todo ha tomado un lugar y es el modo lógico de organización que comanda la subjetividad y el modo de vivir con el otro de una manera diferente, porque el No-Todo no es un todo afectado por una falta, sino una serie sin límite[1].
Si la función del padre, ligada a la estructura que implica un todo, con un elemento « antinómico y suplementario » permite organización y estabilidad y la ilusión de un goce equitativamente repartido « para-todos »; « el imperio del no-todo » supone inestabilidad, desorden familiar, amoroso y la multiplicidad fantasmas estandarizados propuestos como los empujes del sujeto al goce del consumismo que se presentan en la civilización globalizada[2].
Qué respuesta puede dar el psicoanálisis en esta época que vira hacia la civilización del no-todo dejando consecuencias en la subjetividad y en la organización de la sociedad?
Como señala Raquel Cors, un análisis promueve un saber diferente. El saber analítico, al igual que el saber en la clínica analítica, es un saber a descifrar, en la medida que no se es amo del saber. « El saber no se deposita como una serie de hechos analizables por una regresión a variables causales »[3]. En el campo del No-Todo el dispositivo análitico se plantea como una posibilidad para encontrar un saber distinto al de la elucubración de la ciencia, un saber diferente de la serie matemática. La clínica en psicoanálisis, que tiene en común con el saber inconsciente, el hecho de que nunca es un saber perfecto y completo, vehiculiza una ausencia de certeza definitiva, un agujero que, a contrapelo de la globalización, adopta « la causa del deseo » como lo que es para cada uno « siempre contingente » y una propiedad del hablante ser.[4]
El psicoanálisis ofrece la posibilidad de saber sobre el inconsciente y sobre el propio goce, saberes que luego tal vez, puedan derivar en una invención, en un « saber- hacer » con eso, uno por uno. Un saber del que hay que hacer la experiencia, sin manuales ni resúmenes posibles. Frente a la fascinación por las previsiones y soluciones absolutas con sus efectos devastadores, el psicoanálisis se propone como una opción.
De: Héctor Gallo al artículo de: « De qué saber-satisfacción se trata?
Raquel Cors argumenta en este texto por qué frente al sexo y el amor, en tanto se trata, ya no de dos profesiones imposibles sino de dos dimensiones humanas en las que interviene un real que toca el cuerpo y el ser, conviene preguntarse qué saber es posible y de que satisfacción se trata. El hilo conductor de un análisis sería este real invisible al que se anuda una repetición visible que hay que saber leer, pues debido a la desnudez descarnada con la cual se presenta el goce que transporta, nos enseña bastante sobre los síntomas contemporáneos, síntomas que constituyen el « espectáculo de un goce al que asisten los fantasmas y deseos » que en otrora eran objeto de una férrea represión, debido a la vergüenza que suscitaban.