No hay relación sexual
VII Jornadas de la NEL
El sexo y el amor en el siglo XXI, ¿de qué satisfacción se trata?
Medellín, 26, 27 y 28 de octubre del 2012
No. 39
5 de Octubre del 2012
(¡Faltan 21 días para la cita de Medellín!)
Moderador
Juan Fernando Pérez ([email protected])
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En este número:
* Presentación
* « Gide, un amor único » por Mónica
Febres-Cordero de Espinel
* Comentarios de Ma. Elena Lora, Johnny Gavlovski y Rosa Lagos a artículos de Mercedes Iglesias y Mónica de Espinel
* Fragmento del Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz
Presentación
* El caso Gide
En un texto muy preciso relativo al caso Gide, Mónica Febres-Cordero de Espinel (NEL-Guayaquil) consigue esclarecer puntos centrales respecto a un reconocimiento de Lacan, reconocimiento que le plantea preguntas a éste y aun intriga, el cual que queda condensado en el título que Mónica le da a su artículo: Gide es un caso de un único amor.
* Con base en el planteamiento de Mónica, Johnny Gavlovski (NEL-Caracas) y Rosa Lagos (NEL-Caracas), proponen elementos complementarios para examinar el desarrollo de Lacan respecto a Gide que enriquecen la reflexión sobre la problemática en cuestión y consiguen, al unísono del empeño de Mónica, mostrar que se trata de un « recorrido que da luces a nuestra lectura de las formas de amor actual », lo cual muestra bien la actualidad de esta problemática en el contexto de las Jornadas. ¿Será necesario recordar por ejemplo, que es en su examen del caso Gide que Lacan introduce su definición del amor como « dar lo que no se tiene », definición oportunamente invocada por Rosa?
Completan este número:
* Un comentario de María Elena Lora (NEL-La Paz), acerca del texto publicado en el número anterior de NRS de Mercedes Iglesias sobre la técnica y la tecnología, en donde María Elena invoca, entre otros puntos, un planteamiento de Heidegger, necesario para pensar el siglo XXI, y una referencia a Lacan en la que señala el « desmoronamiento de la sabiduría » propia de la época, para así darle un marco más definido a la propuesta de Mercedes. De esta manera se producen en la Escuela cada vez más contribuciones eficaces para la elucidación de la problemática central de las Jornadas.
* NRS propone hoy finalmente un fragmento del Cántico espiritual de San Juan de la Cruz, en donde se hallan esos versos inmortales que han inspirado generaciones de diversas épocas para pensar el amor:
aquel que yo más quiero,
decidle que adolezco, peno y muero.
Juan Fernando Pérez
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Gide, un amor único
Mónica Febres-Cordero de Espinel
¿Qué fue para ese niño su madre? pregunta Lacan en el texto que escribe sobre Gide para reseñar otro, del psiquiatra Jean Delay. (1) Y nos adentra en un magnífico recorrido de esa relación original, a la que le dará el peso de un destino en la elección amorosa de André Gide. Recorrido que da luces a nuestra lectura de las formas de amor actual.
Lacan resalta en el estudio de Delay los componentes del discurso de la madre y deja entrever, en el trasfondo de la homosexualidad de Gide, una cierta homosexualidad de ella, repetida en la escena que el niño adivina entre las sirvientas: « reino de poderes sombríos ». (2) Los fantasmas de la madre se trasmiten al niño, dice Lacan, y detenernos en esa transmisión nos daría la pista de lo que influyó en las elecciones afectivas del futuro escritor. En ese contexto, en el que asoma lo insondable de la sexualidad femenina, Lacan sitúa el primer goce solitario del niño. Goce clandestino, en parte, porque le hizo falta la palabra del padre, la « que humaniza el deseo ». (3) Encrucijada que explica el voto de amor único: Madeleine Rondeaux, su prima.
Lacan habla, en efecto, de momentos decisivos. Son acontecimientos que darán lugar a la construcción, al mito, porque los encuentros marcan y su sello, al modo de un jeroglífico, puede « transferirse de un texto a otro ». (4) Lacan se detiene en el encuentro de Gide con la madre de Madeleine, mujer seductora, mujer otra que la madre del deber que era la suya. Como otro hubiera sido el destino si la madre de Gide hubiera sido un poco mas carnal, hubiera ofrecido algo más del color del sexo…
La tía, esposa de Emile Rondeaux, es criolla y sensual. Mujer de amores ilícitos, se va con otro hombre y amenaza a Madeleine con el abandono. Gide, ante el llanto adolescente, se ofrece a protegerla para toda la vida, como lo hará incluso en sus escritos. En cuanto a él, en la escena de seducción por la tía se convierte en objeto de deseo, lo que no había podido ser en su crianza severa y puritana. Por otro lado, a partir de esta escena, en tanto deseante « se halla trocado en mujer ». (5) Estos giros lo llevarán a reproducir la forma de amar de su madre, amor abnegado y « embalsamado contra el tiempo », mientras que de la tía, la otra madre, tomara el rasgo de lo clandestino.
También en Madeleine hay una amor detenido, pues por la infidelidad de la madre « el deseo saludable » (6) hacia un hombre no volvería, y se encierra en la nostalgia por el padre. Madeleine quiso el matrimonio blanco con Gide. Sin embargo, cuando el se marcha a Londres con un joven amante de 16 anios, ella realiza el acto terrible de quemar la correspondencia, a la que Gide se refirió como lo mas hermoso que había escrito en su vida. Intento quizá de abrir en el la falta en donde se habría alojado el deseo que no existió. En ese lugar había un amor angelical, sustituto del amor no realizado.
Hay un paralelo entre la atracción de Gide por los jóvenes vagabundos, y el amor casto hacia su mujer. Lo señala Miller aludiendo a la sexualidad « anormal » del autor (7) y su estilo ideal en la lengua francesa. Pues si bien se identificó con el modo de amar de una mujer también hay identificación con un modo de amor homosexual, cuando asiste a la escena en Argelia entre el amante de Oscar Wilde y un joven argelino. ¿Se da ahí su elección homosexual? pregunta Miller, y su respuesta sugiere varios momentos en tal elección.
No es la homosexualidad de Gide, sin embargo, lo que retiene a Lacan sino esa elección hacia una sola mujer y el secreto del deseo que unió a ambos. En la clínica del caso, aunque la perversión de Gide no es presentada de manera standard, la relación con la madre sigue siendo dominante. La pregunta clínica para Miller es cómo, a partir de ella, dar cuenta del amor único hacia Madeleine. Porque es la relación parental (en el caso Gide, el padre perdido prematuramente y de memorias suaves frente a la fuerza de la figura materna) la que determina el acceso al Otro sexo.
Notas
(1) Lacan, J. « Juventud de Gide o la letra y el deseo », en Escritos 2.
(2) Op. Cit. en 1, p. 729
(3) Op. Cit. en 1, p. 732
(4) Op. Cit. en 1, p. 736
(5) Op. Cit. en 1, p. 733
(6) Op. Cit. en 1, p. 735
(7) Miller, J.A., « Acerca del Gide de Lacan », En Malentendido No. 7, p.10.
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COMENTARIOS
De María Elena Lora al artículo « Técnica y Tecnociencia » de Mercedes Iglesias (aparecido en NRS 38)
El artículo de Mercedes Iglesias abre un punto fundamental sobre la diferencia entre la técnica y la tecnociencia, se hace visible en el texto este aspecto, no sólo como una reflexión innovadora, sino como un nudo que convoca a desenredar la pasión por el saber de la ciencia.
Por otra parte, invita a pensar y releer el texto sobre « Ciencia y Técnica » de M. Heidegger quién advierte: « La amenaza no le viene al hombre principalmente de que las máquinas y los aparatos de la técnica puedan actuar quizás de modo mortífero. La más peculiar amenaza se ha introducido ya en la esencia del hombre. El dominio de lo dis-puesto amenaza con la posibilidad de que el hombre pueda rehusarse a retrotraerse a un desocultar más originario y así negarse a experimentar el aliento (la llamada) de una verdad más inicial ».
De esta manera, reflexionar sobre la tecnociencia comporta trabajar la encrucijada entre ciencia, técnica, tecnociencia y la época actual. Igualmente, se torna relevante señalar como actualmente una de las transformaciones más significativas, es el énfasis puesto en los valores relacionados con el cuerpo. La posibilidad de construirse un cuerpo encuentra en esta época de la tecnociencia la puerta abierta, pues asistimos a una manipulación del cuerpo que rompe los límites de toda propuesta ética y exige cada vez más, traspasar los mitos de la ciencia-ficción. Esta época marcada por la prisa, donde las disfunciones, las desregulaciones del cuerpo y las alteraciones orgánicas nuevas, son experiencias tan fuertes que logran desequilibrar la estructura subjetiva que hasta ese momento se mantenía. Es decir, frente al surgimiento de lo real como la enfermedad o el accidente de un órgano corporal, se genera una angustia que demanda a ser atendida. Es ahí donde la tecnociencia trata a ese cuerpo como una máquina mortificada al que se le implanta materia inórganica o químicos.
La aplicación constante de la tecnociencia va colocando cada vez más a la gente en su posición de individuo aislado, puramente definido en términos de un yo competitivo más o menos fuerte y, esta situación lo que produce es el crecimiento de un malestar insoportable, pues se trata de un malestar, que coloca a cada uno más cerca de lo que es el desamparo originario. Es a este sujeto que escuchamos en un análisis y desde la clínica, se trata de estar listo para recibir el desamparo del goce producido por los efectos de la tecnociencia, y los juguetes técnicos que, como el deporte son por el momento pasión de multitudes.
Para concluir, es imposible no reflexionar sobre lo que Lacan señala: « Uno de los rasgos más entretenidos de la historia de las ciencias es la propaganda que los científicos y los alquimistas hicieron ante los poderes (…) ¿Cómo pudieron los poderes dejarse agarrar?. La respuesta a este problema debe buscarse del lado del desmoronamiento de la sabiduría. Es un hecho que se dejaron agarrar, que la ciencia obtuvo créditos, gracias a los cuales tenemos esta venganza encima ».
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De Johnny Gavlovski al artículo: « Gide un amor único » de Mónica Febres-Cordero de Espinel (publicado en este número)
La importancia de ese « ESE »
El texto de Mónica Febres-Cordero hace encuentro entre el tema de las Jornadas de la NEL y las de la EOL para este cierre del 2012. El amor y la problematización de los términos singular y clasificaciones. En nuestras jornadas, buscaremos ahondar en el argumento que busca « esclarecer la naturaleza de los modos de goce que caracterizan el vivir de nuestro tiempo » a partir del estudio de las mutaciones dadas en las « posiciones subjetivas relativas a la sexualidad y al amor ». (1) Por su lado, los colegas de la EOL analizaran « el valor actual del síntoma y del diagnóstico de estructura ». (2)
Allí es donde entra la certera elección de MF-C, al citar a Gide, al Gide de Lacan, y en consecuencia, al « Leonardo de Freud ». Y es que ambos textos embisten la tesis clásica sobre la homosexualidad, dándole un viraje hacia la particularidad del caso por caso, « arrancándonos así de la noción de un universal de la madre ». (3) Particular centrado en el qué del deseo de « ese niño » para su madre. Lacan evita hablar de estructura. A partir de Freud, deconstruye el rol de la madre, y focaliza el desfallecimiento del padre, a pesar de cualquier incubación imaginaria con que éste intente sostenerse. A partir del análisis de los Coûfontaine de Claudel, desmontará el mito freudiano de la madre como « punto de vértigo de la libido » logrando lo que JAM llamará « la versión contemporánea del Edipo ».
Así desde el analisis de Freud sobre el Leonardo y su trilogía de la degradación de la vida amorosa hasta los ultimísimos trabajos de Lacan y JAM que destacan la importancia del estudio de la clínica borromea, es donde podemos encontrar vías para dar cuenta en nuestra clínica de las referidas transformaciones subjetivas relativas a la sexualidad y al amor, y hacer frente a las dificultades que suponen para el analista, diagnóstico y dirección de la cura, en estos tiempos de tan marcadas muestras de desregulación de goce, a cada paso de nuestra cotidianeidad.
Notas:
(1)
(3) Miller, J-A: « Acerca del Gide de Lacan ». En Malentendido No. 7, p.31. Buenos Aires, 1988.
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De Rosa Lagos al artículo: « Gide un amor único », de Mónica Febres-Cordero de Espinel (publicado en este número).
« Lo que hemos avanzado sobre el amor es que constituye la fuente de todos los males. La menor conversación está allí para mostrarles que el amor de la madre es la causa de todo ».
Lacan, J. Seminario IX. Clase 10.
Mónica nos trae una oportunidad para reflexionar por el origen de un amor único, el que Gide, de conocida orientación homosexual, profesara por su prima, y luego esposa, Madeleine.
¿Qué pasó en la vida del niño Gide para que una única mujer fuese objeto de su amor?
Mónica plantea en el inicio de su trabajo la frase con la que Lacan se interroga sobre el tema « ¿Qué fue para ese niño su madre? ». Pregunta que remite a considerar la constelación familiar de este niño en una doble vertiente: tanto el lugar que el niño ocupa en el deseo de esa madre como el lugar donde se ubica la autoridad de la ley, elementos que van a marcar el destino amoroso del sujeto.
En este sentido, para el niño Gide, se encuentra una madre que se mueve en el reino del deber, cuyo amor es asimilable a estos mandatos, que es quien dicta la ley al padre y para quien su hijo es amado pero no deseado, Gide sufre de la falta de deseo de esta madre, a la vez, su padre, por su suavidad y por la sumisión a su mujer, le transmite una metáfora paterna desviada, invención que le permite a Gide sostener la disociación entre un amor desencarnado, negación del goce, situado en Madeleine y un goce clandestino dirigido a jóvenes.
Se tiene por un lado la disociación entre amor y deseo y por otro lado la conjunción entre amor y deber, que recae en su único amor.
Si el amor de la madre es la causa de todo, como plantea Lacan, vale la pregunta clínica ¿qué acceso a la mujer le permite esta madre a este sujeto? En este caso, le permitió el acceso a una sola mujer, a quien le da lo que no tiene, la eternidad.
« De hecho el sentimiento de Gide por su prima ha sido el colmo del amor, si amar es dar lo que no se tiene y si él le ha dado la inmortalidad » (Lacan, J. « Juventud de Gide »).
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Cántico espiritual
San Juan de la Cruz
Canciones entre el alma y el Esposo
Esposa
1. ¿Adónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste,
habiéndome herido;
salí tras ti clamando, y eras ido.
2. Pastores, los que fuerdes
allá por las majadas al otero:
si por ventura vierdes
aquel que yo más quiero,
decidle que adolezco, peno y muero.
3. Buscando mis amores,
iré por esos montes y riberas;
ni cogeré las flores,
ni temeré las fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras.
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